Iberoamérica
Resumen electrónico de EIR, Vol. II, núm. 19

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El MJL golpea a Jorge Castañeda


Manifestación del MJL en presentación del
narcolegalizador Castañeda en el I.P.N.

por Gretchen Small

El creciente Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL) mexicano le asestó un golpe potencialmente mortal a uno de los principales proyectos del sinarquismo internacional para hacer trizas a México, cuando descarrilaron la campaña presidencial del ex secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda Gutman. En intervenciones cara a cara con Castañeda, los jóvenes organizadores le bajaron los humos a mediados de septiembre en dos actos de su campaña, uno en la ciudad industrial de Monterrey y el otro en la Ciudad de México.

Las elecciones presidenciales serán el 2006, y muchos mexicanos consideran el "destape" precoz del odiado ex Secretario como una especie de desplante de poder personal, no como una amenaza contra la nación. A los organizadores larouchistas les han dicho que debieran concentrarse en enemigos políticos más importantes porque Castañeda no tiene una base política real dentro del país, y porque tiene poca o ninguna oportunidad de ganar las elecciones. Pero más de una nación ha sido destruida por tales evaluaciones de los "sabiondos" de la política nacional, que neciamente erran al no considerar las fuerzas estratégicas globales desplegadas para determinar lo que aparenta ser la política "interna". Como detallamos en el perfil de Castañeda que sigue, su campaña actual —sin importar lo que suceda en el 2006— es una amenaza a la existencia nacional de México, no por su supuesto poder personal, sino porque es el instrumento de una operación neoconservadora imperialista para acabar con México.

Afortunadamente para México, el movimiento de LaRouche piensa de forma estratégica, desde arriba.

El Schwarzenegger de México

La campaña de Castañeda iba viento en popa hasta el 8 de septiembre, cuando llegó a Monterrey. El arrogante candidato, acostumbrado a las adulaciones de otros lacayos de Wall Street, recibió una bienvenida muy diferente: más de una docena de integrantes del MJL que acudieron a su acto de campaña armados con volantes con el título de, "¿En qué se parecen Arni Schwarzenegger y Castañeda?", y pancartas denunciando sus vínculos con el megaespeculador y narcolegalizador George Soros y con el "cartel petrolero de Houston" de Dick Cheney que le sacaron el tapón al candidato.

El MJL le adviritió: "Te vamos a seguir a todas partes. Vamos a acabar contigo como con Schwarzenegger".

La prensa local informó de la intervención, y de la sarcástica exclamación de Castañeda cuando salía de su fallido acto: "¡Oh, sí, Larouche! ¡Él es un buen amigo mío!" Sin embargo, Castañeda les dijo a los reporteros :"No creo que me los voy a encontrar en todas partes".

Tres días después, el 11 de septiembre, Castañeda asistió a su siguiente acto de campaña en uno de los principales semilleros de científicos del país, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en la Ciudad de México. Los despliegues y las clases padagógicas regulares del MJL en el IPN han convertido a esa institución en un foro para estudiar las ideas de LaRouche. El MJL se dirigió temprano al IPN el 11 de septiembre, para prepararle la bienvenida a Castañeda. A su llegada, no pudo terminar una oración sin que escuchara la verdad. Durante su presentación, un joven larouchista lo acusó de ser un agente de Soros, que quiere legalizar las drogas. Cuando mencionó su plan de duplicar las exportaciones de petróleo, otros jóvenes gritaron: "¡Para vendérselo a Halliburton, a los piratas de Cheney!" Su estado de agitación empeoró cuando escuchó: "Somos el Movimiento de Juventudes Larouchistas, y te seguiremos a todas partes".

El 12 de septiembre los principales periódicos del país dieron la noticia de que Castañeda huyó aterrado del IPN, arrastrándose de rodillas y saliendo por una ventana rota, para escapar de una multitud de 500 alumnos y profesores a quienes sus "ideas del cambio" no engañaron. Su huída entre los gritos de "¡hijo de Cheney!", "¡fascista!", "¡traidor!" y "¡vende patrias!" se convirtieron en la comidilla de los noticieros y programas de análisis de radio y televisión, y de las columnas de "grilla" política. También lo fue el hecho de que, al igual que en Monterrey, todo fue obra del movimiento de LaRouche.

La Crónica informó que Castañeda "lamentaba que fuera el segundo día en que simpatizantes del líder laborista [sic] estadunidense, Lyndon LaRouche, se hubiesen presentado para reventar un acto académico". Castañeda le dijo al diario Reforma, con cierto temor, que la juventud larouchista "es un aparato completo, porque tenían gente en Monterrey y gente en la ciudad de México". Un destacado comentarista de radio a nivel nacional, que simpatiza con Castañeda, exigió que las autoridades investigaran, diciendo, absurdamente, que "se necesita mucho dinero" para hacer semejantes intervenciones.

