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Acuérdate de Walther Rathenau


Walter Rathenau, el industrialista que participó como ministro de Relaciones Exteriores de Alemania en las negociaciones del Tratado de Rapallo. Hoy, escribe LaRouche, de lo que tenemos que defendernos más que nada, es de las reliquias de la internacional sinarquista que arregló el asesinato de Rathenau en 1922.
(Foto: www.walther-rathenau.de).

por Lyndon H. LaRouche
10 de junio de 2005.

Hoy el eco del asesinato del gran industrialista alemán Walter Rathenau el 24 de julio de 1992, resuena de nuevo en los acontecimientos principales de la historia mundial contemporánea. De nuevo hoy, como ayer, el terror congela la voluntad y el poder de estadistas prominentes, quienes tiemblan de miedo ante los poderes financieros malignos que están tras bambalinas, poderes que de nuevo arreglarían el asesinato de cualquier político o figura relevante parecida que obstruyese sus planes de saquear las pensiones y otros instrumentos del bienestar general de los pueblos del mundo, tal como los asesinatos de Walter Rathenau y otros veteranos de las negociaciones de Rapallo se sucedieron en oleadas después de adoptarse el así llamado Tratado de Rapallo del 10 de abril de 1922 en Génova, Italia.

Tres meses después del asesinato de Rathenau, el agente británico, rebelde veterano, banquero y conde Volpi di Misurata de Venecia, orquestó la marcha de Benito Mussolini sobre Roma del 24 de octubre de 1922. Trece meses después, el entonces imitador de Mussolini, Adolfo Hitler, emprendió su infructuoso golpe de Estado en Múnich.

La conexión entre estos dos incidentes no fue una mera coincidencia. Las fuerzas que estuvieron detrás de esos acontecimientos de 1922, no fueron sino los mismos grupos oligarcas controlados por Londres y París cuya influencia dominó a Europa desde el período de las negociaciones del Tratado de Versalles en adelante. El mundo caminaba ya entonces rumbo a la posibilidad, si no todavía la certeza, de lo que hoy conocemos como la Segunda Guerra Mundial. Hoy, una vez más, están enviándose amenazas como las que acabaron con Rathenau y otros, o hay mensajes en preparación a enviarse pronto, contra figuras políticas relevantes de todo el mundo.

Lo que llevó directamente a lo que luego vino a conocerse como el fascismo y la Segunda Guerra Mundial, fue el fracaso de círculos europeos importantes en reaccionar con valor y competencia a la amenaza de los círculos financieros implicados en el asesinato de Rathenau que organizaron las negociaciones del Tratado de Versalles. Poco después, las vidas de muchos de los participantes principales de Rapallo corrieron una suerte parecida, a excepción de Lloyd George de Gran Bretaña. Hoy hemos de encontrar una negligencia entre las figuras políticas pertinentes, similar a la que les permitió continuar a los autores de esa ola de muertes. Dicha negligencia podría desembocar ahora más bien con rapidez en algo incluso mucho peor que lo que alguna vez llamamos "Segunda Guerra Mundial".

Debimos haber aprendido de la historia de esta clase de procesos y de otros parecidos, que difícilmente encontramos entre los líderes que tenemos tanto la sabiduría como el valor necesarios para evitar giros tan espantosos de la historia. Por consiguiente, urge que de vez en cuando personas bien intencionadas en posiciones de influencia significativa descubran en sí mismas las cualidades excepcionales de sabiduría y de valor que requieren para no eludir los riesgos extraordinarios que los líderes tienen que aceptar por el bienestar de generaciones presentes y futuras, el coraje para ver al demonio directo a los ojos y enfrentarlo. Dicho momento es ahora.

Ha de reconocerse que, como en el caso de la figura histórica de Juana de Arco, es grande el riesgo que corren los verdaderos líderes, tales como los autores de la guerra de Independencia de los Estados Unidos. Solo aquellos con un sentido de propósito inmortal tienen la calificación para encontrar dentro de sí el valor de dirigir de forma valerosa en tiempos tales.

Rathenau no fue ni el primer ni el último alemán asesinado por fuerzas con una motivación similar. En Alemania, la lista de 1977 incluyó a Bundesanwalt Siegfried Bubak (en abril), Jürgen Ponto (en julio) y al dirigente de la asociación de empleadores alemanes, Hanns–Martin Schlever (en octubre). Un paralelo directo de las implicaciones estratégicas del asesinato de Walter Rathenau, es el del presidente del Deutsche Bank, Alfred Herrhausen, el 30 de noviembre de 1989. La entidad responsable de todos estos casos y otros comparables, desde el de Rathenau hasta los de Herrhausen y Rohwedder, es la misma, como quedará claro más adelante.

