Internacional

Las medidas de emergencia que debe tomar el Senado

por Lyndon H. LaRouche

13 de abril de 2005.

1.1 Un número cada vez mayor y más variado de especialistas viene sumándose al coro internacional que advierte que, en efecto, el desplome económico sistémico en marcha del orden monetario–financiero mundial ahora imperante acaba de entrar a su fase terminal. Como algunas voces destacadas del gobierno y otras pertinentes han señalado, desde septiembre de 1998 el mundo entró en un período de crisis histórica, en el que ha llegado la hora de que las naciones actúen a favor de un interés común a fin de crear una nueva arquitectura financiera para el mundo entero.

1.2 Aunque entre las autoridades pertinentes aún está por formarse una opinión mayoritaria unificada sobre el diseño de una nueva arquitectura financiera permanente, no sólo pueden, sino que tienen que adoptarse y aplicarse ahora ciertas medidas provisionales para atajar el daño irreparable que al presente amenaza a nuestra economía física. Ese daño no es sino típico de la crisis que ahora acelera en la industria automotriz estadounidense. Cualquier liquidación de la estructura actual de las capacidades productivas físicas de esa industria, en especial de su sector vital de máquinas–herramienta, significaría tanto el fin de EU en tanto potencia económica física destacada, como formas relacionadas de daños de reacción en cadena a toda la economía mundial. Tienen que tomarse, ya, medidas de emergencia para prevenir ese resultado.

1.3 El entramado internacional de la producción física dependiente de las máquinas–herramienta, del que es típica la ahora afligida General Motors y empresas asociadas, hoy no sólo está al borde de la bancarrota financiera, sino también de la inminente desintegración física de las máquinas–herramienta y de otros elementos físico–económicos esenciales y relacionados de la capacidad productiva conexa actual. Éste no sólo es el caso en Norteamérica y Europa, sino en el mundo entero. La implicación principal de la situación financiera y físico–económica en marcha de esas industrias y otras relacionadas, es que ahora tiene que alistarse al gobierno para que actúe conforme a la tácita obligación constitucional de principio pertinente de nuestro Estado nacional moderno. Ese imperativo es la obligación constitucional básica de la forma soberana moderna del Estado nacional, de fomentar el bienestar general como repúblicas individuales y en la gestión concertada entre naciones.

1.4 Ha llegado el momento en que tienen que tomarse medidas correctivas de cierta calidad a iniciativa del Gobierno federal de EU. Sin la intervención de nuestro Gobierno, no hay forma adecuada para impedir un rápido hundimiento tanto de la economía de EUA como de la del mundo, en el abismo de lo que pronto devendría en una crisis mundial prolongada de profundidad incalculable. Ésta es una crisis tan o quizás más mortal que la que asociamos con la Gran Depresión, las tiranías y las guerras del período de 1929–1945. No hay nada comparable a esa crisis que ahora arremete, ni en gravedad ni en la vivencia de las personas pertinentes de EUA durante su vida. A menos que se corrija, la crisis actual pronto empeoraría mucho más que lo que Europa Occidental o las Américas experimentaron durante la llamada Gran Depresión de los 1930.

2. La necesidad de que el Senado actúe

2.1 Un gobierno responsable no pospondrá las medidas correctivas para algún futuro en el que una combinación pertinente de Estados nacionales importantes pudiera llegar a un acuerdo general pleno sobre cómo reorganizar el sistema monetario–financiero. Tienen que adoptarse e instrumentarse de inmediato ciertas medidas correctivas provisionales de emergencia de valor duradero. Estas formas de intervención de emergencia necesarias tendrán la función de aliviar la clase de daño ya en proceso a nuestro potencial productivo, de la que la crisis de la General Motors no es sino típica, y poner en marcha ciertas medidas de reconstrucción económica que tendrán un valor perdurable para la economía física de nuestra propia nación y de otras por una o más generaciones.

