Internacional


Documentación: Discurso de LaRouche

Necesitamos un nuevo Tratado de Westfalia

Lyndon LaRouche dio el siguiente discurso de apertura en un seminario que EIR celebró el 12 de enero de 2005 en Berlín, Alemania. El moderador fue Michael Liebig, director ejecutivo de EIR para Europa.

Liebig: Es un privilegio darles la bienvenida a todos a este seminario estratégico aquí en Berlín, auspiciado por EIR. Mi nombre es Michael Liebig. Pertenezco a la oficina de EIR en Wiesbaden [Alemania]. El señor LaRouche decidió que la profundidad de los temas que estamos debatiendo en este seminario, aquí, hoy —y mañana—, requiere una discusión que va más allá de un día de trabajo, de modo que el seminario habrá de prolongarse hasta mañana en la tarde.

La historia previa de este seminario se remonta a las secuelas del 2 de noviembre de 2004, cuando Helga Zepp–LaRouche propuso que, en vista de lo sucedido, convocáramos lo antes posible a un seminario que abordara las relaciones euratlánticas y eurasiáticas en el marco de la crisis económica, financiera y estratégica sistémica. . . Así que el señor LaRouche aceptó estar disponible en enero, y ampliar el tema de discusión para que abordara asuntos político–culturales fundamentales, que por lo general tienden a descartarse al debatir las relaciones euratlánticas y eurasiático–euratlánticas, para mejor abordar generalidades y consignas. El señor LaRouche ha provisto un amplio marco conceptual para emprender dicha discusión en dos artículos publicados por la revista EIR [“Toward a Second Treaty of Westphalia: The Coming Eurasian World (Hacia un segundo Tratado de Westfalia: el mundo eurasiático venidero), en su edición del 17 de diciembre de 2004, y “The Dialogue of Eurasian Civilizations: Earth’s Next Fifty Years” (El diálogo de civilizaciones eurasiáticas: los próximos cincuenta años de la Tierra), en la del 7 de enero de 2005].

Lo que abordan los dos textos, y lo que discutiremos hoy y mañana, es un análisis de fondo del campo de batalla político en los Estados Unidos. Específicamente, la función de liderato que desempeñan el señor LaRouche y su movimiento en cuanto al Partido Demócrata, y en cuanto a las instituciones estadounidenses. Y una comprensión, una comprensión adecuada de esta situación en los EU, la cual (y hablo por experiencia propia) sí representa un problema de envergadura en Europa —y no sólo en Europa—, donde, a pesar del mucho conocimiento y discernimiento sobre la situación estadounidense, simplemente hay una tendencia a tener una comprensión no lo bastante diferenciada, en términos de la dinámica interna de la política estadounidense.

Por tanto, correlacionar la comprensión de la situación de los EU con la cuestión de construir una nueva base para las relaciones euratlánticas y eurasiático–euratlánticas sobre un cimiento sólido, sostenible y que no sea “rollero”, será un aspecto central en los próximos dos días.

Dicho esto, de nuevo recalcaría que queremos enfocarnos en las cosas que por lo general no abordan estos seminarios —como dije, para mejor tocar fórmulas y consignas—, cosas que tienden a ser temas tabú, a ser caracterizadas como “demasiado pesadas” para incluirlas en debates de esta clase. Y, como queremos hacerlo, lo hacemos —y eso espero— de modo socrático, en el sentido de que tendremos una combinación de aportes y libre discusión. Pero, les imploraría a todos que esto ocurra de forma socrática, de modo que no nada más tengamos “montones de ideas” aquí o “montones de conceptos” allá, unos tras otros, sino una verdadera dinámica de discusión que aborde el concepto medular en evolución en el transcurso de este seminario.

Enfrentaremos ciertos apremios de tiempo y fricciones, pero creo que esa es la característica de cualquier seminario bueno. Habiendo dicho eso, le pediría al doctor [M.K.] Saini de la India que diga unas cuantas palabras con relación al desastre del tsunami, antes de empezar con el discurso de apertura del señor LaRouche. Por favor.

Saini: Mucha gente ha muerto en la tragedia del sudeste de Asia, en particular India e Indonesia fueron los que recibieron el peor golpe, y Sri Lanka, y debemos ponernos de pie por dos minutos para presentarle nuestros últimos respetos a aquellos que murieron en la tragedia. Esperemos que sus almas descansen en paz. ¿Podemos ponernos de pie por dos minutos?

Liebig: Ahora quiero pedirle al señor LaRouche que de inicio a su discurso de apertura, el cual, como decimos en alemán, es la Diskussionsgrundlage [base de discusión] de este seminario. Por favor.

Lyndon H. LaRouche

Lo que voy a presentarles contradice los supuestos diplomáticos y relacionados de que parten las discusiones a nivel internacional hoy día: que, en el período inmediato, en especial con el desplome financiero que nos embiste —y que ahora es inevitable—, lo que la gente cree hoy ya no seguirá creyéndose. El sistema está viniéndose abajo. El sistema monetario–financiero mundial actual está acabado, y nunca habrá de recuperarse. Está sucediendo ahora. Cuándo ocurrirá oficialmente el desplome con exactitud no es seguro, pero será pronto. Y, en términos del sistema mismo, no habrá remedio alguno que permita nunca su recuperación en tanto sistema, otra vez, en la historia futura.

Así que nos encaminamos a un período, ya sea de caos, que podría ser una Era de Tinieblas, o a uno en el que los supuestos de las relaciones entre los Estados, en especial con respecto a las relaciones económicas y otras relacionadas, cambiarán por siempre, sea para mejorar o para algo mucho peor.

Como dije, estamos frente a una potencial nueva Era de Tinieblas.
Esto quedó claro, este proceso, o esta parte del proceso, la mañana después del 7 de noviembre de 2000, cuando un candidato presidencial demócrata, Al Gore, se ganó la derrota en la elección presidencial por su propia necedad, e introdujo un factor muy peligroso. No sólo a un presidente, George Bush, quien está mentalmente enfermo y es incompetente, y en esencia es un títere de gente como George Shultz y más en lo inmediato, de su vicepresidente Dick Cheney. Sino también a un Vicepresidente y un [George] Shultz que están comprometidos con un plan de usar nuevas armas nucleares en desarrollo como parte de un arsenal de guerra nuclear preventiva planetaria, donde la primera nación en la mira —desde el instante en que el señor Cheney juramentó como vicepresidente— fue Iraq.

