Economía Resumen electrónico de EIR, Vol. I, núm. 3

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¡Los magos de Wall Street te volvieron a engañar!

Ž Los magos de Wall Street te volvieron a engan«ar !

La siguiente declaración la emitió LaRouche in 2004, el comité de la campaña presidencial de LaRouche, el 5 de junio de 2002.

¿Recuerdan el cuento de "El traje nuevo del emperador"? Es una historia que trata de lo que podría pasarles a ustedes, y que ya les ha pasado a la mayoría de los que viven en los Estados Unidos hoy día.

Si aprendieron la moraleja del cuento, muchos de ustedes deberían dejar de ser tan perversamente santurrones en sus quejas contra los servicios de inteligencia de EU. Ni el gobierno, ni Wall Street, ni los órganos de difusión podrían haberles tomado el pelo nunca como acostumbran hacerlo, si ustedes no hubieran casi suplicado que lo hicieran, tal como la mayoría de ustedes ruega en estos momentos que los engañen para creer, aún ahora, en una "recuperación" económica que no existe.

Por ejemplo: ¿recuerdan el origen del término "mago"?

¿Acaso escucho a algunos de ustedes decir, "¿De nuevo tratas de explicarnos algo? Queremos que nos engañen, déjanos en paz. No trates de quitarnos nuestros juegos; déjanos ser tan felizmente burlados como queramos"? Si les hubiese preocupado lo suficiente como para descubrir cómo es que los magos ahora, como entonces, hacen sus trucos, no hubieran votado de forma tan necia como la mayoría de nuestros votantes, o no votantes, por igual, lo han hecho a últimas fechas. Cuando le embarguen la casa al zoquete de su vecino por no poder pagar la hiperinflada hipoteca, pueda ser que entonces deseen haberse preocupado lo suficiente como para haberle puesto más atención a las advertencias que les escribí al respecto.

Si todavía creen en "seguir la corriente, para no buscarse problemas" con la "opinión popular", quizás no se ganen el premio de ser el mayor imbécil de este planeta, pero al menos estarán entre los finalistas. Les explico los trucos fraudulentos del "libre cambio", por los que tantos de ustedes les pagan a los contadores de Enron, al presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, o a otros magos, para que burlen sus sentidos, para que les tomen el pelo tan bonito como lo han hecho hasta ahora.


El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. "Imagínense a ese mago como la araña que espera la próxima mosca".


Primero, antes de ver los fraudes más comunes de la práctica contable actual, explico los principios generales de cómo la gente que los engaña aprendió a irlos jalando por las narices, la mayor parte del tiempo, y a que regresen por más de lo mismo. Como explicaré a lo largo de este informe, el rasgo esencial del chanchullo con el que se engaña a la mayoría de ustedes, es el truco de convencer a la víctima a creer que de veras sabe alguna tontería que se le ha inducido meramente a aprender, tal vez "buscándolo" en la internet, o "viendo las noticias".

Les echo en cara estas cosas, no para lastimarlos, sino para que vean el bote salvavidas que ahora necesitan, con urgencia, si es que han de sobrevivir al hundimiento del Titanic en que se ha convertido la economía.

1. ¿Quiénes son los magos?

Según las fuentes oficiales, esa famosa secta embaucadora conocida como el culto de Apolo en Delfos, inició sus operaciones en ese lugar como la religión satánica, adoradora de serpientes, de Gaia y Pitón. Con el tiempo, un tipo extraño llamado Apolo, que se supone llegó de Asia, cortó en pedazos al fálico dios Pitón (la serpiente), y enterró los restos. Poco después, este mismo Apolo, según se dice, fue presa del remordimiento, o tal vez del triunfalismo, y estableció en esa sepultura el templo de adoración a la serpiente, el culto al Apolo pitio.[FIGURE 1]

Desde entonces, hasta después que el famoso sacerdote de Apolo, Plutarco, operó ahí, un tonto balbuceante a quien se le llamaba el oráculo, producía los símbolos, virtualmente un parloteo sin sentido, que los sacerdotes de Apolo, como corredores de bolsa, interpretaban para los visitantes por un precio. Esta secta de Apolo se convirtió en la principal banca privada de la región del Mediterráneo en su época, y en el modelo que la mayoría de los maestros, profesores, contadores financieros, y los columnistas de prensa y presentadores de los programas de entrevistas dominicales de televisión imita hoy día.

