El 2 de abril del presidente Bush
Terror en la plaza del mundo

Lyndon LaRouche emitió el 3 de abril la siguiente declaración a través del comité de su campaña presidencial, LaRouche in 2004. El 2 de abril el Gobierno de George Bush falsificó la información del empleo en los Estados Unidos, presentando la supuesta creación de 308.000 plazas nuevas en marzo, para vender la idea de que hay una recuperación económica en marcha. Pero les salió el tiro por la culata, y su "plan" desató una crisis en los mercados bursátiles, al tiempo que el euro y la libra británica cayeron en relación con el dólar, acelerando las posibilidades de un estallido.

El Día de los Inocentes estadounidense llegó un día tarde este año.

El viernes 2 de abril la caterva de vampiros y ladrones, también conocidos como los estrategas de la campaña del presidente George W. Bush, llevaron a cabo una de las maniobras publicitarias más estúpidas de la historia moderna, con la manera en que orquestaron, junto con el presidente de la Reserva Federal de los EU, Alan Greenspan, los informes fraudulentos con los que pretendían convencer a los incautos más tontos del mundo de que hay un repunte de la ya tambaleante, inepta y decrépita economía estadounidense.

Hubo días en que el verdugo oficial faltó por enfermedad, pero no desatendió sus deberes por mucho tiempo. Es posible que el sistema financiero mundial no estalle el lunes, pero el pobre simplón de Bush activó los detonadores; pueda que el campo minado de las finanzas mundiales estalle la semana que viene o pueda que no, pero ya está presto a estallar casi cualquier semana o día. La ilusión de que podía posponerse la explosión del sistema monetario–financiero mundial hasta después de las elecciones generales estadounidenses de noviembre, salió de la facultad de Economía para instalarse en la de Psicopatología Clínica.

Es notable la reacción patética del presunto candidato presidencial demócrata, el senador John Kerry, a esta noticia. Si la declaración disparatada emitida por el senador Kerry salió de su propia cabeza o de las presiones influyentes ejercidas por los círculos del Comité Nacional Demócrata sobre su campaña, es algo que todavía no se sabe. No obstante, el hecho de que pronunciara una declaración tan disparatada nos pone sobre aviso de que él aún no está a la altura del reto de ser el próximo Presidente de los EU. A no ser que se me permita tomar control de la dirección de la campaña demócrata del 2004, Kerry, con sus asesores actuales, de seguro será un desastre. No sólo el candidato Kerry, sino toda la actual caterva de caciques de la campaña del Partido Demócrata del 2004 también metieron la pata, y en grande. El presidente Bush es claramente un caso perdido, pero la presente dirigencia del Partido Demócrata no es mucho mejor. La pregunta es: ¿es mejor el juicio de los votantes ahora?

1923 y ahora

Quienes saben poco o nada de economía —tales como la persona típica de la generación del 68 entre los funcionarios de gobierno, profesores universitarios de economía, gerentes de empresas o los periodistas en general—, me desafían: "¿Cómo te atreves a afirmar que puedes predecir un crac económico? ¿Qué eres, algún tipo de loco que arma teorías de conspiración? Muéstrame tus gráficas de Wall Street para probar tus predicciones".

Primero, nunca hago predicciones. Las predicciones se las dejo a los necios que se niegan a reconocer que la historia es la historia de la selección voluntaria de pautas a seguir. Yo pronostico de maneras que toman en cuenta el factor voluntario en la economía. Que esos quejosos lastimeros expliquen cómo y por qué he sido, en base al historial público, el más exitoso pronosticador de largo plazo en las últimas cuatro décadas.

Primero, me baso principalmente en tendencias físico–económicas de largo plazo, en vez de las tendencias meramente monetario–financieras. Segundo, lo que pronostico son dos clases de sucesos: primero, la economía ha pasado a una etapa de su historia denominada "condición límite"; segundo, describo esa condición límite en términos de los principales cursos de acción opuestos, de entre los cuáles la sociedad tendrá que escoger al irse acercando a esa condición límite.

Al bregar con la suerte de crisis de desintegración internacional que el Gobierno del simplón de Bush desató el viernes, tenemos que reconocer cómo las decisiones que se tomaron en el marco de octubre–noviembre de 1998 desencadenaron una estrategia de erigir un "muro de dinero", en un esfuerzo por abatir la amenaza continua de un derrumbe generalizado de los mercados mundiales de derivados financieros. Desde entonces, el ritmo de generación de nuevos volúmenes de dinero necesarios para inundar, y apuntalar así, los mercados financieros, ha generado una espiral de inflación mundial que acelera. Mientras que la economía física estadounidense ha seguido contrayéndose, la tasa de emisión de agregados monetarios ha aumentado a un ritmo autoacelerante. Este fenómeno debe compararse con la Alemania de 1923, cuando el esfuerzo del Gobierno alemán de apuntalar la economía con la maquinita de dinero desencadenó la hiperinflación de junio–noviembre de 1923, que tronó al sistema financiero alemán.

En una economía dominada por las políticas posteriores a 1987 del sistema de la Reserva Federal de Alan Greenspan, la inflación sólo puede controlarse saqueando principalmente la riqueza física de los pueblos estadounidense y extranjeros. En la medida en que este saqueo se aproxima a un límite asintótico, la tasa de hiperinflación requerida para posponer un derrumbe sistémico tiende a moverse más y más en una dirección casi totalmente vertical, como fue el caso en la Alemania de 1923. Lo empinado de esta curva de hiperinflación deviene en lo que los físicos llaman una "condición límite". En ese momento una desintegración general del sistema monetario–financiero existente se torna inevitable, como lo es hoy día para las Américas, Japón y Europa Occidental y Central.

Cuando hayamos pasado a tal condición límite bastarán pequeñas perturbaciones para desatar la clase de explosión–desplome inherente a cualquier espiral hiperinflacionaria, como por ejemplo una espiral a la "John Law". Con una administración prudente puede posponerse la explosión, hasta cierto punto: las medidas temerarias tendrán un efecto parecido al de pisar un detonador en un campo minado. El pobre tonto del presidente Bush, sin la más mínima idea de lo que realmente estaba haciendo, pisó un detonador cebado el 2 de abril de 2004. Vaya manera de celebrar el Día de los Inocentes, aunque fuera un día más tarde.


¿Tú crees que alguien nos crea? - parece ser el comentario de estos tres personajes.

Qué debemos hacer

Al bregar con un sistema hiperinflacionario a punto de estallar, ningún remiendo dentro de las reglas de ese sistema podrá lidiar con la amenaza de un desplome físico generalizado de la economía. Sólo un cambio súbito y radical de las reglas del juego que representa el sistema actual puede evitar la suerte de catástrofe, de otro modo inevitable, que amenaza a los EU y a su pueblo en estos momentos, al tiempo que el bien intencionado, pero ignorante económico, senador John Kerry farfulla y tropieza con los retos que presentan los sucesos de la tarde del viernes 2 de abril.

Los cambios que requieren los EU son ecos de la respuesta del presidente Franklin Roosevelt a la depresión creada por tales predecesores derechistas suyos como Coolidge, Mellon y Hoover. Tenemos que escoger el precedente de Roosevelt por tres razones interrelacionadas.

Primero, porque representa un precedente que tuvo éxito bajo circunstancias muy parecidas a la crisis del "día del juicio final" que hoy nos azota.

Segundo, porque aunque hay variaciones que en teoría pudieran funcionar tan bien o mejor que las de Franklin Roosevelt, en la política tenemos que contar con la esperanza de poder evitar cualquier acción repentina y drástica que no goce de la credibilidad que concede un precedente probado y relativamente exitoso, de preferencia un precedente tomado de la experiencia de la misma nación. Ese es el motivo por el que ningún candidato presidencial puede estar de veras calificado para la clase de crisis que hoy enfrentamos en lo inmediato, a menos que él o ella fuere un firme partidario de la excelente tradición de la democracia rooseveltiana. Una comprensión crítica de los precedentes pertinentes es el primer principio de la práctica política.