2.2 No sería difícil mostrar que la situación del Gobierno de EU en este momento es tal, que algunas de las soluciones inmediatas más esenciales requeridas tienen que echarse a andar mediante pasos congruentes con las facultades constitucionales explícitas e implícitas del Senado estadounidense de dar consejo y consentimiento. Nos tiene paralizados lo que es ya, con claridad, una crisis existencial acelerada en marcha de nuestra propia nación, así como de otras, una crisis cuyas implicaciones peligrosas equivalen a las circunstancias que anteceden a una conflagración general.

2.3 La función asignada al Senado de EU de darle su consejo y consentimiento al poder Ejecutivo es ahora el instrumento más apropiado, en este momento, para dar los pasos al presente indispensables de solución correctiva, a pesar de la renuencia hoy manifiesta de algunos grupos pertinentes de la Presidencia, y de otras partes, a captar la urgencia y las características sistémicas de la actual crisis nacional y mundial.

3. La función especial de EU en esta crisis

3.1 Aunque la organización constitucional de nuestra república federal fue un reflejo de las principales intenciones de las mejores corrientes y mentes individuales de Europa en esa época, las circunstancias de los asuntos mundiales desde el período de 1789–1815 de guerras en Europa impidieron que se estableciera ahí un sistema de repúblicas basado en la misma clase de principios constitucionales adoptados por los allegados al principal arquitecto de nuestra independencia, Benjamín Franklin. Así, aunque partes prominentes de Eurasia adoptaron y copiaron elementos importantes del Sistema Americano de economía política en sus reformas económicas,[1] empezando en 1877, los gobiernos europeos en lo principal se han basado en reformas al sistema parlamentario, más que en un sistema presidencial como el que nuestra Constitución prescribe. En consecuencia, la función positiva potencial de EU en esta situación es única.

3.2 Este aspecto de la historia moderna de la civilización europea desgarrada por la guerra, en lo principal ha dejado a los gobiernos de Europa bajo la hegemonía de una red de potencias financieras privadas mejor conocidas como “sistemas de banca central independiente”. Las llamadas “guerras mundiales” y experiencias relacionadas de los europeos en el siglo pasado, han agravado el impacto de esta diferencia entre la perspectiva del mundo heredada del Sistema Americano de economía política, y los efectos del legado combinado de la herencia contraria de un parlamentarismo sujeto a la autoridad superior que, aun hoy, ejercen los sistemas de banca central en manos privadas sobre los gobiernos de Europa.[FIGURE 21]

3.3 Nuestro sistema constitucional, conocido como el Sistema Americano de economía política, tiene como premisa tácita la función de un sistema congruente con la noción de banca nacional, la cual le otorga a nuestra forma de gobierno constitucional la facultad de su Ejecutivo de actuar en concierto con la autoridad y responsabilidad separada y distinta que tienen el Senado y la Cámara de Representantes, a fin de crear grandes cantidades relativas de crédito a largo plazo para la expansión inmediata y de largo plazo de nuestra economía nacional. Esta creación de capital productivo nuevo puede lograrse, en nuestro sistema, sin la interferencia de ese concierto de intereses financieros privados conocido como “sistema de banca central independiente”. En nuestro sistema constitucional, esta derrama de crédito de largo plazo basada en deuda tiene que usarse, en lo principal, no sólo para crear empleo productivo ampliado, sino inversión nueva de capital a largo plazo en el mejoramiento de la infraestructura económica básica, así como en la agricultura y las manufacturas.

3.4 El uso de esta autoridad constitucional durante el Gobierno del presidente Franklin Roosevelt, fue lo que nos permitió emprender una guerra continua en dos frentes, para encabezar así la derrota y destrucción de lo que de otro modo hubiera sido una tiranía imperial mundial del sistema nazi. Ese mismo mecanismo constitucional es decisivo para nuestra intervención necesaria en derrotar el ahora inminente derrumbe monetario–financiero y físico–económico mundial.

