Economía

Estamos en proceso de una ‘quiebra estratégica’, advierte LaRouche

por Nancy Spannaus

Los Estados Unidos y el mundo han experimentado varios golpes económicos de proporciones mayúsculas desde principios de mayo. Primero, los bonos de las principales fabricantes de automóviles estadounidenses, General Motors y Ford, fueron reducidos a la categoría de “chatarra” por la agencia calificadora Standard & Poor’s el 5 de mayo. Una semana después, el 12 de mayo, un juez del tribunal de bancarrotas de los EU autorizó a United Airlines, una de las principales aerolíneas del país, a botar el plan de pensiones de sus empleados y ponerlo en manos de la Pension Benefit Guaranty Corporation (PBGC), el ente gubernamental que garantiza las pensiones. En esos mismos días el mercado de los fondos especulativos fue presa de una ola de pánico el 10 de mayo, misma que presagia una crisis varios “órdenes de magnitud” peor que la de 1998, según fuentes de la City de Londres.

El economista y estadista norteamericano Lyndon LaRouche respondió el 14 de mayo con una declaración, que describe la naturaleza del problema y las medidas a tomar para bregar con el mismo (ver Resumen ejecutivo de la 2a quincena de junio de 2005).

El plan de pensiones de la United, que tenía un déficit de 6.600 millones de dólares, es por mucho el más grande que haya tenido que absorber la PBGC. Antes asumió el de Bethlehem Steel, con un déficit de 3.900 millones de dólares. De hecho, los fondos de pensiones de Bethlehem y las otras acereras quebradas (LTV, National Steel, etc.) están entre los principales causantes del déficit de ¡23 mil millones de dólares que tiene la propia PBGC!

En cuanto a la industria automotriz, es un bien nacional, ya que es un repositorio de las máquinas–herramienta y la mano de obra calificada necesarias para sacar a la economía de su depresión actual. LaRouche propuso (ver el editorial de nuestro número anterior) que el gobierno tome medidas de urgencia para mantener funcionando este sector de la economía, y que cambie la orientación de su producción de todoterrenos y otros vehículos no esenciales, a trenes y otros reglones de la infraestructura básica.

Tambalean los fondos especulativos

Para finales de mayo las décadas de políticas económicas locas y de los bancos centrales de insistir en tapar los síntomas de una crisis sistémica con aun más liquidez, habían producido una situación imposible.

La baja de la calificación de la deuda pendiente de 435 mil millones de dólares de General Motors y Ford a la categoría de chatarra, no sólo fue un “desastre nacional”, como lo llamó LaRouche, sino que podría hacer volar todo el sistema monetario–financiero mundial. El 10 de mayo hubo una sacudida de los mercados por el temor de una repetición del desastre del Long Term Capital Management (LTCM), que casi destruyó a todo el sistema en el otoño septentrional de 1998. Luego de que algunos corredores indicaron que había graves problemas con varios fondos especulativos por la caída de General Motors y Ford, los mercados bursátiles y de bonos empresariales experimentaron pérdidas enormes. Entre los fondos especulativos en veremos están Highbridge Capital, Asam Capital Management, Sovereign Capital y GLG Partners. Este último, con sede en Londres, administra 13 mil millones de dólares y clasifica como el fondo especulativo más grande de Europa y el segundo más grande del mundo.

Los indicios de una remecida de envergadura de los mercados especulativos que involucre cientos de billones de dólares, van en aumento.

El hecho es que desde el 10 de mayo la palabra “LTCM” está en boca de todo el mundo.

“El terremoto de General Motors hace astillas del sector de los fondos especulativos”, rezaba el titular del Neue Zuercher Zeitung, el periódico de la élite bancaria suiza, el 12 de mayo. “El tic tac de General Motors en los derivados de los fondos especulativos”, decía el de un cable de Bloomberg el 13 de mayo. “Los mercados están nerviosos. La gente todavía tiene recuerdos del Long Term Capital Management”, le dijo un corredor a Bloomberg el 11 de mayo.