Tercero, el principal obstáculo que de inmediato se presenta a la tarea de emprender una acción de recuperación exitosa, proviene de los miembros de la misma ralea de oligarquía financiera internacional —como la de esos financieros entonces asociados con Montagu Norman de Inglaterra y Hjalmar Schacht— que pusieron en el poder a los aliados de Hitler de entre los regímenes fascistas de la Europa continental en el período de 1922–1945. Hoy, como entonces, el obsceno espectáculo del esfuerzo por cobrar la deuda de Argentina es un ejemplo de la mentalidad y los métodos de esa misma oligarquía financiera.

Un Partido Demócrata necesitado de dinero para su campaña tiende, por tanto, a buscar apoyo financiero donde aparentemente está disponible en abundancia: del mismo género de oligarquía financiera que en un principio le entregó el mundo a Mussolini, Hitler, Franco y demás en el período de 1922–1945. Es por eso que el presidente del Comité Nacional Demócrata (CND) Terry McAuliffe se comporta de la forma tan enajenada como lo hace.

Existe una alternativa a una dictadura de los banqueros en los EU hoy. En vez de correr tras el dinero como lo hace el presente CND, vayamos por una movilización de la gente, en especial la del 80% de menores ingresos familiares, a la que el CND ha tratado de forma tan ruin por cerca de treinta años. Yo hablo en el interés del pueblo, de todo nuestro pueblo, como dan fe de esto los principios de ley natural establecidos en nuestra Declaración de Independencia y en el preámbulo de nuestra Constitución federal.

Pueblo, ¡elige! Elige a tu candidato, o los banqueros que hoy prácticamente son dueños de las maquinarias de los partidos elegirán por ti, del modo que los banqueros lo hicieron en Alemania en enero–febrero de 1933.

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Documentation: LaRouche en el Tecnológico de Monterrey

El Nuevo Bretton Woods:
cómo sobrevivir la caída de los imperios

A continuación reproducimos el discurso que Lyndon LaRouche pronunció en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en Nuevo León, México, el pasado 20 de marzo de 2004.

Lo que haré será describir la situación. Nos encontramos ahora en la peor crisis de desintegración financiera que haya ocurrido en varios siglos. Está en marcha; cuándo tendrá lugar ese derrumbe, el derrumbe monetario total, no puede precisarse. Siempre hay la posibilidad de imprimir dinero para posponer una crisis financiera hasta cierto punto. Ahora mismo, como es probable que ustedes sepan, Japón y los Estados Unidos imprimen dinero a ritmos jamás antes vistos en la historia, todo con el propósito de apuntalar el dólar hasta las elecciones estadounidenses de noviembre próximo. No estoy seguro de que eso funcione. De hecho, dudo que vaya a funcionar. Pero estamos en una crisis y, por tanto, ya que la crisis misma es un hecho inevitable, la pregunta es: ¿cómo salimos de ella? Y en cuanto al asunto de la prognosis: ¿cómo podemos saber si lograremos salir de ella o no? ¿Cómo sabemos que cierto método será exitoso o que no funcionará?

Así que he dividido está presentación en siete subtópicos que pueden serles de ayuda para seguirme mientras desarrollo la presentación.

Primero que todo, defino la historia, el origen de la presente crisis, de dónde surgió.

Luego, cómo y por qué surgió, y cuáles fueron los cambios, como lo segundo.

Luego, tercero, la mezcla extraña que se obtiene, en especial de los EU y Europa, donde tras bastidores hay mucha ansiedad a causa de esta crisis, pero en público, salvo contadas excepciones, los políticos actúan como si la crisis no pudiera ocurrir, o que va a desaparecer.

Lo que quiero hacer es examinar la cuestión de las relaciones entre México y los EU, las relaciones económicas desde 1982 hasta el presente, no en detalle, sino el aspecto general del problema, porque caracteriza la situación que hay en todas las Américas y refleja un proceso que ahora está en marcha en el resto del mundo.

Posteriormente quiero plantear qué es necesario para enfrentar esta crisis: un reforma parecida a las medidas que tomó el presidente estadounidense Franklin Roosevelt a partir de 1933, para contender con la Gran Depresión.

Y entonces quiero abordar el asunto del nuevo método de prognosis que debiera enseñarse en las universidades, a diferencia de lo que se enseña ahora; la prognosis fundada, no en el análisis monetario o en pronósticos monetarios, sino la prognosis fundada en la econonomía física, lo que dejaré claro.

Concluiré indicando cuál es la situación actual, qué debemos hacer, e indicaré algo sobre el estado de Nuevo León, y en particular sobre esta ciudad y cuáles son las expectativas probables de que aquí haya crecimiento y se dé una recuperación.

La crisis global

Ahora bien, la crisis. Emergimos de la Segunda Guerra Mundial, el mundo lo hizo, con una economía estadounidense razonablemente exitosa, y con un dólar estadounidense, bajo el sistema original de Bretton Woods, que le permitió a gran parte del mundo prosperar. Los EU siguieron creciendo; la mayoría de los países de América Central y del Sur continuaron prosperando, al igual que Europa, en el período hasta los 1960. Este no fue un período de justicia; el mundo de la posguerra no era un mundo justo, ni fue justo en esta región. No obstante, pese a la injusticia, a las desigualdades, la economía funcionaba. Funcionaba en el sentido de que hubo mejoras en las tendencias generales de las oportunidades, de la atención médica y en la esperanza de vida a lo largo de ese período.

Eso empezó a cambiar a mediados de los 1960. Lo que ocurrió fue lo siguiente: como probablemente sepan —ustedes son más jóvenes, empezó antes de que nacieran, y ustedes no tienen culpa de ello—, al terminar la última guerra, la Segunda Guerra Mundial, y durante el verano de 1944 los EU abandonaron las políticas de Roosevelt y empezaron a adoptar perspectivas derechistas que eran, hasta cierto punto, como las de los nazis. Y nos metimos en una llamada "Guerra Fría", en un conflicto nuclear angloamericano que causó un terror grande en los EU, en especial bajo el presidente [Harry] Truman, quien era un mandatario pésimo, aunque él era un demócrata y yo soy un demócrata; pero el hecho de que uno pertenezca al mismo partido no significa que uno coincida. De hecho, uno forma un partido para tener desacuerdos con regularidad.

Pero esto fue remplazado por [Dwight] Eisenhower. Truman era partidario de la guerra nuclear preventiva, de la guerra nuclear preventiva contra la Unión Soviética. Todavía no teníamos armas nucleares; arrojamos las únicas dos que teníamos sobre Hiroshima y Nagasaki sin que fuera necesario, pero no teníamos una línea de producción adecuada para librar una guerra nuclear contra la Unión Soviética. Pero Truman era partidario de la guerra nuclear, y esa fue la razón por la que nos deshicimos de él en los EU: estábamos cansados de esta guerra nuclear, cansados de este terror derechista, que era terrible, contra la población estadounidense. Y descubrimos también que la Unión Soviética había desarollado un arma termonuclear, y no tenía sentido atacar con armas nucleares a una nación que tenía un arma termonuclear.

Así que, en vez de esto, decidieron optar por la "distención"; y se tomó la decisión de decirle a Truman que no volviera a ser candidato, que se fuera, y que dejara el campo libre para el presidente Eisenhower. El presidente Eisenhower era contrario a estos métodos desaforados de guerrear, pero sus conocimientos de economía eran escasos. Atravesamos los 1950 con unos ocho años de paz y estabilidad relativas en las relaciones internacionales.

Pero cuando llegó el momento de que Eisenhower entregara el poder (había cumplido dos períodos), entró el presidente [John F.] Kennedy. Kennedy era un hombre bueno —lo mataron; a los hombres buenos con frecuencia los matan, ¿saben?—, pero él no tenía un entendimiento cabal de la situación. Y lo golpearon, primero que nada con lo que conocen como bahía Cochinos, cuando los EU, con Allen Dulles, ese derechista fanático, invadieron a Cuba con un ejército especial. Pero eso no salió tan bien. Entonces tuvimos la crisis de los proyectiles de 1962 en Cuba, y esa fue una sacudida terrible. Uno tiene que entender el impacto que tuvo ese terror sobre el pueblo de los EU y de Europa Occidental. He aquí que durante todo este período, de 1945 en adelante, la gente del mundo, en especial la de EU y Europa, estaba cada vez más aterrada por la idea de que iba a haber una guerra nuclear, y su miedo a las armas nucleares aumentó; creía que de algún modo este sería el fin de la civilización.