3.5 El reciente conflicto que ha surgido entre EUA y nuestros socios extranjeros en Europa y otras partes ha complicado la situación actual, desde que el Gobierno de Bush provocó dicho conflicto en las relaciones entre Europa y EUA en 2002 y después. A una Europa que, por ejemplo, ya antes se había acostumbrado a confiar en la función de liderato de EU para abordar problemas comunes, la han empujado a tener las peores relaciones con EUA en más de medio siglo. En las condiciones actuales de crisis, nuestros intereses apremiantes de seguridad nacional exigen que tomemos medidas ahora para restaurar la función de nuestra república de ser una dirigente entre iguales, en su colaboración previa de décadas con esas naciones que antes depositaban su confianza en nuestra función de socios en una causa común.

3.6 Esto llama a nuestra atención el hecho de que, con la realidad de las condiciones que configuraron las relaciones transatlánticas desde aproximadamente 1776 como fondo, ahora acaban de surgir nuevos acontecimientos hoy importantes en Eurasia, que ofrecen oportunidades excelentes para tener con ella la clase de relaciones futuras que la propia recuperación económica general de EU ahora requiere. Con tal de que tomemos medidas para controlar y prevenir los peores efectos de la embestida del desplome monetario–financiero generalizado, las ofensivas emprendidas por círculos de Europa y de algunas naciones importantes de Asia encaminadas a hacer las reformas necesarias, con una intervención decisiva de Europa continental, son la base en ciernes de un repunte económico general de largo plazo en nuestro planeta para el más de medio siglo venidero.

3.7 Estas nuevas relaciones nacientes en Eurasia representan el núcleo de una iniciativa internacional de colaboración ampliable, de la suerte que la actual situación de crisis requiere. Esto debería mover a nuestro Gobierno a ofrecer una nueva iniciativa de apoyo de un EUA que actúe de nuevo como el primero de entre entidades iguales que dan su consentimiento con libertad. Sería una iniciativa que tiene que prender a partir del muy arraigado legado cultural histórico de la tradición del Sistema Americano, del modo que de forma ejemplar lo evocaba la función del presidente Franklin Roosevelt. Hay fuerzas prominentes de Europa y de sus socios en Asia que están dispuestas a actuar en concierto con nosotros, a condición de que hagamos nuestra parte aportando la chispa de iniciativa en favor del interés de todas estas naciones que, de hecho, requieren de nosotros. Nosotros, de nuestro EU, tenemos que convertirnos de nuevo en la chispa que mueve al mundo.

4. Las medidas de emergencia para el caso de la GM

4.1 El interés y objetivo principal del Gobierno de EU ante el pánico que cunde entre los principales manufactureros automotrices de Norteamérica y Europa, es garantizar que el empleo continuo de la fuerza laboral de esa industria siga funcionando, en todas y cada una de sus lugares actuales de empleo, al margen de lo que pase con la arquitectura financiera asociada con la propiedad actual de ese conjunto de empresas. La pérdida de las capacidades de fabricación de herramientas y otras estrechamente relacionadas de ese sector de la industria, sería un desastre estratégico de consecuencias incalculables y de reacción en cadena en nuestra nación, y también en el mundo en general.

4.2 La relación entre la máquina–herramienta y elementos relacionados que aparecen al principio de la hoja de proceso del ciclo de producción de estas industrias, y la masa mucho mayor de técnicos y operarios empleados en ese proceso río abajo, por así decirlo, es integral. Sería una burda incompetencia suponer que el empleo del uno puede separarse del de la otra, o que la proporción entre operarios menos calificados, y técnicos y operarios de máquinas–herramienta y relacionados de alta calificación, pueda reducirse sin sufrir efectos relativos desastrosos.

4.3 A ese fin, el Senado de EU tiene que emplear su facultad de consejo y consentimiento para asegurarse de mantener prácticamente intactas todas esas capacidades productivas actuales.

