Análisis de LaRouche Resumen electrónico de EIR, Vol. II, núm. 01

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Las semanas de crisis que tenemos ante nosotros


La declaración que sigue la emitió LaRouche in 2004, el comité de la campaña presidencial de Lyndon LaRouche, el 1 de enero de 2003.

por Lyndon H. LaRouche

Hemos llegado al momento en que todas las instituciones de los estados de las Américas y Europa, o dejarán de negar histéricamente la realidad económica, o aquellas naciones que todavía no han caído en un proceso de desintegración que ya acelera empezarán a hacerlo dentro de muy poco. Las estadísticas que quedaron colgando de los encorbados arbolitos de Navidad mandan un mensaje sencillo, simple: el mundo en general ya está inmerso ahora en la peor depresión económica desde 1929–1932. Hasta ahora, el Congreso y la Presidencia de los Estados Unidos no han mostrado interés alguno en ninguna medida que realmente pueda hacerle frente a esa realidad de forma competente.

La actual depresión mundial no es ninguna sorpresa para mí ni para nadie que le prestó atención a mi historial público en tanto el autor más exitoso de pronósticos económicos de largo plazo del mundo. El hecho es que hubiéramos podido detenerla en cualquier momento en los últimos treinta y cinco años de haberlo querido. Por desgracia, ninguno de los congresos ni presidentes de los últimos treinta y tantos años ha querido hacerlo. Así que, por esa indiferencia a la realidad económica, se permitió que ocurriera la presente depresión mundial. Ahora está en el umbral del Congreso y del Presidente de los EU.

Así que, por más de treinta años las principales causas que han llevado a esta depresión han sido harto sabidas. Debe recalcarse aquí, una vez más, que consta que yo he advertido públicamente de cada paso hacia esta crisis, y que, de forma consistente, he tenido la razón en cada uno de mis pronósticos detallados, previo a 1971, en el transcurso de mi campaña presidencial de 1976, y a lo largo de las de 1980, 1984, 1988, 1992, 1996 y 2000. De haberse atendido mis advertencias en cualquier momento, incluso tan recientemente como en enero–febrero de 2000, la marcha continua hacia un derrumbe hubiera podido detenerse y cambiar de rumbo.

La pregunta ahora, es si la gente finalmente ha aprendido su lección. ¿Han aprendido su lección los miembros del Congreso que empieza? ¿Ha aprendido su lección el Presidente? ¿Están dispuestos a cambiar cuando todavía pueden hacerlo?

Así que ahora, entre que empiece a sesionar el Congreso de los Estados Unidos este mes y más o menos el 29 de enero, la credibilidad de la actual dirigencia de los principales partidos nacionales, del Congreso, y de la Presidencia de los EU verá puesta a prueba de forma pasmosa su capacidad de conducir esta república. Aquí, en este informe somero que les rindo a ustedes, al Presidente y al Congreso, señalo la naturaleza de la crisis que esas instituciones de gobierno habrán de enfrentar durante el presente mes. El 28 de enero, cuando presente mi propio "informe a la nación" por internet, estaré en posición de decirles cómo se han desempeñado dichas instituciones en el ínterin.

Desde las reformas iniciadas por el presidente Franklin Roosevelt, hasta el asesinato del presidente John Kennedy, Estados Unidos se levantó de la Gran Depresión creada por el mal gobierno de los presidentes Calvin Coolidge y Herbert Hoover, para convertirse en la principal nación productora y en la más grande potencia del mundo. Entonces, aproximadamente desde el momento en que empezó oficialmente la guerra de los EU en Indochina y la toma de posesión del primer gobierno de Harold Wilson en el Reino Unido, las llamadas potencias angloamericanas han transformado a la nación más poderosa y prospera de este planeta, la nuestra, de una sociedad productiva en una sociedad "posindustrial" de consumo, cada vez más decadente, al tiempo que destruyen nuestras propias granjas familiares y el empleo industrial, y saquean la mano de obra barata y las materias primas de las poblaciones relativamente más pobres del mundo.