Encima, había películas en los EU, películas producidas por Hollywood, sobre monstruos extraños venidos del espacio, o sobre enormes hormigas, hormigas gigantescas, de tres metros de altura, que venían a comerse a la gente; ¡y esto se le enseñaba a los niños en los aparatos de televisión! No produjo un efecto muy bueno.

Entonces, un buen día, en 1962, de repente anuncian: Vamos a un enfrentamiento nuclear con la Unión Soviética. Y durante un período de días, en la crisis de los proyectiles, la gente estaba convencida de que sería calcinada en la mañana; y esto se prolongó como por cinco u ocho días. Así que tenemos a niños (y no eran en realidad niños, sino personas jóvenes, adolescentes) que vivieron en el terror; estaban en una sociedad donde las armas nucleares acabarían con la civilización; la hormigas nucleares gigantes iban a comerse a la gente chiquita, cosas así, los programas de terror de la televisión.

Y de pronto un día todo se convierte en realidad: Estamos por irnos a una guerra termonuclear generalizada por la cuestión de los proyectiles en Cuba. Esto le infundió a estos jóvenes un pavor para el cual no estaban preparados.

Vinieron otras cosas, en particular el asesinato del presidente Kennedy, que fue perpetrado por la derecha. Sabemos quiénes son. No sabemos los nombres de los asesinos, pero sabemos quiénes están detrás de ellos. Y el hecho de que supiéramos quiénes estaban detrás de ello, y que nadie tuviera el coraje de dar un paso adelante y limpiar la porquería, de perseguir a los responsables del asesinato de un Presidente de los EU, esto también fue aterrador.

Luego vino el lanzamiento oficial de la guerra en Indochina. Esto produjo un cambio cultural en los EU. Hasta entonces los EU habían sido, en cuanto a orientación, una nación fundada en el progreso tecnológico. El nivel de vida había aumentado mucho; la esperanza de vida había mejorado; las cosas por lo general mejoraban. Había esta condición terrible, esta condición política derechista, pero, sin embargo, en este período, desde el fin de la guerra en 1945 hasta 1964, hubo un mejoramiento generalizado de las condiciones de vida en lo económico en EU, Europa y demás, y en algún grado en México también, como algunos de ustedes sabrán de sus conexiones familiares u otras, y de sus estudios.

Pero entonces empezó a cambiar. Lo que sucedió fue que nuestros jóvenes, que estaban convirtiéndose en adultos, yendo a las universidades, se quitaron la ropa y dijeron: "Voy a regresar a la naturaleza. Ya no me gusta la tecnología. Vamos a cambiar a la sociedad".

Así que cambiamos a la sociedad; fuimos paso a paso hacia una sociedad posindustrial, lo que empeoró después de 1971–72, cuando [Richard] Nixon derrumbó el sistema monetario, el sistema original de Bretton Woods, y luego con la conferencia de las Azores de 1972, que estableció el sistema de tipos de cambio flotantes. Por supuesto, en México y en otros países en Sudamérica ustedes empezaron a sentir los efectos de este cambio de orientación. A veces los cambios de orientación ocurren paso a paso, pero toma algunos años antes de que uno comprenda qué significa el cambio en realidad.

Los banqueros asaltan a Iberoamérica


Los jóvenes mexicanos no cesan de hacerle preguntas a LaRouche
sobre la situación economica mundial.

Lo que esto significó, sobre todo para América Central y del Sur, fue un proceso, bajo el sistema de tipos de cambio flotantes, en el que las fuerzas angloamericanas venían a un país, como vinieron a México en 1982 (y a otros países ese año) y hundieron el valor del peso mediante un ataque especulativo contra el peso en el mercado de Londres. Entonces dijeron: "Abriremos México al FMI. Que el FMI y el Banco Mundial y Henry Kissinger vengan acá y les digan a ustedes qué hacer para adaptarse a la baja súbita del peso, que fue organizada por Londres". Y hubo una pelea grande aquí en ese entonces, y el presidente saliente, [José] López Portillo, tuvo muchas dificultades. Muchos de nosotros luchamos contra ello, yo luché contra ello. Luchamos contra ello con alguna gente de Argentina, con gente del Brasil. López Portillo tenía un acuerdo con el Gobierno de Argentina, pero luego los Gobiernos de Argentina y Brasil capitularon ante la presión de los EU, y López Portillo y México quedaron solos. Él pronunció un discurso heróico ante las Naciones Unidas, que la gente debe ver hoy para que entienda este asunto. Es un discurso memorable, una defensa de los principios de los derechos humanos, de los derechos de una nación.

Lo que sucedió entonces, en éste y en otros países, como en América del Sur y en Centroamérica, fue que el FMI le dijo a los gobiernos: "Tienen que reducir el valor de sus monedas". Los gobiernos respondieron: "Está bien, consentimos en hacerlo, pero eso significa que tienen que cesar los ataques desde Londres". Y les dijeron: "¡Oh! ¡Pero eso no es todo! Tendrán que aceptar un endeudamiento para compensar a sus acreedores por la diferencia entre el viejo valor del peso y el que acaba de reducirse".

A resultas, ningún país en América Central o del Sur en realidad le debe un centavo en obligaciones contraídas a ninguna potencia extranjera. El margen del pago de la deuda de estos países excede el total de la deuda existente en 1971, antes de la instalación del sistema de tipos de cambio flotantes. Toda la deuda América Central y del Sur es resultado de dicha operación.

Lo que pasó entonces, como ustedes saben hasta cierto punto en México, y por lo general ocurrió en otros países, fue que se decidió: "Bueno, obtendremos mano barata, ¡ahora! Estos países cuyas monedas hemos devaluado, sobre los cuales hemos impuesto esta carga de deuda artificial, estos países ahora trabajarán para nosotros barato. Así que ahora podemos empezar a cerrar las industrias estadounidenses, en las que la mano de obra es cara, y obtener mano de obra barata de los países que hemos arruinado por este método".

Lo que se tiene es algo como la antigua Roma, el Imperio Romano. Al derrotar Roma a sus adversarios al final de la Segunda Guerra Púnica, se dio a vivir de lo que podía robarle a los países que había conquistado. Comenzó a cerrar el empleo productivo de sus agricultores y otros, e introdujo la esclavitud a escala creciente. Para mantener contenta a la población romana le dió dádivas; le dio entretenimiento a las masas para mantenerlas quietas. "Vayan a ver a los gladiadores matar gladiadores. Vean a los leones comerse a los cristianos". ¡Entretenimiento de masas! Muy parecido a la televisión de hoy; como los espectáculos deportivos para las masas hoy.

Así que cambiamos el carácter de los EU, de la que fue, con todas sus fallas, la principal sociedad productiva del mundo, a una sociedad posindustrial depredadora. Una sociedad como la antigua Roma, corrompida por un apego a una política de pan y circo.

¿Quién cambiará el sistema?

Esto no puede continuar para siempre. Hemos llegado al punto en que el sistema se desmorona. Como dije, esto nos lleva a una situación en que se tiene a los Gobiernos de Europa, que son un poquito más cuerdos que el Gobierno que tenemos al presente en los EU, totalmente aterrados. Todos los principales círculos financieros, todos los principales círculos de gobierno de Europa están plenamente concientes de que el derrumbe generalizado del sistema monetario actual está en marcha. Están asustados, pero sienten que los EU son una gran potencia y aguardan a ver qué harán los EU. De ser nominado John Kerry ahora, y si las elecciones ocurrieran ahora, es probable que John Kerry fuera elegido por aclamación desde Europa, tal es la situación que tenemos. Todo el mundo quiere deshacerse de Bush y del Gobierno de Bush. Esa es su actitud. Tienen miedo, y con razón.