Sería inapropiado que nombrara ahora a algunos de los blancos actuales de semejantes amenazas comunicadas a nombre de ciertos intereses financieros poderosos tras bambalinas en Europa y en otras partes. Las amenazas resuenan ya. En vez de identificar los blancos ya conocidos y probables de tales advertencias insinuadas de forma siniestra, otra forma en que podemos bregar con ese claro peligro actual, como lo hago aquí, a fin de cuentas sería más útil y, por tanto, más apropiado en este momento.

Aquí y ahora, al momento en que este número de EIR va a la imprenta (la revista EIR del 17 de junio de 2005—Ndr.), habrán pasado dos semanas desde el fin de semana memorable en el que un concierto de senadores demócratas y republicanos salvaron la Constitución federal de los Estados Unidos de América, de un virtual golpe de Estado contra el corazón de esa Constitución a manos de la Casa Blanca de George W. Bush hijo. Mira la horrible acumulación de amenazas continuas que la crisis de desintegración monetario–financiera mundial ya en marcha alrededor del orbe hoy día, representa para los EUA y otras naciones. La capacidad de instituciones tales como el Senado de los EU para seguir conteniendo la mentalidad de golpe de Estado que irradia del Gobierno de Bush y Cheney, y de sus patrocinadores más rabiosos tales como las redes de George Pratt Shultz, debe ser hoy el asunto principal en la agenda de los especialistas en inteligencia estratégica más importantes del mundo.

Entonces, como ahora, la fuente de las amenazas de golpe de Estado, tales como los golpes fascistas, entre ellos el asesinato de Rathenau que partió de los notables aspectos económico–financieros del Tratado de Versalles, son las mismas redes financieras internacionales que desempeñaron cada una su parte en llevar regímenes fascistas al poder en Europa, y que desencadenaron lo que vino a conocerse como la Segunda Guerra Mundial. Estas redes financieras son el producto actual de la corriente liberal angloholandesa que se autodescribía como el "Partido Veneciano" del siglo 18, porque las características de su creencia y su práctica se remontan a la facción oligarca veneciana de los seguidores del fundador del empirismo moderno, Paolo Sarpi de Venecia. Por supuesto, los tiempos han cambiado desde el siglo 18; en la actualidad, la amenaza de los intereses oligárquico–financieros de la tradición del Partido Veneciano contra la civilización es, en potencia, incluso mucho peor y más peligrosa que en los 1920 y 1930.

Lee la lista

Para poner la amenaza presente en perspectiva, lee una lista relativamente corta de algunas de las principales crisis económico–financieras que encara el Gobierno y la población de los EU en este momento.

1. La amenaza más urgente en este instante, es el derrumbe en marcha de la industria automotriz estadounidense, que quizás afecte en lo inmediato, al estilo de una reacción en cadena, tanto los ingresos como las pensiones de aproximadamente medio millón de personas o más asociadas con el empleo en esa industria. Ciudades y estados enteros de los EU serían arrojados a la debacle. Ésa no sólo es una amenaza contra las personas y las comunidades en las que viven; el desplome de la capacidad de máquinas–herramienta que esa industria representa sería una amenaza estratégica a los EUA; por sí misma no regresaría a los EU a la Edad de Piedra precisamente que digamos, pero prácticamente acabaría con los EU en tanto una gran potencia en las décadas por venir o más.

Hasta ahora el Gobierno de los EU no ha hecho nada por evitar una catástrofe irreparable que requiere que el Congreso estadounidense actúe de inmediato, si es que hemos de evitar las peores consecuencias.

2. La clara intención que muestran los intereses financieros que controlan esta industria, es la de endilgarle las obligaciones de las pensiones de las industrias automotriz y relacionadas a la Pension Benefit Guaranty Corporation (el ente gubernamental que garantiza las pensiones-Ndr.). Esto coincide con lo que ya hicieron en el caso de United Airlines y, por consiguiente, con lo que es inminente para los de Delta y American Airlines. Esto va de la mano con el patético, mal intencionado y confuso relajo que se trae el presidente George W. Bush con lo del Seguro Social, una estafa descarada diseñada para dejar que los agentes de bolsa de Wall Street timen a la mayoría de los estadounidenses con el último fondo de pensiones que pronto quedará funcionando, de tolerarse las absurdas propuestas infantiles del Presidente de dejar de pagar los bonos estadounidenses como si fueran meros pagarés.