El gobierno de nuestra república encabezó un cambio en 1971–1972 del sistema monetario–financiero internacional, de uno de tipos de cambio fijos a uno de tipos de cambio flotantes. Este cambio se agravó con las medidas catastróficas de desregulación emprendidas en el intervalo de 1971 a 1981, lo que produjo una situación en Europa, las Américas y otras partes, que transformó lo que de 1946–1964 había sido una economía mundial con riesgos de crisis cíclicas manejables, en una forma de economía mundial presa de un descenso acelerado a lo que ahora ha venido a ser una crisis económica terminal, o sistémica, del sistema monetario internacional actualmente en bancarrota.

La peligrosa condición en que se encuentran la gestión de aguas, el transporte ferroviario y aéreo, el suministro eléctrico, las pensiones, y la atención médica en los EU, muestra la medida de la desintegración física de una economía estadounidense saqueada hasta el límite por la orgía de timos monetarios y de especulación de los mercados financieros, que ha tenido lugar con nuestro presente sistema decadente de la Reserva Federal. Esta Navidad, como acostumbraban decirle los conductores de ferrocarril a los pasajeros, llegamos al final del camino.

Existen soluciones

Hay acciones que el gobierno federal estadounidense puede y debe tomar para enfrentar de forma exitosa, tanto la presente crisis económica mundial, como los "puntos candentes" diplomáticos que hoy enfrenta el mundo. La clave para meter en cintura la crisis económica es simplemente regresar al tipo de pensamiento y práctica económica imperantes en el intervalo de 1933–1964, y descartar las novelerías del "consumismo posindustrial" que han corrompido a la nación desde el período de la guerra de Indochina de 1964–1972.

La gran pregunta este mes es la siguiente: ¿Están la Casa Blanca y los dirigentes del Congreso al presente en un estado tal de dependencia mental, parecido al inducido por las drogas, en los hábitos de la toma de decisiones de los últimos treinta y tantos años, que preferirían dejar que nuestra nación se muera de una "sobredosis" de esos hábitos adquiridos, que aceptar los cambios de pauta que obviamente tienen que hacerse ahora? El mes de enero podrá ser o no la última oportunidad de que regresen a sus cabales, o casi la última. Lo que hagan o dejen de hacer el Congreso y el Presidente durante este mes pueda que no sea la última oportunidad de salvar al mundo de un descenso a las profundidades de una depresión mundial, pero ninguna persona cuerda optaría por arriesgase a ello.

En tanto, en algunas partes del continente eurasiático se dio un primer paso impresionante hacia una posible recuperación económica mundial, con la histórica visita de fin de año del canciller alemán Gerhard Schröder a Shangai, China. El sistema más moderno y eficiente de transporte de pasajeros del mundo, el diseño Transrapid de Alemania, entró a funcionar entre Shangai y su aeropuerto internacional, llevando a Schröder y al primer ministro chino Zhu Rongji, cómodamente sentados, a velocidades por encima de los 400 kilómetros por hora. Este suceso podría ser el principio de un largo viaje de prosperidad para todo el mundo.


Histórica visita del canciller alemán Gerhard Schröder a Shangai, China

El arreglo de compartir tecnología entre Alemania y China es parte de un compromiso con la recuperación económica general que emerge en la mayor parte del contiente eurasiático.

Esta perspectiva de desarrollo interseca los efectos combinados de tres propuestas que mi esposa y yo, y nuestros colaboradores, le presentamos a numerosos gobiernos del mundo en el transcurso de los años de 1988 a 2002. El enfoque de todas estas propuestas era aprovechar la desintegración del sistema soviético para desarrollar una nueva forma de cooperación para el desarrollo económico a lo largo del continente eurasiático. A partir de 1992, estas propuestas se han centrado en torno al concepto de un un corredor de desarrollo a lo largo del Puente Terrestre Eurasiático, y desde septiembre de 1998, en torno a concertar un acuerdo de "Triángulo Estratégico" entre Rusia, China e India, que crearía el marco de cooperación multinacional para el desarrollo económico de largo aliento, a gran escala, entre las naciones de Asia y las de Europa Occidental y Central.