Pero no creen tener el poder para cambiarlo, y en cierto sentido eso es cierto, que nosotros en los EU tenemos una responsabilidad de hacer un cambio en nuestra orientación, de apartarnos de lo que ha ocurrido desde 1964 con el lanzamiento de la guerra de Indochina, y de adoptar una suerte de programa económico que en cierto sentido sea un eco de lo que Franklin Roosevelt hizo durante los 1930 y principios de los 1940; un poco distinto por las diferentes condiciones y demás, pero el mismo enfoque, la misma filosofía. Y establecer un nuevo conjunto de relaciones internacionales muy como las mejores que hubo entre 1946 y 1963, bajo el viejo sistema de Bretton Woods de tipos de cambio fijos.

Ahora bien, ello requiere ciertos cambios en la manera de pensar sobre la economía. Comparen la política económica o la política gubernamental en general al caso de una geometría cartesiana o euclidiana, y partan de eso como punto de referencia para ver cómo funciona la mente. La pregunta es: ¿cómo es posible que los gobiernos y los pueblos toleren, como lo han hecho por tres décadas ya, un sistema absolutamente insano, que ahora nos lleva en un cubo a tirarnos del abismo como lemmings? ¿Cómo llegamos a ser tan estúpidos, tan de súbito, como para permitir que esto nos pasara a nosotros en tanto naciones, en especial a los EU?

Bueno, fíjense en la geometría cartesiana. En una geometría cartesiana, o en una euclidiana (en cierto sentido son intercambiables), uno tiene ciertos supuestos. Estos supuestos no son supuestos con fundamentos científicos. Es decir, no se basan en cierto conocimiento de principios; se basan en lo que se denominan principios de suyo evidentes tales como aquellos concernientes a la noción de definiciones, axiomas o postulados. Y en general, con frecuencia en el llamado pensamiento lógico, dependemos de usar la analogía del argumento euclidiano o cartesiano para sentar pautas. La gente a veces le llama a esto "racional", y dice: "Ya que aceptamos los siguientes principios como autoevidentes, haremos, por tanto, deducciones lógicas de esos principios, y definiremos nuestras políticas y prácticas acorde a lo que esas deducciones nos prueben como, al parecer, correcto".

Pero, ¿qué si las definiciones son erróneas? ¿Qué si los postulados son erróneos? O, ¿qué si sólo algunos de ellos están equivocados? Entonces lo que sucede es que hay una falta de correspondencia entre la realidad y lo que piensas que es la realidad. Eso es lo que sucede. Es como yo empleo el término pecera. La sociedad alrededor del mundo en general funciona como personas que nadan como peces en una pecera, que creen que lo importante es encontrar la mejor posición para nadar dentro de ella, y le hacen caso omiso al hecho de que alguien puede estar cargando esa pecera, con todo y peces, para llevarla a un lugar y botarla por el desagüe.

Por tanto, no dependan de los supuestos axiomáticos que actúan sobre su mente como una pecera. Uno dice: "Tenemos que hacer esto". Decimos: "El libre comercio es necesario". Decimos: "La globalización es necesaria". ¡Pero la globalización está destruyéndonos! ¡El libre comercio está destruyéndonos! Porque, ¿cómo puede uno tener producción si el costo de ésta excede el precio del producto? ¿Cómo puede tenerse libre comercio y abaratar los productos, y darle a la gente salarios por debajo de los niveles de subsistencia, de lo necesario para mantener esa población? No puede hacerse. Por tanto, son supuestos de esta clase.

Entonces hubo el supuesto de los 1980, de que el progreso tecnológico es malo. Vean las armas nucleares. "¡La tecnología es mala! ¡Tenemos que hacer alto! Tenemos que encaramarnos a los árboles de nuevo". Encontrarán que muchas de las pautas sobre la energía nuclear y demás de hoy parten de esa actitud de "encaramémonos al árbol de nuevo", por el temor a las armas nucleares. Y la gente ya ni sabe el porqué adoptó esta posición neomaltusiana.

Perdimos infraestructura, perdimos ferrocarriles en grande en México y en los EU. Hemos perdido la capacidad pública de generación y desarrollo confiable de energía. Hemos perdido programas de desarrollo hidráulico, que son necesarios, digamos, en el norte de México, entre las dos sierras Madre. Sin eso no hay esperanza para esa región. Hemos perdido, nuevamente. . . No hay una línea férrea entre la Ciudad de México y la frontera estadounidense. Hemos perdido las cosas que son esenciales de la infraestructura: el PLHINO (Plan Hidraúlico del Noroeste) nunca se ha instalado en México, cuando allá por 1981–82 la intención era proceder con el PLHINO, el cual iba a transformar parte de la economía mexicana.

La infraestructura, entonces, ha sido cortada. Somos una sociedad parasitaria, que vive de chuparle la sangre al resto del mundo.

Encima de esto, ¡para nosotros tampoco funciona! Ya que producimos tan poco, los EU hoy tienen un déficit de cuenta corriente como de un billón de dólares al año. Es decir, estamos absorbiendo bienes, pero andamos atrasados casi un billón de dólares en los pagos a los que nos envían esos bienes. Por ejemplo: la producción mundial hoy se calcula en un valor neto como de 43 billones de dólares en productos. Pero, el monto de los derivados financieros en 2003, su movimiento, fue de 8.700 billones de dólares en obligaciones a corto plazo. Estas obligaciones a corto plazo son tan vastas en relación a nuestro producto, que el sistema financiero está en la bancarrota absoluta.

Ahora vamos a una condición como la de Alemania en 1923. Alemania apuntalaba al mundo en esa época a través de los pagos de indemnizaciones de guerra impuestas por Versalles; una deuda de guerra que Alemania no podía pagar, así que imprimía dinero para pagarle la deuda de guerra a Francia y Gran Bretaña. Estos pagos de indemnizaciones de guerra a Francia y a Gran Bretaña le permitían a estos países pagarle su propia deuda de guerra a los bancos de Nueva York. De allí que todo el sistema de Versalles dependía de que Alemania siguiera pagándole a Francia y Gran Bretaña, para que le pagaran a los EU. En 1923 todo parecía marchar bien: los alemanes imprimían dinero, billetes del Reichsbank, como hacen ahora en Japón para los EU; estamos inundando al mundo con yenes de modo hiperinflacionario. Vamos camino a una explosión como la que hubo en Alemania entre junio y noviembre de 1923, cuando la economía hizo implosión; el sistema se desintegró por completo, y hubo que recrearlo.

Este es el sistema, esta es la situación en la que nos encontramos ahora, y hay gente en Europa que lo sabe. Encaramos una crisis de desplome del sistema hipotecario, que está a punto de derrumbarse en los EU, así como en el Reino Unido y en otras partes. Todas estas burbujas están por desinflarse. Ahora se nos vienen encima a resultas de una onda larga de cuatro décadas, de cambiar lo que éramos en 1964 cuando nos metimos en la guerra de Indochina, a lo que hemos retrocedido a ser con nuevos supuestos, como la globalización, el libre comercio y demás; ahora llega a su fin.

El poder soberano del gobierno

Es obvio que si lo cambiamos con Roosevelt allá en 1933, podemos hacerlo de nuevo. El poder soberano del gobierno, del gobierno de un Estado nacional soberano, a partir del Renacimiento del siglo 15, deriva de que el gobierno no es legítimo si su cometido no es el de mantener el bienestar general de todo su pueblo, y que eso también incluye mantener el bienestar para la posteridad. No estamos haciendo eso ahora. Pero entonces, cuando un gobierno soberano asuma el poder, al enfrentar una crisis financiera como ésta, le dirá a sus acreedores, como dice Shakespeare con efecto en el Mercader de Venecia: "Puedes tomar la carne, pero no puedes tomar la sangre".

