Análisis de LaRouche Resumen electrónico de EIR, Vol. III, núm. 15

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'Una verdadera plataforma demócrata para noviembre de 2004'

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Presentación

por Lyndon H. LaRouche
30 de julio de 2004

A los ciudadanos de los Estados Unidos de América. Amigos míos:

Por el bien del Partido Demócrata, y de todos los ciudadanos de los EU y de su posteridad, debe circularse de forma generalizada una declaración de principios desacostumbradamente dura ¡la plataforma anexa! a tiempo para la convención nacional en Boston. Al presentar y adoptar ésta, estoy convencido de que tenemos que derrotar el intento de perpetuar el Gobierno de Bush y Cheney (¿o de Cheney y Bush?), primero, sacando de inmediato a Cheney del Gobierno (porque si no, quizás no haya elecciones en noviembre de 2004) y, segundo, aportando un nuevo presidente y una nueva coalición bipartidista en el Congreso, sin DeLay.

Todo lo que intentemos hacer con esos fines, no tendría sentido alguno —como insisto en esta plataforma anexa— si nuestro partido no abandona la vía de la fantasía que ha dominado a la mayoría aplicable de la opinión popular, y a los órganos de difusión en las campañas de las primarias presidenciales más recientes. Para ganar hoy, nuestra gente tiene que reconocer finalmente ciertos hechos fundamentales de los que ahora depende con urgencia la existencia continua de nuestra nación, y aun más.

En circunstancias similares a las que hoy embisten, Franklin Roosevelt decía: A lo único que hay que temerle es al temor mismo. Esto significa que debemos declarar ahora como entonces, que la mayor amenaza que enfrenta nuestra nación es la negación histérica a la realidad que manifiestan muchos dirigentes políticos, y la población en general. Como decía Roosevelt entonces, estas expresiones de miedo, cuya manifestación típica es la negación de lo que en verdad hay que temer, representan ahora, en y de por sí, el mayor peligro para todos nosotros. Estas negaciones de la realidad son ilusiones expresadas en palabras como: “¡Ellos nunca dejarán que ocurra!”, “Tenemos que estar con el sistema”, o “¡No me vengas con grandes ideas; tengo que preocuparme de lo que pasa en mi comunidad local!”

Por tanto, tenemos que alentar a nuestro pueblo a levantarse de su trinchera personal de negar la realidad en la que ha estado esperando a que la realidad le arroje granadas a sus presentes escondrijos ideológicos. Nuestros ciudadanos deben dejar de pensar como las víctimas habituales que ruedan en los aromas de los autoengaños populares; nuestro partido, en apego a la tradición de ese gran Presidente, debe infundirles el valor de enfrentar y conquistar la interconexión de la implacable realidad de un repunte de la depresión económica, y de la guerra mundial hoy en expansión.

Por ejemplo, hay ciertos personajes políticos destacados a quienes no mencionaré aquí, quienes, al parecer, de encontrarse sus padres en un hotel en llamas, discutirían como sigue. Uno diría con calma, pero con decisión: “¡Tenemos que salir de aquí! Levantémonos y vámonos”. El otro gritaría histérico: “¡Deja de hablar así; puedes asustar al bebé!” Debemos estar calmados, pero decididos, al determinar tomar estas medidas que nuestra nación hoy necesita de nosotros.

Así, en resumen, nuestra nación y el mundo están en garras de una crisis de desintegración monetario–financiera global que arremete, una crisis económica mucho más siniestra, con incertidumbres más graves, que cualquier amenaza similar en la memoria reciente del mundo. Para quienes de veras conocen la historia moderna y la era actual de las armas nucleares, esta crisis representa una amenaza en potencia mayor que la desatada en el intervalo de 1929–1945. En este momento de crisis, hay problemas serios que, de no corregirse, no sólo pueden arruinar la supuesta candidatura presidencial de John Kerry, sino a nuestra nación. Esta ruina quizás fuere inevitable, a no ser que el candidato del partido estuviere dispuesto a adoptar ciertos principios probados una y otra vez en crisis pasadas en la historia de nuestra nación, como las de la presidencia de Franklin Roosevelt, principios que podrían llevarnos con seguridad de este peligro a tiempos más felices. Por tanto, presento la plataforma anexa.

Tenemos que ganar la Presidencia de los EU, pero para hacerlo, también tenemos que luchar a sabiendas de que esa victoria de ningún modo es inevitable en este momento. En tanto que luchamos por la Presidencia de los EU como exige la realidad de la situación actual, también necesitamos con urgencia elegir una coalición con un propósito común entre la mayoría de los demócratas y los republicanos del Congreso. Para ganar en las circunstancias de las semanas y meses por venir, el partido debe ya, de súbito, cambiar su modo de hacer las cosas.

El rasgo característico que distingue la siguiente plataforma, es que pone el acento en el tema de la clase de futuro que queremos para los adultos jóvenes, aquellos de entre los 18 y los 25 años de edad, que hoy son el emblema del futuro de nuestra nación.

Fraternalmente suyo,

Lyndon H. LaRouche.


La clave para que el Partido Demócrata gane la elección presidencial de noviembre en los EU reside en el poder organizativo del Moviemiento de Juventudes Larouchistas guiado por la platafroma demócrata de LaRouche.