International Resumen electrónico de EIR, Vol. III, núm. 04
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Grecia, hija de Egipto

por Susan Kokinda

En el año 490 a.c., 11.000 griegos enfrentaron a 30.000 persas en una planicie al norte de Atenas, llamada Maratón. Un siglo antes, los persas emprendieron desde su tierra una campaña de pillaje y conquista hacia el oeste, en lo que hoy es Irán; derrotaron a todos a su paso: Babilonia, Asiria, toda la península Turca, el norte de Grecia, la gran civilización milenaria de Egipto. Al parecer nada podía detenerlos.

Pero en dos días de batalla, los griegos derrotaron a los persas, sufriendo menos de 200 bajas e inflingiéndoles más de 6.000 a sus fuerzas. Diez años después, en la batalla naval de Salamina, los griegos derrotaron de nuevo a los persas destruyendo a su flota, númericamente superior. En ambas batallas los griegos desplegaron fuerzas superiores, desde los comandantes hasta los soldados comunes. Sin embargo, las diminutas ciudades estado griegas apenas se habían recuperado, en los últimos 200 años, de una larga edad oscura que duró varios siglos.

En los siglos antes y después de la batalla de Maratón, la civilización griega floreció con una ciencia, un arte y un estadismo basados en el método de conocer y actuar sobre el universo. Entre los dones de este método clásico están el Renacimiento dorado europeo del siglo 15, la unión más perfecta de la Constitución de los Estados Unidos, y la ciencia que puso al hombre en la Luna.

Sin embargo, desde aproximadamente 1200 a 800 a.c. la península griega pasó por una edad oscura. Sus grandes ciudades, como Pilos y Micenas, quedaron en ruinas, su lenguaje escrito se perdió y su nivel de población se vino abajo. Cien años después, alrededor del 700 a.C., Homero escribió sus grandes obras épicas la Ilíada y la Odisea, que presentaban, en forma de drama, las lecciones de ese desplome, y la semilla de su solución. Luego, en el 600 a.C. las ciudades estado griegas en la Grecia continental y en la costa jónica de Turquía comenzaron a recuperarse. Los albores del siglo 6 a.C. vieron surgir las grandes reformas políticas de Solón de Atenas, y el trabajo científico de Tales de Mileto y de Heráclito. Al final de ese siglo Grecia estuvo en posición de derrotar a los persas.

¿De dónde vino esta civilización que desarrolló de forma tan repentina el poder de derrotar a los antes inconquistables persas, y de desatar tales nuevas capacidades revolucionarias para la humanidad?

La respuesta es: Egipto.

Lyndon LaRouche describió hace poco a la Grecia clásica como la “hija de Egipto”. Los grandes personajes del siglo 6 a.C. – Solón, Tales y Pitágoras- eran, en efecto, los hijos de Egipto, pues todos y cada uno de ellos viajó a Egipto y estudió con los sacerdotes astrónomos y geómetras egipcios. A través de ellos, y de otros, Egipto transmitió una ciencia; un método para conocer el universo que alcanó su cumbre actual en los trabajos de Carl Gauss, Bernhard Riemann y Lyndon LaRouche. No obstante, los historiadores modernos de la ciencia han rechazado de forma universal el papel de Egipto en relación a la ciencia, la astronomía y las matemáticas, como muestran los siguientes ejemplos:

“Al ver el conjunto de las matemáticas egipcias, uno no puede escapar al sentimiento de decepción por el nivel matemático general... Las matemáticas babilónicas... aportaron una base para las matemáticas griegas... No necesitamos establecer una hipótesis sobre una matemática superior egipcia perdida”.
- B.L. Van der Waerdan;
Science Awakening (Noordhoff, 1954).

“Las matemáticas y la astronomía desempeñaron un papel uniformemente insignificante en todos los períodos de la historia egipcia... las matemáticas y la astronomía prácticamente no tuvieron ningún efecto sobre las realidades de la vida en las civilizaciones antiguas”.
- O. Neuegebauer;
De Exact Sciences in Antiquity (Dover, 1969)

“Los griegos le deben mucho más a los babilonios que a los egipcios”.
- Thomas L. Heath;
Greek Astronomy (Dutton, 1932)

Tampoco encontraremos en los escritos antiguos disponibles muchas pruebas literarias del papel de Egipto en esas esferas. Sólo se han descubierto unos cuantos papiros con escritos matemáticos científicos, la mayoría de la época del Imperio medio de Egipto (2000 – 1800 a.c.), y ninguno de la gran era de las pirámides del Imperio antiguo. De Pitágoras, la figura central en esta transmisión de ideas, no queda ningún escrito, ni tampoco de ningún otro pitagórico de su generación. Pero si miras con tu mente, en vez de con tus sentidos, las pruebas son abundantes.



