Iberoamérica

Jorge Carrillo: adalid de la justicia social


Jorge Carrillo (izq.) saluda al papa Juan Pablo II en Bogotá, donde el Papa
celebró una misa dedicada a los trabajadores de Colombia en julio de 1986;
se calcula que participaron 2 millones de personas. Enseguida del Papa,
a la derecha, se aprecia al presidente Belisario Betancur.
(Foto: Presidencia de la República de Colombia).

por Javier Almario

La justicia social y económica, el bienestar general, el progreso económico real, el mejoramiento de los niveles de vida de los trabajadores, la dignidad del trabajo y, en general, la doctrina social de la Iglesia católica y la armonía de intereses entre trabajadores y empresarios, estuvieron siempre presentes en todas las acciones de Jorge Carrillo Rojas, ya fuera como polémico líder sindical, ya como ministro de Trabajo, activista político, analista, embajador o director administrativo de la Caja de Compensación Familiar Campesina (Comcaja), el último cargo que asumió en el 2003, y con el cual murió.

Jorge Carrillo iba a cumplir 70 años de edad el 9 de abril de 2005. Nació en Bogotá, Colombia, en 1935, aunque su familia es de Bocayá y vivió la mayor parte de su niñez y juventud en dicha provincia. Según las anécdotas que a él le encantaba contar, cuando era niño un amigo de su padre lo llevaba todos los viernes a escuchar al dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán, quien curiosamente murió el día de uno de sus cumpleaños.

Debido a que su desempeño escolar no era el mejor, su padre decidió que “este muchacho no sirve para doctor, así que tiene que aprender un oficio”, y lo matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de Chiquinquirá. El padre de Carrillo murió cuando él tenía 14 años, lo cual, según contaba, “lo obligó a ponerse las pilas con el estudio”. Se graduó de mecánico en la Escuela de Artes y Oficios, y consiguió empleo como tornero de tercera en la siderúrgica Acerías Paz del Río.

Posteriormente se fue para Bogotá, donde trabajó en varios talleres de ornamentación y pasó por varios empleos, hasta que consiguió trabajo en la desaparecida empresa Cauchosol. Allí ingresó al sindicato en 1955, donde organizó una serie de competencias deportivas en las que participaban principalmente los jóvenes. Allí conoció a su esposa, María Ramírez. Estos mismos jóvenes le dieron la votación para hacerse miembro de la junta directiva del sindicato, en el cargo de secretario general. Este sindicato estaba afiliado a la UTRACUN (Unión de Trabajadores de Cundinamarca) y a la UTC (Unión de Trabajadores de Colombia).

Participó en los cursos sindicales que organizaban los jesuitas en el Universidad Javeriana, en donde enseñaban contabilidad, administración, liderazgo, economía solidaria y la doctrina social de la Iglesia. Desde muy temprano entendió que aunque había que luchar por los trabajadores, el objetivo del sindicalismo no era la guerra de clases, sino que tenía que haber una “armonía de intereses” entre trabajadores y empresarios.

Devino en activista sindical de la UTRACUN y participó en la creación de 40 sindicatos. Luego fue elegido secretario general de la UTC, cargo que desempeñó durante 10 años. Más tarde fue secretario de Asuntos Políticos y vicepresidente de la central obrera.

Carrillo entra en la política

Sin olvidar sus obligaciones sindicales, una disidencia del Partido Liberal, encabezada por Consuelo de Montejo, lo eligió diputado a la Asamblea de Cundinamarca en 1968. En 1970 apoyó al candidato presidencial Belisario Betancur, quien hizo campaña contra el candidato del Frente Nacional, el ex presidente Misael Pastrana Borrero. En 1974 fue elegido por 4 años a la Cámara de Representantes, en donde presentó un proyecto de ley para obligar a los empresarios a pagar intereses sobre las cesantías.

Desde el Congreso apoyó el Paro Cívico Nacional de 1977, con el que por primera vez las centrales obreras (UTC, de orientación conservadora; CTC, liberal; CSTC, comunista; y CGT, democratacristiana) se unieron en una acción común. Es posible que desde ese momento ya hubiera pensado en la creación de la Central Unitaria de Trabajadores, para agrupar a todos los sindicatos en una sola organización.