Por tanto, los gobiernos deben someter a las naciones y al sistema a una reorganización por bancarrota, como hizo Roosevelt en 1933. Y entonces asegurar que haya una continuidad en las funciones esenciales para mantener viva a la gente, y el crecimiento de la economía. Y el gobierno, mientras reorganiza a los bancos quebrados, debe crear grandes cantidades de crédito con el propósito de aumentar el empleo productivo, y aumentando el empleo productivo, restablecer el equilibrio económico. Al mismo tiempo debe haber un plan de alguna clase, que siga los mismos lineamientos, que diga: "Si estamos extendiendo crédito, ¿cuándo tendrá que pagarse? Y, ¿cómo podrá pagarse?"

Eso significa que hay que pensar de aquí a 25 o 50 años. Por ejemplo: tomen cualquier proyecto grande de infraestructura. ¿Cuál es el ciclo de capital, el ciclo de capital físico de un proyecto de esos, como un sistema hidráulico grande, grandes sistema ferroviarios de alta velocidad, o los sistemas de levitación magnética que ahora suplantan a los rieles? ¿Qué de los sistemas grandes de generación y distribución de energía, que con tanta urgencia se necesitan en los EU? Estas cosas son inversiones de un ciclo de 25 años, y con frecuencia exceden eso, con los grandes sistemas hidráulicos, que tienen un ciclo de capital de 50 años.

El gobierno, entonces, debe mirar al futuro y debe, en cierto sentido, gastar ahora en mejoras de capital que redundarán en mejoras en el poder productivo de la fuerza laboral, y que también aumentarán esta productividad lo suficiente para que de veras pueda reciclarse esta inversión de capital, y saldarla y reciclarla a lo largo de un período de 25 a 50 años.

La prognosis económica

Eso es lo que tendrán que hacer los gobiernos hoy. Por tanto, el asunto de la prognosis, en vez de tratar de pronosticar que el paraíso emanará de alguna medida monetarista o de libre comercio, tenemos que pensar en términos de la economía física. Tenemos que pensar en términos de de dónde vienen en realidad las utilidades, las verdaderas ganancias de la economía física.

Déjenme darles tan sólo un ejemplo de esto, lo clave. Si el hombre fuera un simio superior, lo que algunos políticos estadounidenses parecen creer, entonces la población de este planeta, bajo las condiciones ecológicas que habrían existido como por 2 millones de años, la población potencial humana nunca hubiera superado los varios millones de individuos, lo que es comparable a los potenciales demográficos de los simios superiores.

Pero el hombre no es un simio superior. El hombre es una criatura de una clase diferente; no es un animal, representa poderes creativos que ningún animal posee. Tiene la habilidad de cambiar la naturaleza humana mediante el descubrimiento de principios universales, tanto en términos de principios de la ciencia física como también de los procesos sociales. Aprendemos cómo inventar nuevas maneras de que el hombre desarrolle su propia condición. Y hoy se da cuenta de que tenemos más de 6 mil millones de personas en este planeta. Esto significa que el hombre es distinto a cualquier animal.

Y la ganancia es el margen, a la larga, el margen que nos permite aumentar la habilidad de mantener a una población más grande en un área territorial más reducida per cápita; la manera en que podemos desarrollar los océanos, y desarrollar al planeta como un todo de nuevas formas para superar las carestías, para aumentar los poderes productivos de la fuerza de trabajo. Esta es la verdadera ganancia. Esta ha sido la experiencia de, por ejemplo, la Europa moderna a partir del Renacimiento del siglo 15; de todos los grandes períodos, de los grandes períodos de construcción de infraestructura; de los grandes períodos de acrecencia súbita en las condiciones de vida de la gente. Vean la esperanza de vida a lo largo del siglo pasado. ¡Fíjense en ese gran aumento en la esperanza de vida!

Miren también la demanda de niveles educativos más altos. A principios del siglo 20 ocho años de escuela eran considerados suficientes para el empleo de la población en general en el trabajo. Para la Segunda Guerra Mundial, se consideraba necesaria una educación secundaria que calificara a la población para la tecnología y los requerimientos de esa época, la productividad superior. Hoy necesitamos una norma educativa superior, el equivalente a una educación universitaria, que capacite a la población para las clases de tecnologías, para los desarrollos tecnológicos que se requieren hoy.

Necesitamos una población que viva más tiempo, que sea más saludable, que esté mejor educada, que tenga más confianza, y que sea más feliz. Sin eso no podemos enfrentar estos desafíos de forma adecuada y, por tanto, tenemos que pensar en estos términos.

¿Cómo reconstruiremos a México?

Entonces, decimos: "¿De dónde viene esta mejora?" Al regresar aquí a Nuevo León, donde hay algunas instalaciones universitarias y un problema económico; donde en 1982 ésta era una ciudad siderúrgica, una ciudad de industrias, que han desaparecido desde esa época, aplastadas por estas circunstancias. . . ¿Cómo reconstruiremos a México? ¿Cómo detendremos el flujo de la población mexicana hacia condiciones desesperadas, agobiadas por la pobreza, virtualmente de trabajo esclavo en los EU? ¿Cómo le crearemos una oportunidad en México a la gente de aquí?

Bueno, ¡fíjense en la universidad! ¿Qué tiene que ver esto con aquello? Una ciudad universitaria como esta tiene el potencial de hacer precisamente lo que requiere la economía física: producir una población que participe en experimentar la historia, la historia de la ciencia, una que a través de sus propias actividades, y a través de las poblaciones asociadas a ella, pueda desarrollar nuevas industrias y poner en juego nuevas tecnologías.

Y esta es la forma en que debe manejarse una economía. Desde el Renacimiento, desde el Renacimiento del siglo 15 en Italia, la tendencia siempre ha sido la de usar los centros educativos, los centros de ideas, de ciencia física y de relaciones sociales, como motor del desarrollo de la sociedad, de la comunidad en general. Construyan sus industrias al lado de sus universidades. Lleven los efectos de las universidades a las industrias. Desarrollen a la población a través de extender el alcance de la educación, a partir de la universidad como un centro de educación, a las poblaciones e instituciones que las rodean.

Hay que crear lo que se llama un programa de impulso científico, como el programa espacial. El programa espacial no es un programa para poner gente en Marte, aunque a la larga pondrá gente en Marte, sino científicos exploradores que lleven a cabo investigaciones científicas que necesitamos. Tendremos que tratar de descubrir cómo funciona el sistema solar de una forma mejor, de descubrir algunas de esas cosas que determinan el modo, el destino de la Tierra, y tomar control de ellas.

Por ejemplo, tomemos el caso de la ecoesfera, la biosfera. Como saben, alguna gente consideraba que el planeta originalmente era abiótico, sin procesos vivos, y que entonces, en algún momento, surgieron procesos vivos, y luego, en algún momento, surgió el hombre, la persona pensante, la parte pensante de los procesos biológicos.

Pero, en realidad, si miran el planeta hoy, ustedes ven, ¿qué? Bueno, agua. ¿De dónde viene esa agua? El agua fue creada por la vida; los procesos vivos transformaron al planeta para producr los océanos. Los procesos vivos transformaron al planeta para producir su atmósfera; procesos vivos, cuerpos muertos, lo que llamamos la mayor parte de las áreas fósiles de las rocas aquí y en otras partes. Así que este planeta ahora es, en cierto sentido, un "planeta vivo". Obtenemos la mayor parte de nuestros minerales raros yendo a las regiones donde los fósiles han dejado depositadas concentraciones de estos minerales. Si sabemos dónde están, vamos y obtenemos los minerales. En algunos casos estamos consumiendo estos minerales de estas áreas más rápido de lo que los remplazamos. Así que tenemos que pensar en términos de administrar el planeta, de reproducir y sustituir, y de reprogramar el modo en que usamos ciertos minerales, y la manera cómo los desarrollamos.

Así que la ganacia en realidad es un aumento en la fuerza productiva del trabajo, que en lo principal surge a través de mejorar y desarrollar la mente, y de ello debe ser emblemática la educación; y organizar a la sociedad en torno a actividades que utilicen los descubrimientos de principio y tecnología que procedan de este proceso de educación asociado con la producción. El margen de mejora de la productividad potencial de la población es la verdadera medida de la ganancia.

