Internacional

 

Videoconferencia de LaRouche:
Cómo reconstruir la economía

 

“Éstos son tiempos lóbregos”, dijo LaRouche. El nuevo magistrado de la Corte Suprema, Sam Alito, es un mentiroso,“es miembro de la Sociedad Federalista, una sociedad organizada en torno a las ideas e influencia de un hombre, Carl Schmitt, que fue el artífice del Gobierno de Adolfo Hitler”. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

Reproducimos a continuación el discurso que pronunció Lyndon H. LaRouche en una reunión con diplomáticos, dirigentes políticos y sindicales, y miembros de su Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL), que tuvo lugar en la ciudad de Washington el 11 de enero, y que también se difundió al mundo por internet.

Como un gran patriota americano dijera alguna vez: “Éstos son momentos que ponen a prueba el alma del hombre”. Éstos son tiempos lóbregos. Al presente tenemos en el Senado la audiencia de confirmación de un hombre que miente: Sam Alito; el hombre es un mentiroso. Es miembro de la Sociedad Federalista, una sociedad organizada en torno a las ideas e influencia de un hombre, Carl Schmitt, que fue el artífice del Gobierno de Adolfo Hitler. Carl Schmitt, quien vivió en este país durante algún tiempo y cuya influencia llevó a la formación de la Sociedad Federalista, la que ahora controla a cuatro de los nueve magistrados de la Corte Suprema; y un quinto miembro de la Sociedad Federalista, que ahora miente a todo dar en el Congreso, ¡está por ser ratificado! Así que tendríamos a cinco de los nueve magistrados de la Corte Suprema ¡listos a darle su aval a un gobierno fascista en Estados Unidos! Y tenemos a senadores, que debieran tener más agallas, titubeando o actuando con debilidad ante este hecho. ¡No puede haber un debate honesto sobre meter a Adolfo Hitler y lo que representa en el Gobierno de Estados Unidos!

La mayoría del pueblo americano está muy enojado por la situación. Pero algunos, que en otros momentos son dirigentes, en momentos de crisis, cuando se ponen a prueba las almas de los hombres y los absorben sucesos lúgubres, aprenden a avenirse a un acomodo con el propósito de llevarse con el enemigo, se avienen, y luego, por comprometerse, quedan comprometidos y someten a nuestro sistema de gobierno a un compromiso.

¡Eso es triste!

También tenemos una situación delicada y en extremo peligrosa en Israel, en la que está envuelto [el presidente George W.] Bush, pero de manera más específica el vicepresidente Dick Cheney. Como saben, Ariel Sharon está muy enfermo, incapacitado, y probablemente nunca más participe en un gobierno en Israel; no se sabe, dado su estado, si sobrevivirá o no, y si vive, si podrá funcionar.

El peligro es que Benjamín Netanyahu, uno de los personajes importantes más feos en el escenario israelí, sostiene pláticas con la gente del vicepresidente Cheney, y al vicepresidente Cheney le gustaría que Netanyahu emprendiera un ataque contra Siria; y que si las fuerzas de Israel llegaren a ocupar territorio sirio en ese ataque, que sacaran a relucir del desierto pruebas, creadas con ese propósito, del territorio ocupado por Israel, que “demuestren” que Saddam Hussein tenía armas de gran poder destructivo, pero que las trasladó a Siria. Pero estas “pruebas” las llevarían a Siria los israelíes desde el desierto israelí, donde las tienen guardadas en preparación para esta operación.

Los grandes pensadores de la historia, como (de izq. a der.) Giovanni Boccaccio, François Rabelais, Miguel de Cervantes y Jonathan Swift, ayudaron a cambiar los tiempos lóbregos del pasado mediante el empleo del humor. Según LaRouche: “Algunas veces cuando uno encara tiempos lóbregos como ahora, uno tiene que apelar a lo más profundo de su sentido de humor para levantarle el ánimo a la población, para en cierto sentido hacerla reírse de esa fealdad del destino, y al reírse de semejante suerte, encontrar la fortaleza en uno mismo para ver con claridad lo que puede hacerse”. (Fotos: clipart.com; Don Quijote [Cervantes, una versión de 1868 de su libro]).