Estos sacerdotes de Apolo fueron los principales arquitectos de casi todas las burradas graves conocidas que los griegos y otros se autoinflingieron en su momento. Esa misma estupidez ha sido heredada, desde los tiempos de la antigua Roma, por esos imitadores modernos de los sacerdotes de Apolo, quienes controlan la mayoría de las universidades y los órganos de difusión, así como nuestras instituciones de gobierno, hasta nuestros días. Así, el fraude del índice Nasdaq llamado "la nueva economía" fue confeccionado de la misma manera que el fabuloso "traje nuevo del emperador".

Si lo dudan, aquellos de ustedes que han sido las víctimas lamentables del fraude de la "teoría de la información", y otros timos parecidos, a estas alturas deberían de saber que mis advertencias fueron acertadas. Por tanto, debieron haber entendido cómo trabajan los magos, y no serían engañados así de nuevo. Si les toman el pelo otra vez, lo más probable es que sean como el tipo que busca amor con una prostituta (y entonces, quizás, más tarde, la golpee por placer). O, tal vez, como la persona que busca algo gratis, como el amor en la lotería, o en un casino, o en todo esto combinado. Es embaucado nada más porque cada imbécil tal, desea que se le mienta con cualquier ilusión que, aunque sea por un instante, "lo haga o la haga sentir bien". Ustedes podrán estar familiarizados con esa sensación.

Entre los principales modelos para esos métodos de manipulación de masas, había una casta de sacerdotes que jugó un papel importante en la historia de la Grecia antigua, una casta asociada a los imperios mesopotámicos, conocida como los magos. El uso moderno del término "mago" tiene ese origen. Las técnicas del farandulero moderno, conocido como mago de escenario, se basan en los principios de ilusionismo que son idénticos en esencia a los usados para vaciar los bolsillos y robarse las almas de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses hoy día. Debo recalcar que esta es exactamente la misma estafa que Carl Gauss denunció como un fraude en 1799, pero que las víctimas del chapucero Louis de Lagrange, pretendiendo reducir la ciencia física a las meras formas imprecisas de las matemáticas de torre de marfil, siguen usando hasta la fecha.

Tomemos, por ejemplo, la muy citada imagen del farsante que le hace creer a una población crédula que, de alguna manera, ha hecho que ocurra un eclipse. Asimismo, consideremos el caso del tonto supersticioso del Congreso de EU que busca riquezas para financiar su campaña de reelección, aun si termina dejando en la calle a sus representados, por querer hacer algo que haga felices a los magos de Wall Street.

El secreto de la incertidumbre sensorial

La manera más efectiva para que los magos y otros logren que la gente se autoengañe, es diciéndole a las víctimas probables: "Ver para creer". O, por ejemplo: "Ya ven, hoy subió la bolsa". O, "¡Lo importante es cuánto nos toca!" O, "Todos estuvieron de acuerdo". O, "¡Pero si tenía una mirada tan honesta!" Así, dirige la atención de las víctimas para que se concentren en lo que tú quieres, dales la experiencia sensual en la que desean creer, y, seguido, serán engañados con facilidad.

Tras la forma en que se estafa a mucha gente, hay un principio de ciencia física más profundo. Es el principio que separa el mero aprendizaje del verdadero conocimiento. En el mundo moderno, la forma más simple de ilustrar esto es refiriéndose a la microfísica moderna. En realidad nadie puede ver, oir, tocar u oler una realidad microfísica como la radiación nuclear, pero podemos saber que la radiación existe. No es sólo un asunto de objetos demasiado pequeños como para verlos, incluso con un microscopio. La gravitación universal que controla las órbitas solares es demasiado pequeña para verse, pero ni Wall Street puede negar su existencia eficiente.