Si la gente de influencia de todo el mundo no hubiera sospechado que el Presidente estaba loco de remate, el que dijera que los bonos estadounidenses son pagarés sin ningún valor intrínseco, hubiera bastado para hundir a todo el sistema monetario–financiero mundial en un pánico que hubiera activado un derrumbe total inmediato.

Las actuales propuestas de los republicanos de la Cámara de Representantes respecto a este conjunto de cuestiones pensionales, serían en efecto genocidas, de tolerarse.

3. Entre tanto, el apoyo que el presidente de la Reserva Federal, Alan "Burbujas" Greenspan, le da al uso de una forma de apuestas de juego colaterales como si fueran capital financiero, los llamados "derivados financieros", ha creado una burbuja financiera explosiva, la llamada burbuja de los "fondos especulativos", la cual, en comparación, hace parecer a la burbuja del LTCM casi como un incidente menor. Los principales bancos del mundo, como los de los EUA y Alemania, por ejemplo, que se han metido en esta burbuja de los fondos especulativos, ahora enfrentan la amenaza de una catástrofe que rebasa los alcances de la imaginación de la mayoría de los ciudadanos comunes o incluso de la mayoría de los miembros del Congreso estadounidense, hasta ahora. Al momento, hasta un 20 a 40% de las cuentas de los fondos especulativos en cuestión, o han desaparecido o están cerca de esa condición. La deuda en la que han incurrido los bancos asociados con estos negocios con fondos especulativos, dejaría perpleja la imaginación de la mayoría. Resulta que el estallido de la crisis de General Motors no ha sino activado y acelerado el desplome de esta burbuja de los fondos especulativos.

Hasta ahora, no hay ningún preparativo para que los EU breguen con esta crisis global, una crisis que podría echar abajo a todo el sistema mundial.

4. Esto coincide con otro producto de los sueños guajiros de Alan Greenspan. Su participación en la creación de la burbuja del Y2K que tronó en el 2000, fue parte de la misma tendencia que, involucrando a las agencias hipotecarias semiprivadas Fannie Mae y Freddie Mac, ha creado lo que al presente es una monstruosa burbuja hipotecaria en riesgo. En estos momentos, cada vez más órganos noticiosos relevantes informan de hechos importantes que prueban el peligro de un derrumbe de reacción en cadena en la llamada "industria hipotecaria", el cual amenaza con propagarse por todo ese sector, por las necedades más flagrantes que ha cometido Alan Greenspan bajo su reinado de corrupción con "derivados financieros" en la Reserva Federal.

No obstante, nuestros dirigentes políticos están reaccionando con mucha lentitud a este asunto mortal, o más que nada bloqueándolo en sus mentes como una fea realidad que ellos y la mayoría de los ciudadanos estadounidenses aún no están preparados para pensar siquiera.

5. De hecho, hay en marcha una nueva estafa con bienes raíces, en esta ocasión desde el Departamento de Defensa de Donald Rumsfeld: la estafa del cierre de bases militares. Qué hermosa última tajada del presupuesto se llevarían los contratistas amigos de Rumsfeld y Cheney si pudieran llevarla a cabo.

Además de esto, tenemos al rabioso vicepresidente Dick Cheney profiriendo con gruñidos sus amenazas de guerras nucleares preventivas y empresas afines, empezando quizás con Corea del Norte, según las disposiciones del Conplan 8022. El propio Conplan 8022 tiene implicaciones con justicia descritas como clínicamente orates por sí mismas, pero el verdadero peligro está pasándose por alto. Eso llama nuestra atención de vuelta a las implicaciones del asesinato de Walther Rathenau en julio de 1922.

La genialidad de la Constitución federal de los EU está ahí; considerando que nuestra república ha sobrevivido a algunos gobiernos muy malos, incluso algunos francamente traicioneros en ciertas de sus implicaciones, nunca hemos perdido nuestro sistema constitucional, en tanto que los gobiernos europeos muy seguido han sufrido golpes de Estado y dictaduras de una u otra clase. El que el Senado se irguiera en defensa del principio constitucional de consejo y consentimiento para obstruir las intentonas de la Casa Blanca de Bush por hacerse de poderes dictatoriales, quedó ejemplificado en que se apegó a la salvaguarda constitucional contra dicha intentona, tal como el Congreso derrotó antes una intentona similar bajo el presidente Richard Nixon.