Eso es lo que está pasando.

Podríamos tener una explosión en toda la región del Sudoeste de Asia, y la muerte súbita de muchos soldados adicionales a causa de esa complicación; de más soldados estadounidenses que los que han muerto hasta ahora.

Ésta es la tétrica situación en la cual la virtual traición de un Vicepresidente de Estados Unidos, que es un mentiroso conocido, amenaza a la civilización y a nosotros aquí en particular.

También tenemos, como yo lo abordaré hoy aquí con un ejemplo, el problema de las enfermedades. Tenemos, como verán hoy en forma resumida, un mal estado de salud, no sólo en la ciudad de Baltimore, sino también en otras partes del país donde la conducta actual del gobierno es totalmente inadecuada. Éstas son condiciones lóbregas, en las que el peligro de la influenza aviar es típico de lo que hay que temer.

Aquí cerca, en el en norte de Virginia hay un condado llamado Loudoun, mismo que es el epicentro del más grande derrumbe de los bienes raíces en la historia moderna. Todo el sistema financiero, la parte del sistema que se fundamenta en las hipotecas, ha estado listo a estallar desde hace algún tiempo. Esto es cierto en Inglaterra, es cierto en gran parte de EU, y es cierto en este condado en particular, donde la cosa está a punto de reventar en cualquier momento. Tenemos ahí chozas que andan por 400.000, 600.000 dólares, por lo barato, chozas como las de una escena de Hollywood, clavadas con tachuelas en vez de clavos, y levantadas más que nada con fuerza de trabajo esclava importada de México y otras partes. Ha sido un mercado favorable a los vendedores, y tenemos verdaderas chozas que se venden por un millón de dólares cada una. Hay especulación desaforada de toda clase con las hipotecas. Y la concentración más grande de eso en EU se encuentra en el condado de Loudoun, el lugar donde yo resido; es el epicentro de la explosión financiera más grande en la historia moderna, que afectará a muchas otras partes de EU y Europa: España, Inglaterra, etc.

¿Y qué va a pasar con la gente si hay un embargo general de estas hipotecas en un condado tan densamente poblado como Loudoun ahora? ¿Cuando la gente no posee casi ningún valor neto en la propiedad, enfrenta la amenaza de que la echen a la calle, sin ingresos y caída en la indigencia, luego que le habían dicho que estaba “a punto de darse la buena vida”?

¿Qué va a hacer el gobierno, este gobierno? Vean lo que pasó con Katrina en Luisiana y en el bajo Misisipí. ¿Qué va a hacer este gobierno?

Éstos son tiempos lóbregos, y en tiempos así la gente tiende a desesperarse y asustarse, a volverse incompetente, incapaz de responder a la situación de manera racional. Esto ha ocurrido con frecuencia en la historia, y hay ciertas personas que han sabido cómo enfrentar esta clase de problemas.

Una de ellas fue un tipo llamado Boccaccio. Él era de Florencia, y los sucesos a los que se refiere ocurrieron durante el período de la peste negra, una época de gran crisis financiera como la que hoy amenaza al mundo. Un período en el que la tercera parte de la población de Europa fue borrada del mapa. La mitad de las ciudades, de las parroquias europeas desaparecieron, y turbas de personas enloquecidas iban de un lugar a otro a saquear; turbas enormes; se les conocía como los flagelantes, y se azotaban los unos a los otros y salían a saquear; y así vivían.

Eso ocurrió: la peste negra. Y Helga y yo nos sentamos una noche allá en los 1980 en una colina al otro lado del Arno en Florencia, en el mismo lugar en que Boccaccio y sus compañeros se juntaron cuando él escribía el Decamerón. Piensen en el contenido del Decamerón: Allí estaban, fuera de la zona de la peste, sentados sobre una colina y mirando al otro lado del río Arno hacia la ciudad de Florencia, donde caían los cuerpos en las calles a causa de esa epidemia.

