Ciencias

El MJL opera en el dominio del método
del bel canto



Los jóvenes aspirantes a maestros de canto estudian la forma como el maestro
José Briano vocaliza a sus alumnos, en preparación para reproducir esta labor
en sus respectivas ciudades.

por Jenny Kreingold, integrante del Movimiento de juventudes Larouchistas

Conforme la cálida luz de la mañana brilla a través de los vitrales de una iglesia del siglo 19 en Cambridge, Massachussets, va revelando a un grupo de jóvenes a los que Lyndon LaRouche apropiadamente llama la “élite en pantalones rotos”. Estos jóvenes, que vienen de la misma cultura siniestra de la estrella del pop Britney Spears y del cantante de death–metal Marilyn Manson, están cerrando la brecha que hoy existe entre la ciencia, la política y la belleza, al revivir el descubrimiento único del método del bel canto. Muchos de ellos son tímidos, otros nunca antes han cantado, pero todos están ávidos por aprender algo de su paciente y dedicado invitado: el distinguido bajo, maestro y doctor mexicano de canto, José Briano, quien estuvo del 10 al 18 de diciembre de 2004 en Boston para educar a 95 organizadores del Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL).

Ver al maestro José Briano enseñar, es como ver a un pintor clásico estudiar amorosamente el objeto de su labor para después empezar a pintar con precisión. Diez jóvenes organizadores hombres forman una línea frente al maestro, quien está sentado al piano. Y, uno a uno, cada alumno vocaliza. Los que pueden hacer mejor el ejercicio pasan al frente de la fila, mientras que los que batallan un poco escuchan con cuidado a los más avanzados e imitan la idea. Las ocho o diez personas que dirigen o que quieren dirigir el trabajo coral en sus respectivas ciudades, se sientan a un lado a tomar animadas notas, y con los ojos y los oídos fijos en el maestro. Él anima a los maestros a hacer preguntas, y de vez en cuando él mismo les pregunta, “¿cuál es el propósito de este ejercicio?”, para asegurarse de que entienden el método.

Nadie es ‘desafinado’

Entre esos diez cantantes, hay uno que todo el tiempo canta fuera de tono. Un profesor del conservatorio de música alzaría las manos al cielo en señal de desesperación, acusando al alumno de ser “desafinado” y concluyendo que nunca la hará en el mundo de la música. Pero la respuesta del maestro Briano es decir: “¡Aquí tenemos a un espontáneo!” Se detiene, y hace que cada alumno cante el ejercicio, uno a uno, hasta que encuentra al que está fuera de tono. El maestro trabaja con ese alumno pacientemente hasta que logra cantar entonado. Entonces sonríe, y dice, “muy bien”, y continúa con el siguiente alumno.

A otro tímido y joven cantante, que tiene un bello “vibrato” natural, el maestro le dice: “Tienes una voz de calidad, pero necesitas una que sea potente”. En la segunda vuelta, la voz de este organizador es mucho más sonora, y se para erguido y lleno de confianza. El efecto que tiene en este joven el descubrir la potencia de su voz, y con ello su capacidad aumentada para comunicarse, le da confianza para dirigir a otros. Con una combinación de escucharse unos a otros y la guía meticulosa del maestro, estos diez jóvenes progresan a pasos agigantados en sólo una hora, al término de la cual el maestro felicita a los jóvenes y empieza a trabajar con el siguiente grupo.

El maestro Briano seguido compara el canto con “ir al gimnasio”. Cada sesión consiste en dos partes: la vocalización y la educación vocal. La intención de la vocalización es preparar la voz para una educación extensa, entre otras cosas, en cantar arpegios de dos octavas con una sola respiración, y en la repetición de notas agudas en el caso de los tenores. En una sesión el maestro, guiñándoles el ojo, reta a los tenores avanzados a cantar una nota aguda con cinco vocales diferentes, “nu, no, na, ne, ni”, de cinco a diez veces seguidas sin respirar. Sólo dos pueden hacerlo, pero crea un ejemplo a seguir para los demás. En otra sesión el maestro Briano desafía a las sopranos a cantar un ejercicio, primero fuerte y después suave. El reto al cantar con suavidad consiste en mantener un sonido apoyado que pueda escucharse.

Cuando le preguntan cómo crear grados de libertad cada vez mayores al cantar, el maestro Briano dice: “Hay que tener cuidado con la idea de libertad, porque para que la voz sea realmente libre debe haber un freno”. El freno lo ponen el cambio de registro y la nasalización. Hoy día, cuando los cantantes populares dizque “se expresan” y cantan “libremente”, sólo están gritando y el sonido es desagradable. En consecuencia, lastiman su voz o la enronquecen. Y, aunque no hay una serie de reglas o fórmulas que indiquen el método correcto, tiene que haber una pauta de libertad. En el caso del bel canto, ¡la pauta es la belleza! El maestro Briano ha escuchado a miles de sopranos y tenores en su vida, todos distintos, todos distinguibles, pues cada voz es como una huella digital: única e irremplazable. Entonces, ¿cómo sabe qué decirle a cada estudiante? Él dice: “La medicina es diferente para cada persona”. Pero eso no quiere decir que lo que es correcto para todos es meramente relativo, ¡porque entonces no seríamos capaces de enseñarle a nadie a cantar! Así que, ¿qué es lo que el maestro Briano escucha en su mente después de que cada persona canta? Porque cada recomendación que da es precisa y produce un resultado explosivo, del cual el alumno está perfectamente conciente.

Comunicándose mediante la metáfora

Al final de los nueve días, cada uno de los jóvenes tuvo la oportunidad de trabajar con el maestro Briano una hora diaria por cuatro días, con un intenso ensayo coral adicional de tres horas cada noche con el director coral del Instituto Schiller, John Sigerson. Y lo que es mejor, diez o más de esos jóvenes tienen la intención de continuar este trabajo en las diferentes regiones de los Estados Unidos de las que vinieron.

Cada joven que trabaja con el maestro cobra la confianza de que, un día, él o ella podrá comprender a cabalidad el método con el que el maestro enseña, porque no es algo técnico. Por consiguiente, estos jóvenes pueden asimilar las ideas del maestro Briano porque las comunica mediante la metáfora, y no sólo a través del “lenguaje técnico”. Los organizadores del MJL sienten que el maestro realmente quiere que los alumnos tengan éxito y descubran la belleza en sus voces.

En el transcurso de esos nueve días se desarrollaron un amor y un respeto profundos entre el maestro y sus alumnos, que superó la barrera del idioma (el maestro Briano sólo habla español). Estos jóvenes comprendieron que, entre más potentes hagan sus voces, más potentes en lo político serán.