4.4 Es un hecho real, aunque desagradable, que el presente nivel de producción de automóviles rebasa la escala de operaciones justificada de la producción en las condiciones actuales de los mercados nacional y mundial.[2] Empero, al mismo tiempo, si redujéramos el número de operarios de máquinas–herramienta y otros ahora empleados en estas industrias, incurriríamos en un desastre económico nacional que tendría efectos cualitativos, más que sólo cuantitativos. El único remedio disponible es la diversificación del potencial productivo pertinente a una mezcla más amplia de formas adecuadas de producción, pasando gran parte del empleo actual al dominio de los bienes esenciales de capital de producción e infraestructura económica básica.

4.5 Por tanto, en la situación actual, es necesario separar las operaciones del potencial productivo tecnológico que representan esa industria y las comunidades asociadas con las empresas pertinentes, de las dificultades financieras de los emporios del caso. Cualquiera que sean las disposiciones adoptadas en cuanto a las debidas empresas financieras en problemas, tiene que conservarse íntegro, en esencia intacto, el potencial productivo de la fuerza laboral industrial en sus ubicaciones actuales. El gobierno federal tiene que crear el instrumento provisional que mantenga la continuidad ininterrumpida de las operaciones físicas.

4.6 Para este propósito, las alternativas conducentes del mercado alternativo al presente caben, en lo principal, en la categoría de infraestructura económica básica. A los mercados típicos los definen las necesidades de reparación, expansión a gran escala y mejoramiento de nuestros sistemas ferroviarios nacionales; el mantenimiento y mejoramiento de los sistemas de gestión de aguas, que ahora están al borde del desplome por las décadas de negligencia en su mantenimiento y mejora; las inversiones con urgencia necesarias en la producción y distribución de energía; y la diversificación de fuentes de energía que ahora se hace urgente para el uso automotriz y de otras clases, hacia la producción regional de combustibles sintéticos de hidrógeno.

4.7 Una consideración crucial es el hecho de que el lado de la fabricación de herramientas en la industria automotriz está acostumbrado, de forma correcta, al rápido desarrollo de productos en lo más avanzado de la tecnología hoy en uso, y más allá. El nivel de tecnología que encarna este componente de la fabricación de herramientas en esta industria, es lo bastante avanzado como para que haya pocas áreas importantes de las clases de productos de bienes de capital en las que no pueda emplearse de forma conveniente a fin de responder con oportunidad con productos adecuados, en especial en las categorías de bienes de capital.

4.8 En general, es en el interés nacional actual y previsible que esa diversificación de la aplicación de esta capacidad productiva esté concentrada en lo más avanzado del progreso tecnológico hoy en desarrollo, donde pueden obtenerse, de ahí para abajo, las mayores tasas de ganancia de la productividad en general de toda la economía nacional.

4.9 También ha de reconocerse que, con los programas acelerados de desreglamentación iniciados a fines de los 1970, regiones cada vez mayores de EU quedaron inactivas en lo económico, para pudrirse, en tanto que la industria y la población fueron concentrándose en una parte menguante de nuestro territorio nacional, y los aspectos esenciales de competencia y diversidad de las fuentes de productos fueron reducidos. Esto ha ocurrido con el efecto de que ha ocurrido un desplome al presente catastrófico, que lleva décadas, en el producto y el nivel de vida físicos del 80% de los hogares de nuestra población de menores ingresos. Hoy la tarea correspondiente consiste en ampliar el desarrollo y uso de regiones de nuestra nación, a fin de aumentar el producto físico neto per cápita y por kilómetro cuadrado de los condados de la nación.

4.10 Por ende, el Gobierno federal de EU tiene que intervenir, a nombre del interés nacional y afín, para garantizar que el potencial productivo de esta industria, con su aspecto de alta tecnología al principio del ciclo en la hoja de proceso, se conserve íntegro e intacto en su sitio.