Esa clase de cosa va a ocurrir aquí potencialmente en una depresión. Y el caso al que nos referimos, el de Baltimore, Maryland es un ejemplo de lo que puede ocurrir. Éstos son tiempos lóbregos, que requieren de lo que hizo Boccaccio: presentar la situación con ironía; no con humor chabacano, sino con ironía, para que la gente pudiera ver lo irónico de la situación. Y el hecho que la gente pudiera ver la ironía de la situación, le permitió, con la ayuda del Decamerón, levantarle el ánimo a algunos en esa época, y generó el coraje para seguir adelante y crear lo que vino a conocerse como el Renacimiento del siglo 15, que fue el principio de la civilización europea.

Así que, algunas veces cuando uno encara tiempos lóbregos como ahora, uno tiene que apelar a lo más profundo de su sentido del humor para levantarle el ánimo a la población, para, en cierto sentido, hacerla reírse de esa fealdad del destino y, al reírse de semejante suerte, encontrar la fortaleza en uno mismo para ver con claridad lo que puede hacerse, en vez de sentarse a llorar, a quejarse y a gritar sobre lo horrible de la situación.

Tenemos otro caso, el de François Rabelais, de principios del siglo 16, uno de los grandes pensadores de la época, a quien se le conoce como un humorista. Pero era mucho más que eso: era un sacerdote que perteneció a varias órdenes religiosas; era un médico de profesión; era un hombre muy letrado, una de las personas más cultas de su época. Corría de un lugar a otro en temor de su vida porque era el blanco de fuerzas poderosas de su tiempo. Y escribió Gargantúa y Pantagruel, ¡que la gente trata como un chiste verde, pero en verdad no lo es! Es una caricatura del carácter de la época en la que vivió. Y, como Boccaccio en el Decamerón, él retrató de manera muy precisa lo ridículo, lo absurdo, lo degenerado de su época, pero haciéndolo de tal forma que edificó a la gente, la puso a pensar, a usar su mente. Y ayudó a sentar las bases para los sucesos positivos posteriores en Francia.

Tenemos un tercer caso, el de Miguel de Cervantes en España. España, cuando él escribió su famoso Don Quijote, era un lugar terrible: una aristocracia, un rey que estaba loco y era totalmente inmoral, Felipe II; y el pueblo español, que había degenerado del alto nivel de cultura que logró a mediados del siglo anterior. Degeneró bajo la influencia de la Inquisición y bajo la influencia de la guerra, y los españoles se volvieron Sancho Panzas, que no podían hacer nada por sí mismos que no fuera llenarse la panza y ser ridículos. ¡Había un gobernante loco y una población moralmente desquiciada! Y Cervantes escribió de eso, y lo hizo con humor y mucha penetración, y sentó las bases de la inspiración por toda Europa, de que condiciones terribles como ésa pueden resolverse porque uno tiene un sentido del humor y un sentido más alto de ello, que es lo que se requiere hoy.

Hay un cuarto parecido, al cual me quiero referir hoy: Jonathan Swift. Swift es muy importante para nosotros en Estados Unidos hoy día, porque él era el dirigente político de una facción en Inglaterra que estaba tratando de salvarla de la amenaza que representaban Guillermo de Orange y su legado. Él era parte de esos grupos vinculados a la influencia de Godofredo Leibniz, y en realidad a la influencia directa y personal de Leibniz, el científico más grande de la época, y estaban tratando de salvar a Inglaterra en el asunto de la sucesión monárquica, y perdieron.

Pero en ese período, él escribió cosas como los Viajes de Gulliver, un estudio de la sociología de la época, que era muy decadente, momentos muy decadentes. Y su humor, y la influencia de Swift, fue un aspecto importante para movilizar a la población para construir lo que vino a ser EU durante el curso del siglo.

Hemos llegado a un momento parecido.