De Egipto a Platón, a Kepler

El viaje comienza con una comparación de un pasaje de Kepler con uno de Platón. Kepler, en la introducción del libro 5 de La armonía del mundo, rinde homenaje a la importancia de Egipto: “Soy libre de mofarme de los mortales con la franca confesión de que me estoy robando los vasos de oro de los egipcios, para construir con ellos un templo a mi Dios, lejos del territorio de Egipto. Si me disculpan, me regocijaré; si se enojan, lo soportaré. La suerte está echada, y estoy escribiendo un libro para mis contemporáneos, o bien para la posteridad. El libro podrá esperar por cien años para encontrar un lector, puesto que Dios esperó seis mil años un testigo”.

Kepler se hace eco de un pasaje de Las leyes de Platón, en el que éste, en la persona del ateniense extranjero, cita los mismos “vasos de oro”: “Aún hay, por supuesto, tres temas para que el nacido libre estudie. El cálculo y la teoría de los números forman un tema; la medición de la longitud, la superficie y la profundidad hacen un segundo; y el tercer tema es la verdadera relación del movimiento de las estrellas unas a otras... Entonces, el nacido libre debe aprender tanto de estas cosas como un gran número de muchachos aprenden en Egipto con sus cartas...Los niños deberían jugar con tazones que contengan oro, bronce y plata, y cosas parecidas entremezcladas, o los tazones pueden distribuirse como enteros”.

¿A qué juegan los niños? A lo inconmensurable, como elabora a continuación el extranjero. En sus preguntas a Cleinias, establece que éste cree saber lo que quiere decir “línea”, “superficie” y “volumen”. Luego:

Ateniense: ¿Acaso no te parece que todos son conmensurables (medibles) unos con otros?

Cleinias: La mayoría seguramente.

Ateniense: Pero supón que no puede decirse lo mismo de algunos de ellos, ni con mayor ni menor seguridad, sino que en algunos casos es verdad y en otros no; y supón que crees que es vedad en todos los casos. ¿Cuál crees que es tu estado mental a este respecto?

Cleinias: Claramente, que es insatisfactorio.

Ateniense: De nuevo, ¿qué hay de las relaciones de la línea y la superficie con el volumen, o de la superficie y la línea una con otra? ¿Acaso no es cierto que todos los griegos imaginamos que de uno u otro modo son conmensurables?

Cleinias: En efecto.

Ateniense: Entonces, si esto es absolutamente imposible, aunque todos los griegos lo imaginemos posible, ¿no estamos obligados a avergonzarnos por ellos, diciéndoles: “Queridos griegos, esta es una de esas cosas por las que decimos que la ignorancia es una desgracia?”

Con este breve pasaje de las Leyes Platón nos dio la esencia del “qué” y el “quién” está detrás del desarrollo de la Grecia clásica: el “quién” es Egipto, el “qué” es una matemática con una base geométrica, por lo que las cuestiones que involucraban lo inconmensurable eran fundamentales. Platón desarrolla varias paradojas que abordan lo inconmensurable en Menón, Teetetes y Timeo.

Muchos lectores estarán familiarizados con la “introducción” de Platón al diálogo del Menón, que trata de que la diagonal del cuadrado es inconmensurable con su lado. El que en el curso de este diálogo Anito (quién más tarde ayuda en el juicio y ejecución) amenace a Sócrates por su método, quizá presagia el reconocimiento de Kepler de que algunos se “enfurecerán” con tales ideas.

Pero es en el Teetetes y en el Timeo en donde Platón establece, directamente, la deuda que se tiene con Egipto. El Teetetes comienza por introducir el necesario concepto de “poder” o dúnamis. El poder que crea un cuadrado o un cubo es una acción en el universo, una acción que la mente puede conocer, pero que no se reduce a la certeza sensorial de los números del dominio visible. Los dos personajes de este diálogo, además de Platón, eran dos verdaderos geómetras que hicieron avances fundamentales. El más viejo de los dos, Teodoro, viene de la ciudad griega-egipcia de Cirene, ubicada al extremo occidental de Egipto y dominada por el templo del dios egipcio Zeus Amón. Teodoro es el maestro del joven Teetetes, quien descubre la cualidad singular de los cinco sólidos platónicos.

El Timeo

En su obra maestra, el Timeo, Platón es aún más directo en identificar la deuda de Grecia con Egipto. Platón inicia el diálogo donde su tío, Critias, relata el viaje de su ancestro Solón a Egipto, y su instrucción con los sacerdotes de la Heliópolis. Cuando los sacerdotes le echan en cara a Solón que los griegos son unos niños y que no conocen las cosas antiguas, le dicen que la civilización y el conocimiento egipcios se remontan a 9.000 años atrás (es decir, a 9600 a.C.). Con esa introducción, Platón desarrolla su composición sobre el universo en una discusión pitagórica de astronomía, armonía y geometría.