5. El regreso urgente al Sistema Americano

5.1 Las posibilidades de éxito de estas medidas y otras relacionadas, requieren que las reformas que hagamos sean escogidas conforme a los potenciales que están profundamente engastados en la historia de los acontecimientos que definen las características distintivas de nuestro potencial económico hoy día. Para ello, consideren lo siguiente.

5.2 El Sistema Americano de economía política tenía como premisa, partiendo de la conducción de los Winthrop y los Mather en el desarrollo de la colonia de la bahía de Massachusetts en el siglo 17, las mejoras de capital y otras mejoras físicas en el uso ampliado del territorio de dicha colonia. Dirigentes tales como nuestro primer presidente George Washington emplearon prácticas parecidas en Pensilvania y en el desarrollo de Virginia en el siglo 18. Nuestras preocupaciones económicas principales en ésta y otras partes de nuestra naciente república, eran las que el secretario del Tesoro Alexander Hamilton describe en Sobre el asunto de las manufacturas, como el desarrollo de la productividad física alcanzada en una superficie de terreno al poner el acento en el mejoramiento de la infraestructura económica básica, la agricultura, la industria y el comercio. Nuestros mejores logros en tanto nación los ha expresado un acento de largo alcance en el desarrollo de nuestros sistemas fiscal y monetario conforme a las necesidades del mejoramiento físico de nuestra economía. Ésta fue la ventaja característica de la perspectiva de lo que vino a conocerse como el Sistema Americano de economía política, en comparación con el desarrollo físico–económico de las facultades productivas del trabajo en Europa.

5.3 Nuestra perspectiva nacional a este efecto quedó consolidada en el período en el que John Quincy Adams fue secretario de Estado. Adams consolidó una perspectiva que ya era parte de la óptica que tenían las colonias de Massachusetts, Pensilvania y otras, y de los estados de la república. Para establecer una nación viable y segura de modo duradero, tenemos que desarrollarnos como una república transcontinental con fronteras al norte y al sur definidas de una forma implícita, y adoptando al mismo tiempo la política —elaborada por el secretario Adams— que el presidente James Monroe presentó como lo que desde entonces vino a conocerse como la Doctrina Monroe. Bajo esa doctrina, teníamos un compromiso, del modo que el presidente Franklin Roosevelt reafirmó esto después, con una comunidad de principio entre los Estados respectivamente soberanos de las Américas.

5.4 En la época en que el secretario Adams elaboró los que serían los rasgos esenciales de la formulación política de nuestro Departamento de Estado, nosotros, como en todas las Américas, fuimos blanco de las intenciones eficazmente aviesas de las principales fuerzas de Europa: el que de hecho era el Imperio Británico y las potencias continentales asociadas con la Santa alianza del príncipe Metternich. No fue sino hasta después de la caída del emperador Napoleón III de Francia que las naciones de Europa continental avanzaron de manera significativa, guiadas por nuestro amigo el zar Alejandro II, hacia la adopción de lo que conocían como el Sistema Americano de economía política. Fue el resurgimiento de la política del Sistema Americano de economía política bajo la conducción del presidente Franklin Roosevelt, lo que expresó la gran ventaja inherente del mismo sobre los sistemas rivales de Europa.

5.5 Esa historia ha de reconocerse como la clave de la misión adoptada que nuestra república debe afirmar en la búsqueda de definir una vía de recuperación de la azarosa condición en la que nos encontramos, junto con el planeta, considerada como una totalidad funcional, en medio de la azarosa crisis que hoy vive el mundo. O sea que, para captar las implicaciones históricas de la crisis actual de la General Motors, consideren la siguiente comparación de los sucesos de 1929–1945 con el período que ahora nos espera.

5.6 En el intervalo de 1928–29 del estallido de lo que devino en la Gran Depresión de los 1930, nuestro presidente Herbert Hoover respondió al crac del mercado bursátil de 1929 con las peores medidas que tenía a su alcance, con lo cual la economía física de EU cayó casi a la mitad en el período previo a la toma de posesión del presidente Franklin Roosevelt en marzo de 1933. Esa experiencia de las medidas de Hoover entonces, tiene una importancia ominosa para la crisis monetario–financiera internacional de hoy, que de modo implícito es más dañina.