 

Una historia familiar irónica

Y para que tengan un sentido de ironía, vean la historia de mi familia. Mi familia llegó a lo que vino a ser EU en el segundo trimestre del siglo 17, entre cuando se estableció la colonia en la bahía de Plymouth en 1620 y mediados de ese siglo. Los miembros de la familia más que nada eran ingleses, cuáqueros, y gente de los Países Bajos que se establecieron en dos condados de Massachussets: el de Bristol en el sur, que era una zona marítima, y el de Essex, en el norte de Massachussets, también una zona de gente dedicada al mar.

Esta familia permaneció allí, se casó allí, vivió allí, y con el paso del tiempo mandó a ciertos elementos a Connecticut, al condado de Dutchess, Nueva York, y al centro de Ohio. Luego, a mediados del siglo 19 tuvimos inmigrantes de Escocia. Yo tuve un bisabuelo que vino a incorporarse a la Gran Caballería de Rhode Island durante la guerra civil. Y su hermano era un capitán marino, y esa familia se integró. Más o menos por el mismo tiempo, la rama irlandesa de mi familia se mudó al condado de Essex.

Y la familia se casaba entre sí, entre el mismo grupo de gente a lo largo de varios siglos hasta la actualidad.

Y eso no es algo atípico en la historia de la población de Estados Unidos. Es decir, las familias que llegaron aquí temprano en el siglo 17 y principios del 18, y dado que los caminos de aquella época eran pobres y no había transporte ferroviario ni aéreo (a no ser que uno hubiera bebido zumo fermentado), uno tendía a casarse con una prima; se conocía una familia y se buscaba que se aprobara a alguien de la familia, y que la familia de uno aprobara esa relación, y eso llevaba al matrimonio, y a establecer, con la ayuda de los parientes, una familia. Así que las familias tendían a casarse entre sí, no con el propósito de cometer incesto, excepto en algunos casos, ¿eh?, sino porque así eran las cosas, y ésas eran las condiciones de vida.

El matrimonio era un asunto muy serio entonces. Ahora, la cosa es muy frívola; uno se casa con una hoy y mañana se casa con otra, y cosas así. Algo nada serio en realidad, y pueda que tenga hijos, pero no está seguro con quién los tuvo.

Pero en aquellos tiempos lo tomaban más en serio. El asunto de la mortalidad, del seguro social, era una cuestión familiar, de modo que la familia se mantenía unida, cooperaba, se conocía, y si podía encontrar a un pariente más lejano que un primo segundo, lo casaban con alguien en esa conexión, y así era como funcionaba.

Así que en este período hubo un grupo de Francia que llegó a Québec en el segundo trimestre del siglo 17. A la larga emigró al condado de Bristol en Massachussets y empezó a entrecasarse con los escoceses, los ingleses, los cuáqueros y demás. Además, por supuesto, como ya dije, estaban los irlandeses que llegaron a mediados del siglo 19 y se establecieron en el condado de Essex, y se establecieron también conexiones a través de eso. Y ésa fue la familia.

Ahora bien, la familia es algo interesante. Algunos de sus miembros alcanzaron fama: tuvimos a uno de los grandes dirigentes del movimiento antiesclavista, uno de los dirigentes cuáqueros, gente así. Pero también tuvimos algunos casos curiosos, lo que nos trae al meollo del asunto.

Por ejemplo, en la familia tuvimos a Marilyn Monroe. También tuvimos una persona no tan tierna de ánimo, a Lizzie Borden, la famosa asesina del hacha. ¿Recuerdan?

Lizzie Borden tomó un hacha,
¡Y cuarenta golpes a su madre dio!
Y tanto le gustó
¡Que cuarenta y uno a su padre pegó!

También tenemos a Winston Churchill, quien se casó con alguien de la familia o sus padres se casaron con alguien de la familia. Rudyard Kipling también se casó con alguien de mi familia.

En el árbol genealógico de LaRouche se cuentan (en el orden acostumbrado): la famosa asesina Lizzie Borden, la actriz Marilyn Monroe y hasta George Bush padre y su hijo George W. Bush. “El hecho que yo tenga a estos dos zorrillos en mi árbol genealógico nos permite ver con más claridad la perspectiva de lo que tenemos enfrente”, dijo LaRouche. (Fotos: Archivo Nacional y Stuart Lewis/EIRNS [Bush]).