Nada de lo sucedido después afectó la decisión de invadir a Iraq. Fue una decisión predeterminada, que había sido la política de Cheney desde que fue secretario de Defensa de George Bush padre. Y no cejó; se esforzó en lograrlo. Hay un grupo internacional llamado los “neoconservadores”, que está a favor de esto.

La internacional nazi

Estas personas, para dejar claro esto. . . Y no exagero un ápice en lo que voy a decir: la fuerza detrás de Cheney y detrás de Shultz es lo que antes conocíamos como la internacional nazi. Sin exagerar. No es una comparación; es un hecho. El mismo grupo, como el de Lazard Frères en París, y los otros grupos que participaron en los acuerdos de Versalles, quienes establecieron los acuerdos sobre las reparaciones [de guerra] de Alemania en Versalles, formaban parte de un plan de un proceso que llevó a que los británicos impusieran a Mussolini en el poder en Italia por conducto de Volpi di Misurata, el verdadero autor del fascismo italiano, salido de Londres.

Y estas personas tenían un plan para aplastar a Europa usando las reparaciones de guerra contra Alemania; es decir, Alemania no podría pagar las reparaciones, pero éstas estarían programadas para que fueran a dar primordial y directamente a las manos de Francia e Inglaterra, que estaban en quiebra a consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Esto crearía una situación en la que el sistema monetario se desplomaría —el sistema monetario de Versalles—, como sucedió, y entonces crearían un nuevo sistema monetario, como lo crearon en 1931, llamado el Banco de Pagos Internacionales, el cual aún existe. Un miembro decisivo del Banco de Pagos Internacionales fue Hjalmar Schacht, quien fue uno de los autores de la instauración del Gobierno de Hitler, y era un agente británico; específicamente un agente del jefe del Banco de Inglaterra.

El plan era crear un nuevo sistema monetario basado en un cartel financiero internacional. Este cartel financiero, conformado por intereses bancarios privados, intereses financieros privados de corte veneciano, en esencia devino en el Gobierno de Europa. Planificaron una guerra. Planificaron movilizar a Europa, con Hitler —poniendo a Hitler en el poder en Alemania— como su instrumento, para encabezar una guerra que al principio se suponía estaba dirigida directamente contra Rusia, contra la Unión Soviética primero. Pero entonces, debido a las discusiones entre el Gobierno soviético y el Gobierno alemán, a los acuerdos Ribbentrop–Molotov, como se conocieron, los británicos tuvieron que cambiar su plan. En un principio la idea era que Alemania atacaría a los soviéticos, y quedaría atrapada muy entrada en territorio soviético; luego los franceses y los británicos atacarían a los alemanes por la retaguardia (que es el ardid favorito de los británicos).

Pero, debido al cambio. . . Y esto, por supuesto, ocurrió en el marco de la visita del mariscal Mijaíl Tujachevsky a Francia, en particular. El fracaso de la misión de Mijaíl Tujachevsky fue la señal de que la cosa estaba en marcha, aun antes del tratado, y se firmó el pacto de Molotov. Así que, en ese momento, los británicos y los franceses supieron que tenían que involucrar a los estadounidenses; no querían involucrarlos porque temían que, de entrar en la guerra, saldrían como una fuerza dominante. No quisieron a los estadounidenses en la guerra, sino hasta mediados de los 1930.

Pero entonces, después de botar a Eduardo VIII, quien era demasiado cercano a Hitler en ese tiempo, la gente que apoyó a Hitler, en particular de entre los angloamericanos, cambió hacia una posición contraria a Hitler —de forma gradual—, [aunque] no todos. Lord Beaverbrook todavía estaba a favor de Hitler en mayo de 1940. Lord Halifax seguía estando a favor de Hitler en ese período. Recuerden, Beaverbrook se convirtió entonces en el ministro de propaganda de los británicos en la Segunda Guerra Mundial, y a lord Halifax lo enviaron a Washington como embajador británico ante el Gobierno de [Franklin] D. Roosevelt.

Luego, el grupo de Nueva York que apoyó a Hitler —que incluía a [Averell] Harriman, a la familia de Harriman, y que por supuesto incluía al padre del actual senador Ted Kennedy, Joe Kennedy— hasta este período había estado a su favor; fueron cambiando de forma gradual. Fueron contrarios Hitler, pero seguían integrando el cartel financiero internacional que creó la invasión nazi de Europa y la guerra.

La muerte de Roosevelt

Al final de la guerra, con la muerte de Roosevelt, las políticas de los EU cambiaron por completo, en lo estratégico; el día que Franklin Roosevelt murió, al día siguiente. Roosevelt estaba comprometido a acabar con el colonialismo en el mundo después de la guerra. No era una mera descolonización, sino un programa específicamente dirigido por los EU para convertir a las antiguas colonias en Estados nacionales modernos. Esto lo propuso, por ejemplo, en la reunión con Churchill, en la que éste estaba muy alterado por esta propuesta, que detallaba cuáles eran los planes del Gobierno de los EU para África, en especial el norte de África, al término de la guerra. Y había programas parecidos para India y otros países.

La idea era que usaríamos el poderío militar, el poderío económico, que habíamos desarrollado para la guerra en los EU: convertiríamos a estas industrias que movilizamos para la producción bélica, las convertiríamos en industrias de apoyo a la formación de capital en los países en vías de desarrollo. La intención era crear un orden mundial entre los Estados nacionales soberanos, que remplazara la clase de sistema dominado por Europa que antes existía.

Esto podía considerarse el prospecto de un segundo Tratado de Westfalia: ir más allá de lo logrado al acabar con las guerras religiosas, como tal, en Europa, con el Tratado de Westfalia; un sistema de naciones en el que cada una de éstas esté más que nada comprometida al bien común de todas, primero, y después al suyo propio. Y, mediante está suerte de compromiso, crear un orden de Estados nacionales soberanos en este planeta, que de ahí en adelante significaría el sistema de seguridad, así como el fomento del crecimiento económico, para el futuro de la humanidad.

Un día después de la muerte de Roosevelt, un hombre muy pequeño —[Harry] Truman—, un hombre muy estúpido, un hombrecillo avieso, que no era sino un instrumento de Harriman y compañía. . . Estos tipos hicieron varias cosas. Un amigo mío, por ejemplo, participó, a nombre del Emperador de Japón, en negociaciones con los EU y otras potencias en Italia, a través de la Oficina de Asuntos Extraordinarios del Vaticano, en ese entonces a cargo de [Giovanni Battista] Montini, quien luego sería Paulo VI, para lograr un tratado de paz. El tratado de paz dependía de reconocer la posición del Emperador en tanto jefe de Estado en el período de la posguerra. El razonamiento era que si el emperador permanecía como jefe de Estado, Japón conservaría su unidad, no se dividiría, y, por tanto, habría una solución viable.

