La campaña presidencial de LaRouche
se pone al rojo vivo


Lyndon LaRouche en el hotel Pontchartrain de Detroit, Michigan
(20 de noviembre de 2003)

por Nancy Spannaus

"Algunos de ustedes, que son más jóvenes, se han condicionado a sí mismos a pensar que estas circunstancias son malas pero más o menos normales; a pensar que las cosas que ahora suceden pueden continuar; a creer que hay una alternativa para Presidente de los Estados Unidos que no sea yo", les dijo Lyndon LaRouche a las más de 200 personas —jóvenes, ancianos y de los llamados "sesentiocheros", incluyendo a lo más granado de la dirigencia de la comunidad negra— que se reunieron el 20 de noviembre en el hotel Pontchartrain de Detroit, Michigan. "Los voy a hacer brincar: no hay tal alternativa, y no van a encontrar ninguna", añadió el precandidato presidencial demócrata.

Al término de la reunión de dos horas y media, todos en el auditorió tenían claro que LaRouche los comprende, que comprende por lo que han pasado en los últimos 40 años, y qué es lo que necesitan para recuperar su humanidad. Encontraron a un líder en el que pueden confiar, porque él puede ayudarlos a redescubrir su dignidad como seres humanos, con una misión para mejorar el mundo y, así, brindarle una vida mejor a su posteridad.

El acto en Detroit fue la culminación de una gira electoral que realizó LaRouche por Nueva Inglaterra y el Medio Oeste estadounidense. Posteriormente tenía programado pronunciar un discurso el 12 de diciembre en Washington, la capital estadounidense, el cual sería difundido a todo el mundo por internet, con traducción simultánea al español. Luego del mismo, Movimiento de Juventudes Larouchistas intensificaría su actividad en Washington con miras a la primera elección primaria de la nación, el 13 de enero. LaRouche dijo que está decidido a ponerlo todo patas arriba ganando esa primaria, misma que el Comité Nacional Demócrata (DNC, siglas en inglés) ha tratado de cancelar, precisamente para evitar ese resultado.

A la reconquista de Michigan

El exitosa acto de campaña de LaRouche en Detroit atrajo a una nutrida concurrencia compuesta por jefes distritales demócratas, funcionarios públicos y una amplia gama de personas: ricos, pobres, jóvenes, viejos y de todas las edades. Asistieron gentes de la generación de la Segunda Guerra Mundial, muchos de los cuales son simptizantes de LaRouche desde que su movimiento tuvo una presencia importante en Michigan en los 1970. También hubo al menos veinte jóvenes. Alguna gente se maravilló de lo diverso de la base de apoyo político con la que cuenta LaRouche.

El ex senador estatal Ed Vaughn, y el ex representante estatal LaMar Lemmons, ambos por Detroit, fueron los anfitriones del acto. Lemmons le había enviado una carta a sus partidarios anunciando que LaRouche vendría a Detroit, y sugiriéndoles que aprovecharan la oportunidad para conocerlo y de ver por qué se ha excluido al "candidato no nombrado" de los actos oficiales del DNC. En el acto en Detroit, Lemmons dijo que conoció a LaRouche en 2001 durante la pelea por salvar al Hospital General de Washington, D.C., y también se refirió a la lucha que libraron LaRouche y su movimiento de juventudes en las contiendas electorales de California y Filadelfia en octubre y noviembre pasados.

Luego, Lemmons presentó al hombre a quien describió como su "mentor", Ed Vaughn, uno de los legisladores más respetados de Michigan, y un hombre conocido por ser un combatiente por los derechos políticos y económicos de los ciudadanos. El senador Vaughn hizo una breve pero apasionada presentación de LaRouche. Instó a los presentes a prestarle mucha atención al hombre que, dijo, debe ser el próximo Presidente de los Estados Unidos, y quien le ha enseñado todo lo que sabe de economía: LaRouche.

No era ningún secreto para estos legisladores, ni para el resto de los asistentes, que la candidatura de LaRouche es polémica. La burocracia del Partido Demócrata de Michigan excluyó a LaRouche de sus juntas en la contienda del 2000, a pesar de la presencia de observadores internacionales, y del hecho de que LaRouche ganó la elección primaria ese estado. Hasta ahora el partido, que sigue bajo la gran influencia del corrupto aparato de Max Fisher, no ha dado señas de reformarse, ni siquiera en la cúpula.

