Internacional

 

El MJL no le da tregua a Cheney

 

El Movimiento de Juventudes Larouchistas ha transformado el ambiente político en Washington. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

por Megan Beets y Ed Hammler, miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas

El Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL) ha asumido el reto de Lyndon LaRouche, de sacar de inmediato al fascista Dick Cheney de su cargo y crear las condiciones para poner en práctica el programa de recuperación económica de emergencia de LaRouche. Unos 100 miembros del MJL, armados con el nuevo folleto “Children of Satan IV—Cheney’s ‘Scmittlerian’ Drive for Dictatorship” (Los hijos de Satanás IV: La ofensiva ‘schmittleriana’ de Cheney para imponer la dictadura) tomaron Washington por asalto, en una “semana de acción” en la que invitaron a la conferencia que daría LaRouche el 11 de enero, con el fin de sacudir a la capital estadounidense y crear las condiciones para la destitución de Cheney.

Ahora que el Gobierno de Bush ha reconocido sus delitos enjuiciables a raíz del escándalo del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (ANS), la población parece estar lista para someter a Bush y Cheney a un juicio de destitución. Pero mucha gente sigue preguntándose, “¿Bajo qué cargos los vamos a enjuiciar? ¿Con qué fundamento legal los vamos a destituir?” La respuesta de LaRouche, como la comunicó el MJL en las calles de Washington, es: “¡Porque son nazis!”

Desde la pelea para detener el saqueo del Seguro Social, LaRouche, en su calidad de general al mando, y su MJL, han organizado una serie de “semanas de acción” en Washington. La combinación de la conducción que LaRouche le ofrece a las instituciones de la capital estadounidense, y los jóvenes organizando directamente a la población en las calles, ha creado una nueva dinámica política en Estados Unidos. Una intervención decisiva fue la semana de acción que el MJL realizó en torno a la conferencia de LaRouche del 16 de noviembre, cuando la pelea para salvar y reequipar a la industria automotriz cobró impulso entre los sindicalistas de todo el país, que vinieron a Washington a pelear al lado de LaRouche. En esa semana, unos 200 sindicalistas y 100 miembros del MJL inundaron el Congreso y el Senado, para debatir cómo desechar el librecambismo y adoptar el Sistema Americano de economía política como la única forma de salvar al sector automotriz y a la nación.

El otro tema fue Cheney y su defensa de la tortura contra los prisioneros que EU mantiene cautivos. En los dos meses siguientes esta intervención creó las condiciones que le dieron a muchos en el Congreso el valor de efectuar ciertos logros decisivos, entre ellos la aprobación de la enmienda de McCain que prohíbe la tortura, que le asestó un duro golpe a Cheney y a todo su aparato.

Más leña al fuego

El 8 de enero el MJL metió el acelerador, cuando la sede del MJL en Washington aglutinó a unos 100 jóvenes de Massachusetts, Michigan, Illinois, Kentucky, Seattle, California y Texas, así como de Europa, México y Canadá. LaRouche había trazado el plan de batalla para golpear dos flancos decisivos: 1) tumbar a la pandilla financiera que está saqueando la economía mundial y pretende imponer una dictadura de los banqueros, como el sinarquista Félix Rohatyn; y, 2) intensificar la pelea para botar a Cheney.

LaRouche ha identificado en términos militares la función desempeñada por el patriarca filosófico nazi Carl Schmitt, ideólogo de la doctrina jurídica de Cheney y sus compinches de la Sociedad Federalista, como su ex asesor legal y ahora oficial mayor David Addington, y el candidato a magistrado de la Corte Suprema estadounidense Samuel Alito, quien apoya los principios del nazismo.

[FIGURE 3]El despliegue del MJL la tarde del 9 de enero en estaciones del metro de toda la ciudad, armados con el folleto de “Los hijos de Satanás”, pancartas y cantos, y desafiando a las bases institucionales de Washington a ayudar al MJL a botar a Cheney y sus hampones, fue una intervención explosiva en una geometría política ya de por sí candente y polarizada. El folleto “Los hijos de Satanás I”, que se dio a conocer a principios del 2003, abrió el debate sobre las raíces nazis de los neoconservadores. Casi tres años después, la gente de las instituciones de Washington respondía al cuarto folleto dando por hecho que Cheney es un nazi. Algunos dijeron que guardaban su colección de los folletos I, II y III bajo la cama.

Uno de ellos, cerca del Capitolio, cuando le preguntaron, “¿Sabías que Cheney es un pedazo de Schmierda?”, se volvió y respondió subiendo de tono: “¿Leo Strauss, el hombre–bestia, el Congreso Sexual. . .?”, en referencia a los temas de los folletos anteriores. El organizador le respondió confiado: “Parte IV. . .” El amigo se avalanzó sobre el folleto, lo abrió de inmediato, y se fue corriendo.

La batalla en las calles

Pero, como ha dejado claro LaRouche, lo que determinará el desenlace de esta batalla política es lo que está ocurriendo en las calles. Es patente que la población se huele el fascismo. En cierto sentido, aventaja a los congresistas en cuanto a reconocer al elemento nazi en el gobierno y su entorno, y está exigiéndole a esos funcionarios que le pidan cuentas a Bush y Cheney por su política fascista.

Temprano, en una jornada de proselitismo por los barrios pobres y de trabajadores de la capital estadounidense, el MJL se topó con gente que quiere un juicio político, contenta de encontrar por fin a alguien que plantea una vía para conseguirlo. Esto refleja el cambio que se aprecia por todo el país en los últimos días. La gente pregunta cómo funcionaría el enjuiciamiento, lo cual lleva a debatir el escándalo del espionaje de la ANS, y cómo Bush y Cheney han cometido (¡y defendido!) delitos y faltas graves contra el pueblo estadounidense y sus instituciones. El propio Bush ha hecho clara como el agua la necesidad de enjuiciarlo, al autodenominarse el “Ejecutivo unitario”.

Aunque el estado anímico de la población presenta cierto potencial para librar a EU de este elemento fascista, la pregunta es: ¿quién tiene las agallas para dar el liderato a fin de concretar este potencial? LaRouche reconoce que éste es un problema generacional de los sesentiocheros, que se consideran la generación del “ahora”. La diferencia de la generación joven es que tiene un sentido del futuro.

Al desafiar a su Movimiento de Juventudes a descubrir y dominar principios fundamentales, LaRouche ha creado este liderato, un liderato para triunfar en la lucha por salvar a EU y al mundo.