Iberoamérica

La asonada de los Humala en Perú:
de Múnich a Andahuaylas

por Luis Vásquez Medina

En un acto de típica propaganda fascista, que recuerda la asonada de Múnich de 1923 que catapultó la carrera política de Adolfo Hitler, Antauro Humala, al mando de más de cien reservistas del Ejército peruano fuertemente armados, tomó por tres días la comisaría de la ciudad andina de Andahuaylas. Los “etnofascistas” (como los llama la prensa limeña), luego de asesinar a cuatro policías, rematando a sangre fría frente a la cámaras de televisión a uno de ellos, se entregaron mansamente a las autoridades peruanas. La idea de los sinarquistas internacionales que están detrás de estos dizque “indigenistas”, como la expresaron desde las páginas de La Razón de Lima y El Libertador de Miami, es convertir a Humala en un héroe popular desde la cárcel, capitalizando el descontento generado por la agudización de la crisis económica y por el fracaso del Gobierno de Alejandro Toledo en Perú.

Las consecuencias de la maniobra no se hicieron esperar. El 12 de enero el editorial principal del diario limeño El Expreso, comentando una reciente encuesta, decía: “Que un 34% de encuestados en Lima (lo más educado y occidentalizado del país) diga que está de acuerdo con el levantamiento de Humala, es como para ir a buscar los tickets de avión”.

Nexos con el narcotráfico

No sólo la filiación fascista de los humalistas ha quedado al descubierto en la asonada de Andahuaylas (las huestes de los “etnofascistas” enarbolaban estandartes de abierta inspiración fascista italiana). El otro nexo que ha salido a la luz pública y confirmado las denuncias que esta publicación ha hecho, son los nexos de estos fascistas criollos con el narcotráfico. En la asonada de Andahuaylas, una ciudad que es paso obligado del narcotráfico de los valles del Ene y del Apurímac en el departamento andino de Apurímac, Antauro Humala tuvo como lugarteniente y hombre de confianza al ex capitán Marco Vizcarra Alegría, un individuo que tiene antecedentes penales por narcotráfico y que en 1994 fue acusado y llevado a los tribunales por sus estrechos vínculos con los narcotraficantes de Uchiza, en el departamento de San Martín. En ese entonces, el fiscal pidió 15 años de cárcel para Vizcarra por su colaboración con el capo del narcotráfico peruano Demetrio Chávez Peñaherrera, alias “el Vaticano”. Vizcarra fue dado de baja del Ejército, y permaneció en la clandestinidad desde entonces.

Los nexos de los hermanos Humala, Antauro y Ollanta, con los intereses del narcotráfico, los confirmó la dirigente cocalera y promotora de la legalización del cultivo de la coca Elsa Malpartida, cuando dijo que “sinceramente” no le desagrada lo que ha hecho Humala.

Cabe señalar que la asonada de Andahuaylas vino pocos días después de que se fundara el Partido Indegenista peruano en la localidad de de Huancavelica, cercana a Andahuaylas. El acto de fundación de la nueva organización, que por primera vez integra a todos los movimientos indigenistas y cocaleros, y al propio movimiento humalista, contó con la presencia de delegaciones de indígenas de Ecuador y Bolivia. El parlamentario Michel Martínez, un rabioso defensor de la legalización del cultivo de la coca que se llama a sí mismo “el Evo Morales peruano”, fue quien dirigió el acto.

No casualmente, Martínez también participó en las asonada de Andahuaylas, haciendo las veces de mediador entre los humalistas y las fuerzas del orden. Según el propio Antauro Humala, Martínez le pasaba información sobre los movimientos de las fuerzas policiales y militares en momentos en que los etnonacionalistas tenían tomada la comisaria.

Después de la intentona, Martínez diría que los verdaderos culpables de las muertes que ha habido en Andahuaylas antes de la intervención de los humalistas, eran el Parlamento Nacional y los partidos políticos, por no enviar una comisión de alto nivel para resolver el conflicto.