Y, finalmente, déjenme decirles. . . el ex presidente George H.W. Bush y George W. Bush hijo ¡son miembros de mi familia!

¡Yo me confieso!

Pero hay una parte especial de esta familia; la familia era inocente hasta que los descendientes de Franklin Pierce empezaron a husmear por ahí para ver con quién se casaban. Y la familia Sherman, que es una rama de la familia de Connecticut, ¡fue penetrada varias veces! Y ellos empezaron a casar primos y primas, y finalmente tuvimos a George H.W. Bush, quien es producto de la familia Pierce, ¿y quién se casa con un Pierce?

Su padre, Prescott Bush, era un tipo perverso. Fue una de las personas que ayudó a financiar el ascenso al poder de Hitler desde Nueva York. No es exactamente algo que lo recomiende, pero era inteligente. Entonces tuvimos a George H.W. Bush, que no era inteligente y era perverso, pero tenía asesores duchos y por lo menos tenía suficiente inteligencia para hacerles caso de vez en cuando; no todo el tiempo, pero de vez en cuando, ¡cuando entendía lo que le decían! Ahora tenemos a este espécimen, George W. Bush hijo, que es psicótico y perverso, y no tiene asesores inteligentes.

Y esto demuestra que tal vez tengan algo de razón aquellos que afirman que la procreación dentro de una misma familia lleva a la degeneración. Pero sea como fuere, tenemos que parar a esta familia ¡ahora!

Pero eso es lo que pasa en tiempos como éste, en tiempos que ponen a prueba las almas de los hombres, en tiempos lóbregos como estos, uno tiene que ver cosas como estas y ver lo que es cierto, porque lo que acabo de decirles sobre la historia de mi familia es ¡totalmente cierto! Pero en términos de ver las ironías de la historia, el hecho que yo tenga a estos dos zorrillos en mi árbol genealógico nos permite ver con más claridad la perspectiva de lo que tenemos enfrente.

 

La idea republicana de Estados Unidos

El otro lado de este asunto, el bueno, es lo que esta gente trajo a Estados Unidos o a lo que vino a ser EU. Ellos no eran meros refugiados de Europa. Algunos refugiados vinieron en buenos tiempos, cuando la reputación de la libertad en EU como el único lugar a donde ir, los atrajo. Pero los primeros colonos no huían de Europa; venían inspirados por la idea de construir una nación en Norteamérica; una nación europea abierta a los europeos de varias partes de Europa que levantarían una verdadera república. El paradigma original de eso fue, por supuesto, la colonia de la bahía de Massachussets y, hasta cierto grado, antes de eso, la colonia de Plymouth. Ése fue el propósito: construir una sociedad mejor, una idea que, por ejemplo, tenemos de santo Tomás Moro, quien escribió sobre esta clase de cosas.

La idea de salir de Europa a construir una mejor sociedad fue un proyecto que emprendió en la segunda mitad del siglo 15 el cardenal Nicolás de Cusa, quien estableció el programa de navegación internacional para el Pacífico y el Atlántico, para entablar relaciones con otros pueblos del mundo con la idea de levantar una forma soberana propia de Estado nacional para esta civilización. Así que Tomás Moro representaba eso; muchas personas de Europa representaban eso. Vieron la corrupción en Europa, y gente, no pobre, sino gente valiente que creía en la igualdad del hombre, dijo: “Establezcamos una sociedad en Norteamérica, o sociedades en Norteamérica, donde podamos usar las mejores ideas de Europa libres de la carga europea de la oligarquía, de una aristocracia gobernante, de una élite gobernante”.