En efecto, Pitágoras fue la figura decisiva en la transmisión del conocimiento egipcio a Grecia. El 6 a.C. fue el siglo de Solón. Tales y Pitágoras, y fue el siglo en el que la potestad en este método de pensamiento pasó de Egipto a Grecia. Iamblico, un biógrafo de Pitágoras, escribió en el siglo 3 d.C. que fue Tales, el científico jónico, quien mandó a Pitágoras a Egipto:

“Cuando cumplió 18 años de edad, surgió la tiranía de Polícrates, y Pitágoras previó que bajo tal Gobierno se interrumpirían sus estudios... Así que partió en secreto, de noche (de la isla de Samos)... acudiendo a Ferécides, al filósofo natural Anaximandro y a Tales de Mileto... Tras aumentar la reputación que ya tenía Pitágoras, al comunicársele que el supremo Tales podía enseñarle, éste, en razón de su avanzada edad, le aconsejó a Pitágoras que fuera a Egipto para ponerse en contacto con los sacerdotes de Menfis y Zeus (sacerdotes de Amón-ndr.).

“Tales confesó que la instrucción que recibió de estos sacerdotes era la fuente de su propia reputación de sabiduría, aunque ni sus propias dotes o logros igualaban a los que eran tan evidentes en Pitágoras. En vista de todo esto Tales insistió que si Pitágoras había de estudiar con estos sacerdotes estaba seguro de que se convertiría en el más sabio y divinal de los hombres... Él [Pitágoras] visitó a todos los sacerdotes egipcios, adquiriendo toda la sabiduría que cada uno poseía. Así pasó veintidós años en los santuarios de los templos estudiando astronomía y geometría, e iniciándose de ningún modo casual o superficial en todos los misterios de los dioses”.

Revisando las diferentes oportunidades en que Platón identifica a Egipto como el manantial de una tradición geométrica, astronómica y armónica intrínseca al estudio de los inconmensurables, hasta la historia de los viajes y estudios de Solón, Tales y Pitágoras en siglo 6 a.C., debíamos preguntarle al señor Van der Waerden y sus correligionarios por qué piensan que las matemáticas superiores egipcias o están “perdidas”, o no existen. Quizá, como sugiere Kepler, sea por la cólera que induce el vivir dentro de una mente reduccionista que sólo puede ver las sombras proyectadas sobre la pared de la caverna.


Dejen que hablen las estrellas y las piedras

Pero, ¿dónde encontramos en el propio Egipto antiguo los orígenes de las tradiciones pitagórica y platónica? La respuesta es: en los cielos.

Comencemos con un ejercicio para liberar tu mente de las nociones reduccionistas de los números de la certeza sensorial, y de la idea de un universo compuesto de partículas discretas infinitamente divisibles. Mira al cielo como lo hicieron los antiguos. Imagínate a ti mismo en la meseta de Gizeh (la de la Gran Pirámide y la Esfinge) en el año 2500 a.C. o antes. Nada obscurece el cielo en ninguna dirección. Ninguna luz artificial disminuye nunca el brillo de las estrellas y otros cuerpos celestes. Piensa en el movimiento diario del Sol, un período; o en el movimiento anual del Sol, un período; en las diferentes fases de la luna, o de los planetas; cada uno diferente, pero cada uno un período.

Si estás atascado en un mundo de números contables discretos, puedes irritarte con facilidad, pues ninguno de los períodos encaja con el otro (¿por qué necesitamos años bisiestos? ¿Es suficiente la adición de un día cada cuatro años en el transcurso de los siglos?). La observación astronómica ¡te lleva de inmediato a un universo lleno de inconmensurables!

No obstante, cada período es Uno, y la mente comienza a luchar con el concepto de unicidad, con el de las relaciones entre las “unicidades”, y con una unicidad superior, o una unicidad superior que pueda abarcar las relaciones de todos los ciclos inconmensurables.

El jeroglífico egipcio que representa el “uno” deja clara esta perspectiva antigua del mundo. Toma el símbolo () y ponlo de lado; representa una boca abierta. ¿Por qué? Porque cuando Ptah, el dios crador, creó el universo, lo hizo hablando (“Al principio era el verbo...”). Para los egipcios, la idea del Uno es la idea de un solo principio universal de creación. Todo en la existencia se desenvuelve desde el Uno, una idea que Kepler replicó más tarde cuando usó la palabra “dianoia” (mediante la mente) para discutir el desenvolvimiento del universo desde la mente de Dios.