Una armonía de intereses

A partir de 1978 empieza a convertirse en el principal contradictor de la política económica del Fondo Monetario Internacional y de los ministros de Hacienda de turno. Combatió la idea de que la inflación se controlaba bajando los salarios de los trabajadores o aumentándolos a ritmos inferiores a la inflación. Propuso crear un frente común de trabajadores y empresarios para obligar a los bancos a bajar las tasas de interés, las cuales estaban ahorcando “a empresas y trabajadores” por igual.

Estudió la historia de los Estados Unidos para entender cómo ese país tenía los salarios más altos del mundo, y al mismo tiempo generaba las mayores ganancias a las empresas. Mencionaba que Henry Ford, aunque era enemigo acérrimo del sindicalismo, siempre mantuvo en sus fábricas los salarios más altos de los EU, y eso mismo incentivaba la productividad y la capacidad de innovación. En efecto, el creador del automóvil moderno decía que la industria automotriz sólo tenía futuro “en la medida en que los trabajadores automotrices y de las demás industrias tengan la capacidad de comprarse un Ford”.

A quienes propusieron eliminar el salario mínimo, eliminar las prestaciones sociales y las conquistas de los trabajadores, eliminar la Comcaja, medidas que algunos empresarios y economistas proponían como un mecanismo para crear más empleo, Carrillo los acusó de querer regresar a la humanidad siglos atrás y convertir a los trabajadores en esclavos. Afirmó en muchas ocasiones que la inflación se combatía produciendo más, con mejor tecnología, con empleos más calificados y combatiendo la usura.

Estudió a profundidad la deuda colombiana y latinoamericana, y concluyó que esta deuda ya se había pagado varias veces y que su crecimiento se debía a las manipulaciones financieras. Apoyó la idea de declarar una moratoria colectiva de la deuda externa latinoamericana formando un cartel de deudores, y de que la economía de los países de la región se integrara mediante grandes obras de infraestructura física, idea que originalmente expuso el economista estadounidense Lyndon LaRouche en su estudio Operación Juárez.

En 1982, después de que la UTRACUN se desafilió de la UTC, organizó con su entrañable amigo Pedro Ignacio Rubio la Unión de Trabajadores de Bogotá y Cundinamarca (UTRABOC), para convertirla en la organización regional de la UTC.

El Gobierno de Betancur organizó en Cartagena una reunión en 1983 para discutir el problema de la deuda externa latinoamericana, y amagó con usar la bomba de la deuda para presionar una negociación conjunta. Sin embargo, a última hora dio marcha atrás, de seguro porque el apoyo de los demás países latinoamericanos no fue suficiente, y la reunión de Cartagena pasó de ser la de un cartel de deudores a la de uno de pagadores. El gobierno entonces accedió a imponer un drástico programa de ajuste, en donde la devaluación de la moneda colombiana pasó de ser de gota a gota, a chorros. Fue entonces que Carrillo se convirtió en el principal contradictor de la política económica del gobierno y de su ministro de Hacienda, Roberto Junguito Bonnet.

Ministro de Trabajo

Cuando el presidente Betancur anunció que Carrillo sería ministro de Trabajo, el debate fue candente. “¿Cómo se le ocurría al Presidente nombrar al mayor contradictor de la política económica de ajuste?” El ex presidente Alfonso López Michelsen acusó al gobierno de intentar imponer un modelo “peronista”, en referencia a la alianza de Perón con la confederación laboral argentina CGT. El ministro Junguito estuvo a punto de renunciar. La revista Semana auguró que el experimento duraría muy poco. Las organizaciones de empresarios alegaron que Carrillo se parcializaría a favor de los trabajadores, y éste concedió que, en efecto, eso es lo que haría.