La muerte de Roosevelt acabó con eso. El Gobierno de Truman suprimió la existencia de ese acuerdo, negociado a través de la Oficina de Asuntos Extraordinarios del Vaticano, con el fin de arrojar armas nucleares —sin necesidad— sobre Hiroshima y Nagasaki. El propósito era establecer un imperio mundial basado en la premisa del control angloamericano de los arsenales nucleares. Fue una política diseñada por ese gran pacifista, Bertrand Russell, un enemigo de la humanidad que decía que tenemos que usar armas nucleares para la guerra nuclear preventiva, a fin de establecer el gobierno mundial, el imperio mundial.

Esa política, que Truman expresó con sus acciones en ese período, la política de Russell, ha continuado. ¿Qué pasó? La guerra de Corea no salió como la planearon del lado estadounidense. Salió a relucir que la Unión Soviética tenía un arma termonuclear desplegable, cuando los EU todavía no tenían una. Así que suspendieron la guerra nuclear preventiva, por el momento. Y hubo un viraje hacia la “disuasión nuclear”, desarrollada, de nuevo, bajo la dirección de Bertrand Russell, y que llegó a conocerse como la [política de la] destrucción mutuamente asegurada (o MAD), que es lo que intenté detener tiempo después (no sin cierto éxito, aunque sin triunfar).

Así, lo que ahora sucede es que, con el desplome de la Unión Soviética, en vez de un nuevo arreglo como el que buscábamos con la IDE (Iniciativa de Defensa Estratégica—Ndr.). . . El presidente [Ronald] Reagan, con todos sus defectos y otros problemas, estaba dedicado en serio a esa perspectiva. Estaba dedicado a esto porque, entre otras cosas, con todos sus defectos, estaba comprometido con el legado de la presidencia de Franklin Roosevelt. Y, por consiguiente, éste era su sentir, y lo expresó de forma sincera y honesta. Yo diseñé la política, a detalle; él la adoptó, tal como la diseñé.

[Yuri] Andrópov la rechazó y, como resultado, estalló el pandemónium. Y también para mí, en lo personal, porque lo que casi había logrado trastornó tanto al aparato, que me querían fuera de su camino a como diera lugar. Sólo que no querían atribuírselo.

El derrumbe de la Unión Soviética, que ya era patente en 1989, tomó a todos por sorpresa; no lo previeron. Dicen que lo previeron, pero no lo previeron. No entendieron la situación. Los cegaban sus propias fullerías.

El redespliegue de los nazis en la posguerra

Pero, en aquel momento, respondieron de inmediato reviviendo la internacional nazi. Y esto no fue algo que sacaron de su tumba: la internacional nazi nunca murió. Por ejemplo. . . El caso de Pinochet es un ejemplo de esto, el Gobierno de Pinochet. Les mostraré la importancia para lo que discutimos hoy, de este suceso en particular.

Allen Dulles fue un socio clave del apoyo internacional a los nazis; él y su hermano John Foster Dulles, y en principio, el hermano menor Avery Dulles, el cardenal —quien ahora está en Roma— que es pertinente en cuanto a la corrupción de la Iglesia. De modo que lo que hicieron a la muerte de Roosevelt, es que procedieron a incorporar grandes secciones del sistema nazi al sistema angloamericano. A la larga devino en una parte integral de la OTAN. Usaron el argumento de que estos tipos eran los mejores anticomunistas, los mejores combatientes anticomunistas. Por tanto, los incorporas con ese propósito, y te haces de la vista gorda a la hora de ver sus credenciales. Muchos de ellos fueron a Sudamérica a través de una “línea de ratas” organizada por Dulles, a través del yerno de Schacht.

Luego, llegamos a 1971: George Shultz era un miembro decisivo del Gobierno de [Richard] Nixon, uno de sus controladores en ese entonces, además de Henry Kissinger y gente como Paul Volcker. Esta gente, en 1971, en agosto, dio el primer paso para tumbar el sistema de Bretton Woods diseñado por Roosevelt, el FMI original. Al año siguiente, con Shultz en las Azores peleando contra [Georges] Pompidou, le impusieron al mundo un cambio en el sistema monetario mundial, al FMI, del sistema de tipos de cambio fijos a uno de tipos de cambio flotantes.

Ahora bien, este cambio, y la participación del Gobierno de los EU en el mismo, transformó al mundo. Ya en ese momento íbamos camino al infierno. Y George Shultz fue decisivo.

Una de las primeras consecuencias de este cambio surgió en Chile. De hecho había dos grupos que eran parte de la internacional sinarquista: Fidel Castro, quien en realidad es un personaje bastante derechista, si conoces sus antecedentes, y que viró a la izquierda cuando las oportunidades lo exigieron. De modo que lo usaron, junto con el régimen de Allende, para crear una estratagema, incluyendo a este Kalachnikov, al Kalachnikov personal de Allende. Esta estratagema fue usada para crear la impresión, ante los sectores extremistas del mundo, de que había una “amenaza comunista” que estaba a punto de apoderarse de toda Sudamérica. ¡Y que iban a encargarse de esto primero que nada en Chile!

Así que lo que hicieron fue agarrar a Allende, hacer que Pinochet y sus compinches lo mataran, convertir a Pinochet en dictador, y para darle seguimiento tomaron a la internacional nazi —es decir, ¡a personas que eran parte de la primera o segunda generación de la SS!— y organizaron lo que llamaron Operación Cóndor: una masacre generalizada por toda la región del cono sur de Sudamérica.

Esto fue parte de una “estrategia de tensión”, misma que vimos al desatarse el terrorismo en Italia. ¡Y el terrorismo en Italia lo llevaron a cabo los nazis! Lo llevaron a cabo los secuaces del general de la SS, Karl Wolff, quien dirigió Gladio para la OTAN, y cometió los asesinatos de la ola terrorista en Italia, Alemania y otros lugares a principios de los 1970.

Estos tipos son los mismos tipos que, con Shultz de por medio, están detrás del actual Gobierno de Bush. De hecho Shultz diseñó a mediados de los 1980 la estructura de lo que devino en el Gobierno de Bush. Cheney fue su mano derecha. Shultz representa las finanzas internacionales, representa los mismos intereses que conocimos como el grupo de banqueros privados, ese cartel financiero, que nos dio el sistema nazi y demás en los 1920 y 1930. Están de regreso.