El secreto de los fraudes de los magos, antiguos y modernos por igual, fue descubierto hace 2.500 años por Platón, en sus diálogos. El uso que Platón hace de lo que se conoce como su alegoría de la caverna, es típico de esto. El argumento de esa alegoría se describe con justicia en términos modernos, como la afirmación de que lo que nos muestran nuestros sentidos no es la realidad como tal, sino más bien algo análogo a las sombras proyectadas sobre la superficie irregular de las paredes de una cueva débilmente iluminada por una hoguera. Lo que aprendemos a percibir son esas sombras; lo que deberíamos desear conocer son los objetos que no pueden verse y que proyectan esas sombras, objetos tales como la gravitación universal, o la fisión nuclear.

La vista, el oído, el tacto y el olfato son a menudo el resultado, registrado por nuestra mente, de alguna forma de excitación llamada la percepción sensorial, que se provoca en las partes pertinentes de nuestro aparato biológico. Nuestros sentidos no nos dicen qué hay afuera de nuestra piel. Por sí mismos, nuestros sentidos no pueden hacer más que alertarnos a sensaciones experimentadas dentro de nuestra piel. Podemos aprender de tal experiencia, pero no podemos saber en verdad qué hay afuera de nuestra piel, excepto a través de una cualidad de la mente, diferente a la mera percepción sensorial. Esa cualidad diferente de la mente es llamada conocimiento, o, para usar el término técnico más preciso: la cognición; una cualidad de vida mental que no ocurre en ninguna especie viviente conocida, salvo en los seres humanos individuales.

La única protección real que tienen ustedes para que no los engañen de las formas en las que a menudo lo hacen con los votantes estadounidenses hoy día, por ejemplo, es reconociendo la importancia de esta distinción entre el mero aprendizaje y el acto de cognición llamado conocimiento. En esencia, el truco del mago deshonesto, o simplemente de mala leche, implica hacer que la víctima se obsesione tanto con el deseo de aprender la solución a un problema presentado como distracción, de tal modo que esa víctima, al menos por ese momento, se olvida de conocer de verdad.

El tipo que dice: "¡No me pidas que busque la solución! ¡Sólo dame el resultado! ¿Cuál es la respuesta? Déjate de rollos; ¡sólo necesito la respuesta!" El tipo que ojea el final del libro buscando la respuesta al problema, es el tipo de imbécil que busca el mago. Imagínense a ese mago como la araña que espera la próxima mosca.

Por ejemplo. Un hombre cae muerto después de escucharse el disparo de una escopeta en la calle. El policía a cargo del caso, tratando de mantener todo limpio y sencillo, arresta al hombre que lleva la escopeta en su funda, pero en la estación de policía todos quedan perplejos por la falta de pruebas de que esa escopeta haya sido disparada hace poco. Entonces, algún tipo listo contraría a todos preguntando: "¿Qué tal el plomero que llevaba esos dos tubos, y que desapareció poco después del incidente?" En aras de mantener las cosas sencillas, ninguno había pensado en sospechar de nadie más que del hombre que llevaba la escopeta. Y los gritos vinieron cuando el tipo listo de la oficina del fiscal preguntó: "¿El hombre de la escopeta era del todo inocente de ese crimen, o era el señuelo para encubrir a quien creyeron que era el plomero?" En otras palabras: ¿se engatuzó al policía en el lugar de los hechos?

Uno se pregunta si el Departamento de Justicia de los EU hoy día, se habría aferrado a su supuesto de que el hombre de la escopeta tuvo que ser el que disparó. Como sea, ¿podría el hombre de la escopeta haber sabido del disparo con antelación, aun si lo hubiera despachado alguien que está tras el asesinato?

El Departamento de Justicia de EU y otros cometieron la misma burrada en el caso de los ataques que ocurrieron la mañana del 11 de septiembre de 2001.