Por tanto, lo que tenemos que hacer con el gobierno es diseñar sistemas monetarios que sean sistemas de comercio e inversión. Tenemos que diseñarlos y regularlos de tal modo que logren el cometido en el comercio, de alentar el desarrollo de la ganancia física, no sólo la ganancia monetaria; es decir, el aumento en los poderes productivos de la fuerza de trabajo, del nivel de vida y demás. Tenemos que diseñar nuestro sistema monetario, nuestro sistema impositivo, nuestro sistema financiero de un modo tal, que el dinero tienda a fluir de formas tales que promuevan estos efectos. Esta debe ser la función del gobierno.

En una economía saludable, moderna, alrededor del 50% del total de la actividad económica debe invertirse en la infraestructura económica básica, en cosas tales como la atención médica, la educación, la generación y distribución de energía, en sistemas de transporte público, gestión de aguas y cosas por el estilo. En general, estas son responsabilidades que le competen al gobierno, ya sea hacerlas, u organizar a las empresas de servicios o a las agencias de servicios públicos regulados a que las hagan. El resto corre por cuenta de la iniciativa individual del empresario y, en especial, del pequeño empresario, de la empresa que típicamente emplea de 5 a 200 personas. Estas son las impulsoras de la economía. Las grandes empresas por lo general no son buenas impulsoras del progreso tecnológico.

Es la empresa más pequeña, más vigorosa, con gerentes comprometidos a una misión, con gentes con una misión, las que en realidad son las grandes innovadoras del progreso tecnológico. Si ven el programa espacial de los EU en su mejor época, verán que el programa espacial dependía en lo principal de las industrias más pequeñas, de los laboratorios, de las empresas emprendedoras, las cuales, de hecho, desarrollaron la tecnología que usaron las empresas más grandes para fabricar los productos del programa espacial.

México y los EU

Así que, en cierto sentido, ese es el camino que debemos tomar. Como yo veo a los EU es que somos una gran potencia, en el sentido bueno y en el sentido malo. Somos una gran potencia en el sentido de la ilusión de que creemos que debemos ser un imperio, y esa es una idea muy mala. Es una manera muy mala de organizar la civilización. Sin embargo, somos una gran potencia en términos de la historia de nuestra creación. Y hay cierta imbricación entre la historia de los EU y la historia de México, las cuales están separadas en parte, y en parte juntas, pero se entrerrelacionan de varias maneras.

Por ejemplo, la gran lucha en México, como lo fue en los EU, pero en particular en México, fue la de integrar a la población que quedó del legado indígena, la llamada población nativa, con los inmigrantes de Europa, en la mayor parte españoles, ibéricos y otros. La pregunta era, ¿cómo unir esta población, en tanto población, en torno a un verdadero Estado nacional fundado en el sentido de la igualdad del individuo en la sociedad? Fue una lucha grande, prolongada, con muchos altibajos, como en el caso de nuestra lucha contra la esclavitud en los EU.

Pero siempre hemos sido, los EU y México, muy cercanos y muy especiales en este hemisferio, en parte por la relación entre los EU y México, y la relación de México con los países del sur. En épocas recientes, cuando hubo grandes luchas, en un período cuando México era más influyente y más feliz —antes de 1982—, México era un lugar adonde llegaban refugiados de toda Sudamérica a buscar amparo, como era el caso en la Ciudad de México. Y fue un gran centro de cultura, enriquecido por estos visitantes, que con frecuencia llegaban como refugiados, y que ayudaron a enriquecer la cultura mexicana de varias formas.

De allí que, por tanto, la idea de crear un Estado nacional, un Estado nacional soberano perfectible, con cierto tipo de actitud hacia otros Estados nacionales, la que es la lucha tanto en los EU como en México, es paralela, y éstas interactúan. Cuando a los EU le va mal, a México le va mal, y viceversa, esta clase de cosas. Así que, por tanto, es un caso típico de lo que tiene que hacerse alrededor del mundo. Tenemos que crear un sistema de Estados nacionales soberanos, que antes que todo existe en nuestras mentes. Es decir, la intención de parte de algunos que influyen en el curso de cambio en la sociedad, es la idea que tenemos de querer un sistema de Estados nacionales soberanos. Queremos que estos Estados nacionales cooperen; queremos compartir ideas en cuanto a lo que debe entrañar esa cooperación. No debemos tratar de homogenizar al mundo como proponen los globalizadores. Simplemente debemos decir: "Tenemos que establecer en principio ciertas ideas, como que la vida humana es sagrada, que debe defenderse el derecho de los individuos a su bienestar general, el derecho de los abuelos a ver a sus hijos con una vida mejor que la que tuvieron los abuelos", cosas como esas, la posteridad. Estas son ideas simples, las ideas del progreso. Debemos cooperar juntos, conversando el uno con el otro sobre cuáles son nuestras necesidades y nuestros principios en común.

Eso es lo grande de los EU: que no somos como Europa, no somos un sistema parlamentario, un sistema liberal. México y los EU no son Estados liberales, son sistemas presidenciales, constitucionales, en los cuales el Ejecutivo tiene la responsabilidad de administrar las cosas críticas de la vida cotidiana, sujeto a la fiscalización del lado parlamentario. Ese es nuestro parecido. Europa Occidental no tiene eso. Allá tienen sistemas parlamentarios controlados por sistemas de banca central; y los sistemas de banca central son sistemas privados de los financieros. Y a veces, cuando surge una crisis, como en Europa bajo Hitler, cuando estalla la crisis, los banqueros dicen: "Cobramos nuestras deudas. Que pague la gente". Mientras que en una república presidencial la Presidencia dice: "No. Atendemos a la gente primero. Los banqueros pasan a segundo plano".

Ese es el rasgo que tienen en común nuestras estructuras constitucionales, y nuestra historia. Y yo creo que si lográramos ciertas mejoras en la Presidencia de mi propio país, con lo que yo veo en México hoy, entre ciertas corrientes aquí, que hay la intención de reconstruir la relación, de reconstruir la cooperación. Y me siento optimista.

Lo fundamental en lo que tenemos que pensar es cómo apartarnos de esta idea de la mano de obra barata, de usar la fuerza de trabajo como si fuera ganado. Tenemos que pensar en la idea de aumentar los poderes productivos de la fuerza de trabajo mediante la educación y las oportunidades, a través de construir la infraestructura, la cual hace posible este desarrollo. Y tenemos que pensar en términos de resultados físicos, en términos humanos de la economía como la pauta con la cual medir los procesos monetarios, en vez de medir los procesos físicos con pautas monetarias.

Gracias.

Preguntas y respuestas

Pregunta: [Intérprete:] Quiere saber si las guerras en Iraq y Afganistán están relacionadas con este intento de parar el derrumbe monetario.

LaRouche: No exactamente. Están relacionadas, pero no es tan simple. Le daré una respuesta un poco más larga a tu pregunta, porque creo que es genérica en sus características a lo que yo sé de las relaciones mexicano-estadounidenses, y de las relaciones con algunos otros países.

En 1918, como mencioné, mediante el Tratado de Versalles se estableció un sistema por el cual la economía mundial, el sistema monetario, se fundamentaba en asignarle una deuda, una deuda de guerra a Alemania. Esta deuda de guerra supuestamente debía sostener las economías de Francia y Gran Bretaña, que estaban en bancarrota, y esto, a su vez, mantendría los pagos de Londres y París a los EU, para sostener a los financieros de Nueva York. Ese era el sistema, y no funcionaba.

Por esa época un grupo llamado la sinarquía internacioal, sabiendo que venía el derrumbe, decidió establecer gobiernos de una clase que hoy llamaríamos "fascista" —y ese fue el nacimiento del fascismo—, que impondrían por tanto las condiciones, en la situación de una depresión, que protegerían los intereses de los banqueros a expensas del pueblo. Así que de 1922 a 1945 Europa estuvo dominada por el avance del fascismo, desde Mussolini hasta Hitler, pasando por Franco y demás. Este fue el proceso.

Ahora bien, en esa época —y Gran Bretaña estuvo involucrada— Hitler llegó al poder con el apoyo de banqueros tales como los Morgan, Mellon, Du Pont, Harriman, y otros en los EU.