El 2 de septiembre de 1985 Carrillo asumió el cargo de ministro de Trabajo, y puso como su asesor a Maximiliano Londoño Penilla, el representante de las ideas de Lyndon LaRouche en Colombia. Desde sus primeras intervenciones en los conflictos laborales, Carrillo demostró que era un gran negociador e intelectual, y un visionario. También demostró que era un excelente administrador. Aprovechó cuanta oportunidad tuvo para convencer al país y al mundo de que el desempleo sólo se resolvía con grandes inversiones en el desarrollo económico tanto del Estado como del sector privado. Argumentó que promover la microempresa como presunta solución al desempleo tan sólo fomentaría la informalidad, en donde los trabajadores no obtienen ni siquiera el salario mínimo.

Impulsó la construcción del canal Atrato–Truandó, la construcción de obras de infraestructura vial y de salud, y obras para integrar las naciones latinoamericanas. Con la excepción de una huelga en Caracol, que Carrillo se negó a declarar ilegal a pesar de las presiones, durante su ministerio hubo una paz laboral que hacía mucho tiempo el país no vivía, ganándose los elogios tanto de los trabajadores como de los empresarios. Carrillo quedó en la historia de Colombia con el honroso título del “Ministro Obrero”.

Unificando el movimiento laboral

Apenas finalizó su labor en el Ministerio, se dedicó por completo a unificar las centrales obreras en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), con la idea de que los trabajadores se unieran en una poderosa central independientemente de las ideologías políticas que tuvieran. Carrillo fue su primer presidente, hasta 1988, cuando renunció al cargo. Como presidente de la CUT, desarrolló una gran amistad con el ahora presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien entonces presidía la CUT.

Más tarde fue asesor de la Consejería de Paz, delegado oficial del Gobierno colombiano en las reuniones anuales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y embajador de Colombia en Guatemala en 1994.

Carrillo también intervino en varios foros mundiales. En 1980 participó en la creación de una organización mundial llamada El Club de la Vida, dirigida por la líder alemana Helga Zepp–LaRouche, cuyo propósito era combatir el creciente maltusianismo mundial. En 1984 participó en la creación del Instituto Schiller, también dirigido por Zepp–LaRouche. Fue idea de él y de Pedro Rubio organizar una Comisión Sindical del Instituto Schiller para luchar por un nuevo orden mundial más justo.

En 1998 firmó, junto con el ex presidente mexicano José López Portillo, el economista estadounidense Lyndon LaRouche y otras personalidades de todo el mundo, una declaración de amplia difusión internacional en la que se pregonaba una unión de Estados soberanos para reorganizar el sistema monetario y financiero mundial, y crear un orden económico mundial justo.

Participó en la campaña presidencial del actual presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, y desde 2003 hasta su muerte fue director administrativo de la Comcaja. Carrillo siempre pensó que Comcaja era el mejor mecanismo que existe para que el gobierno ejecute su política social.

Por esas cosas de la cultura empresarial colombiana, en Comcaja le dejamos de decir “compañero Jorge” o “compañero Carrillo”, para decirle doctor Jorge Carrillo, como acostumbra llamarse a un director administrativo o a un gerente general en los medios empresariales. Su principal logro en Comcaja fue transformar a una empresa al borde de la liquidación en una empresa viable.

En medio de su enfermedad, Carrillo siempre estuvo lúcido; y a pesar de que su cuerpo no podía más, siempre estuvo brillante, aportando ideas para mejorar el desempeño de Comcaja, ideas de cómo mejorar al país, y siempre analizando la situación del mundo y de Colombia. Quienes tuvimos la ocasión de visitarlo o escucharlo desde su lecho de enfermo, sentíamos siempre su optimismo, firmeza y bondad, y vimos de manera empírica la existencia de un alma inmortal alojada en un cuerpo cada día mas débil.

Murió plenamente conciente. Unos meses antes de morir, pensaba que el presidente Álvaro Uribe lo nombraría embajador en algún país en donde el gobierno necesitara un personaje con su perfil. Hubo muchas conjeturas sobre cual sería ese país. Pero el viaje no fue a ningún lugar de este mundo, y el domingo 20 de marzo de 2005 Dios le pidió que culminara su estadía en el universo material.