Una columna en El Heraldo leía: "Serio tropiezo en su carrera por una candidatura tuvo Jorge Castañeda. Los reclamos de jóvenes politécnicos le obligaron a refugiarse... Ahora supo que si él va en serio, los demás también. Y el que se ríe, se lleva".

El 15 de septiembre el periódico nacional Milenio trató de defender a Castañeda con una calumnia de primera plana contra LaRouche. Milenio se centró en lo que más molesta a los patrocinadores de Castañeda: "Con estos grupos de jóvenes mexicanos", informa Milenio, LaRouche pretende desarrollar "un 'pacto transfronterizo' que reviva 'la tradición de la alianza entre Benito Juárez y Abraham Lincoln a favor de la soberanía de México' y contra las alianzas ocultas de George Bush y George Soros". Esta, por supuesto, sí es la política de LaRouche, que se hizo célebre en su documento Operación Juárez, en el que establece su estrategia para el desarrollo de toda Iberoamérica. Y el temor de los patrones de Castañeda es que México pudiera adoptarla.

Los mexicanos descubrieron, una vez más, que LaRouche y su gente quiere revivir la cooperación méxico–estadounidense para el desarrollo, derrotando a Castañeda en el proceso. Milenio se queja de que quizá encare más intervenciones como estas. El grupo del IPN " del Movimiento de Juventudes Larouchistas... es apenas uno de al menos 30 ya activos en distintos centros de educación superior de México", advierte preocupado Milenio, añadiendo que el MJL está creciendo por todo el mundo.

El 'cambio' de Castañeda: terrorismo y narcotráfico

¿Quién es este Jorge Castañena Gutman que ya anda de precandidato presidencial tan pronto, y con tantas ganas, para las elecciones presidenciales del 2006, como presunto ``agitador social por el cambio''?

La campaña de Castañeda lleva un solo mensaje: que la segunda generación de reformas económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) —eliminar el papel de regulación económica del Estado, abandonar las garantías laborales, entregarle el petróleo y la electricidad a intereses extranjeros, etc.— no puede hacerse realidad en México sin desmontar primero su sistema político disfuncional.

Lo califica de disfuncional porque, gracias a este sistema, hasta ahora el Congreso de México ha podido, hasta cierto punto, defender la Constitución y los intereses nacionales. Castañeda propone reemplazar el sistema de una Presidencia fuerte (basado en el modelo estadounidense) con un sistema parlamentario estilo europeo; que se permitan los plebiscitos o referendos populares para cambiar la Constitución al menor antojo; y que se adopten otras medidas para debilitar el gobierno central. Identifica, en primer plano, la actual prohibición de la inversión extranjera en la industria del petróleo, consagrada en la Constitución mexicana de 1917, como la primera de sus prioridades para someter a referendo.

Castañeda no disimula el hecho de que su base política son los financistas . "La posición de México en la competencia internacional por la inversión extranjera se vería muy fortalecida" por dichos cambios, escribió en un artículo del 23 de junio de 2003, publicado por el Consejo del Pacífico de Política Internacional, de California. "Hay que pensar cómo incidiría en los mercados de capital del mundo la promesa de una auténtica reforma política y económica", decía.

Un jacobino de la élite


Jorge Castañeda

Castañeda y sus patrocinadores internacionales no proponen debatir de forma cortés sus "reformas políticas", sino imponerlas mediante el terror. Como lo dijo él en los 1990, un desmantelamiento del Estado nacional nunca se aceptará en Iberoamérica, a menos que el continente se suma en un caos y desbarajuste social como el de la Revolución Mexicana de 1910. Para que los iberoamericanos renuncien a su derecho a sus propias naciones soberanas, hay que aterrorizarlos.

La campaña de Castañeda es una operación sinarquista, patrocinada por gente como el megaespeculador George Soros, como vehículo para esta política de terror. En sus acciones como secretario de Relaciones Exteriores del presidente Vicente Fox, de diciembre de 2000 a enero de 2003, Castañeda dejó muy claro que detesta el concepto de un Gobierno nacional para el bien común. Muchas veces rechazó en público, como cuestión de principio, el concepto de política moral, enarbolando la idea de que México debe abandonar, por estar "pasado de moda", el concepto de soberanía nacional, y convertirse en dócil satrapía de la comunidad norteamericana.

Castañeda, vástago de una familia de la élite mexicana, es agente de influencia británica de segunda generación. Su padre, el ex secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda de la Rosa, fue un jurista internacional y burócrata de la ONU de larga data, quien colaboró estrechamente con la Asociación de Derecho Internacional. El jefe de ésta en Canadá, el mayor Luis M. Bloomfield, fundó Permindex, organización de fachada de la inteligencia británica que estuvo implicada en el asesinato de John F. Kennedy y múltiples atentados contra otros líderes internacionales, tales como Charles de Gaulle y Enrico Mattei. Castañeda fue asesor de su padre cuando éste era Secretario de Relaciones Exteriores. El padre también le infundió su perspectiva imperial a Andrés Rozenthal, hermanastro de Castañeda .