Sin embargo, Churchill habló con Roosevelt en 1940, cuando la Fuerza Expedicionaria Británica estaba en las playas de Dunkirk, y el Ejército de Alemania se aprestaba a atacar, y cuando el Ejército de Alemania negociaba con gente en Gran Bretaña para que ese país y su Armada se aliaran al sistema nazi, como lo hizo Francia.

Así que en ese momento, estos banqueros y otros, principalmente por razones del idioma, razones de la Unión Anglófona, decidieron que no quería que un dictador alemán gobernara al mundo y, por tanto, se aliaron con los EU a ponerle resistencia al fascismo.

Pero en el verano de 1944, cuando la invasión a Normandía había asegurado la derrota temprana de Hitler, ocurrió un viraje a la derecha en la política estadounidense que se señaló con la nominación de Truman para Vicepresidente de los EU. Al morir Roosevelt ocurrió un cambio fundamental en la política estadounidense, cambio que ya estaba en marcha. Grupos como los de Allen Dulles y demás negociaron con la SS de Hitler. La SS ya había estado negociando con Dulles en 1944, bajo Schellenberg, y había trasladado una enorme cantidad de riqueza robada, conquistada por los nazis luego de la derrota de Stalingrado, la había mudado a otras partes del mundo; y negociaba para tener una existencia en la posguerra en colaboración con los angloamericanos, contra la Unión Soviética. Ese era el plan.

Yo lo vi. Yo estuve ahí. Yo lo viví. He estado luchando contra estos tipos toda mi vida desde entonces. Ese fue el viraje a la derecha de los EU.

Ahora bien, este viraje a la derecha fue organizado por un británico, de hecho, por Bertrand Russell, el famoso dizque pacifista —¿saben? se es [pacifista] si uno mata a todo el mundo y se quedan quietos— que organizó la guerra nuclear preventiva como táctica. Venimos operando en los EU con una facción derechista: la facción bahía Cochinos, la facción Allen Dulles, la facción Nixon, la facción Bush y en especial la facción Cheney, porque Bush es un presidente bruto; él no sabe lo que hace, pero Cheney sí. Venimos funcionando sobre esa base, de establecer un imperio mundial mediante el terror nuclear y medios relacionados.

Esta no es la política de los EU en su conjunto. Los EU son en lo principal una nación de cobardes, y unas cuantas personas pueden intimidarlos hoy. Esta ya no es una nación valiente; ya no sirve para librar guerras, como ven en Iraq.

Así que esta es la situación. El impulso político de los EU no va en esa dirección. Pero hay una facción en los EU, como la de los que apoyaron a Hitler allá a fines de los 1920 y principios de los 1930. Esta facción sí tiene un designio imperial. Este es el grupo que está desencadenando el terrorismo por el mundo hoy; no viene de la izquierda, viene de la extrema derecha. Y la organización de extrema derecha hoy es la tercera generación del aparato de seguridad de la SS del general Walter Schellenberg, que hizo el trato con Dulles y compañía allá por 1944–1945; y que fue incorporada al aparato de la OTAN, y a los aparatos de seguridad de los EU y de otros países en base a combatir el comunismo. El argumento era que los nazis serían los mejores combatientes contra el comunismo, y ese es el problema.

Eso es lo que yo he venido tratando de poner al descubierto. He tenido una guerra grande con Cheney. Pueda que hayamos logrado tumbarlo, y lo cierto es que he trabajado duro por lograrlo durante los pasados dos años. Pero, ¡hay que librarse de ese monstruo! Y hay que librarse de los que están asociados con él en esta orientación política. Ese es el peligro. Quítese eso, sáquese al idiota de la Presidencia, y póngase ahí a un hombre con algo de cerebro, y no tendremos el problema.

¿Quién puede capear la tempestad?

P: Señor LaRouche, quisiera felicitarlo por un discurso muy interesante. Quisiera preguntarle, ¿qué lo alentó a ser tantas veces candidato a la Presidencia de los EU?

LaRouche: Bueno, esencialmente las razones que di aquí. Los EU, mi pueblo, y digo "mi pueblo", porque cuando uno contiende como candidato presidencial, uno contiende porque lucha por su pueblo, no por uno mismo. Nadie jamás debe lanzarse a ser Presidente de la República por ambición personal. Contiende sólo porque cree que se le necesita, igual a como una persona se arroja en un incendio para rescatar gente, porque alguien tiene que hacerlo, y tú estás ahí.

El asunto contra el que he venido luchando es precisamente este. Número uno: en todos estos años desde que terminó la guerra, cuando estuve en Asia y vi este asunto, y regresé, y vi a personas que yo creía combatientes valientes convertirse en cachorritos timoratos, aterrados de lo que les haría Truman, de quitarles su empleo o algo así.

Es a eso a lo que me he dedicado todos estos años. Y siempre he luchando por esta causa. Cuando contendí por la Presidencia en 1975, [fue] para tratar de parar la crisis de los proyectiles, y lo hice, fue exitoso. Puse al descubierto lo que Zbigniew Brzezinski traía entre manos, en un programa de televisión que difundí en mi condición de candidato presidencial, y di a conocer la información ampliamente —y yo tenía las pruebas de lo que traía entre manos— ¡y logramos detenerlo! Movilizamos gente suficiente como para parar esa guerra. Él planeaba escenificar un enfrentamiento nuclear con la Unión Soviética en ese período.

Entonces, en 1980, en base a ciertos cambios que estaban haciéndosele a la economía bajo Carter —pero Carter no era el responsable; eran Brzezinski y su pandilla—, se cambió el carácter de la economía estadounidense con la desregulación y otras medidas, que yo vi como la ruina de la economía de los EU. Por tanto, yo he venido luchando sin cejar y de forma repetida como candidato presidencial, porque no había ninguna otra persona que contendiera por la Presidencia, que luchara por estos asuntos. Probé estar en lo correcto, por lo que sigo luchando.

Pueda que no gane, pero seguiré luchando.

P: Buenas tardes. También quiero felicitarlo por un discurso tan bueno.

Mi pregunta tiene que ver con lo que usted dijo, de cómo en muchos países el sistema económico se basa en ganancias monetarias, en beneficios monetarios. ¿Cree usted que hay alguna nación o país hoy que trate de llegar a una situación en la que el enfoque sea realmente el crecimiento físico e intelectual, en vez del crecimiento monetario? ¿Cree que este país podrá capear la tormenta que se avecina?

LaRouche: Bueno, estás aquí en Mexico. Yo creo que México, en cuanto a los intelectuales, la intelectualidad de México, es típico de lo que uno encontraría en un grado u otro en varios países. Uno encuentra países que no están funcionando. Pero encuentra, como en los EU por ejemplo. . . Mira, no gustan de mí en el Partido Demócrata oficial, ¡pero yo tengo una base de apoyo financiero individual en los EU más grande que la de cualquier otro candidato! Así que el hecho de que uno tenga apoyo en la base de la población no significa que uno vaya a ser presidente, porque el factor dinero tal vez pueda sobreponerse a ese factor; eso es lo que hacen.

Cuando uno toma eso en consideración, para ilustrar el asunto, de que en todos los países hay personas, y en general son las personas más inteligentes cuando no se sienten desalentadas, frustradas, las que tienen esa clase de ideas en realidad: "¿No habrá manera de que podamos hacer una vida mejor?"

Esto es especialmente cierto de tu generación. Tu generación en todo el mundo hoy —la que tiene entre 18 y 25 años de edad, ese es el grueso de la población universitaria— entiende que el mundo que le ha legado la generación de sus padres es un mundo que no puede sobrevivir. Los padres viven en un mundo de ilusiones, en un "nicho de comodidad", en la esperanza de que la crisis se pospondrá, que de alguna forma podrán soñarse una salida a esta crisis, que se pospondrá. Ustedes, los más jóvenes, que tienen por lo menos 50 años de vida por delante, entienden que esto los golpeará en el transcurso de sus vidas, y ven las condiciones de una gran cantidad de personas, en especial cuando están en la universidad, y su conciencia se emociona por lo que estudian. Pero ven a los pobres de México, por ejemplo, como yo veo a la gente pobre de los EU, y dicen: "¿Cuáles son sus posibilidades? No tiene la menor posibilidad. Esta es nuestra gente. ¿Vamos a dejarla morir y quedarnos como si nada si tenemos un poquito de privilegio?"

