LaRouche en Moscú: Creemos una
'comunidad de principio'

por L. Wolfe

Leesburg (EIRNS)—El precandidato presidencial demócrata estadounidense Lyndon LaRouche, en su discurso inaugural, titulado "China y una comunidad de principio", en la conferencia "China en el siglo 21: las oportunidades y desafíos de la globalización", celebrada en Moscú el 23 y 24 de septiembre, esbozó su perspectiva para una nueva era de relaciones entre Estados nacionales soberanos, para remplazar el actual orden mundial caduco. Al tiempo que expresaba su conocimiento de las razones por las que ciertas naciones, incluidas Rusia y China, pudieren buscar un mundo "multipolar" en respuesta a las embestidas de una facción bestial de imperialistas angloamericanos en pos del dominio mundial, LaRouche dijo que tal resultado sería inadecuado y trágico. Lo que se requiere, en cambio, en oposición a los avances del vicepresidente estadounidense Dick Cheney y sus aliados fascistas neoconservadores, es buscar un orden más elevado de relaciones entre las naciones, basado en la cooperación antes que en la competencia.

La conferencia la organizó la Academia de Ciencias de Rusia, con su Consejo Académico de Estudios de la China Contemporánea, su Instituto de Estudios del Lejano Oriente, y la Asociación de Sinólogos de Rusia. Esta fue la 14 "Conferencia internacional sobre China, la civilización china y el mundo: pasado, presente y futuro". También hablaron en la conferencia oradores del Instituto de Estudios del Lejano Oriente y otras instituciones, así como de la Academia Jilin de Ciencias Sociales de China. Ponencias posteriores abordaron las reformas económicas en China; su historia e historiografía; sus relaciones políticas y sociales; y los problemas y oportunidades de los enlaces intercivilizacionales entre China y otras naciones en la era de la globalización.

El día 24 se realizó una mesa redonda con debates muy amplios sobre distintos aspectos de la economía china. Entre las cerca de 250 personas había diplomáticos, periodistas, personal del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, otros representantes gubernamentales, miembros de la Academia de Ciencias y otras instituciones, así como una delegación china de alto nivel. Además asistieron viejos amigos y colaboradores rusos de LaRouche.

LaRouche advirtió a los oyentes que "entre más pobres resulten ser las capacidades militares de Estados Unidos, mayor será la tentación de los correligionarios de Cheney de lanzar la guerra nuclear. Por fortuna ahora es posible destituir a tiempo a Cheney, aunque por desgracia no hay seguridad de ello. Lo que se requiere... es apoyo más o menos global a un principio ecuménico y unificador claro, como el del 'bien del prójimo', que fue el rasgo fundamental de aquel Tratado de Westfalia que puso fin a las guerras reaccionarias, imperiales, religiosas y demás del período de 1511–1648".

Bifurcación en el camino

LaRouche describió los dos principales factores que determinarán los temas y el desenlace del actual conflicto mundial, que ocurre en momentos en que el sistema monetario se aproxima a su fase final de desplome: 1) las nuevas pautas paradigmáticas hacia la cooperación económica de largo plazo, que pudieran conducir a una cooperación más amplia, aun en materia de seguridad; y, 2) la necesidad de rechazar el impulso actual de los neoconservadores hacia la guerra.

"Hemos llegado ahora a tal bifurcación en el camino de la historia", dijo LaRouche. "Las posibilidades son, por una parte, aterradoras para cualquiera que tenga el coraje de ver lo que tenemos inmediatamente por delante; pero las alternativas son maravillosas, si tenemos la sabiduría y el valor para dar forma a esos cambios. La perspectiva de una nueva forma dinámica de cooperación eurasiática es maravillosa; todos debemos laborar en pos de su éxito. También debemos pasar a impulsar cambios parecidos en las relaciones entre los estados del mundo en su conjunto".

LaRouche detalló la actual situación estratégica, explicó su origen histórico, y la comparó con la crisis de los 1930, que le impuso un Hitler al mundo. La misma gente que creó a Hitler como instrumento para crear un imperio mundial, un grupo financiero sinarquista que controla los sistemas de banca central, es la que impulsa a Cheney y sus aliados angloamericanos en la acometida por un imperio mundial, agregó. El ímpetu hacia la guerra le viene como por instinto a esta pandilla, que busca destruir los Estados nacionales que pudieran disputarles su poder en las políticas y finanzas del mundo.

