Ofrecen plan en México para ganar la paz en el Oriente Medio

por Marcia Merry Baker

Manuel Frías Alcaraz, un renombrado ingeniero mexicano con amplia experiencia en proyectos hidráulicos y de energía en su país,[1] ha hecho una importante propuesta para resolver el problema del abasto de agua y energía como la base para la paz en el Oriente Medio. El Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIA), que aglutina a los colaboradores del economista y precandidato presidencial estadounidense Lyndon H. LaRouche, ha respaldado el "Proyecto de transferencia mar Caspio–Oriente Medio" de Frías . La presidenta del MSIA en México, Marivilia Carrasco, escribió una carta abierta al presidente mexicano Vicente Fox, en la que lo instó a aprovechar la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que recayó en México durante el mes de abril, para promover una solución a la crisis del Oriente Medio como la que propone Frías.


Marivilia Carrasco y el precandidato LaRouche durante una conferencia en Saltillo,Coahuila.

Como se aprecia en el mapa 2, más abajo,. la propuesta de Frías para el Oriente Medio consiste en un programa de transferencia de agua, que canalizaría el vital líquido desde el mar Caspio para abastecer a las zonas occidentales, que sufren de escasez. La región presenta muchas cuestiones geofísicas, como indica Frías. El mar Caspio tiene tres veces menos sal que el agua de mar, pero aún contiene 11.000 partes por millón. Y, a escala continental, tenemos las consecuencias del transvase de agua a gran escala.

El mar Caspio es el lago cerrado (sin conexión al océano) más grande del planeta, en cuanto a volumen y área que cubre. Se localiza en una región tectónica sumamente activa (con grandes depósitos de gas y petróleo) y su nivel ha variado mucho con el tiempo —en períodos de milenios, así como en décadas y siglos—, fenómeno que a veces tiene explicaciones contradictorias entre sí. Pero cualquiera que sea la hidrodinámica del fenómeno, el desviar las aguas del Caspio requiere considerar las consecuencias que acarrearía para los asentamientos ribereños, la zoología del lugar y otras cuestiones; en particular el flujo de agua. Cinco ríos, principalmente el Volga, descargan el 90% del agua que recibe el Caspio.

Los soviéticos tenían planes para aprovechar el flujo de algunos ríos que desembocan en el océano Ártico para ampliar el flujo hacia los mares cerrados (el Caspio, el Aral y el lago Baikal), pero hasta la fecha esa es agua que se desperdicia. De más está decir que estos planes se detuvieron, y ahora el mar Aral está destruido. Así pues, ha llegado la hora de revivir los proyectos de ingeniería hidráulica a gran escala.

El 'Plan Oasis' de LaRouche

El "Proyecto de transferencia mar Caspio–Oriente Medio" de Frías, complementa la vieja propuesta de LaRouche del "Plan Oasis" para la paz en el Oriente Medio (el mapa 1 comprende algunos de sus rasgos más salientes). El principio del "Plan Oasis" es que las teconologías modernas, con energía nuclear barata y suficiente, junto con la desalación de agua, pueden ofrecer la proporción de agua y energía que se requiere para que el hombre cree corredores de desarrollo y oasis en el desierto. Técnicamente, con sólo veinte plantas nucleares de desalación en el Mediterráneo oriental y en las zonas del mar Rojo y el golfo de Aqaba, ¡podría producirse un volumen de agua equivalente a un "segundo río Jordán"!

LaRouche escribió el 6 de agosto de 2000, cuando se interrumpieron las pláticas de paz palestino–israelíes en Campo David, un documento llamado, "El agua como flanco estratégico: En qué falló Clinton" (ver Resumen ejecutivo vol. XVII, núm. 18), sobre la necesidad de un "programa de desarrollo económico basado en la desalación que hace un cuarto de siglo le presentamos por vez primera a árabes, israelíes y otros interesados"; el "Plan Oasis". Ahí advirtió que, "en la mayor parte de la región, no hay fuentes de abastecimiento de agua útil suficientes para satisfacer las necesidades más elementales de la población. Por eso, si no se echan a andar de inmediato programas de desalación en gran escala, no hay esperanza de relaciones pacíficas duraderas entre los pueblos de esa región".


[1] Ver la entrevista con el ingeniero Manuel Frías Alcaraz, "La idea del progreso como fuerza política se abre paso en México", en Resumen ejecutivo vol. XVII, núm. 10, de la 2a quincena de mayo de 2000.