El Congreso y el Presidente de los EU tienen que estudiar las siguientes conexiones con Eurasia muy cuidadosamente.

Ahora se ha arrastrado a Europa Occidental continental al mismo derrumbe financiero mundial actual que golpea a los EU a nivel federal, estatal y municipal al presente. La reciente caída oficial de casi 20% en el valor del dólar estadounidense no fue un reflejo de la competencia entre Europa y los EU; fue un reflejo del derrumbe que acelera al presente del sistema monetario–financiero internacional en su conjunto, del sistema internacional denominado en dólares. Uno sólo tiene que fijarse en la escala de los reclamos financieros de todo el mundo que están denominados en el sistema del dólar, para ver la conexión. Si el dólar cae, cae el sistema monetario–financiero mundial.

Hay que cambiar las cosas de manera radical. Hay soluciones.

El rasgo característico de las economías que son la piedra angular de Europa Occidental continental, es la orientación a la exportación de la economía alemana, seguida de cerca por las de Italia y Francia. Sin embargo, la proporción elevada de exportaciones de esas tres economías es, casi tanto un reflejo del derrumbe de las economías internas de esos países, que al presente acelera, como del éxito relativo de su potencial exportador. Como el canciller alemán Schröder señaló en su reciente alocución televisada a la población, la cooperación para compartir tecnología entre Alemania y Asia es el único programa a la vista que puede levantar a Europa Occidental y Oriental de su presente hundimiento en una profunda depresión.

Un indicio de cuál es el fundamento del punto de vista optimista del canciller Schröder en cuanto a la cooperación con Asia, puede verse en los efectos de la reciente reactivación de la propuesta de un Triángulo Estratégico que le presentó en 1998 a Nueva Delhi el entonces primer ministro ruso Yevgeni Primakov. Típica, es la cooperación entre Japón, Rusia, China y las Coreas para reabrir la rutas férreas a lo largo de Asia a través de China y Siberia, al puerto de Rotterdam. La reciente conferencia asiática sobre el desarrollo de la cuenca del río Mekong, en la que participó el Primer Ministro indio, es típica del esfuerzo esperanzador para estas formas de cooperación a gran escala dentro de Asia. La nueva conexión del Transrapid entre Shangai y su aeropuerto representa el nexo a las nuevas formas de cooperación económica a gran escala entre Europa y Asia.

Es del interés estratégico más vital de los Estados Unidos que estas formas de cooperación euroasiáticas avancen, y que aumentemos nuestro papel de colaboración, en tanto socios transpacíficos, al éxito de estas medidas de crecimiento a largo plazo. Nuestra diplomacia en Asia, incluyendo el Oriente Medio, debe estar al servicio de estas perspectivas alentadoras para una cooperación duradera que fomente la paz, con semejante desarrollo a largo plazo.

Las acciones decisivas a tomar

Lo que necesitamos para que funcionen esas nuevas formas expandidas de cooperación económica y de diplomacia, es someter al actualmente quebrado sistema monetario–financiero internacional a una reorganización por bancarrota. Eso significa que los gobiernos más relevantes entre las naciones soberanas deben actuar en concierto para poner bajo algún tipo de administración judicial a los sistemas de bancos centrales pertinentes y al Fondo Monetario Internacional, para reorganizarlos por bancarrota.

De no hacerse esto, los intentos de cobrar la deuda de las agencias monetario–financieras le harán al mundo lo que el derrumbe del sistema bancario lombardo de los Bardi, Peruzzi, etc., controlado por los venecianos, le hizo al borrar del mapa a la mitad de las parroquias y a un tercio de la población de Europa a mediados del siglo 14, durante la llamada "Nueva Edad de las Tinieblas" de ese siglo. Permitir que siga adelante un suceso similar de nuevo hoy, sería a todas luces un crimen contra la humanidad perpetrado por todos los responsables de las decisiones pertinentes culpables.