El Presidente de los EU es un caso clínico. No es una caracterización; es un diagnóstico clínico: el hombre es un enfermo mental. Es un enfermo mental disfuncional; pero es un títere. Y es peligroso tener a un enfermo mental en la posición de jefe de Estado de una nación poderosa, aunque sólo sea un títere, aunque en lo principal lo controle gente como Shultz y Cheney.

Nuestra intervención estratégica

Así que estamos en un período de posibilidades incalculables, en el que ya no puede confiarse en los pesos y contrapesos de la política. Pero eso no significa que no tengamos recursos: como en la guerra, uno tiene sus recursos estratégicos, uno tiene sus alternativas estratégicas. Y eso es lo que tenemos, alternativas estratégicas.

Muy pronto el sistema caerá.

¿Dónde estamos en estos momentos? Le planteé estas cuestiones a un grupo de demócratas y otros en el período inmediato al 7 de noviembre de 2000. Y eso inició un proceso que de manera más o menos directa nos lleva a lo que estamos discutiendo aquí, hoy, a las circunstancias que estamos discutiendo hoy aquí. Desde antes, sectores de la élite estadounidense estuvo de acuerdo conmigo, en especial gente en torno al ex presidente [Bill] Clinton, quien ha estado escuchándome, digamos, un poco más cada vez, conforme pasa el tiempo. Dimos la pelea sobre diversos asuntos, con la idea de tratar de reconstruir al Partido Demócrata. Pero topamos con una fuerte oposición a esto dentro del Partido Demócrata, el cual tiene ahí a sus propios tipos con nexos nazis, entre otras cosas, así como republicanos.

También teníamos una red de personalidades republicanas, que representan la misma variedad de republicanos: en particular, gente que viene de una tradición militar, de los servicios de inteligencia, del servicio diplomático, o que está retirada pero sigue funcionando de ese modo, como profesores de esto o aquello, en esta parte de nuestro sistema, en esta parte de nuestro sistema presidencial.

Así, las ideas, la influencia de nuestras discusiones se extendió. Con la llegada de la contienda electoral de 2004, la decisión fue la de hacer todo lo posible por excluirme. Bueno, no me excluyeron. Lo intentaron, pero no les funcionó. En la convención del Partido Demócrata en Boston llegamos a un acuerdo, a un acuerdo de colaboración. Tras el 1 de septiembre del año pasado, Clinton habló con Kerry, y le dijo que su campaña era una disparate, que tenía que cambiar la forma de hacer las cosas, y que había que incluirme como asesor de cómo dirigir la campaña.

Nos las arreglamos para salvar buena parte de la campaña. En términos de lo que hicimos, probablemente ganamos en realidad la Presidencia. Sin embargo, el otro bando hizo trampa, y como eran el partido en el poder, fue difícil contrarrestarlo. Pero a últimas fechas, en la última semana, planteamos la cuestión: que nosotros, en cierto sentido, dijimos que George Bush es sólo un “figurón”, como decimos en los EU; ya va de salida, aun antes de tomar posesión.

Ahora bien, conseguimos el pronunciamiento de alguna gente al respecto. Lo que tenemos ahora son quizás unas 1.500 personas que integran una red, en su mayoría del Partido Demócrata, pero también de tradición republicana, que son parte de la red con la que trabajo, con la que de forma directa o indirecta estoy en diario contacto. Es decir, que la discusión política entre nosotros corre por la red con mucha rapidez, en particular en estos días de las comunicaciones electrónicas por internet. Por consiguiente, hay un debate de las políticas.

Aún no tenemos un control consolidado del Partido Demócrata, pero sí a muchos republicanos y a muchos demócratas orientados a encontrar una solución. Y, puesto que representamos a los EU, pensamos en términos de la historia estadounidense, de nuestros antecedentes, de nuestras capacidades, de lo que podemos hacer, de lo que tenemos que hacer en el mundo.

Lo que esto significa, por supuesto, es que tenemos que tomar medidas que ninguna otra parte del mundo puede tomar.

El problema es éste: el sistema monetario–financiero internacional actual está derrumbándose. Es insalvable. Sólo es cuestión de cuándo; y el “cuándo” es muy pronto. Este sistema está acabado. Cualquiera que entienda el sistema lo sabe; incluso mis enemigos al más alto nivel. Su juego consiste en cómo manejar la situación.

Mucha gente dice: “Bueno, si el sistema financiero cae. . . ¡No puede caer! De caer, ¿qué pasará con nuestro dinero?”. Aquí es donde entra esta ilusión, este lavado cerebral, de creer en la economía política: ¡el dinero no es nada! El dinero es una creación de alguien, y alguien más lo acepta; eso lo convierte en moneda corriente. Pero el dinero no tiene ningún valor intrínseco. El dinero tiene valor bajo ciertos términos: ¿Tienes un grupo financiero, como el Banco de Pagos Internacionales, o los banqueros asociados con eso, que administran los sistemas de banca central, los sistemas de banca central dizque “independiente”, que sea más poderoso que los gobiernos?

El Sistema Americano vs. el liberalismo angloholandés

¡No hay un gobierno en Europa que sea más poderoso que su sistema de banca central! ¡El gobierno es un quitamotas del sistema de banca central! E incluso tienen un mecanismo de control, llamado el Tratado de Maastricht de la Unión Europea, que garantiza que ningún país tenga soberanía alguna, que ningún gobierno sea soberano. Porque, mientras estés bajo el control de un sistema de banca central independiente, que es independiente del control gubernamental, pero lo controla un grupo de oligarcas financieros internacionales, ¿quién gobierna el mundo?

Por supuesto, el gobierno tiene el poder intrínseco de quitarle ese poder a los sistemas de banca central. Pero, cuando uno ve los sistemas políticos del mundo, ¿qué político tiene las agallas de hacer eso y que no le disparen por la mañana? ¿Dónde encuentras un concierto de fuerzas políticas que estén dispuestas a erguirse en defensa de la soberanía de su nación, o de un grupo de naciones, en contra de la tiranía de los sistemas internacionales de banca central?

En cualquier caso, el problema es que los EU son la única nación creada con una constitución adecuada para esta situación. Y, como en el caso del período inmediato que siguió a la Segunda Guerra Mundial, en el que los EU eran la única nación con alguna integridad en tanto autoridad de los asuntos monetarios, el presidente Roosevelt usó el Sistema Americano de economía política —el sistema antibritánico de economía política— en 1944, en Bretton Woods, y se lo hizo tragar a los británicos, incluyendo a [John Maynard] Keynes y otros, a fin de establecer lo que llegó a conocerse como el sistema de Bretton Woods o de tipos de cambio fijos, fundado en el poderío de los EU para respaldar un sistema de tipos de cambio fijos con base en reservas de oro.