Documentation: Carta abierta al presidente Fox
México debe promover la paz mediante el desarrollo

Marivilia Carrasco, presidenta del Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIA) en México, escribió el 18 de abril la siguiente carta abierta al presidente mexicano Vicente Fox, en la que lo instó a aprovechar la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que recayó en México durante el mes de abril, para promover una solución a la crisis del Oriente Medio basda en el desarrollo.


Vicente Fox con George W. Bush

Señor presidente Vicente Fox Quezada:

Hoy el mundo verá echada su suerte por lo que nosotros, la generación actual, aquéllos que ostentamos una responsabilidad, usted señor Presidente y los ciudadanos de esta nación, hagamos o dejemos de hacer ante el desafío con el que hoy nos enfrenta la historia. De ahí que quizás no sea casualidad que el destino nos ofrezca la oportunidad de actuar, incluso de cambiar el mundo.

Por un mes, México preside el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y en ese lapso tiene en sus manos tal oportunidad única de aportar una solución, de ofrecer al mundo una salida de la catástrofe de la guerra. México tiene que presentar ante el Consejo de Seguridad una propuesta internacional para reconstruir al Oriente Medio con grandes obras de infraestructura, como la única base sobre la cual puede fundarse una paz y estabilidad duraderas para las diferentes naciones de esa región.

El papa Paulo VI dijo una vez que "el desarrollo es el nuevo nombre de la paz". Pues bien, ahora México puede pasar de una "resistencia" pasiva contra la guerra contra Iraq, a una ofensiva de paz mediante una propuesta que ayude a verdaderamente reconstruir una región del mundo tan asolada, una y otra vez, por conflictos étnicos, religiosos y geopolíticos.

Señor Presidente, México tiene que plantear la necesidad de combatir, no a las naciones, sino a la fuente de rencores y enfrentamientos entre ellas, ofreciéndoles la posibilidad de emprender una misión común de reconstrucción mundial. Así, nuestro país tiene esta importante responsabilidad internacional, no sólo durante su estadío en la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino de forma permanente y en su carácter de Estado nacional soberano, como parte de una comunidad de principio entre las diferentes naciones del orbe.

Un mexicano, el ingeniero Manuel Frías Alcaraz, tiene una propuesta viable tal para instrumentar un proyecto hidráulico y energético de gran envergadura que integre a la región que va del Mediterráneo Oriental hasta Irán en el Asia Occidental, el "Proyecto de transferencia mar Caspio–Oriente Medio". El principal problema que encara el desarrollo del Oriente Medio es el del agua, y lo que propone el ingeniero Frías para solucionarlo es la transferencia de agua a las diferentes naciones, del mar Caspio, con una superficie de 371.000 kilómetros cuadrados, al Oriente Medio, la región que concentra los mayores yacimientos de hidrocarburos del planeta (735.000 millones de barriles de petróleo).

Como dice el ingeniero Frías, con "un proyecto de infraestructura que resuelva en definitiva las crecientes y recurrentes guerras por el agua en tan representativa región de la civilización humana, se lograría que los motivos, ambiciones y argumentos internacionales, que ahora se materializan en destrucción y desolación para obtener su control–administración, evolucionen hacia una renovada cooperación y coordinación multinacional de objetivos y realizaciones, donde el interés y compromiso central sean garantizar una convivencia y progreso pacíficos.

"Al respetarse la soberanía y los principios de derecho internacional, Irán, Iraq, Siria, Jordania, Arabia Saudita, Cisjordania e Israel crearían las bases de una nueva era de progreso y convenios de paz, que concilien acciones, voluntades y esfuerzos para negociar y distribuir los recursos hidráulicos y energéticos entre los pueblos musulmán, hebreo y cristiano".

Sólo este tipo de orientación rendirá frutos, una orientación acorde a los principios que el precandidato presidencial estadounidense Lyndon H. LaRouche ha establecido en sus propuestas —que varias naciones ya han hecho suyas— de crear un Nuevo Bretton Woods, es decir, un nuevo orden económico y monetario internacional más justo, y de construir el Puente Terrestre Eurasiático, que enlazará a Europa con Asia por medio de corredores de desarrollo e infraestructura.

¿Y acaso, señor Presidente, no tiene usted, aparte de la potestad de enarbolar dicha alternativa a la guerra ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, también el de hacerlo ante el pueblo de México, al que usted representa, para sacarlo de la postración de otra guerra, con el mismo origen, pero de carácter económico?