Desde que George W. Bush hijo tomó el cargo por primera vez, hemos visto repetidos ejemplos, como en los casos de Abu Ghraib y Guantánamo, de los esfuerzos del Gobierno de Bush por adoptar ciertas características que rememoran a las de Gobiernos como el de Adolfo Hitler y otros de su calaña en Europa. Es típica la manera en que el Gobierno de Bush explotó el incidente del "11–S", como con las propuestas de la ley Patriota, que ya estaban montadas antes del incidente del "11–S", y cómo echó mano una y otra vez de mentiras fabricadas en concierto con el Gobierno liberal imperialista de Blair en el Reino Unido para imponerle una nueva guerra de Iraq al mundo, con las horrendas consecuencias del fracaso que muestra la conducción de esta guerra continua hoy. La importancia principal de la propuesta de usar miniarmas nucleares para emprender un ataque preventivo contra Corea del Norte, estriba en los efectos psicológicos mundiales, que también afectan a los EU, del uso de una versión en miniatura del lanzamiento innecesario de los dos únicos prototipos entonces existentes de armas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, arrojados en un momento en que las condiciones para tramitar la rendición del Japón del emperador Hirohito estaban dadas, tal como dichas condiciones fueron la base para tal rendición posterior.

El rasgo característico de la mentalidad del Gobierno de Nixon que el conspirador veterano Karl Rove ha introducido en la Casa Blanca de George W. Bush hijo hoy, es el mismo recurso de la clase de pasiones lunáticas nacientes que emplea la derecha religiosa lunática de Rove, con fines que a los historiadores modernos les recuerda el fanatismo del período de 1922–1945 de la historia de la Europa continental, y los atavismos al espíritu lunático de las guerras religiosas del período de 1492–1648. La orientación de la Casa Blanca bajo el nixoniano veterano Rove, es ese espíritu de dictadura típico de las épocas de las guerras religiosas y los movimientos fascistas de Europa. Ése es el espíritu del actual Gobierno de Bush y Cheney, y de sus impulsos políticos.

Éstas tales son muestras de la situación que hoy nos amenaza en lo inmediato.

La conexión histórica

Con la decadencia y la pérdida del poder de los intereses típicos de la Santa alianza del príncipe Metternich, la potencia imperial dominante en este planeta la representaron los intereses financieros liberales angloholandeses con centro en la City de Londres. Si vemos la Primera Guerra Mundial como debieran hacerlo los historiadores competentes hoy, como una segunda versión de la orquestación liberal angloholandesa de la guerra de los Siete Años que concluyó con el Tratado de París de febrero de 1763, podemos apreciar mejor la forma en que el Tratado de Versalles que siguió a la Primera Guerra Mundial fue ocasión de un ardid a gran escala urdido por un concierto multinacional de intereses financieros privados, aglutinados en torno a familias, y conocido como "la internacional sinarquista", el cual orquestó ciertos acontecimientos de los 1920 y 1930 a fin de crear a las fuerzas que el régimen de Hitler controló durante el intervalo de 1939 a 1945. H. G. Wells y Bertrand Russell no fueron sino típicos de la clase de pensamiento que surgió entre los arquitectos de lo que esa internacional sinarquista tenía preparado para las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.

La intención de Russell en 1945–1946, de emprender un ataque nuclear contra la Unión Soviética como un medio para establecer lo que él identificó como un "gobierno mundial", fracasó entonces, porque la Unión Soviética fue la primera en desarrollar un arma termonuclear utilizable, pero el ímpetu general del pensamiento sinarquista pasó por la fase de la détente termonuclear, en esa suerte de dirección a menudo incierta, a cobrar la forma de un movimiento a favor de la "globalización" hoy.

La porfiada estupidez que muestran personas que debieran saber mejor del asunto, seguido representa una sorprendente realidad. El guía de este impulso hacia la locura absoluta de lo que hoy llaman "globalización", es producto de un odio contra la existencia del Estado nacional soberano que irradió de la Compañía de las Indias Orientales británica del lord Shelburne del siglo 18, del Imperio Británico del siglo 19, y de los autoproclamados imperialistas liberales abiertos de criaturas de la Sociedad Fabiana tales como el primer ministro Tony Blair hoy. La globalización del estrato financiero, en especial desde la época del Gobierno estadounidense de Nixon y su rompimiento con el sistema de Bretton Woods en 1971–1972, es típica de esta tendencia de largo plazo entre las redes financieras internacionalistas, tales como la de la internacional sinarquista que nos dio al régimen de Hitler entonces, y que es la principal amenaza que se cierne ahora sobre las naciones.