Así que ustedes encuentran que es natural que la gente de su generación hoy, y en especial la más activa en lo intelectual, diga: "¡Esto no puede continuar!" Y en todos los países veo eso, en todo el mundo; lo veo en los EU, lo veo en Europa. Tenemos movimientos de juventudes. En los EU; tenemos uno prometedor aquí en México; se mueve. Hay una voluntad entre los jóvenes de empezar a prepararse, no para ocupar los principales cargos de gobierno, sino para tomar poder suficiente en el sistema político de movilizarlo para lograr esta clase de objetivos.

De modo que sí, lo tenemos. México es particularmente afortunado en este respecto debido a la historia mexicana, debido al legado interno de la lucha de México por desarrollarse contra mucha adversidad. De allí que la gente lo lleva arraigado en sí más de lo que sabe, ya que desde los 1820, en especial, todas estas guerras y luchas han tomado arraigo aquí; las luchas de los 1920 de las guerras cristeras están arraigadas en la gente hoy. La formación de una constitución de paz social en México está arraigada en la gente. Cárdenas, Lázaro Cardenas, está arraigado en el pueblo hoy. Lo mismo en los EU.

Tenemos gente arraigada en eso. La pregunta es, ¿cómo nos movilizamos nosotros mismos y a la gente en nuestro entorno, para hacer que la gente así movilizada sea la base del poder subyacente de gobierno, en vez de que lo sea una pequeña camarilla financiera que controle los partidos desde arriba, que controle al pueblo, que controle el proceso político en detrimento del pueblo? Ciertamente no destruiremos nuestra economía con ideas descabelladas. No arruinaremos la economía, no arruinaremos el sistema financiero, así que deben calmarse. Pero sí queremos justicia para todo el pueblo, y estamos convencidos de que podemos lograrlo. Y ya que sabemos más economía que la mayoría de las personas, les digo: ¡Podemos hacerlo!

P: [Intérprete:] ¿Es cierto que grupos de poder de la clase alta financian el enfrentamiento de grupos entre sí en los EU y México?

LaRouche: Absolutamente, absolutamente. Es totalmente cierto. Es en todo el mundo. La tendencia sinarquista, la llamada tendencia sinarquista internacional es lo clave. Es algo largo de contar, pero sólo para indicarles que yo tengo las pruebas:

Yo, debido a ciertas experiencias, debido a cierto acceso a cierta información, me he convertido en un perito internacional en la historia del ala derecha del sinarquismo a nivel internacional, y puedo decirles que hay fuerzas en los EU hoy, y en Europa, y extendiéndose por otras partes, que son fuerzas financieras en la tradición de la oligarquía veneciana, en los EU, en Europa y que están penetrando aquí, que tratan de establecer su clase de dictadura. Y eso es lo que combato.

Ese es el enemigo. Yo enfrento problemas políticos de dos clases: tengo tontos y enemigos. A los tontos trato de desatontarlos. Cuando digo "desatontar", quiero decir que la gente se hace tonta porque está asustada; se asusta y se retira a sus temores, y dice: "No te metas en problemas". Y algunos de nosotros tenemos que meternos en problemas para salvar a esta gente, y encontramos que si evocamos lo que Schiller llama lo "sublime" —"das Erhabene", en alemán—, que si se toca este aspecto de las personas, y se les inspira a ver que hay un medio de resolver el problema, en vez de sólo decirles qué tan terribles están las cosas, funciona.

¿Saben? Yo le digo a la gente cosas teribles, pero no le dijera a la gente cosas terribles sin proponerles que hay algo bello, que es una alternativa a lo terrible. Y en la medida que la gente tiene confianza en que hay una solución, tenderá a movilizarse en pos de ella en condiciones de crisis. Y así, para la gente débil, asustada, podemos lograr que Sancho Panza se levante del trasero, y ¡hacer de él un ciudadano!

P: ¿Puede decirme cuál es su interés político específico en México, dado el hecho de que es sabido que algunos grupos que comparten sus ideas han saboteado la campaña del candidato presidencial del PRI [sic], Jorge Castañeda?

LaRouche: El problema se remonta a 1982. Tú sabrás que la forma en que sucedió fue la siguiente. Había una tradición largamente establecida de las instituciones mexicanas a lo largo de los 1970. Cuado llegó la crisis, con la crisis de las Malvinas en 1982, hubo reuniones en México, en particular, en torno a la crisis de la guerra de las Malvinas. Yo, por supuesto, encabezaba desde los EU el esfuerzo de organizar la oposición a cualquier apoyo de los EU a los británicos en la guerra de las Malvinas. Estuvimos a punto de ganar, pero no ganamos, como sabes.

Así que, por tanto, hubo reuniones aquí, en la Ciudad de México, conmigo y con mucha de mi gente en ese período, incluyendo esa ocasión en la que yo hice una suerte de alianza con el presidente López Portillo en torno a este asunto y asuntos relacionados. En ese entonces, puedo decirte, México estaba lleno, en particular en torno al PRI, de gente que. . . tienes que tener una idea del espíritu que había en la Ciudad de México en agosto–septiembre de 1982. En la Ciudad de México, en torno al PRI, había cierto grado de optimismo, un espíritu de combate de los que no se ven con frecuencia en la historia. Había gente buena. También había problemas. Pero a veces, cuando hay una movilización en pro del interés nacional, uno arrastra a gentes que son las menos probables, las más corruptas, o las que aparentan ser las más corruptas de ayer, que de pronto se te unen, apoyan una causa buena, porque hay algo en ellas que puede redimirse, que sale a relucir bajo esa condiciones.

El problema ha sido la tremenda desmoralización que se le impuso a México en octubre de 1982, la cual en realidad destruyó al PRI, y la erosión, la presión que ha sufrido el país desde entonces. Quiero decir que, uno toma a una persona que era un dirigente conciente de México, y yo puedo hablar por ella en cierto grado y en cierto sentido, y ve que a su país se le destruye paso a paso bajo presión extranjera. Uno ve al Presidente de México capitular a las presiones extranjeras de un modo destructivo, y uno entiende lo que sucede; uno entiende porque alguna gente tan sólo se rinde. Cuando la gente tiene miedo, y abandona su moralidad por temor, tiende a corromperse, no porque sea intrínsecamente corrupta, sino porque el miedo corrompe, porque la desmoralización corrompe.

Ustedes, los jóvenes, son decisivos, porque cuando uno encuentra un viejo chocho de 50 años de edad, que a duras penas se mueve —la generación de sus padres— y cuando ustedes los jóvenes se movilizan y dicen, "Vamos a construir un futuro porque ustedes son los abuelos de sus bisnietos", agarran a la gente mayor que ha abandonado la moralidad, y pueden inspirarla a la tarea de encontrar su alma de nuevo, y encontrarán las mejores cualidades en ella.

Así que creo que hay que ver esto de un modo histórico, como lo hago yo. Conozco algo a estos estratos dirigentes de México, históricamente. He tenido experiencia con ellos. Los he visto subir a la altura, a la grandeza, a la grandeza de nivel mundial. Es el momento en que López Portillo pronunció ese discurso en las Naciones Unidas. ¡Deben verlo alguna vez! Ustedes estudian asuntos internacionales, ¡vean ese discurso! ¡Escuchen sus palabras! Conozcan la situación en la que habló; un momento cumbre de inspiración para el pueblo y las instituciones de México.

Entonces, vean lo que sucedió después, y vean cómo la gente se ha tornado "realista". y cuando la gente se torna "realista", se hace inmoral. Es cuando uno es idealista que alguna gente lo maldice, si de verdad uno inspira. Y uno obtiene de ello en sí mismo el poder de influir a las generaciones más viejas, de sacarlas de la corrupción, de decirles: "Mamá, papá, abuelos: ¡Hagámoslo otra vez!"