Economía Resumen electrónico de EIR, Vol.III, núm. 02

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Greenspan: 'No puedo negar la posibilidad de un derrumbe'

"No puedo negar la posibilidad de un derrumbe", le dijo Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, a Jonathan Tennenbaum, asesor del precandidato presidencial demócrata estadounidense Lyndon H. LaRouche, durante una conferencia de alto nivel que tuvo lugar en el Museo de Historia de Berlín el 14 de enero. Tennenbaum dijo que Greenspan no había tocado para nada en su discurso lo fundamental: el derrumbe en marcha del sistema finaciero global.

Usted no habló de los reclamos pendientes de los derivados financieros, que suman más de cuatro veces todo el producto interno bruto mundial; ni de la burbuja de bienes raíces de los EU; ni de las implicaciones de la conducta de las grandes instituciones financieras de EU que puso al descubierto lo de Parmalat, dijo Tennenbaum, quien desafió a Greenspan frente a los 300 asistentes a la conferencia —entre ellos encumbrados funcionarios del mundillo de las finanzas y la banca, ministros del Gobierno y miembros del Parlamento de Alemania— a probar que "no nos encontramos en medio del derrumbe de la burbuja financiera más grande de la historia".

"Lyndon LaRouche ha jurado que usted será el último presidente de un banco central independiente en los Estados Unidos. ¿Cómo responde usted a eso?", le preguntó Tennenbaum a Greenspan, quien esquivó esa pregunta, pero insistió que no hay ninguna burbuja de bienes raíces ni de otra índole, aunque algunos, al igual que Tennenbaum, dicen que sí la hay. Sea como sea, dijo, la posibilidad de que reviente "es extraordinariamente improbable". Sin embargo, añadió Greenspan, "¿Puedo yo negar la posibilidad de un derrumbe sistémico? No, nadie que haya estudiado filosofía podría decir eso".


Jonathan Tennenbaum, asesor del precandidato presidencial demócrata estadounidense Lyndon H. LaRouche

Argentina podría detonarla

Luego de la intervención del asesor de LaRouche, otro de los participantes en la reunión de Berlín le preguntó a Greenspan sobre las implicaciones del incumplimiento de Argentina. "Yo habría preferido que no me hubiera hecho usted esa pregunta", respondió Greenspan. Y es que hay quienes piensan que Argentina pudiera dar al traste con el sistema internacional. El 14 de enero la Reserva Federal de Nueva York, el Departamento del Tesoro de los EU, y la Asociación de Compensaciones de Nueva York intervinieron como "amigos de la corte" en contra de la demanda presentada por los tenedores privados de bonos argentinos, para que Argentina suspenda su pagos al FMI, el único acreedor al que le está pagando, mientras que a los otros no.

En su escrito, la Reserva Federal de Nueva York dice que de aprobarse el mandato judicial que buscan los acreedores, "crearía incertidumbre en cuanto a la inalterabilidad de los pagos y los acuerdos en general", y eso "podría impactar seriamente la estabilidad financiera".

`Una vía insostenible'

Quien realmente le puso el cascabel al gato fue Robert Rubin, secretario del Tesoro de los EU en el Gobierno de Bill Clinton. En una reunión de la Asociación Económica Estadounidense (AEE) que tuvo lugar a principios de enero en San Diego, California, y a la que asistieron Greenspan, y Ben "Benny Burbujas" Bernanke, uno de los gobernadores de la Reserva Federal, Rubin sorprendió al grupo con su aguda crítica a la política fiscal del Gobierno de Bush y Cheney, cuando afirmó que "el presupuesto federal de los EU sigue una vía insostenible", y que la "escala de los desequilibrios presupuestales que se esperan para la nación es tan grande ahora, que el riesgo de sufrir consecuencias muy adversas tiene que tomarse muy en serio". Rubin advirtió que esas consecuencias adversas "bien pueden ser mucho mayores y ocurrir de forma más repentina" de lo que la mayoría de los analistas esperan.

"En efecto, los costos y repercusiones potenciales de tal desorden fiscal y financiero brindan quizás la motivación más poderosa para evitar los déficit presupuestales sustanciales en marcha".

