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El 'corolario General Motors'

Decía un capitán de la industria de Estados Unidos que, "lo que es bueno para General Motors es bueno para el país". Si eso es cierto, el corolario también debe serlo: "lo que es malo para General Motors es malo para el país".

Lo cual pinta muy mal no sólo para EU sino para el mundo entero, pues la General Motors, que una vez fuera la fabricante de autos más grande del mundo —con marcas desde Chevrolet hasta el Opel alemán—, ahora es una compañía de finanzas que, da la casualidad, también fabrica carros. Y su brazo de financiamiento en EU, la General Motors Acceptance Corporation (GMAC), con activos por 300 mil millones de dólares, y que ocupa la juntura entre la muy inflada burbuja de bienes raíces y el sector automotriz que se desinfla, ahora tiene una crisis de deuda tan grande, que cunden rumores de incumplimientos y quiebra.

GMAC, que es más grande que todas las otras partes de General Motors juntas, tiene una deuda como de 260 mil millones de dólares, la cual es mucho más grande que la de cualquier otra empresa de EU, excepto la de la paraestatal Agencia Nacional Federal de Hipotecas, mejor conocida como Fannie Mae. Este 2005, General Motors está ante la situación de verse atrapada de manera simultánea por el encogimiento de la burbuja de los bienes raíces, el desplome del mercado automotriz mundial y, por si fuera poco, muy posiblemente viendo cómo resuelve los adeudos impagos al fondo de pensiones de sus empleados.

En 2004 General Motors trató de estimular la venta de sus productos ofreciéndole a los compradores rembolsos por más de 5.000 dólares por automóvil. Cuando trató de disminuir los rembolsos a principios de 2005, sus ventas cayeron: en enero fueron 9% menores que el año anterior, y en febrero 12% menos, y eso que bajó sus precios de súbito a mediados de febrero. La calificación de sus bonos ahora anda apenas por encima de la categoría de chatarra y, con la calificadora Fitch diciendo que sus "perspectivas son negativas", es sólo cuestión de semanas o meses antes de que de plano caigan a ese nivel.

En cuanto al fondo de pensiones de sus empleados, éste tiene un déficit de 17 mil millones de dólares, y si los bonos y acciones de General Motors caen al nivel de chatarra, lo que según la ley requeriría que la empresa le pague primas más grandes a su fondo de pensiones, no sería de extrañar que se declare en bancarrota para deshacerse de sus obligaciones.

Lo anterior prueba cuán importante es la existencia del Seguro Social del Estado, ya que los planes privados de pensión no son de fiar. También prueba con creces que es cierto lo que Lyndon LaRouche ha venido advirtiendo por décadas, y con más ahínco en tiempos recientes, de que el sistema de tipos de cambio flotantes que establecieron George Shultz y compañía luego de que destruyeron el de Bretton Woods en 1971–1972, está en proceso de desplomarse. Al momento de escribir esto, en el Parlamento de Italia se debate una propuesta —elaborada hace más de un año con la ayuda del movimiento de LaRouche— para crear una "nueva arquitectura financiera". El resto del mundo debe apoyarla.