Semejantes acciones de emergencia requieren que uno se remita al estudio de precedentes pertinentes. La recuperación económica de 1946–1958 que encabezaron los EU bajo el diseño de Bretton Woods al que le diera forma Franklin Roosevelt, es el modelo pertinente para estudiar los principios que deben aplicarse para la acción de emergencia a tomar por un concierto de gobiernos hoy en día.


Conferencia de Bretton Woods (1944)

Aunque es el concepto de Roosevelt de un sistema monetario de tipos de cambio fijos basados en una reserva de oro, no el de Keynes, el que se requiere en las circunstancias presentes, en que la credibilidad de los "sistemas de bancos centrales independientes" está en tela de duda, los EU no son la potencia económica que era hace dos generaciones. Fuere necesario un concierto de potencias para establecer las reformas que requiere el sistema monetario internacioal. Las deliberaciones sobre las principales cuestiones técnicas debieren estarse llevando a cabo entre gobiernos ahora.

En la presente emergencia económica nacional, es importante que los americanos en particular entiendan la diferencia fundamental, orgánica, entre el sistema económico establecido por los círculos de nuestro Benjamín Franklin, y los sistemas políticos y monetarios de Europa. Los estados europeos hoy se encuentran dominados principalmente por sistemas parlamentarios de gobierno, relativamente defectuosos, basados en un diseño angloholandés del siglo 18 al estilo veneciano, que se estableció en aras de los intereses financieros de las compañías británica y holandesa de las Indias Orientales. Con semejante modelo, los sistemas bancarios centrales que representan a tal concierto de intereses financieros, ejercen en mayor o menor grado un poder de veto sobre, no sólo las pautas, sino de que continue la existencia misma de los gobiernos parlamentarios.

Bajo la Constitución federal de los EU y su constitucionalmente supremo preámbulo, la nación es el soberano perfecto, tal que el gobierno, que se centra en el poder ejecutivo, actúa, con el consentimiento de la legislatura, para crear y controlar la deuda nacional, el crédito, y las reglas que rigen la práctica monetaria y financiera de la nación. Tales son los rasgos de lo que Friedrich List describió como el Sistema Americano de economía nacional, y que el secretario del Tesoro Alexander Hamilton describió como el Sistema Americano de economía política.

Pese a la dudosa ley de la Reserva Federal que diseñaron los agentes Manhattan del rey Eduardo VIII, persiste la clara intención de la Constitución federal, aguardando que se le reanime. Notablemente, cuando los estados soberanos, sean los EU, los de Europa, o de otras partes, se ven obligados por la pura fuerza de las circunstancias, y por la ley natural, a intervenir los "sistemas independientes de bancos centrales", los gobiernos pertinentes se ven obligados por ese hecho a asumir el tipo de papel en la banca nacional congruente con la Constitución de los EU y con los pareceres de Hamilton y List.

Hoy día, en la práctica, los poderes que nuestra Constitución y nuestra historia le reservan al gobierno federal requieren de la actuación federal en aquellos asuntos urgentes en que no les está permitido actuar a los estados, los condados y los municipios. Por tanto, bajo nuestra presente Constitución, no hay esperanza de una recuperación sustentable de los EU de la actual espiral de derrumbe monetario–financiero, a menos que el gobierno federal cree el nuevo crédito y los entes administrativos reguladores necesarios, cuya ayuda le permitiría a los estados escapar del virtual derrumbe y bancarrota que ahora amenaza a todos.

Los primeros pasos necesarios que hay que tomar en el mes de enero, para este y otros efectos relacionados, son esenciales para los propios EU. No obstante, el que nuestro gobierno federal tome semejantes acciones ahora, desatará el efecto de reacción en cadena necesario para actuar de forma conjunta contra la depresión con nuestros socios de Europa y las Américas como un todo. Tal cooperación también proporcionará los medios para acabar con los estragos del genocidio que ahora impera en el África negra.