La advertencia aterradora de Rubin ciertamente atrajo la atención de la gente. "El señor Rubin se ha unido formalmente a la coalición de los alarmistas", escribió Paul Krugman el 6 de enero en su columna del New York Times. Cuando el "legendario" Rubin, conocido por su calma ante las crisis, da el grito de alarma sobre la catástrofe que se avecina, es hora de prestar atención, señaló Krugman. Rubin, volvió a reiterar sus advertencias en un foro sobre "restablecer la cordura fiscal", que tuvo lugar en la Institución Brookings en Washington el 13 de enero, donde dijo que el déficit creciente podría detonar un alza en las tasas de interés y una caída pronunciada del dólar.

Aunque muchos de la élite preferirían cortarse la lengua a tener que admitirlo, es claro que ésta y las otras advertencias del mismo tenor han sido influidas por LaRouche, cuyo diagnóstico del estado enfermo de la sociedad y la economía estadounidense ha probado ser penosamente acertado.

El FMI emitió una advertencia en el mismo sentido el 7 de enero. "El surgimiento de déficit fiscales y de cuenta corriente causa renovadas preocupaciones". Según el FMI, "Estados Unidos va camino a aumentar el monto de su deuda externa al equivalente del 40% de su producto interno bruto en los próximos años, una deuda externa sin precedentes para un gran país industrial". Eso podría crear "circunstancias adversas", debido a una caída "desordenada" del dólar. Aunque nadie cuerdo le haría caso a los consejos económicos del FMI, no hay duda de que esa entidad sí está lo suficientemente informada como para preocuparse de la incompetencia económica de la pandilla de Cheney y Bush.

Fuera de cauce

En la reunión ciudadana que sostuvo LaRouche en Washington el 10 de enero, y que se difundió a nivel internacional por internet con traducción simultánea al español, alguien le comentó a LaRouche que Rubin "claramente se hizo eco de lo que tú has venido diciendo", en especial en cuanto a forzar la baja del dólar; una medida no sólo incompetente sino catastrófica en un mundo dolarizado. LaRouche dijo que si bien es cierto que el Gobierno de EU está causando la caída del dólar, eso es sólo en el sentido de que sus medidas son tan malas que el mundo está perdiendo la confianza en EU y su moneda. Al percatarse de que el dólar cae, el Gobierno dice que es por instigación suya. Es como el tipo que maneja un automovil dilapidado al que se le cae una rueda tras otra, ¡y alega que resulta más barato operarlo sin ruedas!

Piensa un momento en la gran discrepancia que hay entre el cuento de una "recuperación" y las advertencias que vienen de Rubin y otros. Si la economía está creciendo, ¿por qué los enterados advierten que viene una catástrofe? Si no amenaza una catástrofe, ¿por qué la Reserva promete a los cuatro vientos un rescate?

Y ese rescate podría ocurrir más pronto de lo que algunos suponen, con el desplome del gigante italiano de alimentos, Parmalat, al que la prensa europea ya ha calificado de ser el "Enron europeo". El estallido de la burbuja de Parlamat, dijo LaRouche, pudiera ser una debacle como "la del fondo especulativo Long Term Capital Management (LTCM), que cimbró los cimientos y el andamiaje del sistema monetario–financiero mundial entre agosto y septiembre de 1998".

La caída de Parmalat revela una pirámide de empresas de papel y de especulación creada según especificaciones de bancos tales como Citigroup, Bank of America, Deutsche Bank, JP Morgan Chase y otros. Miles de millones de dólares en activos eran ficticios, creados mediante transacciones falsas. Como dijo el ministro de Finanzas italiano Giulio Tremonti, lo de Parmalat muestra "el riesgo que entraña la insolvencia general de las sociedades anónimas. ¿Tienen idea de lo que sucedería si el mercado exigiera que se liquidara el dinero invertido en bonos de las empresas?" Según Calisto Tanzi, fundador y presidente de Parmalat, todo el sistema fraudulento de bonos "fue por completo idea de los bancos [acreedores de Parmalat]", y un fondo de pensiones de mineros de Alaska que perdió dinero en lo de Parmalat, dijo que el timo "se armó en Nueva York principalmente, con la participación activa del bufete jurídico Zini y de Citibank".