Desde Dick Cheney a George Shultz, hasta Félix Rohatyn (arriba): “El problema es Hitler. Y no lo podemos permitir aquí”, dijo LaRouche. “El enemigo es un grupo de financieros que no cree en una república, que cree que los consorcios de banqueros privados que controlan y crean el dinero deben someter a toda la población humana a la voluntad de este grupo de banqueros”. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

Eso fue característico de la colonia de la bahía de Massachussets, y vino a ser, hasta cierto punto, parte de la colonia de Pensilvania. Posteriormente vino a ser parte del desarrollo de Virginia, en el siglo 18 en particular, después de que la gente llegó de Inglaterra —tras la derrota de la causa inglesa—, y llegó aquí, al estado de Nueva York, a Virginia y a otras partes a levantar una república. Éstas eran las ideas de los Winthrop que levantaron a Massachussets. Éstas eran las ideas de los Mather, incluyendo Cotton Mather, quien produjo a Benjamín Franklin. Éstas eran las ideas de los dirigentes que crearon estados independientes en Norteamérica, bajo el rey, pero independientes del Parlamento británico, y que atrajeron a gente de varias partes de Europa.

La misma intención existió en Québec; el otro lado de mi familia, que fue enviada por Colbert a Québec en el segundo trimestre del siglo 17 a desarrollar una sociedad en Norteamérica. Por ejemplo, mi ancestro escocés, además de ser medio borracho y espadachín, era soldado profesional de caballería, pero vino de Escocia a luchar contra la esclavitud, y se unió al Primer Regimiento de Caballería de Rhode Island ¡para combatir la esclavitud! Su hermano fue un capitán marino de la línea Estrella Blanca, y asumió el mando del primer barco construido en Bristol, en el sur de Massachussets, más bien Nuevo Londres, Connecticut; el primer barco de vapor construido en ese lugar, y lo llevó hasta Argentina. Gente que ayudó a construir la nación; ése es nuestro legado.

Los irlandeses vinieron huyendo, pero también se incorporaron, con los Condons y los O’Grady, y son parte de lo mismo.

La nación fue erigida sobre una tradición, no de huir, no de gente pobre inferior a los europeos, sino por gente que representaba lo mejor de la ciudadanía europea: los que creían en una república o algo que hoy llamamos “república”. Nosotros compartíamos eso, y ésa es nuestra fortaleza.

Luego incorporamos a gente de Europa, que era pobre, que andaba huyendo y estaba en la miseria. La incorporamos, especialmente después de la guerra civil. Sí, y vino a formar parte de nuestra tradición. ¡Pero nosotros no somos sólo europeos! Somos una destilación, principalmente de Europa, de aquellos europeos que creían que nosotros debíamos levantar, en esta Norteamérica, una república que fuera un símbolo, un bastión, un líder, para establecer la misma clase de libertad en otras partes del mundo. Y eso es lo que tenemos dentro de nosotros, la fuente de nuestra fortaleza: una fuente de fortaleza que encarnan familias tales como la mía; con todas sus limitaciones, variedades y demás; la idea de que somos una nación.

La última vez que yo vi de verdad un surgimiento de esto fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se despertó en EU, pese al hecho de que fuera provocado por el ataque a Pearl Harbor, el sentido de que teníamos que salvar al mundo. ¡Y lo hicimos! Nosotros salvamos al mundo de Hitler, hasta el momento en que este candidato a magistrado de la Corte Suprema —una persona que aboga por ideas nazis ¡en una Corte Suprema que ya tiene gente con ideas nazis!— amenaza con destruir todo lo que ha representado nuestra nación, incluso antes de que fuera una república, en la época en que llegaron mis primeros ancestros a estas costas en el segundo trimestre del siglo 17.

Hay una continuidad en nuestra cultura, que muchos de nosotros a veces perdemos de vista o no conocemos del todo, de lo que es la justicia, qué clase de mundo queremos, qué clase de sistema queremos. Y, por tanto, cuando vemos cosas como estas y llegan tiempos malos, tiempos lóbregos como ahora, cuando el sistema está por estrellarse, el sistema financiero mundial está por hundirse, y no hay un gobierno a la vista listo para enfrentarlo; cuando la amenaza del nazismo o algo que es producto de lo mismo amenaza con apoderarse hasta de EU, en estos tiempos tan lóbregos tenemos que incorporar a este país dentro de nosotros mismos, y tomar de las raíces más profundas de muchas familias y decir: “Bueno, tenemos un par de arbustos (juego de palabras en ingles con “Bush”, que quiere decir arbusto—Ndr.) pero también tenemos muchos árboles fuertes”.