En un complot tan sofisticado como el del 11 de septiembre de 2001, los burros se avalanzaron sobre una pista falsa dejada por los perpetradores. ¿Por qué los autores intelectuales de lo del 11 de septiembre decidieron atacar primero a Nueva York, cuando podían haber atacado antes a blancos en Washington, como a la propia Casa Blanca? Recuerden la pista del caso anterior de la explosión de una bomba en ese lugar. ¿Se pretendía atacar a Nueva York de esa forma para crear una pista que llevaría a los investigadores zonzos a la puerta de Osama bin Laden, todo en pro del plan de guerra del "choque de civilizaciones" de Zbigniew Brzezinski, Samuel Huntington y Bernard Lewis, que se echó a andar en respuesta a lo del 11 de septiembre?[FIGURE 2]

No se necesita más que una reflexión cuidadosa sobre los hechos conocidos del 11 de septiembre de 2001, para demostrar un grado de sofisticación en la operación que va mucho más allá de cualquier cosa al alcance de la mente del ex agente terrorista angloamericano Osama bin Laden. La orden de arriba fue que nadie quería saber de esos hechos. Estaban resueltos. Iban a bombardear a Afganistán, y no querían ningún hecho que pudiera llevar a un sospechoso distinto. Creyeron lo que quisieron crer, y los trucos de prestidigitación del mago con los hechos hicieron el resto.

Esa es la práctica moderna de la magia.

Regresando a la caverna de Platón. ¿Cómo puedes aprender a que no te tomen el pelo?

2. Lo que no saben los contadores

Por ejemplo, si la humanidad fuese sólo alguna forma superior de simios, su población sobre este planeta nunca hubiera pasado de unos cuantos millones de individuos, bajo las condiciones dominantes de los últimos dos millones de años.

Es sorprendente, como podemos mostrar con mayor facilidad a partir del estudio de los principales factores de la tecnología, responsables de los aspectos progresivos de los cambios demográficos en los últimos seis siglos de civilización europea extendida al orbe, esta superioridad absoluta del hombre por encima de todas las formas inferiores de vida, que resulta de dos clases de aumento en el conocimiento practicado durante esos siglos.

El primer factor, es el florecimiento de la ciencia física en el Renacimiento del siglo 15, después de 1.600 años de decadencia bajo el creciente poder de Roma en todo el Mediterráneo y las regiones adyacentes. El segundo factor relacionado, fue el renacimiento de los principios de la composición artística clásica, tras 1.600 años de dominio del romanticismo en la cultura europea. Estos dos conjuntos de cambios positivos en el curso de la civilización europea están representados por la obra del Renacimiento del siglo 15, del cual son ejemplo nombres tales como Filippo Brunelleschi, Nicolás de Cusa, Leonardo da Vinci y Rafael Sanzio.

Las pruebas son más claras al revisar los esfuerzos de los reaccionarios románticos por regresar el reloj de la historia, como sucedió con los Habsburgo y otras influencias venecianas relacionadas, que se expresaron durante el período de horribles de guerras religiosas de 1511–1648. El florecer del Renacimiento, que giró en torno a los círculos antirrománticos del cardenal Julio Mazarino, Jean-Baptiste Colbert, Gotfried Leibniz y J.S. Bach; y el resurgimiento del clasicismo de Cusa, Johannes Kepler, Leibniz y Bach, que vino a fines del siglo 18 con la creciente oposición clásica a la decadencia de la Ilustración británica y francesa; ilustran una cuestión crucial.

Por diversas cuestiones político culturales y de orden natural, durante siglos, la civilización de la región mediterránea entró en una edad de tinieblas de deterioro cultural catastrófico, antes y después de cierto punto, unos 1.000 años antes del nacimiento de Cristo. Después de algunos cientos de años, las culturas marítimas de lo que llamamos la Grecia homérica antigua, cirenaica, y los etruscos, prosperaron bajo la influencia de una cultura egipcia reanimada. Desde la época de Tales, Pitágoras y Solón, hubo siglos de progreso neto en los principales márgenes del descubrimiento científico, artístico y práctico, hasta que los romanos asesinaron a Arquímedes, en el año 212 a.C.