Ése es el carácter de los EU. Uno tiene que entender que los EU fueron creados como la primera revolución contra la clase gobernante del Imperio Británico, un Imperio Británico que fue estableció el 10 de febrero de 1763 con el Tratado de París. Este Imperio Británico, que entonces era un imperio de la Compañía de las Indias Orientales británica —no del tonto monarca británico—, usó el poder que ganó con el sometimiento de estos países al final de la guerra de los Siete Años, ¡misma que los británicos organizaron! Los británicos organizaron a las potencias de Europa de modo que pelearan unas contra otras, a fin de debilitar a las naciones del continente ¡para que el sistema liberal angloholandés de imperialismo pudiera prevalecer!

El único lugar en donde se libró esta pelea contra este nuevo imperio, el Imperio Británico, fue en los EU. De hecho empezó en ese período, en el período de la guerra de los Siete Años; en un momento en que gente de Alemania, como [Abraham] Kästner y otros, desde aquí, tenían contacto con Benjamín Franklin; cuando europeos destacados trabajaban con los norteamericanos, en especial en torno a Benjamín Franklin, en construir una alianza, con la idea de que el establecimiento de una república independiente entre las colonias anglófonas de Norteamérica pudiera sentar un precedente para exportar ese efecto de vuelta a Europa, como un precedente.

La Revolución Francesa, que se suponía ocurriría en la forma que [el marqués de] La Fayette y [Jean–Sylvain] Bailly propusieron, hubiera sido el segundo paso para establecer la liberación de Europa de esta clase de sistema. Pero los británicos intervinieron, ¡porque ellos dirigieron la Revolución Francesa desde el 14 de julio de 1789 en adelante! Hubo agentes británicos que la orquestaron, entre ellos [Jaques] Necker. La dirigieron en su nombre.

Había una operación de inteligencia británica llamada la asociación francmasónica martinista, ¡que controlaba a Napoleón! ¡Joseph de Maistre creó a Napoleón! ¡Lo inventó! En base al modelo de Torquemada, el gran inquisidor de España. ¡Arruinó a Europa usando a Napoleón! Y estableció el poder, primero que nada, en lo primordial, del sistema liberal angloholandés. Y pronto eliminaron a los Habsburgo, y de ahí en adelante los convirtieron en meros títeres de este sistema liberal angloholandés, mediante el control financiero.

A causa de eso, los EU fueron acosados, empequeñecidos, debilitados; porque España, que había sido una aliada suya, estaba derruida, porque a España y Francia las apartaron de los EU con los tratados de paz de París de 1782–83, gracias a la maña de los británicos bajo lord Shelburne —quien quizás fue uno de los hombres más perversos de ese siglo— y a la creación de gran parte del sistema británico hoy. Por eso, aparte de la revolución bolchevique y sucesos similares, hasta ahora no ha habido alternativa alguna al sistema liberal angloholandés británico de imperialismo en el continente europeo.

Ha habido intentos. [Charles] De Gaulle hizo un esfuerzo en esa dirección, con la Quinta República, con el franco duro, que requirió de agallas. Pero, después de que asesinaron a John F. Kennedy, De Gaulle quedó más o menos aislado, de hecho, sin ningún aliado estadounidense que valiera la pena. Por tanto, sucedió lo que sucedió.
Así que los EU tienen hoy una tradición, una tradición constitucional que muchos estadounidenses conocen. Quienes entendemos a los EU, entendemos esto: somos capaces de revivir el precedente de Franklin Roosevelt al que me referí. Y en momentos en que todo el sistema financiero internacional está desplomándose, si tienes el Gobierno correcto en los EU, el Gobierno apropiado de los EU actuará de manera preventiva para hacer lo que hizo Roosevelt. Cuando todos los sistemas monetarios están derrumbándose, los EU dirán: “Repudiamos al FMI actual. ¡Está en quiebra! Y, como política, volvemos al sistema de tipos de cambio fijos”. En esas condiciones, ¡podemos quebrarlo! Y esas naciones que quieran liberarse de la esclavitud del sistema liberal angloholandés, pueden proclamar entonces su tan ansiada libertad.

‘Globalización’ para el saqueo

El mundo no ha permanecido inalterable que digamos en los últimos 40 años, los 40 años de la decadencia. En los últimos 40 años Europa y las Américas han sido destruidas; las han destruido mediante un proceso llamado “ambientalismo”, un proceso llamado “globalización”, un odio contra el progreso tecnológico, contra el verdadero progreso tecnológico. Es sustituir el progreso tecnológico por el juego o la masturbación con computadoras. Juegas con números, sin crear nada en realidad; sólo mueves las cosas de aquí para allá, según los números. Es el sistema de Bertrand Russell.

Así que lo que hicimos fue decir: “Está bien. Primero que nada, usamos al FMI —desde 1971 y 1972 en adelante—, lo usamos para empobrecer a las naciones que lo han sido”. ¡Vean a Sudamérica! ¡Vean a México! Repasen el periodo de 1971 a 1982: vean la transformación en las condiciones de América Central y del Sur. ¡Las llevamos a la bancarrota! ¿Cómo? ¡Vía Londres! ¿Cómo? Echando mano del sistema monetario internacional de los banqueros. A través de Londres, organizamos ataques contra las monedas nacionales. Luego les dijimos: “Bueno —al gobierno en cuestión— ¿quieres que el ataque termine? Será mejor que llames al FMI para que te dé asesoría, o al Banco Mundial, o a los dos”. De modo que el FMI y el Banco Mundial, que entonces eran “Alí Baba y los 40 ladrones” del mundo entero, van y le aconsejan al país que reduzca el valor de su moneda, de manera arbitraria; una moneda que el ataque de la guerra financiera del mercado de Londres derrumbó, por el concierto en favor del sistema. Devaluaron su moneda.

¡Ah! “Pero —dice el FMI— eso no va a funcionar. Tendrás que crear, en el papel, una deuda nueva que compense lo que perderán tus acreedores con la devaluación de tu moneda”. Todos los países de América Central y del Sur, juntos, ¡han más que pagado cada centavo que jamás hayan pedido prestado! ¡No deben nada!, excepto los efectos de esta deuda artificial superimpuesta, una deuda decretada.