Diplomacia para la paz

No hay razón competente para que los EU continúen su política de animadversión hacia Iraq o Corea del Norte, ni para que continúe considerando al presente gobierno plagado de gángsters de Ariel Sharon, o la candidatura de Netanyahu, como otra cosa que lo que demuestran las pruebas harto abundantes de su matonería que son. Los Estados Unidos poseen relativamente un gran poderío, en derecho propio y además, a través de su influencia legítima y de otra índole sobre otros gobiernos del mundo. Yo quisiera que nuestro gobierno aprendiera, como los gobierno más recientes no han acostumbrado hacerlo, que la idea misma de dogmas estratégicos basados en rivalidades nacionales fundadas en las doctrinas misantrópicas de Hobbes, Locke, Gibbon, y Bentham, son para la diplomacia como la sífilis es al matrimonio.

El objetivo de la política exterior de los EU debe ser una extensión de la política que el entonces secretario de Estado John Quincy Adams presentó como la premisa para la composición de la Doctrina Monroe de 1823. Nuestro objetivo estratégico mundial debe seguir siendo evitar la guerra, motivado por una continua devoción dominante al surgimiento de una comunidad de principio entre Estados nacionales perfectamente soberanos. Ese principio, como se plantea en la ley suprema implícita en la adopción de la explícitamente antilockeana "busqueda de la felicidad" de Godofredo Leibniz en la Declaración de Independencia de 1776, y es la misma noción engastada como la ley suprema de nuestra república en el principio del bienestar general del preámbulo de nuestra Constitución federal.

Tomemos el caso de Corea del Norte.


Las Coreas abren sus fronteras a un nuevo desarrollo
(septiembre 2002)

En la actualidad, la cooperación para el desarrollo tecnológico entre las respectivas porciones soberanas de Corea es un asunto de interés vital para todos los estados eurasiáticos aglutinados en torno al Triángulo Estratégico de Rusia, China e India. Entre éstas se cuentan las Coreas, Japón, China y Rusia. Incluyen a las naciones del Sudeste de Asia. Incluyen a India, e, implícitamente, a otras naciones de Sudasia. La estabilidad y el progreso de esta cooperación es de vital interés para una Europa golpeada por la depresión, y es un factor ambiental crítico en la encrucijada estratégica que se conoce como la región del Oriente Medio. Cualquier agencia que amenace el tejido de esa cooperación necesaria será enfrentada por todas.

En la región del Asia, en y alrededor de la península de Corea, los EU tienen a su disposición relativamente un gran poderío, y gozan de la ventaja complementaria de los puntos de interés común de las naciones de la región. La política apropiada para los EU es transformar el interés así representado en la fuerza de una diplomacia constructiva.

La situación de Iraq es comparable. La influencia de los EU y los socios que tiene disponibles en el Oriente Medio es enorme. ¿Por qué desperdiciar, y hasta arruinar, esa región con aventuras que cualquier diplomático astuto evitaría?

La verdad del asunto es que, dentro de las potencias anglófonas del mundo se ha desarrollado un cierto círculo de fanáticos en torno a un grupo llamado los "utopistas". Así llamados porque fueron aglutinados en tanto facción poderosa en torno a las ideas utópicas de los intereses de la inteligencia británica de H.G. Wells y del Bertrand Russell de la "paz y el gobierno mundial a través de la guerra nuclear preventiva". La locura homicida típica de los utopistas, tales como Bernard Lewis, Zbigniew Brzezinski y Samuel P. Huntington, ha hecho semejantes causas utópicas populares entre ciertos grupos afines en los llamados grupos de peritos tales como la coorporación RAND. El principal peligro de guerra hoy en día se remonta a la influencia de estos fanáticos u otros tipos análogos, que puedan serle atractivos a editores excéntricos de mentalidad utópica, tales como Rupert Murdoch y Conrad Black.

Desatar las guerras innecesarias que promueven los fanáticos utopistas, y convertir a los EU u a otras naciones en estados policíacos como parte de la histeria belicista, es la ruta más rapida para perder la libertad misma que profesamos defender.