El aumento del poder romano durante la Segunda Guerra Púnica y después, marcó una gran ola de persistente degeneración cultural en las culturas europeas y vecinas. La civilización europea no alcanzó el grado cultural de pensamiento de la ciencia y el arte de la Grecia clásica antigua y de la civilización helena, sino hasta el Renacimiento del siglo 15, con centro en Italia.

A partir de entonces, como indiqué antes, aunque los beneficios del Renacimiento duraron un tanto, el período de 1511–1648 fue una era de tinieblas relativa en la civilización europea, que estuvo dominada por la maldad antirrenacentista de Venecia y los Habsburgo, hasta el renovado Renacimiento alrededor de Leibniz y Bach, tras el Tratado de Westfalia de 1648.

Y así sucesivamente, el flujo y reflujo de la civilización se ha dado, hasta ahora.

Para resumir el punto así ilustrado: Hay períodos de flujos y reflujos bien definidos en el progreso de la condición humana, flujos y reflujos que se expresan, de manera notable, en períodos de avance, o de estancamiento, o incluso de brutal regresión en las características demográficas, tanto de culturas particulares, como de la humanidad en su conjunto. Los hitos que se asocian con semejantes cambios se correlacionan, en lo principal, con dos factores típicos determinantes. Estos son, primero, el descubrimiento y persistencia de formas de conocimiento científico y artístico congruentes con los descubrimientos eficientes de principios universales; y, segundo, el grado variable al que ese conocimento, sea que le dé forma a la práctica interna de las naciones y sus culturas, o que la práctica de ese conocimiento por parte de la sociedad sea más o menos sofocada. Estas formas de conocimiento son, todas y cada una, de la calidad conocida como conocimiento, a diferencia del mero aprendizaje.

Son esos procesos mentales, llamados cognición, en tanto distintos de la dependencia de la percepción sensorial aprendida, los que ofrecen una distinción absoluta entre el individuo humano y la sociedad, por un lado, y la vida animal en general, por el otro. En eso radica la diferencia entre una sociedad que se comporta como un grupo de seres humanos, y una sociedad que substituye esas formas característicamente humanas de entendimiento clasificadas bajo una definición apropiada de "cognición", por el método de trucos aprendidos, como los de un perro o un animal de circo adiestrado.

De hecho, si medimos los cambios en la fuerza productiva de trabajo en términos físicos, per cápita y por kilómetro cuadrado, la única fuente del aumento de esa fuerza productiva en última instancia, es la aplicación de tecnologías que se derivan de descubrimientos de principios físicos universales validados de manera experimental. En la sociedad moderna, el progreso económico ocurre en la forma del desarrollo exitoso de la agricultura, la minería y las manufacturas, con tal de que tenga lugar en un ambiente creado por grandes inversiones, bien escogidas, en el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura económica básica.

Entre las inversiones más fundamentales en infraestructura económica básica, está la educación pública y superior general, una categoría de inversión dirigida en lo principal al segmento de la población entre los 6 y los 25 años de edad. La habilidad de una sociedad para asimilar los descubrimientos de principio de generaciones anteriores de la humanidad, y aplicar esos descubrimientos de manera cooperativa, y para generar descubrimientos adicionales de la misma calidad, depende sobre todo de la calidad de educación proporcionada a ese estrato de la población.

De manera similar, el mejoramiento de la naturaleza a través de formas modernas de transporte, recursos hidráulicos, y la generación y distribución de energía a gran escala para la sociedad en su conjunto, es, por su naturaleza, más que nada una responsabilidad del gobierno, no de la empresa privada. Empero, el potencial productivo relativo de las granjas, minas y fábricas depende en lo absoluto de esa inversión pública en infraestructura económica básica.

Ahora, vayan al pizarrón del aula universitaria. Dejen que el tipo que enseña contabilidad o economía muestre, sobre ese pizarrón, cómo se genera el verdadero beneficio social, un aumento en la fuerza productiva del trabajo en cualquier sociedad. No puede hacerlo. Pueda que parezca que lo hace, si los estudiantes son lo bastante tontos como para creerle; pero, si lo creen, han sido embaucados por el típico truco de mago.