Incendiando el continente

La crisis peruana sigue el guión del secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld de que hay “zonas ingobernables”, el pretexto del Gobierno estadounidense para emprender futuras intervenciones políticas e incluso militares en Iberoamérica.

Esta teoría la expresó a detalle Rumsfeld en la reunión de ministros de Defensa de las Américas en Quito, Ecuador, el año pasado. Para Rumsfeld y sus compinches la “ingobernabilidad” que reina en algunas zonas de Iberoamérica legitima el concepto de soberanía limitada y, por tanto, realizar incursiones militares multinacionales cruzando fronteras nacionales so pretexto de combatir el terrorismo y el narcotráfico. Sin embargo, la realidad de la “solución” de Rumsfeld puede verse en el conflicto fronterizo que hay entre Colombia y Venezuela hoy.

No es casualidad que la asonada de los Humala haya tenido lugar en medio del caos que reina en la región andina, con la impresionante situación de Ecuador, donde están recolectando firmas para revocarle el mandato al presidente Lucio Gutiérrez, o la explosiva situación de Bolivia, donde las violentas protestas de los cocaleros en el Alto han puesto en jaque al presidente Carlos Mesa.

Por ello, es significativo que justo después de producirse la asonada de Andahuaylas, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) expresara el 7 de enero su apoyo a la lucha del ex militar ultranacionalista Antauro Humala. “Es digno de aplaudir las luchas por las revindicaciones de los indígenas. Hay la necesidad de que haya justicia ante las desigualadades e iniquidad que afectan a los sectores indígenas, que son los más desprotegidos”, decía su comunicado.

Tampoco son casuales las conexiones que existen entre el presidente venezolano Hugo Chávez y el movimiento etnofascista de los Humala. Reivindicando lo informado por esta publicación desde mediados del 2004, acaba de confirmarse que el Gobierno de Hugo Chávez apoya a los Humala. Según una investigación del diario peruano El Comercio, en el 2001 el Gobierno de Chávez le dio 100 mil dólares a los Humala para sus actividades políticas. El conducto de la entrega fue el capitán retirado Eloy Villacrez Riquelme.

Asalto final contra el Ejército

El ex general Gustavo Bobbio Rosas, hijo del general Bobbio Centurion (gran admirador de Pinochet, famoso porque en 1976 intento dar un golpe derechista orquestado por el Departamento de Estado estadounidense), y considerado el estratega del movimiento de los Humala, declaró a la prensa que “el 50% de los oficiales del Ejército de mediano rango apoyan a la mayor parte de los planteamientos del movimiento, y en el caso de los suboficiales el apoyo llega a un 80%”. Aunque las cifras de este general fascista son bastante exageradas, la infiltración del movimiento de los Humala dentro del Ejército peruano es preocupante. Más aun cuando se sabe que el propio general Bobbio fue asesor del ex comandante general del Ejército, José Graham Ayllon, quien protegió a Ollanta Humala cuando éste era el agregado militar de la embajada peruana en Corea del Sur.

Es más, el propio Antauro Humala dijo que el levantamiento se daba en protesta por los “atropellos” que el Gobierno ha cometido contra las Fuerzas Armadas. Entre esos atropellos figuraban los retiros que el Gobierno impuso sobre la voluntad del propio Graham, él mismo obligado a retirarse en diciembre de 2004. Sorprendentemente, entre los retiros figuró también el del teniente coronel Ollanta Humala Tasso.
Y, si bien el ex general Bobbio está desenmascarado, los otros generales pinochetistas que colaboran con los etnofascistas de los Humala todavía andan sueltos. Tal es el caso del ex general Ludwing Essenwagner Sánchez, quien, como jefe del aparato de inteligencia del Ejército durante la dictadura del general Morales Bermúdez, fue el contacto peruano en la Operación Cóndor de Pinochet.