 

El asunto del fascismo

Veamos ahora brevemente este asunto del fascismo. La razón por la que quiero bregar con esto de manera breve aquí, es que publicamos algo de material en EIR, y en un folleto que circula ahora mismo por las calles titulado Los hijos de Satanás IV, que documenta mucha de esta información. No hay duda que la Sociedad Federalista es una sociedad pro nazi. El magistrado Scalia ya es miembro de ella. Otros miembros de la Corte Suprema también son miembros de esa sociedad. Bork, quien fue rechazado por la influencia de Ted Kennedy, era parte de ella. Y este Alito es un parte mentirosa de ella: él es un partidario. Él se incorporó a la Sociedad Federalista —que es una sociedad ¡en la tradición de Hitler!— con plena conciencia de a qué se unía. Y dice que hace una cosa un día, que tiene un cliente un día y al día siguiente otro. ¡Mentira! ¡Él se incorporó a la Sociedad Federalista! que equivale a una sociedad nazi; es como tener un carné de miembro del partido nazi. Y lo que importa no es su opinión sobre el derecho, sino esto.

Lo que tenemos aquí, la manera en que evolucionó, es que el partido nazi no se creó solito. Alguien lo creó como una herramienta, como un instrumento de poder, como se hacen muchas cosas; como el Ku Klux Klan, que fue creado como un instrumento de poder, ¡no fue para nada espontáneo!

¿Qué lo creó? Lo creó gente que se oponía a lo que nosotros consideramos nuestra forma de gobierno. Europa, en esa época, estaba dominada por una cábala financiera, como hoy día: gente como Félix Rohatyn, que emigró a EU y fue uno de los que llevó a [Augusto] Pinochet al poder en Chile, y Pinochet es un nazi. Estos tipos, con Pinochet, y con el apoyo de Henry Kissinger, llevaron a cabo la operación Cóndor, que fue una operación de escuadrones de la muerte en el Cono Sur de América! ¡Fue la misma gente que llevó a cabo la operación de escuadrones de la muerte en Centroamérica con George H.W. Bush como vicepresidente! Ésta es la gente que controla la derecha en México, y están tratando de hacer todo tipo de cosas como esas ahí.

Así que, ¡éste es el enemigo! El enemigo es un grupo de financieros que no cree en una república, que cree que los consorcios de banqueros privados que controlan y crean el dinero deben someter a toda la población humana a la voluntad de este grupo de banqueros. Ellos creen, como lo ha dicho Félix Rohatyn —y como me ha amenazado personalmente a mí al respecto—, que “el mundo tiene que ser gobernado ahora por consorcios bancarios, que son más poderosos y deben ser más poderosos que los gobiernos”. Si se les permite existir a los gobiernos en este planeta en la era de la globalización, será como mandaderos de estos consorcios, que son más poderosos que los gobiernos, y pretenden mantenerlo de esa forma.

Pretenden destruirnos con ese propósito.

Necesitan un brazo para imponer la dictadura de su sistema, el sistema de Félix Rohatyn, el sistema del Big MAC. Recuerden que Félix Rohatyn fue el hombre clave del lado financiero en poner a Pinochet y lo que él representaba en el poder en Chile. Y hoy día quiere hacer lo mismo, y algunos creen que es demócrata.