Tenemos una situación parecida, por supuesto, a lo que pasó en India antes, con la devaluación de la rupia, que tuvo la intención de quebrarla, y de quebrar la voluntad de [Jawajarlal] Nehru. Esto es con lo que la señora [Indira] Gandhi siempre bregó, ¡hasta que la asesinaron también! ¡Y a su hijo también! Para evitar que una nación poderosa se levantara contra esto.

Así que, ¿cuál es el estado del mundo? Hemos creado naciones desesperadas, que ya no cuentan con la capacidad de desarrollar sus propias economías. Ahora les ofrecemos que nos entreguen su mano de obra barata, a precios de trabajo esclavo, que nos permitan saquear sus recursos naturales y a su pueblo.

Vean lo que estamos haciéndole a África. Un ejemplo de esto es Henry Kissinger, el Memorando de Seguridad Nacional 200, que escribió en su calidad de asesor de seguridad nacional. La política para África: África está superpoblada. África tiene recursos naturales, en particular el escudo sureño; recursos minerales. ¡Nos proponemos tomar esos recursos. ¡Son nuestros! ¡No podemos dejar que los africanos los consuman! No podemos permitir que vivan tantos africanos: consumirán recursos que queremos para nuestro futuro. No podemos permitir su desarrollo, porque luego usarán más recursos naturales per cápita. No podemos permitir eso: ¡tenemos que emprender una reducción poblacional contra África, contra el sur de África!

Y vean el sur de África desde comienzos de los 1970. Ya había empezado entonces; es claro. Ésta siempre fue la política angloamericana del FMI, la política del Banco Mundial. El FMI y el Banco Mundial han devenido en el Adolfo Hitler del planeta. Han asesinado a más gente. La forma en que funciona, es que llegan a un país. . . Antes los banqueros entrarían primero; ahora ya no funciona así, primero mandan a los asesinos. Primero llegan los banqueros; los banqueros inducen al país a aceptar préstamos, bajo las condiciones del FMI. Luego lo inducen a quebrar. Entonces entra el FMI con sus agentes, y le ordena al país someterse a ciertos arreglos, bajo la presión de esta crisis de endeudamiento. Como en Indonesia, por ejemplo. Y luego, si el gobierno se resiste a estas condiciones, entonces los miembros de la internacional nazi, o su segunda o tercera generación, entran a matar, a asesinar a jefes de gobierno, a jefes de Estado, y a otros personajes claves que sean un obstáculo a los buenos intereses del FMI y del Banco Mundial.

Éste es el sistema.

Como resultado de esto, ¿qué hicimos? Tomamos a Europa, ¡a la gran Europa! ¡a la grande, independiente y sabia Europa! Los grandes, independientes y sabios EU. Y dijimos: “¡Ah! ¡Tenemos mano de obra barata! ¡Ya no tenemos que seguir pagando estos salarios a nuestra población! Podemos conseguir gratis condiciones por las cuales tenemos que pagar en los EU. Podemos cerrar nuestras fábricas y mudar la producción de nuestros materiales a países con mano de obra barata. Ahora obtendremos estas cosas que queremos consumir con la mano de obra barata de Sudamérica y Asia”.

Por tanto, ahora tenemos un aumento en los niveles tecnológicos de actividad en los países beneficiarios de convertirse en la mano de obra barata de los EU. Sin embargo, también compiten para cortarse el cuello los unos a otros, al cortar de más los salarios de la mano de obra barata. Por ende, tenemos un crecimiento del empleo en estas categorías, en Asia por ejemplo, que quizá le parezca atractiva a la población de Asia, pero que también constituye una amenaza: la amenaza de hacerle a Asia exactamente lo que le hicieron a Sudamérica y a África.

India, por supuesto, India y China son los objetivos principales. Y eso saldrá a relucir en ciertos momentos, de ciertas formas, como parte de este proceso.

De derrumbarse Europa. . . Y puede derrumbarse ahora. Europa está en un estado de desintegración. Alemania tiene un programa exportador muy exitoso, pero que no basta para compensar la pérdida de empleos dentro de la misma Alemania. Alemania está en quiebra. La Unión Europea está en quiebra. Puede que, gracias a las instituciones políticas, logre pretender que no está en bancarrota; puede que tenga alternativas, alternativas políticas. ¡Pero está en la quiebra!

¡Los EU están en la quiebra sin remedio! En lo financiero.

Tenemos un sistema mundial, con un producto bruto anual que anda por un orden de magnitud de menos de 50 billones de dólares. Ése es el producto bruto neto. Y tenemos un complejo de derivados financieros ¡por los cientos de miles de billones! En deuda implícita.

Creemos un nuevo sistema monetario

El sistema está en bancarrota. No hay manera en que puedas reorganizar el sistema de un modo ordinario. Lo único que puedes hacer es declarar la bancarrota y repudiar las obligaciones del sistema. Entonces el Estado interviene, bajo el principio del bienestar general, el principio europeo del bien común, el bienestar general, y dice: “Ahora debe actuar el Estado para defender el bienestar general, el bien común. Eso significa mantener el empleo, mantener las instituciones que son esenciales para la población, y esenciales para el futuro de la nación. Eso es primero. Todo lo demás viene después, o tal vez nunca”.

Se crean nuevos sistemas monetarios.

Bueno, a eso es a lo que quiero llegar ahora. Ahí es donde nos encontramos ahora.

Estamos en el momento en que la decisión está sobre el tapete: ¿crearemos un nuevo sistema monetario que presuponga que un concierto de Estados nacionales, de Estados nacionales soberanos, intervendrá por bancarrota al sistema existente del FMI, al mentado sistema liberal angloholandés? En otras palabras, los gobiernos tomarían control de estas instituciones bancarias y de las instituciones financieras. Las intervendrían, como intervienen en cualquier bancarrota, y administrarían a estas entidades quebradas de modo que fomenten el bienestar general, primero. Y luego, si queda algo, tal vez algunos de los reclamantes recuperen algo, si se portan bien. Pero nada de los derivados financieros, porque no podemos darnos ese lujo. Eso es para empezar.

Pero el mundo ha cambiado. El mundo de hace 40 años ya no existe. Nos encontramos en un mundo nuevo.

Ahorita mismo, como muchos de ustedes saben, el único negocio, el único negocio internacional de importancia, es la especulación con activos de las llamadas materias primas. Los EU están enfrascados en la especulación para apoderarse del control, del control financiero —es decir, de la propiedad futura— de los activos de las materias primas.