"Oiga, profe: muéstreme en su pizarrón dónde y cómo da cuenta del descubrimiento y aplicación de principios físicos universales como la causa eficiente de un aumento en la fuerza productiva de trabajo".

Si el maestro es un embaucador bien entrenado, es probable que argumente que el aumento en la productividad social viene de una especie de mecanismo estadístico de fricción que él identifica, con un movimiento de su mano, como el "libre comercio", también conocido por muchos como "la magia del mercado".

Esta estafa de sacudir la mano hacia el pizarrón, y afirmar que el principio del éxito económico es cuestión de magia, es el fraude que se enseña como contabilidad y economía en la mayoría de las aulas, y en los debates públicos sobre asuntos legislativos tocantes a esos temas hoy día. Sorprende poco, entonces, que el desempeño de la economía estadounidense en los últimos 35 años, en especial desde agosto de 1971, haya sido un gigantesco timo hecho con un "ademán de manos".

La cuestión que el maestro está evadiendo, debe replantearse como sigue.

"Profe, déjese de magias y ya no hable como perico de `manos invisibles'. Regresemos al mundo real. ¿Cuál es la forma de acción que provoca el efecto de aumentar la productividad, per cápita y por kilómetro cuadrado? ¿Qué experimento debemos realizar, equivalente a un experimento crucial de laboratorio, con el que podamos probar que ese principio de acción eficiente existe en realidad?"

"Profe: Denos un ejemplo de una forma típica de experimento, con el que podamos demostrar, aquí y ahora, la existencia de un proceso cognoscitivo de la mente humana individual, a través del cual podamos probar el conocimiento de algo que no puede verse con los sentidos, pero cuya eficiencia como principio universal pueda probarse de manera concluyente, a satisfacción de los sentidos. Eso, profe, es a lo que nos referimos con el tipo de principio de acción que no pudo demostrar en el pizarrón, un principio sin el cual, todo lo que usted dice no tiene sentido".

Tomemos, por ejemplo, el descubrimiento original del principio de gravitación universal de Johannes Kepler, como está descrito en detalle en su Nueva astronomía, de 1609.

En ese caso, como en todo descubrimiento de principio físico universal válido, el descubrimiento viene del reconocimiento de algún tipo crucial de contradicción intrínseca en el equivalente de una prueba experimental. Esto quiere decir que, de acuerdo con las definiciones, axiomas y postulados aceptados con anterioridad, las pruebas nos enfrentan con algo que se supone que nunca debió pasar, pero que pasa, de seguido. Según el conjunto general de definiciones aceptado por los seguidores de Aristóteles, las mediciones de Kepler, no sólo mostraron que semejantes seguidores de Aristóteles tan variados como los astrónomos Claudio Tolomeo, Copérnico y Tycho Brahe, estuvieron todos y cada uno equivocados, sino que el método de Aristóteles era absurdo en relación a las pruebas físicas. Kepler demostró, de forma experimental, que las órbitas planetarias están gobernadas por una intención eficiente que existe completamente por fuera de los límites del método de Aristóteles. El nombre de esa intención, es el principio físico universal llamado gravitación.

Para discutir los problemas de la economía de EU y del mundo hoy día, hago uso del caso de Kepler para definir el método científico en general, no nada más un principio de astrofísica. Estoy usando a Kepler como modelo de lo que refiero, de forma científica, experimental, por cognición, en vez del mero aprendizaje de la percepción sensorial. Y lo hago así, porque la cognición, como el descubrimiento de Kepler de la gravitación, ilustra el significado del término: es el principio de acción física subyacente del que dependen absoluta y universalmente las formas exitosas de los verdaderos procesos económicos.