Ahora, infla un globo, enciende una fuente de luz (el Sol) en el centro del cuarto. Juega con el movimiento diario y anual de la Tierra alrededor de su eje y alrededor del Sol. ¿En qué dirección gira la Tierra con respecto al Sol de modo que éste “salga por el Este y se ponga por el Oeste”? Pronto descubrirás que todo en el cielo, que ves con los sentidos, es una inversión de los movimientos verdaderos de la Tierra.

Ahora, tomemos uno de los mayores ciclos astronómicos; la rotación de aproximadamente 26.000 años del Eje de la Tierra, llamada precesión del eje de la Tierra, o precesión de los equinoccios. (ver figura) Observa en tu globo que el eje de la Tierra no es perpendicular al plano del sistema solar (el piso de tu cuarto), ya que tiene un ángulo de 23° con respecto a la perpendicular. Hoy, el eje apunta a Polar, nuestra actual Estrella Polar. Gira este eje en un ciclo de 26.000 años. Notarás que diferentes estrellas se convertirán en la “Estrella Polar” en ese período de tiempo.

Esta rotación tiene una dirección contraria a la rotación diaria y anual de la Tierra. Así que, en los miles de años de este ciclo, hay estrellas y constelaciones que giran lentamente “hacia atrás” en el cielo. Una constelación aparecerá poco después, el mismo día, cada año. Usa tu mente para pensar en los movimientos reales de la Tierra, y cómo eso se traduce en lo que ves con tus ojos en el cielo. Así, hoy, en el equinoccio vernal, el Sol sale en Piscis, como lo ha hecho por casi 2.000 años. En varios cientos de años más saldrá por Acuario (de ahí esa música ambiental o de supermercado que escuchamos por doquier).

La idea de que este período precesional de 26.000 años puediera ser importante para las civilizaciones antiguas, o registrado por ellas, es un anatema para la oligarquía. Después de todo, según ellos, la civilización comenzó en Mesopotamia apenas en el 3000 a.C. aproximadamente; muy poco tiempo como para percatarse siquiera de un ciclo de 26.000 años. Aún así, los cambios precesionales de las constelaciones en el cielo aparecen en toda la literatura y las sociedades antiguas (la obra de Bal Ganfadhar Tilak, Orión, se cuenta entre las más competentes de una literatura cada vez más extensa sobre la materia, en los últimos cien años más o menos).


¿Qué edad tienen las pirámides?

Tomemos la fecha identificada en el Timeo de Platón, de alrededor del 10000 a.C. ( 9.000 años antes de la visita de Solón en el año 600 a.C.). Recuerda, se trata de ciclos muy largos, así que estas fechas no identifican un año en particular, sino una era de alrededor de 2.000 años

Mira los cielos del Egipto desde la meseta de Gizeh, haciendo los ajustes necesarios por los cambios precesionales. ¿Cómo luce el cielo horas antes del alba en el equinoccio vernal, un suceso anual registrado por la mayoría de las culturas? La constelación que aparece en el Este, sobre el horizonte, es Leo (el león).Esta es la llamada constelación helíaca, pues aparece justo antes del sol por el Este. Al Sur, Orion (una de las constelaciones más visibles, con su cinturón de tres estrellas) está culminando su ciclo precesional de 26.000 años. Orion se alza sobre el horizonte.


Orión, una de las constelaciones más visibles, con su cinturón de tres estrellas.

¿Qué hay sobre el suelo de la meseta de Gizeh? La Esfinge y las tres principales pirámides. La Esfinge —Un león con cabeza de hombre— mira hacia el Este, justo hacia la constelación de Leo, que salía poco antes del alba en el equinoccio vernal de alrededor del 10000 a.C. (la mayoría de las culturas antiguas, incluyendo la egipcia, la china y la india, dividieron las constelaciones del Zodíaco —aquellas en el plano eclíptico— de manera sorprendentemente uniforme. El león, el escorpión, el carnero, el toro, etc.. aparecen en la mayorIa de ellas). Las tres pirámides, aunque una al lado de las otras, no están alineadas entre ellas. Si dibujas una línea sobre la cima de las dos primeras pirámides, la tercera estaría un poco desviada. Ahora observa el cinturón de Orión: dibuja una línea sobre las dos estrellas más brillantes del cinturón, y verás que la tercera, la más “pequeña”, esta un poco desviada, igual que la tercera pirámide.