Educado en la Universidad de Princeton y en la notoria Ecole Pratique des Hautes Etudes, de la Sorbona, Castañeda militó en los partidos comunistas de Francia y México. Cuando el Partido Comunista cubano creó el Foro de São Paulo, para unificar las fuerzas narcoterroristas y los partidos políticos de "izquierda" en Iberoamérica tras la caída del muro de Berlín, Castañeda se convirtió en uno de sus voceros más destacados. Asesoró al Partido de la Revolución Democrática (PRD), de Cuauhtémoc Cárdenas, y apoyó la insurgencia narcoterrorista zapatista.

Mas ninguno de estos antecedentes le impidió mantener lazos "respetables" con los Estados Unidos. Castañeda dictó cátedra en las universidades de California, Dartmouth, Princeton y Nueva York; sus columnas aparecieron en el Los Angeles Times y Newsweek International; y fue coautor de un libro con Robert Pastor, el principal experto iberoamericano del Centro Carter. Cuando en 2000 fue escogido como secretario de Relaciones Exteriores por la recién electa Presidencia "conservadora" de Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), recibió el visto bueno de foros neoconservadores de Washington tales como el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), de la Universidad de Georgetown. Por largo tiempo su principal promotor en los EU fue el Diálogo Interamericano, principal conducto de la política británica sobre asuntos iberoamericanos en Washington. En septiembre de 1993 la editorial Alfred A. Knopf publicó el mágnum opus de Castañeda, Utopia Unarmed, The Latin American Left After the Cold War (Utopía desarmada: la izquierda latinoamericana después de la Guerra Fría), libro proclamado por todo Occidente como la última palabra sobre Iberoamérica y su futuro inmediato. El 4 de noviembre de 1993 Diálogo Interamericano celebró una gran recepción en Washington para presentar al autor, catapultándolo a las filas de las "autoridades" reconocidas en asuntos iberoamericanos.

'Con todo, aterrador'


Aquí aparece una imagen de la portada de
Resumen Electrónico de EIR publicado por Milenio

Es en ese libro donde Castañeda esboza la estrategia sinarquista clásica de emplear el terror para imponer sumisión a los dictados financieros. Si la "izquierda" ha de acceder al poder en Iberoamérica, plantea, tiene que aceptar la globalización; si desea gobernar, tiene que hacerlo con el Banco Mundial y el FMI. El terrorismo juega un papel necesario en lograr este fin: cuando todas las empresas estatales y los recursos naturales de la región se hayan "privatizado" —vendido, para pagar la deuda externa— únicamente organizaciones terroristas tan siniestras como el bestial Sendero Luminoso, de Perú, podrán aterrorizar a las instituciones y pueblos de la región lo suficiente para que acepten como un "mal menor" las "reformas estructurales" necesarias para seguir saqueando más recursos para pagar la deuda. Castañeda llama a esto el "síndrome de Sendero Luminoso".

Como escribe en el capítulo titulado "Un gran negocio para el milenio": "De modo que la condición de la viabilidad renovada del reformismo en América Latina... reside inevitablemente en la amenaza de algo peor. Dado que no puede ser la revolución como tal —como lo fue Cuba por casi veinte años—, debe ser diferente, pero de todos modos espeluznante. Este es el síndrome de Sendero Luminoso... La desintegración social de la cual Sendero, la violencia en Río, la intranquilidad social en Venezuela y el narcotráfico en Colombia no representan más que síntomas, es el nuevo mal mayor que pudiere darle nuevo impulso al reformismo en América Latina. Sin el miedo que inspira la posibilidad de perderlo todo, los ricos y la clase media preferirán no perder nada".

A mediados de 1996 este "radical" fue descubierto reuniéndose en secreto con el entonces exiliado ex presidente Carlos Salinas de Gortari, uno de los políticos más corruptos de la historia de México, amigo personal de George Bush padre, quien aceptó y negoció el fatal Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El tema de la reunión habría sido una estrategia para reintegrar a Salinas a la vida política mexicana. Poco después el propio Consejo de Relaciones Exteriores (CRE) de Nueva York presentó la adaptación de Castañeda de esta estrategia "aterradora" para México. En su edición de julio–agosto de 1996, la revista Foreign Affairs, del CRE, publicación estelar de esos medios financieros, publicó un artículo de Castañeda titulado "México: el círculo de la miseria". En él se detalla cómo los EU deben desechar el precepto de que la estabilidad de México es esencial para su propia seguridad nacional, adoptando en cambio la posición de que el caos en México no sólo es tolerable, sino necesario para dar pie a la "reforma".