Recuerde lo que dijo LaRouche en su última visita a México en noviembre del 2002: "El problema es que no hay manera en que, con las actuales políticas que se le han impuesto a México, en buena medida por parte de los Estados Unidos, pueda tener éxito. Cuando hay fuerzas enemigas que invaden tu país, uno lo tiene que tomar en cuenta. Y las actuales políticas. . . que irradian desde los Estados Unidos, son políticas desquiciadas que pueden destruir a México".

Y las palabras que le dirigiera a usted: "El Presidente de una república como México, no encarna un contrato que él firma, para representar ciertas políticas. Más bien es el Presidente de una república. Él tiene que ser la figura principal en la introducción y la instrumentación de políticas que el país necesita. El jefe del ejecutivo de una república tiene la responsabilidad de actuar como el protector de la nación. Él tiene que actuar en el interés del bienestar general. Tiene que tomar en cuenta el bienestar de las naciones que son socias de su país".

Hoy nos toca decidir si cometeremos el mismo error por el que ha pagado tan caro la humanidad, ya tantas veces, de sumir al mundo en una nueva Era de Tinieblas, de conflictos interminables; o si la llevaremos a puerto seguro, a un Renacimiento como el que rescató a Europa de la hambruna, de la guerra y de la peste en el siglo 15.

Señor Presidente Vicente Fox, de no ponerse usted a la altura que este momento decisivo de la historia le demanda, tenga por seguro que a Iraq, y a México y el mundo, le deparan una guerra perpetua e incluso el fin de la civilización como la conocemos.

Documentación
Proyecto de transferencia mar Caspio–Oriente Medio

por Manuel Frías Alcaraz

El ingeniero Manuel Frías Alcaraz, autor y director del Proyecto Nacional México Tercer Milenio,[1] planteó el pasado mes de marzo la siguiente propuesta para traer la paz al Oriente Medio mediante la creación de grandes obras de infraestructura; un principio aplicable a cualquier región del mundo, no sólo para traer la paz, sino también la prosperidad, a todas las naciones.

El desigual y peligroso conflicto en Oriente Medio se considera que es causado por el control y uso de los recursos hidráulicos y energéticos. La Mesopotamia —su zona alta se ubica en Siria y la parte media y baja, que representa la mayor superficie y cuenta con abundantes volúmenes de agua superficial y subterránea, pertenece a Iraq— es la cuenca más codiciada en tan convulsionada región del mundo.

Sin hidrocarburos, una nación sobrevive y puede desarrollarse. Sin agua, no vive. El petróleo se exporta. El agua no se puede importar; cada país debe supeditarse a sus propios recursos. Si Iraq cuenta con ambas riquezas naturales y los demás países tienen deficiencias, se genera inseguridad y ambición. Sólo con un proyecto multinacional de desarrollo bien conceptuado, existiría convivencia y prosperidad.

En circunstancias especiales, y por convenir a intereses, compromisos y beneficios mutuos, es recomendable, si se logran consensos y hacen factible un importante y bien planificado proyecto de infraestructura, efectuar transferencias de agua entre naciones. En este caso, sería del Mar Caspio —situado a 28 metros bajo el nivel del mar, con una superficie de 371.000 kilómetros cuadrados, y alimentado por los ríos Volga y Ural, entre otros— al Oriente Medio, región internacional con los mayores yacimientos de hidrocarburos del planeta —735.000 millones de barriles de petróleo, incluidas las reservas del Mar Caspio— (ver mapa 2).

Esta conducción para solucionar a fondo los graves problemas de escasez de agua, se originiaría en la parte sur (que pertenece a Irán) del inmenso lago–mar Caspio (1). Su magnitud es tal, que con ocho centímetros de su almacenamiento —equivalentes a 30.000 milones de metros cúbicos de agua— podrían regarse durante un año tres millones de hectáreas y convertir extensos terrenos desérticos en vergeles. De ahí, se transvasarían abundantes volúmentes de agua al lago Urmia (2), situado al poniente de ese mar interior, también en territorio iraní. Con la intención de hacer asequible esta transferencia, se tendría que bombear el agua a una altura suficiente para cruzar las montañas que separan a Irán de Iraq, de manera confiable y económica. Por lo mismo, se aseguraría la carga necesaria en la conducción principal, a fin de que continúe el mayor volumen en tránsito por gravedad.