¿Eso significa que las pirámides fueron construidas 10.000 años antes de Cristo? No. No sólo es claro el registro de la construcción de las pirámides(alrededor del 2600 a.C.) durante el Imperio antiguo de Egipto, sino que las propias pirámides eran observatorios astronómicos, con cañones que apuntaban hacia las tres estrellas más importantes en el cielo (la estrella más brillante de Orión, la Estrella Polar y Sirio) en el 2600 a.C., no en el 10000 a.C.

¿Significa eso que la Esfinge se construyó en el 10000 a.C.? Esta es una pregúnta más interesante y muy controversial. No hay verdaderas pruebas textuales que identifiquen cuándo se construyó la Esfinge. Hay rastros de erosión por agua sobre las paredes de cantera que la rodean, lo cual demuestra que las piedras de esta construcción se extrajeron en un período de lluvia intensa; el último de estos tuvo lugar alrededor del 6000 a.C. La controversia va y viene entre los científicos, egiptólogos, y buena parte de los chiflados, y rebasa el ámbito de este artículo (yo me inclino por las fechas más antiguas).

Pero en cualquier momento en que se haya construido la Esfinge, los que la construyeron, y a las pirámides, lo hicieron con el conocimiento de cómo se veía el cielo en el 10000 a.C. Esto es cuando. en el ciclo de 26.000 años, Leo sale antes del alba por el horizonte occidental, en el equinoccio vernal, y Orion, al Sur, está culminando su ciclo.

La historia, la cultura y la religión egipcias están llenas de imágenes de constelaciones zodiacales y otras importantes. Los cambios precesionales en esas constelaciones ofrecen un gran calendario cíclico de la civilización egipcia, mucho más antiguo que la unificación predinástica alrededor del año 3200 a.C.

Leo y la Esfinge se remontan al tiempo cuando la más reciente era glacial de la Tierra estaba en su etapa final de deshielo, y venían drásticos cambios climáticos. Quizás fue cuando una civilización atlántica marítima fundó una nueva sociedad en el Nilo, lo que la religión egipcia llamó “los primeros tiempos”.

Orión, que no estaba en la eclíptica de las constelaciones zodiacales,dominó el alba desde el 10000 hasta el 6700 a.C., cuando los movimientos precesionales retrasaron su salida hasta que coincidió con la salida del sol, y dejó de verse. Como señalan con claridad los textos antiguos, Orión es Osiris, y su desaparición del cielo antes del amanecer fue su “muerte”.

La estrelia más cercana y la más brillante del cielo, Sirio, es conocida como Sotis, y está bien identificada con Isis. Los egipcios tuvieron varios ciclos calendarizados, el mayor de los cuales fue el calendario sótico, basado en un ciclo de 1.461 años de Sirio. Con el conocimiento de que estas estrellas y constelaciones eran astronómicamente importantes, uno puede leer los textos de la Pirámide, el Libro de los muertos y muchos otros escritos egipcios antiguos como descripciones de los movimientos de los cuerpos celestes. Con certeza ese era su propósito original, no el concepto del “culto a los muertos” que introdujo, en su forma mas elaborada, el sacerdote délfico Plutarco, y que hoy domina las discusiones sobre la antigua religión egipcia.

Después de la desaparición de Orión—Osiris, Tauro, el toro, la reemplazo como la constelación helíaca del equinoccio vernal. Jane Sellers, en su libro The Death of the Gods in Ancient Egypt (La muerte de los dioses en el antiguo Egipto), propone que el cielo nocturno refleja la batalla entre Horus y Set para reemplazar a Osiris despues de su muerte. Taurus—Horus, la constelación helíaca del equinoccio de primavera, se contrapone a Escorpión—Set, la constelación helíaca del equinoccio de otoño. La idea de que Horus es Tauro es bastante precisa, por la existencia de una clase de sacerdotes astrónomos conocida como los Shemsu Hor, o “seguidores de Horus”.


Dioses y héroes

Es fascinante comparar las historias más antiguas de Egipto con su trasfondo precesional. Diodoro Sículo, en un escrito de alrededor del 30 a.C., establece que los “dioses y heroes” gobernaron a Egipto del 23000 al 10000 a.C., período que coincide con el final de la ultima era glacial, cuando, como ha hipotetizado Lyndon LaRouche, existió una cultura astronómica marítima. Ese lapso de 13.000 años es casi la mitad de un ciclo precesional. Diodoro afirma que Osiris trajo la civilización a Egipto por el 10000 a.C., cuando Orión estaba en su punto más bajo sobre el horizonte. Un historiador más antiguo, Manetón, escribió en el 300 a.C. un informe parecido sobre un dominio de los “dioses” de entre 12 y 14 mil años, seguido por uno de “semidioses y reyes” , y luego por uno de los “seguidores de Horus

Hasta dónde la cultura egipcia estaba dominada por esta “religión estelar”, y no por un culto a los muertos, puede verse en cualquier exhibición de arte y artefactos egipcios que incluya un sarcófago vacío abierto. Por lo general, la tapa del sarcófago es un elaborado mapa estelar para que el alma sepa cómo regresar a su estrella después de su muerte. Esta idea la reproducen más tarde los pitagóricos, y aparece en el Timeo de Platón.