El "sistema político autoritario" de México, dice, debe reemplazarse con un "nuevo orden" y un "contrato social reelaborado". Pero no habrá suficientes mexicanos dispuestos a derrocar su sistema político y de gobierno, sobre todo mientras los lazos con la economía estadounidense sigan alentando alguna esperanza de cambio. Castañeda propone, entonces, la urgencia de cortar esos lazos entre México y los EU: "Los segmentos de la sociedad mexicana ligados a los Estados Unidos incluyen sectores sociales y centros de poder esenciales, y su indiferencia al curso de los acontecimientos en México debilita las posibilidades de reforma significativa", escribe Castañeda. "Una explosión social a escala nacional, como la Revolución de 1910, es prácticamente imposible mientras siga medrando un segmento de la población tan grande, tan bien distribuido regionalmente y de base tan amplia".

Este "agitador social por el cambio" plantea que la reforma "exige que las élites de México y de los Estados Unidos toleren los trastornos que inevitablemente traerá consigo... Washington no tendrá opciones atractivas si estalla otra crisis mexicana en el futuro. Rechazar otra solicitud mexicana de ayuda generaría, ciertamente, circunstancias desagradables. Pero, aunque no está exento de peligros y repercusiones, ver desde la barrera en qué acaba el próximo desastre parece una alternativa más prudente que volver a salvar al PRI y sus amigos a cambio de reformas cautelosas. México necesita nuevos conductores... y no florecerán mientras las viejas camarillas sigan donde están", concluye.

Y encima, narcotráfico...

El 5 de febrero de 2003 el vicepresidente ejecutivo del Grupo Editorial Multimedios, Federico Arreola, informó en Milenio que "La Fundación Soros todavía no opera en México. Pronto lo hará y estará encabezada por el ex secretario de Relaciones Exteriores, Jorge G. Castañeda". Arreola añade que Castañeda usará los fondos del "célebre especulador" George Soros para "la carrera de la sucesión presidencial que, por supuesto, arrancará en cuanto concluyan las eleciones intermedias del próximo verano". En mayo Castañeda se integró a la junta ejecutiva de Human Rights Watch —de la que Soros es el principal financiador— en reconocimiento de su papel en apartar a México del "errado concepto de la soberanía".

Soros, como es bien sabido, no es un simple especulador, sino el principal financista de una campaña internacional por legalizar el narcotráfico. Y Castañeda lo ha apoyado en todo momento. El 6 de septiembre de 1999 la revista Newsweek International publicó un comentario de Castañeda, que dice, entre otras cosas: "Es el momento más propicio para un amplio debate abierto entre norteamericanos y latinoamericanos sobre esta absurda guerra [a las drogas] que de verdad nadie quiere librar... Dicho debate debe comenzar con una evaluación fría sobre lo que ha funcionado y lo que ha fracasado". Ahí proponía que el mercado y sus mecanismos dicten el precio de los estupefacientes, y que "la legalización de ciertas sustancias podría ser la única forma de hacer que bajen los precios, y ello puede ser el único remedio a algunos de los peores aspectos de la plaga de las drogas".

Dos meses después, Castañeda firmó una carta abierta preparada por el Centro Lindesmith, centro operacional de la campaña narcolegalizadora de Soros, y la Oficina de Washington sobre América Latina, también financiada por Soros, para denunciar el que se recurra medidas policiales para reprimir el narcotráfico. Tras el triunfo electoral de Vicente Fox en 2000, Castañeda, entonces miembro del equipo de transición de Fox, retomó el tema con un documento titulado "Apuntes de política exterior para el Gobierno de Vicente Fox: 2000–2006". Entre los seis "desafíos" que identificó están "la despenalización a largo plazo de ciertas sustancias actualmente ilícitas", y "la utilización de mecanismos de mercado para aminorar los estragos procedentes del carácter prohibido del comercio de estupefacientes".

El 28 de noviembre de 2000, en su primera entrevista como secretario de Relaciones Exteriores, en el diario La Jornada, le hicieron a Castañeda el comentario: "En cuestión de drogas, plantean negociar un nuevo enfoque... incluso hablan de la legalización de las drogas". Castañeda respondió: "Esto último lo expuse en foros estadunidenses, incluso con personalidades muy conservadoras como Milton Friedman, George Soros: hay que ver internamente estos elementos de manera más flexible, moderna y actualizada".

La legalización acarrea legalizar a los narcotraficantes también. En enero de 2001 Castañeda envió a su hermanastro Andrés Rozenthal como enviado especial de Fox a Colombia, para reunirse con Manuel "Tirofijo" Marulanda, jefe de los narcoterroristas de las FARC, a hablar de cómo México podía ayudarle al Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana a pactar un acuerdo de "paz" con el cartel de las FARC.