Economía

La violencia en la frontera México-EU
sigue el guión racista de Huntington


La colonia Libertad en México, justo en la frontera con los EU.
(Foto: www.uaborderpatrol.com)

por William F. Wertz, Jr. y Benjamin Castro G.

Con el desmantelamiento de la capacidad industrial y de la fuerza laboral calificada de los Estados Unidos, y de la destrucción de la economía mexicana por las políticas librecambistas del sistema monetario angloholandés, que ahora se desintegra, la frontera méxico–estadounidense es una olla de presión a punto de estallar. El número de refugiados económicos que intenta cruzar la frontera tiene abrumada a la patrulla fronteriza estadounidense, y los cazamexicanos autodenominados “minutemen” crecen en número e influencia, con la venia del “Gobernator” de California Arnold Schwarzenegger para operar en su estado.

Estos sucesos no son ningún “fenómeno sociológico”, sino más bien son incitados de manera específica por aquellos grupos sinarquistas que pretenden saquear la mano de obra y los recursos naturales de ambos países, en la vana esperanza de mantener a flote su quebrado sistema monetario–financiero mundial. Éstos son los descendientes de esos banqueros angloamericanos que llevaron a Hitler al poder, e incluyen a los defensores más rabiosos y racistas de la reducción poblacional, la eugenesia y el genocidio.

Choque de civilizaciones

Su principal vocero ideológico es Samuel P. Huntington de Harvard, quien escribió en su libro Who are We? The Challenges to America’s National Identity (¿Quiénes somos? Los retos a la identidad nacional de América), que hay un “choque de culturas” inevitable entre los EU “protestantes” y la Iberoamérica “católica”. En un acto de provocación, alega que la emigración mexicana a los EU equivale a una “reconquista”. Tal como su libro anterior, The Clash of Civilizations (El choque de civilizaciones), ofrece una justificación ideológica para la cruzada que los Gobiernos británico de Tony Blair, y estadounidense de Dick Cheney y George Bush, emprendieron contra el mundo islámico en Iraq y otras partes. En éste, que es su libro más reciente, sienta la base ideológica para desatar un conflicto creciente en la frontera México–EU.

El objetivo de los sinarquistas es usar la crisis fronteriza para instrumentar alguna versión de la llamada “Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte” (ASPAN), producto de las deliberaciones de los mandatarios George W. Bush de los EU, Vicente Fox de México y Paul Martins de Canadá. Con base en la propuesta de una Comunidad Económica y de Seguridad de América del Norte, que emitió el Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York el 14 de marzo, la ASPAN implicaría eliminar la soberanía nacional y entregar la industria petrolera mexicana.

Lo que se dice en esta región es que la “plaga de hispanos” es la causa de la pérdida de empleos y reducción de salarios en las “comunidades blancas”.

Del lado estadounidense de la frontera, los cazamexicanos armados amenazan con emplear cualquier medio para parar el flujo de inmigrantes. Del mexicano, los narcotraficantes y la “Mara Salvatrucha” (cuyo nombre viene de una especie de hormiga depredadora que arrasa con todo a su paso en las selvas de Centroamérica) amenazan con tomar represalias, y ofrecen recompensas por cualquier “minutemen” atrapado que les sea entregado del lado mexicano. Las maras, que operan de ambos lados de la frontera y en muchas ciudades estadounidenses con población hispana, tuvieron su origen en Los Ángeles en los 1980, cuando el entonces vicepresidente George Bush (padre) inundó a los EU con cocaína en piedra, como parte de la operación de intercambio de armas por drogas para apertrechar a la contra nicaragüense.

Dentro de México está creándose una “tierra de nadie” en los seis estados que colindan con los EU, donde los narcotraficantes se ponen al tú por tú con la muy menguada capacidad de seguridad del Estado mexicano. Tan sólo el 8 de junio estos criminales ejecutaron a 11 personas en los estados fronterizos de Sonora, Chihuahua y Tamaulipas. En la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas (la contraparte de Laredo, Texas), asesinaron a Alejandro Domínguez Coello, quien se atrevió a enfrentar a los narcotraficantes al aceptar ocupar el cargo de jefe de la policía, y a quien le metieron treinta balazos sólo unas horas después de haber prestado juramento. Nuevo Laredo es el principal puerto de entrada hacia los EU, y es el centro de operaciones de los sicarios del mentado “Grupo Zeta”.

Los titiriteros racistas

La organización clave que está detrás de la ofensiva para cerrar la frontera méxico–estadounidense es la FAIR (Federación para la Reforma Migratoria Estadounidense). Desde 1986 FAIR ha recibido subsidios de una sarta de follones de entidades neoconservadoras, la mayoría de las cuales participaron en el financiamiento de las operaciones que hubo para botar a Bill Clinton de la Presidencia de los EU. Entre éstas están las fundaciones Scaife Family, Sarah Scaife, Smith Richardson y John M. Olin. En el período de 1996–2002, la FAIR recibió más de 1 millón de dólares de la Scaife; 225 mil nada más en el 2002.

En esencia, la política que defiende la FAIR es idéntica a la que impulsa el asesor del Departamento de Estado estadounidense William Paddock, quien en 1975 le dijo a un periodista: “La población mexicana tiene que reducirse a la mitad. Cierren la frontera y véanlos chillar”. A la pregunta de cómo reduciría eso la población, contestó: “Por los medios acostumbrados: hambre, guerra y peste”.

Siguiendo la tradición de Paddock, muchos de los directivos de la FAIR son destacados proponentes del control poblacional genocida, y no sólo para los hispanos.

De hecho, no hay forma de evitar un aumento de la violencia contra los ciudadanos, y quizá hasta una guerra entre México y los EU, si no hay un cambio de política económica, y si no se adoptan, en particular, las propuestas de Lyndon LaRouche para el desarrollo transfronterizo en el marco de un nuevo sistema monetario. Semejante desenlace es el que la turba del “choque de civilizaciones” pretende matar. Pero una vez que se adopte el Nuevo Bretton Woods de LaRouche, todo estará maduro para que, en cambio, sean los racistas los que queden enterrados en lo político.