Lo que intento, explicó, es despertar al "gigante dormido" del EU de Lincoln y Franklin Roosevelt, para combatir esta amenaza desde dentro. Si tengo éxito, anunció, entonces no es tarde aún para salvar al mundo de estos horrores.

La opción eurasiática

Luego, LaRouche volvió su atención a la crisis económica y a las opciones que de ella han surgido, en especial en Eurasia. Aunque los financistas fascistas han logrado destruir las capacidades productivas de EU y otras naciones del Grupo de los Siete, dijo, y aunque la economía mundial ha estado en contracción constante desde los 1960, y especialmente desde el desmonte del sistema monetario de Bretton Woods en 1971, países asiáticos como Japón, China, India y Corea del Sur han mantenido cierta competitividad tecnológica. Estas naciones, en combinación con Europa para realizar proyectos de desarrollo a gran escala como los de Roosevelt durante el "Nuevo Trato" de los 1930 en EU, pueden crear el germen de una recuperación mundial. Para conseguirlo, tienen que funcionar y pensar en términos de la "economía física", y no de la "economía del dinero", celebrando acuerdos de crédito a largo plazo dentro de un sistema monetario de tipos de cambio fijos.

"Lo que tiene que erradicarse es la fe ciega, cuasirreligiosa, en la usura carterista nacida en Londres", dijo LaRouche. "Lo que se tiene que erradicar, en efecto, es lo que ha venido a conocerse como la definición contemporánea, en extremo monetarista, de 'capitalismo' " El problema estriba, dijo, en que este modelo oligárquico de economía excluye de suyo "cualquier opción que coloque al ser humano aparte y por encima de las meras bestias; el papel de lo que Vernadsky define como el principio noético, específicamente humano, de la composición científicia y artística clásica". El progreso sólo es posible desde un punto de partida diametralmente opuesto, y no hay forma de conciliar las diferencias. El modelo oligárquico de economía tiene que desecharse; cualquier intento de apegarse a él conducirá a la tragedia y el desastre para la raza humana, advirtió.

El 'bien del prójimo'

"El reto político crucial de Eurasia en la actualidad es la necesidad de superar la discrepancia entre la realidad y la percepción del verdadero interés propio de pueblos y naciones", afirmó LaRouche. "Europa central y occidental necesitan actualmente al Asia oriental, sudoriental y del sur, así como esas naciones asiáticas necesitan a Europa. La satisfacción de tales necesidades requiere para cada parte el éxito de la otra en su progreso".

"Cuando EU retorne, si retorna, al propósito original que le asignara el gran movimiento humanista clásico europeo que apadrinó su aparición histórica, posee una cierta autoridad moral intrínseca que puede y debe ponerse al servicio del bien del mundo en estos momentos de crisis", explicaba LaRouche. EU debe ayudarle a las naciones a liberarse de la tiranía de los sistemas de banca central, dijo, y propender por "el establecimiento de una comunidad de principio entre los Estados nacionales soberanos. Ese principio es lo que el Tratado de Westfalia, de 1648, consagró como 'el bien del prójimo' ".

Por otra parte, un mundo multipolar "entraña arreglos de paz colectiva entre estados hobbesianos en lo individual", pero cualquier arreglo tal por conseguir la paz, concluyó, acarrea en cambio la guerra. "La defensa común de nuestra especie, así definida, mediante una alianza entre pueblos soberanos, distinguidos cada uno por su dedicación a la opción colectiva del disfrute y desarrollo de un legado cultural nacional, debe adoptarse como arreglo por el cual el interés de toda la humanidad como especie esté representado en cualquier deliberación sobre propósitos y acciones comunes. El interés que manifieste una nación por el bien de otra, es el vínculo que une a estas naciones en formas duraderas de colaboración pacífica".

"Ya pasaron los tiempos en que la guerra pueda considerarse para algún uso distinto a la defensa estratégica, y ese peligro mismo se conjurará desarrollando una comunidad de naciones dedicadas cada una al bien de las demás. El desafío que tiene hoy ante sí el continente eurasiático se ha convertido, de este modo, en campo de batalla principal de las ideas de cuyo desenlace dependerá por generaciones venideras el futuro de la humanidad. EU debe, ojalá, desempeñar su papel en servicio de esa causa".