Por tanto, cuando Tales y Solón hablaron del conocimiento que recibieron de los sacerdotes de Egipto, se referían a una tradición astronómica que se extendía, al menos, a los 9.000 años referidos en el Timeo. La astronomía egipcia era una inmersión de muchos milenios en las inconmensurables astronómicas.

Así que, regresemos de nuevo a Platón y su Epinomis (que significa “después de las leyes”). El ateniense extranjero plantea:

“Pero de seguro debería encontrarse alguna ciencia, cuya posesión provocara la sabiduría del que es sabio, en esencia, y no sabio meramente en la opinión de los hombres. . . Es la ciencia la que da número a toda la raza de los mortales; y creo que fue Dios, mas que alguna casualidad, quien nos la dio y preservó. Y debo explicar quién es quien creo que es Dios, aunque sea uno extraño, y de algún modo tampoco extraño; ya que, ¿por qué habríamos de creer que la causa de todas las cosas buenas que tenemos ha sido, además, la causa de aquello que es, por mucho, la mayor de todas, el entendimiento?

“¿Y quién es quien yo ensalzo con el nombre de Dios? Debe ser Ouranos [el Cielo] quien tiene todo el derecho... Deberemos admitir que éste ha sido la causa de todas las cosas buenas que tenemos; y afirmar que en realidad también nos dio número. Pues si uno acierta a la teoría correcta sobre esto (sea que uno quiera llamarlo Cosmos, u Olimpo, u Ouranos), le sigue en su curso mientras cobra su brillo y pone a sus estrellas en todas sus trayectorias. dándonos las estaciones...Por tanto, de conformidad, tenemos el entendimiento en general, junto con el número y todo el demás bien; pero el mayor de estos es cuando, tras recibir este regalo de los números, uno deja que su mente explore todo el período.

“Ahora, inquiramos la verdadera pregunta de cómo aprendimos a contar con números. Dime, ¿de dónde obtuvimos el concepto del uno y del dos, una facultad natural que tenemos gracias al Todo, para permitimos pensar tales cosas? Entonces, de Nuevo, muchas otras criaturas vivientes no están dotadas por la naturaleza siquiera al punto que el Padre las haya capacitado para aprender a contar; mientras que en nosotros, en primer lugar. Dios implantó esta facultad, de modo que alcancemos a comprender lo que se nos muestra.

“Entre tales cosas, ¿cuál más singularmente bella puede un hombre contemplar que el género del día? Entonces llega a la parte de la noche con su visión; y ahí, encontraremos otra vista diferente ante él. Y así los cielos, haciendo girar estos objetos por muchas noches y muchos días, nunca dejan de enseñarle a cada hombre la idea del uno y el dos, hasta que incluso el menos inteligente haya aprendido de forma suficiente a contar; y formará la noción del tres y el cuatro y de los muchos, pues cada uno de nosotros debe pensar más allá al ver estos objetos.

“Y entre ellas Dios hizo una que forjó, la Luna, que en un momento se muestra más grande, y en otro más pequeña, y sigue su curso, mostrando siempre un nuevo día, hasta que pasan quince días y quince noches. Si uno trata toda su órbita como una unidad, constituyendo un período, tenemos que decir que incluso la criatura menos inteligente debe aprenderlo, entre aquellas a las que Dios ha concedido el don natural de la capacidad para aprender. Dentro de estas, y en su totalidad, el poder de que vive es capaz de contar, cuando cualquiera se examina uno mismo. Pero en cuanto a la cuenta del número, como todos lo hacen en su relación con los otros, creo que Dios, no solo por una razón mayor, sino por su fin, instaló, como mencionamos, La Luna creciente y menguante, y combinó los meses para formar el año, y todos empezaron a entender las relaciones entre número y número, por un feliz acontecimiento”


La batalla histórica

El ubicar los diálogos de Platón en este arco de la historia, de Egipto a Grecia, sólo sirve para intensificar su poder. Uno recuerda la descripción de LaRouche de su movimiento de juventudes como una “universidad de combate rodante”, cuando mira la batalla para transmitir estas ideas de Egipto a Grecia.