No hay necesidad, ni tiene caso alegar a favor ni en contra de "teorías conspiratorias", como las llaman. La conspiración es el rasgo más característico del comportamiento humano colectivo, y es probable que siga siéndolo por un largo tiempo. La cuestión práctica es la defensa de esa soberanía de los EUA y de su pueblo, del modo que lo prescribe la Declaración de Independencia de 1776 y la Constitución federal de 1789. Como lo comprendió un genio conocido como Jean–Baptiste Colbert de Francia al advertirle a su caprichoso monarca, Luis XIV, que no se uniera a los remanentes de la lunática Fronda para meterse en guerras innecesarias con los intereses financieros liberales de ese entonces, el cambio de régimen en otras naciones no es de nuestra incumbencia. El método de nuestro éxito nunca ha sido la conquista de naciones, sino los métodos de construcción de naciones, y nunca ir a la guerra excepto para la defensa contra una clara amenaza a la existencia de nuestra república, como lo hicimos en la Segunda Guerra Mundial.

Hoy existen amenazas foráneas contra nosotros, que en lo principal parten de la ofensiva hacia la "globalización" iniciada por una expresión contemporánea de esos círculos financieros que están detrás de lo que originalmente se conocía como la internacional sinarquista, la cual dirigió la ola de asesinatos y amenazas fascistas del período de 1922–1945. Tenemos que defendernos de semejantes amenazas, pero tenemos que abordar dicha tarea de formas apropiadas, dependiendo más de ganar y conservar amigos, que de hacernos de adversarios innecesarios.

Entre tanto, la mayor amenaza a nuestra nación y su pueblo la representa la retahíla de problemas inmediatos que acabo de listar. En algunos aspectos, estas amenazas son de una nueva cualidad, pero, no obstante, representan amenazas que pueden superarse a través de los métodos implícitos en nuestra tradición constitucional, del modo que el presidente Franklin Roosevelt nos llevó a ser la mayor potencia del orbe al término de la guerra de 1939–1945, después de la depresión que nos acarrearon los Gobiernos de Coolidge y Hoover. Esta clase de amenazas, ahora como bajo el liderato de Franklin Roosevelt entonces, puede conquistarse regresando a esa tradición del Sistema Americano de economía política, como la describen los mayores economistas del mundo de ese entonces, Benjamín Franklin, Alexander Hamilton, Mathew Carey, Federico List y Henry C. Carey, el sistema al servicio del cual Franklin Roosevelt siguió los pasos de su ancestro y aliado de Alexander Hamilton, Isaac Roosevelt.

De lo que tenemos que defendernos más que nada, es de las reliquias de la internacional sinarquista, en contra de aquellos cuyos intereses percibidos fueron favorecidos por la orquestación de lo que devino en las dos guerras mundiales, y por los asesinatos de personalidades alemanas pertinentes tales como Walter Rathenau, Jürgen Ponto, Hanns–Martin Schleyer y Alfred Herrhausen. Hoy necesitamos a nuestros socios europeos y a otros siguiendo la tradición a la que sirvieron. Tenemos que prestarle nuestra fortaleza adicional a aquellos que sirvieron a ese interés de sus propias naciones, de modo que sobrevivan y salgan adelante. Tenemos que hacerle entender a los que destruirían a tales personalidades, que éstas nos tienen a nosotros para ajustar cuentas en tales asuntos.

Entre tanto, para todos y cada uno de los desafíos a nuestra economía nacional que identifiqué antes, y más de la misma clase general, tenemos soluciones a mano. Si tomamos la iniciativa, otras naciones nos seguirán y trabajarán en concierto con nosotros. Al momento, la esperanza de la seguridad de nuestra nación radica más que nada en las facultades especiales que los fundadores de nuestra Constitución incorporaron en el Senado, como un aspecto clave de nuestro sistema de frenos y contrapesos. Que los sinarquistas o los de su calaña sepan que en estos asuntos estamos unidos, y en una unidad de principio con nuestros amigos en el exterior. Unámonos en torno al eje de la función constitucional de esa institución, para atravesar el desastre que ahora se cierne sobre nosotros.