Pero esto no inquieta a LaRouche, quien ve que la única forma en que el actual sistema político podrido puede cambiar para el bien, es con el surgimiento de un movimiento político de masas que tenga a su movimiento de juventudes como punta de lanza. Ahora que cuenta con unos 200 jóvenes en los Estados Unidos, se espera que en el corto plazo el Movimiento de Juventudes Larouchistas crezca a 1.000 integrantes, y luego a 10.000 para la primavera del 2004.

El problema de la ciudadanía

En Detroit, tras pasar revista a cómo los Estados Unidos se degeneraron después de la Segunda Guerra Mundial, con el condicionamiento de Bertrand Rusell, la guerra de Vietnam y la contracultura, LaRouche se refirió al problema cultural: "El problema reside en la propia gente. Un pueblo decidido a no ser esclavo, no será esclavo.

"¿De qué somos esclavos, entonces? ¿De qué son esclavis tantos de nuestros ciudadanos? Son esclavos de sus hábitos: el hábito de la sociedad posindustrial, el hábito de vivir en una sociedad de consumo y de placer como esta.

"Miren a Detroit. ¡Los trabajos desaparecieron! ¿Qué los remplaza? Los casinos. ¿Un casino es una empresa productiva? Lo que produce es que el dinero de tus bulsillos vaya a dar en los de otro: el tallador se lleva tu dinero. Tenemos el caso de este barco en el Misisipí, un barco de apuestas, un casino flotante. Iba a una ciudad y le sacaba el dinero a esa población, y ¡seguía a la siguiente ciudad! Atracó en San Luis, ¡para luego saquear a la gente de San Luis! ¿Por qué apuestan las personas? ¿Por qué apuestan si son pobres? ¿Acaso no saben que van a perder? Si no, no habría casinos, ¡a no ser que estuvieran arreglados para que pierdan los tontos! Entonces, ¿por qué se mete la gente ahí, como carnada para tiburones, para que se la coman?

"¿Por qué consideran que eso es una alternativa a la industria, a la agricultura, a la generación y distribución eficiente de electricidad? ¿Por qué toleran eso? ¡Porque los han condicionado a creer que así son las cosas! Esto es los que hemos aprendido. En 40 años aprendimos a no ser como éramos hace 40 años. Aprendimos, igual que los romanos; los romanos conquistaron a gran parte del mundo desde Italia, Comenzando con el fin de la segunda guerra Púnica, llevaron la esclavitud a gran escala a la propia Italia. Acabaron con la producción dentro de Italia porque empezaron a robarle al resto del mundo, al mundo conquistado. Convirtieron a su población en un sistema de 'pan y circo'. Se hacía pasar al pan por bienestar. No había trabajos, no había un ingreso real. Para mantener a la población tranquila, abrieron los casinos: el Coliseo. Entrabas ahí y veías a la gente matándose la una a la otra, ¡para entretenerte! Veías animales comiéndose a la gente para divertirte; igual a como ves la televisión o vas al cine hoy día. Eso es lo que haces cuando vas a uno de estos enormes conciertos de rock y demás. Es lo mismo: 'pan y circo'. Migajas que te dan. Entretenimiento para soportar el dolor, y drogas para no sentirlo.

"Estamos destruyendo a nuestra población, porque aceptamos este cambio en los valores, que se nos vino encima hoy, como pasó en la antigua Italia".

¿Qué ha de cambiarnos?

Qué ha de cambiarnos, preguntó LaRouche. Primero, entender lo sucedido a lo largo de generaciones, y entender que tu identidad debe cambiar. "La gente puede cambiarse a sí misma", dijo LaRouche, a diferencia de los animales. Puede darse cuenta de que quiere depositar su identidad en la labor de crear un futuro para la juventud, para la próxima generación.

Y si le dan su apoyo a LaRouche, él tiene las conexiones internacionales y las ideas necesarias para crear una nueva red de cooperación entre repúblicas soberanas. Puede sacar al país, como lo hizo Franklin Roosevelt, del desastre y llevarlo a la prosperidad. Como dijo al concluir: "Podemos hacerlo".