Esta publicación estuvo en lo correcto, pues el verdadero objetivo de la operación de los Humala es destruir al Ejército. El propio Antauro Humala acaba de admitirlo en declaraciones hechas al diario La Razón desde la comisaría tomada de Anadhuaylas: “Acaba de darse el puntillazo final a las Fuerzas Armadas en proceso de demolición moral y material, al rebajarles de su natural categoría de institución tutelar de la patria a fuerza auxiliar de la policía”, añadiendo que desconocía al general Luis Muñoz Díaz como comandante general del Ejército, quien fue quien dio de baja a su hermano, y pomposamente anunció que “queda organizado y en operaciones el nuevo Ejército peruano, en la perspectiva de una nueva república”.

El sinarquismo detrás de los Humala

Sin embargo, los verdaderos autores intelectuales de la asonada de Andahuaylas, bien financiados por la banca sinarquista internacional, siguen libres e impunes. Detrás de los hampones “etnofascistas” están los peruanos asociados con la internacional neofacista del español Blas Piñar, encabezados por Fernán Altuve–Febres, quienes desde las páginas del periódico La Razón vienen haciéndole publicidad a los Humala, al tiempo que difunden las ideas del sinarquismo mundial de los herederos de Joseph de Maistre.

La Razón es el principal vocero de estos criminales. El 2 de enero, en toda su primera página, aunciaba: “¡Se levantan en Armas! Etnocaceristas piden la renuncia de Toledo por traidor y pro chileno” y “Protestas se extienden a Arequipa, y en Cusco aparecen pintas”. Esto, acompañado de un editorial que preguntaba: “¿Qué autoridad moral y qué legitimidad pueden tener estos sujetos [el Gobierno] para hablar del principio de autoridad y de condenar el quiebre del orden constitucional, si ellos mismos alimentan su colapso (sic)?” Y añadía: “Ayer fue Ilave, y hoy es Andahuaylas. ¿Mañana qué será? Antes de estar sedienta de sangre represiva, la misma clase política debería tener en claro que éstos son los efectos de una crisis política tendencial de larga data, que amenaza con barrer los cimientos de un orden históricamente injusto”.

El 3 de enero la primera página de La Razón rezaba: “Exclusivo, confesiones de Antauro: Estoy dispuesto a Morir”. El 4 de enero, una vez que los humalistas se entregaron a las autoridades, un titular del periódico decía: “Traicionan a Humala: Lo capturan mientras negociaba”. Y el 5 de enero, también en primera: “Comienza el calvario de Antauro”.

El caso de Fernán Altuve–Febres, el cachorro del fascista español Blas Piñar, ilustra las conexiones internacionales del neofascismo internacional. Altuve–Febres, desde las páginas de La Razón, ha justificado la acción de los Humala: “Si Toledo no renuncia, estaría abriendo las puertas de la violencia”; todos los partidos políticos serán barridos por “un tsunami político cuando el pueblo retome su destino en sus manos, por la vía electoral o la violencia. Antauro Humala es el efecto de la descomposición política que existe, el pus no es la causa de la enfermedad, sino el efecto”. Altuve–Febres fue el único congresista fujimorista que en octubre de 2000 votó a favor de darle amnistía a los humalistas, quienes se habían levantado precisamente en contra del Gobierno de Fujimori.

Mientras los matones de los Humala hacían el trabajo sucio en las calles, Altuve–Febres, quien también está en el directorio de la revista fascista Maritornes, y otros neofascistas, se encargaban de difundir la ideología y la obra de pensadores fascistas iberoamericanos como el filósofo y político reaccionario colombiano Nicolás Gómez Dávila; el monarquista español Fernández de la Mora; el seguidor francés de Carl Schmitt, Julien Freund; el tradicionalista español Álvaro D‘Ors; Plinio Correia de Olivera; Donoso Cortés; y, sobre todo, su principal maestro, el conde Joseph de Maistre.