Europa, en dos partes —Europa Central y Europa Occidental continental— está metida en el mismo juego, tratando de extenderse hacia afuera para tomar el control de los activos de varias partes del mundo, en especial de los activos minerales, para el futuro de Europa. La Mancomunidad Británica, que es un depredador muy especial en todo esto, tiene su propio juego como parte del sistema europeo. El territorio de Rusia, con los países asociados de la antigua Unión Soviética, es una gran potencia de las materias primas, en términos de los recursos intrínsecos de ese territorio.

China no es una gran potencia de las materias primas, pero hoy es un gran postor mundial de materias primas a futuro. China ha hecho contratos con, digamos, Brasil. Ha hecho contratos con Canadá para explotar arenas asfálticas. Acaba de hacer acuerdos con Argentina; y la Patagonia argentina tiene una de las grandes reservas de recursos minerales del planeta, de hecho, uno de los mayores potenciales de desarrollo en el planeta. Brasil tiene vastos recursos en el Amazonas, que los británicos y otros están tratando de evitar que explote. Y, como es natural, las naciones avanzan a estas zonas.

Eliminemos la pobreza en una sola generación

Ahora bien, el asunto es este: hemos llegado al grado que, con la expansión poblacional —y tomemos el caso de la India y de China, que están representadas aquí, al menos por ciudadanos que pueden responder por los intereses y las susceptibilidades de estos países—, tenemos una población creciente. Tenemos más de mil millones de personas en la India. Y probablemente tengamos unas 1.500 millones en China, o algo cercano a eso. La mayor parte de estas poblaciones son en extremo pobres. De más de 1.000 millones de indios, 700 millones son extremadamente pobres, desesperadamente pobres. En China tenemos una sociedad quizás más ordenada en lo que a los pobres respecta, pero tiene una gran cantidad de pobres. No están desarrollados para la sociedad moderna; vienen a la zaga. La misma situación existe en todo el sudeste y el sur de Asia.

¿Qué vamos a hacer, dada esta crisis, este asunto de las materias primas, y este crecimiento poblacional? ¿Podemos ofrecerle a la raza humana la garantía de una disponibilidad suficiente de minerales y materias primas relacionadas para el futuro indefinido de este planeta? Sí podemos. Si hacemos lo que tenemos que hacer para lograrlo.

No obstante, esto es sumamente importante, en especial porque tenemos que sacar a las poblaciones pobres, a las partes pobres de las poblaciones de Asia, de la pobreza extrema, de lo cual la situación de la India y la pobreza de China son sólo típicas. Si hemos de tener una sociedad que puede desarrollarse a sí misma, protegerse a sí misma, tenemos que aumentar las facultades productivas del trabajo intrínsecas de la gente, desarrollando a la gente; desarrollando su educación, desarrollando sus oportunidades, creando nuevas comunidades donde puedan vivir una vida normal. ¡Tenemos que sacar de la pobreza a los pobres de Asia! Y tenemos que hacerlo en una generación. No podemos sostener este planeta con esta clase de pobreza: esto tiene que cambiar.

Por tanto, tenemos que tener un sentido de misión en esa dirección.

¿Qué significa eso? Número uno: que tenemos que usar el poder de los gobiernos para proteger los recursos minerales de este planeta de que los empresarios privados se apoderen de ellos, o intereses o combinaciones de empresarios privados que los controlan y los usarán en la especulación contra las poblaciones, y utilizarán esto para tiranizar gobiernos y obligarlos a reducir sus poblaciones.

Por tanto, tiene que haber un acuerdo entre las naciones, para plantear que la cuestión de interés común de todo el planeta en el manejo de nuestros recursos minerales, de todo el planeta para el futuro de la humanidad, es el principio del bienestar general, y que no es un asunto de interés privado. El interés privado puede funcionar, pero tiene que hacerlo con regulaciones. Y las regulaciones deben garantizarle el acceso a cualquier parte del mundo a las materias primas necesarias, o a materias primas procesadas, que requieran para sus poblaciones y para el desarrollo de las mismas en el futuro.

Cuando la gente habla de un diálogo de culturas, llegamos al punto que, en particular, tenemos que lograr la unión de Europa y Asia. Esto es inevitable. Existe una división del trabajo, por ejemplo, como en el comercio alemán con China, en el comercio ruso con China, y en especial con India. Existe una división del trabajo entre Europa y los países de Asia, en especial entre los países en vías de desarrollo de Asia.

Una cultura eurasiática emergente

Eurasia es una realidad; es una realidad económica emergente. Tenemos ante nosotros la perspectiva de una cultura eurasiática emergente. Ahora bien, por supuesto, los rusos tienen alguna experiencia con la cultura eurasiática, porque la cultura rusa es una cultura eurasiática; en eso se ha convertido. Pero tenemos que desarrollar una cultura eurasiática.

Alguna gente aborda esto desde la perspectiva de: “Unamos a todas las religiones”. Yo digo: “¡Momento! Si tratan de juntar a todas las religiones, lo que conseguirán es una guerra religiosa. ¡Olvídenlo! No intenten hacer que la gente renuncie a su religión. No traten de hacerlos que comprometan su religión”.

Aborden esto de otro modo. El otro modo de abordarlo es a partir del interés común de la humanidad. Y a lo que deberíamos tirarle, en lo cultural, es a la idea de la naturaleza del hombre, de que el individuo humano tiene ciertos derechos inherentes que lo distinguen de los animales. Y en vez de alegar cómo debe interpretarse eso en lo religioso, ¿por qué no más bien tratamos el problema como pueden hacerlo los gobiernos? De forma práctica. Afirmemos la responsabilidad del gobierno, individual y colectivamente, de velar por la dignidad del hombre, como lo expresa el derecho de ese individuo, de esa familia, de tener la esperanza de mejores condiciones de vida para sus hijos y para sus nietos, de un futuro que valga la pena, y del reconocimiento de su identidad personal como una persona que, en vida, le fue dada la oportunidad para contribuir al futuro de toda la humanidad; para honra del pasado y en provecho del futuro.

Por tanto, mi opinión es que la manera en que podemos llegar a tener una cultura eurasiática, es enfrentando esta crisis ahora mismo: el sistema está viniéndose abajo. El Sistema Americano o el retorno a un sistema de tipos de cambio fijos al estilo de Bretton Woods, es factible. Pero esta vez, como parte integral de eso, tenemos que reconocer que estamos contra la pared en cuanto a que, sin el desarrollo de la gestión de los recursos naturales, no podremos satisfacer las necesidades y aspiraciones de los pueblos de todo el mundo.