Desde La época de la unificación de los reinos del Alto y el Bajo Egipto (por lo general ubicada hoy día en el 3200 a.C., pero que sin duda fue mucho antes) hasta el 1200 a.C., Egipto tuvo una notable independencia y continuidad. Entre el Impenio antiguo (la era de las pirámides) y el medio hubo un período relativamente breve de inestabilidad. El primer período interdinástico duró del 2180 al 2000 a.C., aproximadamente. Los invasores extranjeros (conocidos como los hicsos) ocuparon Egipto del 1700 al 1520 a.C., el segundo período interdinástico, que separó al Imperio medio del nuevo.

Así que, con sólo estos dos desórdenes interdinásticos, la civilización egipcia existió con sorprendente estabilidad por casi dos milenios. Entonces, alrededor del 1200 a.C., hacia el final del Imperio nuevo, varias civilizaciones alrededor de los mares Mediterráneo y Negro sufrieron un período de dislocación y ruina. La Guerra de Troya, entre los griegos y sus primos troyanos, resultó en el desplome de ambas sociedades, y le acarreó a Greciá una edad oscura de 400 años. El Imperio Hitita, que dominó la península Turca, y a veces mas allá, cayó para no recuperarse nunca.

Como resultado de esta inestabilidad, bandas de ladrones, incluyendo libios, etruscos, griegos y otros, conocidos como la “gente del mar”, se sumaron al tumulto. A Egipto lo invadió Libia y peleó, tanto con sus vecinos sureños, los nubios (hoy Sudán), como con la gente del mar. La continuidad y poder de la sociedad egipcia se debilitó. Luego vinieron ataques mucho mas significativos por parte de sociedades oligárquicas occidentales. Varias veces, entre el 1100 y el 500 a.C., diferentes partes de Egipto estuvieron bajo ocupación extranjera. Las grandes ciudades de la Heliópolis y Menfis en el norte, y Tebas en el Sur, fueron conquistadas y saqueadas.

El centro geográfico del enemigo oligarca cambio de Asiria a Babilonia, y finalmente a Persia en el año 550 a.C., pero la característica esencial de tiranía, pillaje, esclavitud y usura siguió siendo la misma.

En todo este período, el templo de Amón, con centro en Tebas, fue el centro de la defensa de Egipto, algunas veces restaurando el gobierno egipcio a todo Egipto, y a veces sólo a una parte. Junto con los sacerdotes de la Heliópolis y Menfis, preservaron el conocimiento matemático y astronómico del pasado, y comenzaron a establecer colonias de avanzada para preservar y, en última instancia, extender su conocimiento. En el siglo 7 a.C. el templo de Amón desempeñó un importante papel en el establecimiento de La ciudad de Cirene, en Cirenaica, la ciudad donde nacería el geómetra Teodoro, del diálogo Teetetes, y otros pitagóricos. El templo de Zeus Amón, fundado en Dodona (hoy Albania) fue, mucho después, muy importante en la vida de Alejandro Magno, como veremos.

(El paralelo de la colonización egipcia de Grecia, Italia y Jonia, con la que realizaron las fuerzas del Renacimiento europeo en las Américas dos mil años después, es inconfundible.)


Pitágoras en Egipto

El siglo 6 a.C. vio pasar la estafeta de Egipto a Grecia. En Egipto, la figura decisiva fue Amasis (570—525 a.C.), un general que se volvió faraón después de aliarse con los libios y los cireneos, liberando a Egipto de los babilonios. Amasis contrajo matrimonio con una cirenea griega, y Heródoto lo describió como un gran amigo de los griegos. Amasis fue anfitrión de Solón y Tales, y posteriormente de Pitágoras.


Amasis ( 570—525 a.C. )

Pitágoras, como dice Iamblico, paso casi 20 años en Egipto, probablemente del 550 a! 530 a.C., bajo el reinado de Amasis. Volvió a su isla natal de Samos, cuyo líder Polícrates mantuvo una alianza con Amasis y Egipto. Pero Polícrates traicionó a Amasis al aliarse con el entonces dominante Imperio Persa. Fue en este período que Pitágoras dejó Samos, o quizás lo enviaron a otra zona de influencia egipcia, el sur de Italia. Ahí, Pitágoras fundó su comunidad en Crotona, y pronto él y sus seguidores liberaron varias ciudades de las tiranías locales.

Mientras Pitágoras establecla su presencia en Italia, Egipto comenzaba a caer ante los persas. Amasis murió en 525 a.C., y su hijo y sucesor perdió Egipto ante los persas en el 522 a.C.

Pero Egipto dio a luz a su retoño, Grecia. Grecia derrotó a los persas en Maratón y Salamina en el 480 a.C., y liberó a Egipto, por breve tiempo, de los persas.

