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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXII, núm. 13
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Schwarzenegger quiere que ‘camisas pardas’ patrullen la frontera


El “Gobernator” Schwarzenegger está echándose solito la soga al cuello en California, revelando sus inclinaciones racistas.

por Harley Schlanger

Si Maria (Kennedy) Shriver, la mujer de Arnold Schwarzenegger, de veras quiere parar el desmoronamiento de la administración de gobierno de su marido en California, Estados Unidos, lo primero que tiene que hacer es ponerle un bozal. El “Gobernator” Schwarzenegger, tres veces en dos semanas a principios de mayo, hizo más por agilizar su caída —que ha sido más bien ruidosa—, que todos los consultores demócratas de Sacramento, la capital del estado.

Ahora que su “año de reforma” está convirtiéndose en un “año de retirada”, y que su “popularidad” en las encuestas ha caído por debajo del 50%, Arnold Schwarzenegger juega la carta racista. Arnie la tomó contra los inmigrantes mexicanos ilegales, en un intento flagrante por echarle la culpa de su pobre desempeño como gobernador a un sector vulnerable de la población.

En un discurso que pronunció el 19 de abril en San Francisco ante la Asociación de Prensa de EU, Schwarzenegger respondió a una pregunta sobre política migratoria con una provocación deliberadamente insultante: “Cierren la frontera”. Más tarde, cuando le llegó el fuego a los aparejos, “aclaró” su posición diciendo que se había “expresado mal”, que su inglés le falló, que lo que en realidad quiso decir era “aseguren la frontera”.

Camisas pardas a la frontera

Antes de que amainara la conmoción de su “metida de pata”, el otrora fisicoculturista embistió de nuevo, encomiando a los cazamexicanos del “Proyecto Minutemen” durante un programa de radio de dos conocidos payasos derechistas. Los “minutemen” son un grupo de lunáticos armados que alegan estar vigilando la frontera, amenazando con ponerle un alto a quienes consideran están entrando a EU de manera ilegal. Pero están tan zafados, que hasta el presidente Bush salió por un instante de su cuarto acolchado para tacharlos de vigilantes que actúan por su propia cuenta.

Pero, según Arnie, son sólo buenos ciudadanos. “Creo que han hecho una labor magnífica”, dijo, “y han reducido en un gran porcentaje el cruce de inmigrantes ilegales”.

Y continuó para dejar en claro que esta vez estaba diciendo exactamente lo que quería decir: “Quiero decir, es algo alcanzable, y lo que pasa es sólo que nuestro gobierno federal no está haciendo su trabajo”.

En declaraciones subsiguientes defendió su posición, diciendo que recibiría con beneplácito la presencia de los “minutemen” cazamexicanos en la frontera.

Schwarzenegger reafirmó su deseo de que hubiera unidades de voluntarios “camisas pardas” en la frontera, en una entrevista que le concedió el domingo 8 de mayo a Chris Wallace del noticiero de televisión Fox. “No tienes que ser un neurocirujano ni nada parecido”, dijo, para apoyar la idea de desplegar mercenarios improvisados para librarle la guerra a los inmigrantes mexicanos.

“No estamos diciendo que, sí, apoyamos que los ‘minutemen’ deben hacer el trabajo. . . Pero si el gobierno federal no alcanza a realizar su labor ni a cumplir lo que le ha prometido al pueblo, entonces el ciudadano promedio se levantará y hará el trabajo”.

Si eso suena como un mal guión cinematográfico, no es de sorprender, considerando lo que Arnie dijo acerca de su función como gobernador. “Dirigir no tiene que ver con la popularidad”, le dijo a Wallace —una postura muy afortunada, dadas las encuestas—, “dirigir significa que a veces tienes que tomar decisiones penosas. . .

“Y esto es exactamente por lo que estamos pasando. Esto es como el guión de una película. Primero pones al héroe en la cúspide. Luego lo bajas para que la gente te apoye, y entonces todos están contigo, y entonces lo vuelves a subir. Y luego este arco llega a su fin. Esto es; es el guión perfecto” (énfasis añadido).

Al leer lo anterior, ¡quizá te parezca verosímil que Arnie tenga problemas con el idioma! Pero es mucho más peligroso que eso. En su mente, está interpretando un personaje, el del líder omnipotente, como imaginó en sus sueños —según sus propias palabras—, de contar con el control de las masas que Hitler alguna vez tuvo.

Y si las cosas no salen como él quiere, no importa, ¡sólo cambia de guión! Cuando Wallace le preguntó sobre sus dificultades recientes, Schwarzenegger negó tener problemas, y dijo que lo que se necesita es “reescribir tu guión, exactamente de la misma forma en que en cierta forma vuelves a grabar un programa”.