El progreso de la humanidad, de una densidad relativa potencial de población equivalente a la de los simios, a una de miles de millones hoy día, es totalmente resultado de un proceso acumulativo de descubrimiento y redescubrimiento de principios físicos universales, definido, como tales principios, con las mismas connotaciones del descubrimiento de Kepler de la gravitación universal. La transmisión de la experiencia de revivir tales descubrimientos, no como mero aprendizaje, sino como la reexperimentación de los procesos cognoscitivos originales de descubrimiento, de una generación a la siguiente, representa un proceso de acumulación de tal conocimiento cognoscitivo. Esto es cultura humana en su máxima expresión. La capacidad de la sociedad de cooperar en torno al uso de un tesoro de semejante conocimiento cognoscitivo transmitido a lo largo de generaciones sucesivas, es lo que representa el principio de las formas económicas y relacionadas de progreso.

Lo que define el progreso económico en los términos más amplios, es una sociedad organizada alrededor de semejante cooperación en los esfuerzos del hombre por aumentar nuestro dominio sobre la naturaleza, per cápita y por kilómetro cuadrado. Esto es lo que el típico profesor de contabilidad o de economía, simplemente no sabe. Sacude sus manos, una y otra vez, pero nunca es capaz de señalar ningún principio real que explique cómo funciona de verdad una economía.

Magia, ¿de dónde?

El truco fundamental del mago queda mejor ilustrado por las representaciones modernas, por considerar dos y media de las estafas más típicas practicadas por los magos de nuestra época: el aristotelismo, el empirismo y el existencialismo. Describo las tres desde el punto de referencia de las formas generalmente aceptadas de aula de clases para enseñar geometría y aritmética desde una perspectiva euclidiana o cuasieuclidiana

Los tres sistemas se basan en la fe ciega en lo que se llama "reduccionismo". Cada uno de estos sistemas reduccionistas supone que el universo está descrito de la forma más acabada, en términos de un conjunto fijo y arbitrario de definiciones, axiomas y postulados. El resultado común es lo que el maestro expone en el pizarrón. Esto a menudo incluye la fe ciega en el supuesto de que los números se definen, en su origen, en la forma de números de contar, a pesar de la obra de Carl Gauss que prueba lo contrario.

Y no se permite que ningún principio de acción universal altere tal sistema. Así, de por sí, estos tres sistemas excluyen del proceso económico cualquier cualidad distintivamente humana.

Aristóteles está representado por las fallas comunes de los sistemas de astronomía de Tolomeo, Copérnico y Brahe. El empirismo fue introducido por el veneciano Paolo Sarpi como una reforma radical del aristotelismo. El tercer sistema, el existencialismo, es un derivado de las Críticas de Kant, basado en la negación de la existencia de la verdad. El fascismo, en tanto sistema político filosófico, es un derivado de la combinación de la forma de empirismo radical conocida como positivismo, y la negación existencialista de la verdad.

Todos estos tipos patológicos son sistemas de torre de marfil (apriorísticos), fijos de manera implícita, que dejan la puerta abierta al puro misticismo y la arbitrariedad. El sistema británico antiamericano moderno de economía política fundamenta sus dogmas económicos de modo axiomático, precisamente en tales supuestos místicos como el "libre comercio" y la "mano invisible". Bastan aquí tres casos de referencia: la tesis de Bernard Mandeville, de que la libre corrupción moral privada es la generadora del bien público; la doctrina pro feudalista parecida del "laissez-faire", del fisiócrata François Quesnay; y la doctrina de Adam Smith del "libre comercio" y la "mano invisible".

Como he subrayado en otras partes, estos tres tipos tienen un origen común en la tradición de esa secta gnóstica neomaniquea conocida por nombres diversos como los cátaros, o "los bujarrones". El típico argumento de Quesnay es que, dado que los campesinos en el Estado feudal son, en esencia, ganado humano, la utilidad del Estado es, por definición, una secreción mágica del título del terrateniente como tal, y no tiene una causa física eficiente. En principio, no hay diferencia entre esto y el argumento pro satánico de Mandeville; el dogma de Smith en su Teoría de los sentimientos morales de 1759, y su La riqueza de las naciones; o de la definición del "valor del accionista", del misticismo nominalista de diccionario, del magistrado de la Corte Suprema de Justicia de EU, Antonin Scalia; o entre Scalia y la doctrina pro esclavista de Locke del preámbulo de la Constitución de los Estados Confederados de América.