El titular del Financial Times de Londres del 18 de mayo decía: “Advertencia del viejo del LTCM”. El artículo informaba: “El riesgo de una crisis de liquidez detonada por un reventón de los fondos especulativos ha aumentado, lo que da pie a la posibilidad de un desplome al estilo del de 1998, según Gerard Gennotte, quien era uno de los principales estrategas del Long Term Capital Management, el fondo especulativo cuya virtual quiebra en 1998 causó pánico en el mercado. El monto del dinero que ha ido a parar a los fondos especulativos y la baja concomitante en las utilidades aumentó el riesgo de que estalle una crisis, dijo”.

Igual de histérico estuvo el Wall Street Journal el 18 de mayo, cuando advirtió que las crecientes pérdidas de los fondos especulativos hacen temer que habrá una “sacudida”, y que la gente anda preocupada por su “posible impacto” sobre el sistema financiero. Varias apuestas “seguras” que hicieron los fondos especulativos sobre la relación entre las acciones y las inversiones de deuda, tales como en el caso de General Motors, fallaron y resultaron en pérdidas “enormes”. Según el diario, “demasiados fondos” usaron estrategias similares de apuestas que fallaron, “y ahora no pueden salirse de esas inversiones improductivas sin trastornar al mercado”. Peor aun, las pérdidas se multiplican porque muchos de los fondos usan apalancamientos.

Los fondos especulativos que le apostaron a la deuda de General Motors recibieron dos golpes consecutivos. No sólo perdieron sus apuestas cuando Standard & Poor’s le bajó la calificación a General Motors y Ford, sino que sus pérdidas aumentaron al subir el precio de las acciones a raíz de que el buitre financiero Kirk Kerkorian ofreciera aumentar su participación en General Motors al 9% de las acciones de la empresa, informó el Wall Street Journal.

El periódico indicó que la situación actual tiene mucho parecido con el desplome del LCTM en 1998. Aunque negó que la mayoría de los fondos especulativos hoy estén tan apalancados como lo estaba el LTCM, el Wall Street Journal advierte: “Hoy hay muchos más fondos y corredores en los bancos de Wall Street que andan detrás de otras estrategias de ‘valor relativo’, lo que lleva a retorcerse las manos en el mercado”. Un motivo de gran preocupación, añade, es “si demasiados inversionistas de los fondos especulativos piden que les devuelvan su dinero. . . lo que obligaría a más fondos a vender sus inversiones para obtener liquidez”. Algunos fondos ya se han deshecho de sus “inversiones”, porque anticipan que sus inversionistas batirán la retirada para fines de junio.

Es indudable que vienen inyectándose enormes cantidades de liquidez a los fondos y bancos. Pero no hay garantía de que tales medidas basten para calmar los nervios en los súper apalancados sistemas de apuestas y contra–apuestas.

Impuesto a los derivados

Según el Banco de Pagos Internacionales, los derivados en los mercados no regulados suman 248 billones de dólares, y el volumen de las transacciones anuales de los mismos en las bolsas asciende a 900 billones de dólares.

Es por ello que LaRouche decidió revivir su llamado de 1993, de tasar las transacciones con derivados con un impuesto de 0,1% sobre el valor nominal de cada transacción (ver editorial). Semejante impuesto no generaría fondos para rescatar al sistema financiero mundial de su actual quiebra irremediable, pero sí obligaría a los fondos especulativos y bancos a revelar su nivel de riesgo.

Esta transparencia será útil para la rerregulación del sistema financiero, ahora tan necesaria. Una vez que los fondos especulativos estén obligados a ser transparentes en cuanto a sus robos, las autoridades gubernamentales podrán tomar las medidas de rigor, aun si éstas consisten principalmente en mandar a los bribones a la cárcel. El impuesto sobre las transacciones de derivados también será útil en el marco de las medidas estratégicas de bancarrota, las cuales son necesarias para echar a andar la economía física de nuevo.