Pero entonces, como ahora, la oligarquía conocía y temía el poder de las ideas universales, y de aquellos que las portaban. Pitágoras y sus seguidores sufrieron dos tipos de ataques. El primero fue muy directo y físico. Como informan muchas fuentes antiguas. a la principal comunidad pitagórica, de cincuenta o sesenta personas, la atraparon en sus viviendas en Crotona alrededor del 500 a.C., y la quemaron hasta morir. Pitágoras, o escapo, o no estaba entre ellos, pero muríó poco después.

Pero el método egipcio—pitagórico de conocer el universo a través de la mente, sufrió una clase de ataque diferente; una que encuentra su corolario en las actuales corrientes filosóficas y políticas straussianas y nietzscheanas. Los eleáticos se desplegaron directamente contra los pitagóricos, de forma más notable Parménides, quien decía que, puesto que la Verdad no puede conocerse a través de los sentidos, ¡la Verdad no puede conocerse en lo absoluto! Solo hubo un paso de esto a los sofistas, quienes simplemente declararon que no existe tal cosa como la Verdad, y que quienquiera que dé el mejor discurso (o tenga el ejército más grande) gana. No deberla sorprendernos descubrir que la mayoría de los existencialistas más notables del siglo 20, como Friedrich Nietzsche y Hannah Arendt, estaban enamorados de los eleáticos.

El templo de Apolo en Delfos ayudó a diseminar la infección de los eleáticos y sofistas en Grecia durante el siguiente siglo. En tanto que la generación de griegos que ganó en Maratón y Salamina hizo caso omiso al oráculo de Delfos, que les dijo que se rindieran ante los persas, el oráculo (la versión antigua de FOX—TV) manipuló con facilidad a la siguiente generación. Pericles y otros dirigentes estaban muy influenciados por sofistas tales como Protágoras y Gorgias de Leontini, y los persas los manipularon mediante el oráculo de Delfos, hasta el desastre de la Guerra del Peloponeso (431—404 a.C.) De nuevo, el paralelo del despliegue de los existencialistas straussianos, tales como el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz y otros gallinazis, en llevar a los Estados Unidos al desastre de una Guerra imperial precipitada, se asemeja precisamente a la destrucción de Atenas.

A Sócrates lo ejecutaron poco después de la guerra, por atreverse a intentar deshacer el daño de la opinion popular manipulada por los persas, y enseñar a la juventud de Atenas, de nuevo, cómo buscar la Verdad. Sócrates era una amenaza mortal para el Partido Demócrata del 400 a.C. dominado por los persas, tal como Lyndon LaRouche lo es para la actual dirigencia del Partido Demócrata dominada por el hampa.

Pero la muerte verdaderamente sublime de Sócrates hizo que su joven protegido, Platón, abandonara su carrera política y centrara su atención en crear líderes filosófos. Platón intentó el poner sus ideas en práctica y educar a un “rey filósofo”, en Sicilia, viajando ahí en el 388 a.C. Su esfuerzo se vino abajo bajo la necesidad estratégica de elegir un candidato inadecuado, Dionisio I. Platón quedó cautivo y en peligro de que lo vendieran como esclavo, pero lo salvó su amigo Arquitas —cuya solución al problema de doblar el cubo es uno de los grandes descubrimientos en la historia del conocimiento—.

Platón regreso a Atenas para fundar la Academia, y para brindarle al mundo el regalo de sus diálogos, los cuales son ejercicios espirituales que dan un conocimiento único de la historia, y a la vez de la naturaleza de la batalla que se extendió desde el antiguo Egipto hasta Sócrates.

Un estudiante del método de Platón, Alejandro Magno, cuya madre fue una sacerdotisa de Amón en el templo de Dodona, finalmente destruyó al Imperio Persa, liberando a Grecia y Egipto. Tras liberar a este último, Alejandro hizo una peregrinación al templo de Amón en Siwa, en el Egipto Occidental, donde fundó la ciudad de Alejandría. Después de su asesinato, su heredero político, Tolomeo I, inicio la construcción de la gran Biblioteca de Alejandría, que reunía las más grandes obras de esta milenaria jornada intelectual. Uno puede suponer que las obras de los primeros pitagóricos, algunos fragmentos de las de Tales y Arquitas, y textos más amplios de Eratóstenes y Apolonio se encontraban bajo su techo, sólo para que los quemara en el siglo 1 a.C. el hijo de Persia, el malvado Imperio Romano, al inicio de otra larga edad de tinieblas.

Como hemos visto, los antiguos egipcios miraban las estrellas, y creían que después de su muerte el alma de un buen hombre regresaba a la estrella de donde vino. Es hora de derrotar a la oligarquía de forma permanente, para que la humanidad pueda retomar la herencia de Egipto, Platón, Kepler y Gauss, y viajar hacia esas estrellas, no sólo en espíritu, sino de verdad