5.7 En todo el período de 1928–1933, desde la caída del Gobierno de Müller en Alemania al establecerse la dictadura de Adolfo Hitler en febrero de 1933, las ruinosas políticas comunes de EU y los principales gobiernos europeos occidentales fueron medidas de austeridad fiscal comparables a las que hoy están vigentes en la mayor parte de Europa y en el propio EUA. En lo principal, estas medidas las dictaron el Banco de Inglaterra, con Montagu Norman, y sus socios financieros de Manhattan. La formación del Banco de Pagos Internacionales (BPI) de Basilea, Suiza, es típica de la situación de Alemania y otras naciones bajo los regímenes de austeridad de los gobiernos ministeriales de Brüning y Von Papen. Éstas fueron las medidas del Hjalmar Schacht de Montagu Norman y otros autores de la instauración de la dictadura de Adolfo Hitler en Alemania; también fueron las de Andrew Mellon y la presidencia de Herbert Hoover. La aplicación de estas medidas de “conservadurismo fiscal” en Europa entonces, hizo posible que el Hjalmar Schacht de Montagu Norman y otros lograran instaurar la dictadura de Hitler en Alemania. Las medidas de conservadurismo fiscal del Gobierno de Hoover fueron la causa del desplome de la economía estadounidense a casi la mitad en el intervalo que va del crac del mercado bursátil en 1929 a la toma de posesión del presidente Franklin Roosevelt en marzo de 1933. Sólo la elección y las políticas de ese presidente Roosevelt le permitieron a EUA eludir la clase de destino político que hizo presa de Alemania con Hitler. Sólo la conducción de Roosevelt hizo posible la derrota del inminente imperio nazi mundial, con el Adolfo Hitler al que el Schacht de Montagu Norman había llevado al poder. Tendencias parecidas de conservadurismo fiscal en las medidas adoptadas han dominado el destino de EUA y Europa en los últimos años.

5.8 No debemos seguir cometiendo de nuevo hoy la misma clase de error que con Hoover y el Banco de Inglaterra de Montagu Norman. Tenemos que aprender la lección pertinente de la historia.

5.9 Antes de fundarse los primeros Estados nacionales modernos en el siglo 15, los de Luis XI de Francia y Enrique VII de Inglaterra, la historia de Europa la dominaba el imperio de las oligarquías y sus lacayos, quienes reinaban sobre una masa general de la población a la que mantenían casi o de plano en la condición de ganado humano sometido, como con el sistema medieval que dominó a Europa bajo la alianza veneciano–normanda de los siglos previos a 1400. El surgimiento de Estados nacionales modernos de la forma conocida como repúblicas, combinado con el fomento del progreso científico y sus beneficios para el desarrollo de la agricultura, las manufacturas y la infraestructura económica básica, ha representado el logro característico de la civilización europea moderna, pese a las fuerzas negativas del oligarquismo financiero y de otras formas que nunca han sido eliminadas de la práctica interna y externa de toda la civilización europea extendida al orbe.

5.10 La creación de la república constitucional estadounidense ha sido la punta de lanza del esfuerzo continuo de reconstituir nuestro planeta como una verdadera comunidad de Estados nacionales respectivamente soberanos a la función primaria de fomentar el bienestar general de la humanidad. El logro competente del Tratado de Westfalia de 1648 en definir las relaciones pacíficas constructivas entre los pueblos como un compromiso mutuo de “fomentar el beneficio, el honor y la ventaja del prójimo”, es la noción de la verdadera república que debemos procurar concretar. Tenemos que lograr esto ahora, en una época amenazada por la realidad de las armas nucleares y el regreso reciente, como en el caso de los mentados círculos neoconservadores, de un fomento al resurgimiento de esa modalidad de guerra religiosa que el Tratado de Westfalia proscribió.