El 2 de enero, el día que La Razón anunciaba jubiloso el levantamiento humalista, Altuve–Febres publicó un artículo “cultural” elogiando la gran herencia intelectual de Joseph de Maistre, el principal seguidor intelectual del gran inquisidor español Tomás de Torquemada.

Martín Santibáñez Vivanco es otro personaje que muestra la conexión internacional entre el alumbramiento del grupo neonazi de los humala en Perú, y el renacimiento del fascismo a nivel internacional. Santibáñez, quien también es articulista de La Razón, es un joven “filósofo” fascista peruano que pertenece al círculo íntimo de Blas Pinar, y en más de una vez Fuerza Nueva de España lo ha invitado a sus reuniones como ponente.

El 25 de diciembre escribió en La Razón un editorial muy esclarecedor sobre las raíces de este rebrote del fascismo mundial. En su editorial “Nada ganan las naciones con la abyección, don‘t mess with Texas”, el niño de Blas Piñar elogia la victoria electoral de George Bush en los EU: “Es el signo inequívoco de los buenos vientos que impulsan la nave del neoconservadurismo en la sociedad norteamericana. . . El imperio quiere ser Imperio, el romano quiere ser romano”. Santibáñez, admirador de la tesis de Samuel Huntington del “choque de civilizaciones”, pronostica que Bush le dara a los EU la victoria sobre el “terrorismo salvaje de un puñado de guerreros musulmanes, fanáticos campeones de una religión profana, [él] jaquea ciudades haciendo flamear banderas a media asta allí donde el poder tiene su sede. El enfrentamiento entre culturas y el conflicto axiológico reemplaza así a la lucha de clases y a la rebelión de las masas”. Santibáñez concluye su editorial dirigiéndose a la derecha peruana y, por qué no decirlo, a los fujimoristas, partido que los sinarquistas están copando con la ayuda de George Bush: “Menuda lección para nuestra derecha indecisa. Allí donde los neoconservadores han visto pueblo, los nuestros ven plebe. Allí donde ellos ven supremacía, nosotros hacemos votos por la hermandad con Chile y la firma de la Convención [del Mar]. Esta mentalidad neoliberal que se ha adueñado de nuestra derecha debe ser rechazada por parásita, y condenada por cosmopolita. Nada ganan las naciones con la abyección. El Camino es el de la soberanía, la senda es la del orgullo. El único derrotero posible, el único sendero por el que luchamos, es el de la supremacía. ¡O Césares o nada! El poder nacional debe ser nuestro objetivo, el señorío de nuestro entorno nuestro mayor anhelo, y toda nuestra política —hasta ahora pacifista, y por ello atada de manos— debe estar encaminada a lograr un solo fin: el dominio del Pacífico Sur. Lejos, muy lejos de ello, está nuestra derecha, ahora preocupada en agradar a lobbies y a gobiernos que sonríen al negociar acólitos. El Perú clama por una derecha popular y patriota, que interprete el sentir de una mayoría madura para la hegemonía, y madura para el desafío. Nada de esto alcanzaremos mientras vivamos más pendientes de las exigencias de la city económica, antes que de los imperativos del Perú”.

También hay que mencionar el apoyo que Humala recibe del fascista Carlos Bologña, el hombre de la Mont Pelerin en Perú. Su pasquín diario El Men, de circulación nacional, fue otro de las focos de propaganda de la asonada de los Humala. Carlos Bologña trajo a José Piñera a Perú para propagandizar el modelo chileno de la privatización del Seguro Social, una reforma que hasta el momento, según palabras del propio ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski, se ha robado ya 40 mil millones de dólares de las pensiones de los trabajadores peruanos. Bologña, quien recibe financiamiento del Instituto Republicano Internacional, viajó a promover el “modelo chileno” a Rusia, junto con el padre de este modelo y entrenador de los “Chicago boys”, Arnold Harberger, en una visita financiada por USAID.

Nuestra tarea es desenmascarar esta conjura a escala internacional, la cual literalmente va desde Múnich hasta Andahuaylas.