Y, por consiguiente, tenemos que enfrentar el hecho de que nos encontramos en una condición límite. Al planeta lo está violentando la falta de desarrollo. Tenemos un crecimiento de la población, pero una falta de desarrollo. Tenemos crecimiento poblacional, pero nos falta desarrollo. Nuestros amigos en Rusia, de instituciones como la Academia, el Museo de Geología, el Museo Vernadsky, representan una mina de gente con experiencia en los aspectos asiáticos, y en otros aspectos, del problema de administrar las materias primas, las materias primas minerales, para el futuro de este planeta. Rusia es una parte fundamental de la asociación entre Rusia, India y China en Asia. Rusia es un socio, junto con Europa Occidental, de estas empresas.

Por ende, ¿qué no hay un interés común que cuenta con varios aspectos? ¿No necesitamos que Europa Occidental —digamos, representada por Alemania, donde nos encontramos hoy aquí— tenga que volver a convertirse en una exportadora de bienes de alta tecnología? Porque Asia necesita esa tecnología. ¿Por qué Europa tendría que tratar de competir por recuperar los mercados de Asia? ¡Es una locura! ¿Por qué Europa y los Estados Unidos no toman la responsabilidad de desarrollar a su pueblo y sus capacidades para la clase de desarrollo tecnológico de frontera que los pueblos del mundo entero necesitan?

¿Por qué no pensar en una división del trabajo constructiva y mutuamente provechosa, en vez de en la competencia? ¿Por qué no reconocer que al contribuir al bien común, y primero al bienestar general, como lo prescribió el Tratado de Westfalia, encontramos un mayor provecho para nosotros mismos, que tratando de competir uno contra el otro por las ventajas competitivas en un mercado mundial?

Por que no podemos aprender a cooperar?

Esto implica, por supuesto, un cambio en la manera en que vemos al individuo en la sociedad hoy día. Implica la muerte de lo que se ha dado en llamar “ambientalismo” como lo definieron el Club de Roma y otros, la que más ha contribuido a destruir, o a inducir a Europa y a los EU a autodestruirse; y también ha contribuido a la opresión que tanto los EU como Europa le han impuesto a los llamados países en vías de desarrollo. Esto ha sido una idiotez acientífica, anticientífica. ¡Tenemos que detenerlo! Tenemos que pararlo, si queremos sobrevivir.

Ahora tenemos que pensar en términos de lo que es bueno para el planeta, desde el punto de vista del científico que trabaja y que dice: tenemos que desarrollar los medios para bregar con cualquier problema que se nos presente, o que se le presente a la humanidad en general. Si estamos dispuestos a desechar este misticismo, este culto satánico demente a la ecología, y a regresar a convertirnos en lo que Europa fue en su mejor momento, en una depositaria del progreso tecnológico y científico, entonces podemos educar a nuestras poblaciones de conformidad. Y podemos hacer cosas: podemos crear nuevas industrias.

Lo que necesitamos ahora es, por supuesto, una serie —en este nuevo período— de acuerdos y tratados entre las naciones, de acuerdos y tratados de largo aliento, de entre 25 y 50 años de duración, para la formación de capital. Y la forma en que podemos aglutinar el capital, es mediante la creación de préstamos de largo plazo con la ayuda de los gobiernos, para financiar, para proporcionar crédito a los empresarios y a otros, quienes producirán lo necesario, en tanto bienes de capital. Esto tiene que ser a bajas tasas de interés; tiene que ser un sistema de tipos de cambio fijos. No puede hacerse de otra manera. Si tienes un sistema de tipos de cambio flotantes, no puedes comprometerte en acuerdos y tratados de largo plazo. Tiene que haber tratados y acuerdos entre los estados, de Estado a Estado, o acuerdos entre varios Estados, con plazos de entre 25 y 50 años, como acuerdos que abarquen muchos otros acuerdos más pequeños, proyectos más pequeños.

Estos tratados y acuerdos devienen entonces en una suerte de entidad bancaria: emiten préstamos, que piensan satisfacen el propósito de su institución en coadyuvar al progreso de esta empresa, de esa empresa, y así por el estilo; que piensan habrá de satisfacer el propósito de su acuerdo.

Así que, creo que allí es donde estamos.

Servir a las metas comunes de la humanidad

Al tratar de reunir a las naciones, en vez de tratar de discutir sobre nimiedades de la cultura aquí y allá —sobre pequeñeces y niñerías—, ¿por qué no abordamos lo más fundamental? La especie humana está en peligro. Tenemos un interés común. Tenemos un interés común, por encima de todo, en el desarrollo, en el desarrollo y gestión de cosas tales como los recursos minerales del planeta. Estamos topándonos ahora con que no hay áreas silvestres que saquear: tenemos que desarrollar cualquier cosa que necesitemos para proveernos de recursos minerales.

Asumamos esa tarea, como una tarea de interés común, y lleguemos a acuerdos bajo un nuevo acuerdo monetario dedicado a eso y que lo incluya. Y después veamos a cada una de nuestras naciones, y digamos: “¿Qué puede contribuir cada una de ellas al bienestar general, de esta forma, en la producción?” Pongan a los europeos a trabajar de nuevo, a que produzcan lo que pueden producir, si los salvan a tiempo. ¡Pónganlos a trabajar! En especial en los sectores de alta tecnología, donde pueden producir un producto que sería útil para las naciones emergentes, para las economías emergentes.

Y definan eso como una meta común de la humanidad, como las metas comunes de la humanidad. Y en vez de tratar de imponerle un modelo cultural a Eurasia y al resto del mundo, ¿por qué no tomar el asunto que mejor define nuestro interés común unificado, y usarlo para que todos nos unamos en empresas de cooperación? Tomemos dos generaciones, entre 25 y 50 años. No podemos hipotecar el futuro de forma indefinida, pero los próximos 50 años son nuestra responsabilidad. Si comenzamos ya, creo que ésa es la solución.

Y en eso voy a trabajar, desde los EU. Lucharé por esto. Será una gran pelea educativa, pero creo que podemos ganarla. Podemos ganarla, no porque la gente quiera que la convenzamos, sino porque de pronto se han convencido de que no tienen otra alternativa sino que los convenzan.

El día en que se percaten, en general, de que el sistema está desplomándose, de que las instituciones cuya existencia daban por un hecho ya no existen, van a pegar un grito. Si les damos la respuesta, probablemente la acepten, cuando antes la hubieran rechazado. Si no les damos la respuesta, ¡entonces el diablo lo hará!

Muchas gracias.