De este embalse natural, se rebombearían caudales a la zona septentrional de Iraq (región kurda). Aquí, se requiere construir la presa Bakhma (3) y un túnel (4) con capacidad suficiente —alrededor de mil metros cúbicos por segundo— para descargar en el río Tigris, al norte de Mosul. Después, mediante canales e hidrovías, se uniría con el río Khabar, afluente del Eufrates. En estos ríos, que delimitan la Mesopotamia, se quedaría el agua necesaria para irrigar tierras y dotar a las poblaciones del norte de Siria e Iraq. Asimismo, y de ser factible, escurrimientos adicionales del Éufrates se canalizarían al noreste de Arabia Saudita (5).

Con la construcción de la presa Busayrah (6) sobre el río Éufrates, seguiría el transvase mar Caspio-Oriente Medio por la zona meridional de Siria, donde se abastecería a centros de población y nuevos distritos de riego, así como a posibles canales de derivación para suministrar agua al noreste de Jordania (7). Esa conducción de vida y progreso, que participaría para resolver ancestrales diferencias étnicas y religiosas, arribaría al norte de Israel para verter agua dulce al mar de Galilea (8). Al disponerse de volúmenes suplementarios de agua en esta inestable zona, para dotar a ciudades limítrofes de Siria, Israel y Jordania, se podría eliminar los conflictos por el uso del agua y encontrar alternativas políticas de avenencia.

Del mar de Galilea, parte de los escurrimientos transvasados seguirían al sur por el río Jordán, a fin de incrementar las tierras bajo riego y dotar a varias poblaciones ribereñas ubicadas en territoro de Cisjordania, Jordania e Israel, para descargar los últimos y valiosos caudales transferidos al mar Muerto (9). De modo que en estos dos mares interiores, situados bajo el nivel del mar —de Galilea, a -200 metros, y Muerto, a -400 metros—, se iniciaría un proceso simultáneo de saneamiento, rehabilitación y conservación, que magnificaría su legado histórico y prestancia.

Esta estratégica y fundamental [línea de] conducción —con rumbo general oriente–occidente, y en descenso hacia el suroeste—, de alrededor de 1.200 kilómetros de longitud, estaría formada por plantas de tratamiento y de bombeo (se requiere precisar si la baja salinidad del mar Caspio permite emplear el agua derivada para usos urbanos y agrícolas), túneles, tuberías de gran diámetro, cauces naturales, embalses, canales, estructuras de irrigación, así como la actualización de las instalaciones hidráulicas en operación. Además de abastecer de revitalizante agua a sedientas poblaciones y extensas tierras, para aumentar notablemente la producción de alimentos en Iraq, Siria, Jordania, Palestina e Israel, este proyecto facilitaría el conciliar intereses y controversias en una region en constante enfrentamiento por la hegemonía y el control de los recursos.

Así, al emplear el petróleo, no como botín o premio, sino como un imprescindible apoyo y complemento para financiar, construir e impulsar un desarrollo sui géneris y de largo alcance en el Oriente Medio, conforme a un gran proyecto de infraestructura que resuelva en definitiva las crecientes y recurrentes guerras por el agua en tan representativa región de la civilización humana, se lograría que los motivos, ambiciones y argumentos internacionales, que ahora se materializan en destrucción y desolación para obtener su control–administración, evolucionen hacia una renovada cooperación y coordinación multinacional de objetivos y realizaciones, donde el interés y compromiso central sean garantizar una convivencia y progreso pacíficos.

Reflexionar que las disconformidades y pugnas en el Oriente Medio prevalecen desde tiempos inmemorables, con épocas alternas de dominación de pueblos antiguos y recientes para lograr supremacía, poder y riqueza, requiere, hoy como nunca, una oportunidad y voto de confianza de sus actuales civilizaciones y naciones, para encontrar y desarrollar un horizonte común de equidad y prosperidad compartida.

El trascendente Proyecto de transferencia mar Caspio-Oriente Medio contribuiría a subsanar y conciliar aspiraciones y metas divergentes. Al respetarse la soberanía y los principios del derecho internacional, Irán, Iraq, Siria, Jordania, Arabia Saudita, Cisjordania e Israel crearían las bases de una nueva era de progreso y convenios de paz, que concilien acciones, voluntades y esfuerzos para negociar y distribuir los recursos hidráulicos y energéticos entre los pueblos musulmán, hebreo y cristiano.


[1] Las propuestas del ingeniero Frías y del Proyecto Nacional México Tercer Milenio, están disponibles en la página de internet www .mexicotm.com.