5.11 Con el Sistema Americano de economía política, que fue el retoño apropiado de la lucha de Europa por establecer un sistema de cooperación entre repúblicas soberanas, el acento no radica en lo primordial en el interés financiero y monetario, sino más bien en esas formas de interés expresadas como un progreso —impulsado por la invención— en las condiciones de vida física per cápita y por kilómetro cuadrado del territorio. Este sistema propuesto tiene como premisa el fomento de esas mismas facultades creativas de la mente humana individual que asociamos con los descubrimientos fundamentales de principios físicos universales, mediante los cuales existe la posibilidad de aumentar las facultades productivas del trabajo. Para nosotros, la función económica de la república consiste en brindar esas condiciones de derecho y las mejoras en la infraestructura económica básica, con las cuales fomentar la fecundidad de las facultades creativas del individuo para beneficio de toda la sociedad.

5.12 Con ese Sistema Americano, son esas metas físicas y afines, más que el interés financiero, las que constituyen las premisas esenciales del derecho relacionado con la economía. Para nosotros, el dinero, aun nuestra propia moneda, es en esencia un idiota cuyo comportamiento tiene que reglamentarse de modos que fomenten la intención por la cual se constituye nuestra república. El monopolio de la creación y regulación de la circulación del dinero es la facultad esencial del gobierno soberano, que tiene que usarse y protegerse en esa función de reglamentación de los sistemas monetario–financieros. El abandono de ese principio de nuestro Sistema Americano de economía política y su remplazo por las nociones monetaristas defectuosas de la banca central independiente europea, fue la causa principal de la ruina de la economía de nuestra república con Coolidge y Hoover, y la ruina moderna de esa economía desde más o menos 1971 a la fecha. Así como las medidas de conservadurismo fiscal de Hoover arruinaron a EU en el intervalo mencionado, así también la forma de pensar parecida que adoptó el Gobierno del presidente Nixon desató, hace treinta y tantos años, la ruina que ahora azota a nuestra economía.

5.13 Para entender las economías y cómo funcionan o fracasan, tenemos que abandonar la ilusión de que las pueden tratarse como contratos sociales de trámites leguleyos. Una economía es en esencia un sistema, en el sentido en que la ciencia física es cuestión de sistemas definidos por supuestos implícitos de principio físico universal adoptados. La elaboración de acuerdos contractuales, tales como leyes adoptadas, ha de basarse en lo fundamental en nociones de principio científico, primero, y luego en la redacción de leyes apropiadas al servicio de dichos principios universales. En los viajes espaciales, como en la economía, la adopción de acuerdos contractuales que violan principios físicos universales acarreará un choque a su debido tiempo.

5.14 La forma actual de economía, desde más o menos 1971, está desintegrándose por motivos físicamente legítimos. Ya es hora de dejar el reino de las supersticiones legales acostumbradas de los últimos treinta y tantos años, para regresar a esos principios de la economía física conocidos como el Sistema Americano de economía política, que en repetidas ocasiones nos han rescatado de las consecuencias de esa necedad manifiesta en el modelo europeo del sistema de banca central independiente. El derecho tiene que ajustarse ahora al principio físico universal eficiente. Lo que elijamos ahora determinará si recibiremos un castigo o no por nuestras insensateces acumuladas en las últimas tres décadas.


[1]Con la influencia del principal economista del mundo entonces, Henry C. Carey, en lugares como Alemania, Rusia, Japón y otras partes, luego de la celebración del Centenario de 1876 en Filadelfia.
[2]En las condiciones actuales del mercado mundial, sólo podría alcanzarse el volumen necesario de unidades vendidas mediante precios netos que representen una operación corriente de ese conjunto de empresas por debajo de su nivel de equilibrio. Ésta es una situación comparable a la condición de la industria estadounidense en la víspera de la recesión de 1957, pero por un margen peligrosamente mucho mayor.