George Shultz es lo mismo. Esta clase de gente es la que controla a Dick Cheney. Cheney es un don nadie. Cheney es un zángano, un zángano total. Era un muchacho que andaba enfurruñado cuando estaba en la secundaria, y había una muchacha, posteriormente su esposa, que era la “reina de la escuela”, mientras que él era un energúmeno. Rompen por un tiempo. Entra a la universidad y lo echan (una de las cosas buenas que a veces pasan); luego trata de conseguir un trabajo de guardalínea en la telefónica pero no lo dejan encaramarse al poste; no le tienen la menor confianza. Más tarde llega ella y decide que necesita un semental (creo que se le habían acabado los perros). De modo que lo saca, se casa con esta escoria, lo envía a la universidad, le consigue un trabajo, lo conecta con los círculos reales de Inglaterra, la pandilla imperialista liberal de Londres, le arma algunas conexiones; y luego, pues, lo reclutan estos tipos y lo usan, y está usado. Lo usan en varias etapas de su vida. Se las arregló para evadir el servicio militar; logró preñar a su mujer para no tener que prestar servicio. (No sabemos cómo lo hizo; se especula sobre lo que ocurre en su recámara; este asunto de la tortura; yo creo que ella de noche lo encadena afuera de su residencia en el Observatorio Naval).

En cualquier caso, él no es nadie; sólo es un matón; un matón de la mafia, pero que trabaja para gente como Shultz y sus amigos. Y ellos lo usan.

La dificultad en hacer que renuncie por su enfermedad, por las cosas que pesan en su contra, es que ¡ellos no lo dejan renunciar! Ellos dejarían que George W. Bush hijo se vaya primero, porque Cheney es mucho más importante para ellos que el Presidente. Así que, ¡deshacernos de este tipo es duro! Es por eso que las audiencias han sido tan duras en cuanto al caso de Alito esta semana, ahorita. Porque los republicanos están asustados. Lo dije: “Éstos son momentos que ponen a prueba las almas de los hombres”. Y he visto a hombres fuertes y mujeres que yo consideraba fuertes en el Senado ¡titubeando! La pregunta entonces es: ¿Estás dispuesto a defender a esta nación de la amenaza del nazismo?

El problema no es la opinión. ¡El problema es Hitler!

Y no lo podemos permitir aquí.

 

Un paradigma de la propagación de enfermedades

Lo que quiero presentarles ahora es un resumen de un estudio que hemos realizado sobre un cierto aspecto de la ciudad de Baltimore, no muy lejos de aquí. Esto se hizo en base a una serie de factores, incluyendo cierto conocimiento de la naturaleza de las pautas de las enfermedades en Baltimore, pautas de enfermedades que ilustran lo ocurrido ya en muchas partes de EU, y que representan un problema que no está abordándose de manera eficaz en estos momentos.

Ésta es una situación triste. La idea de que nazis, o seguidores de nazis tomen el poder en Estados Unidos, es la pelea en el Senado ¡ahorita! Y no pinta bien.

Esto que les voy a presentar es también un tema desconsolador. Esto es en parte un video, y comentaré sobre el mismo posteriormente.

[Título de la animación: “De un poder industrial a una zona de muerte: estudio de un caso de la decadencia posindustrial].

Tal vez sea difícil captar los detalles, pero voy a hacer comentarios más adelante.

Éstas [fotos de casas deterioradas, trancadas con tablas clavadas en las puertas y ventanas] antes eran viviendas que albergaban a gente que tenía un ingreso, trabajos respetables, que criaba familias. Esto es una parte clave de ello; las tasas de enfermedad y mortalidad en ciertas partes de Baltimore.

Ahora bien, lo que representa esto es lo siguiente:

En general, el cuadro es claro. Hay más detalles al respecto que publicaremos dentro de poco, pero esto es muy importante para gente en el Congreso y otros que tienen que bregar con este problema. Ustedes recordarán que en los 1970 hicimos un estudio, una proyección del aumento de la tasa de mortalidad que podía esperarse en el África al sur del Sahara por los cambios políticos ocurridos a nivel internacional en 1971–1972. Todo ocurrió tal y como pronosticamos, incluido el problema de la langosta. Ése fue el primer estudio de esta naturaleza que hicimos como organización.

Cuando se aclararon los primeros informes sobre el sida a principios de los 1980, hicimos estudios adicionales, y uno en particular fue importante para nosotros, porque fue la clave para entender algunas de las cosas que pasaban en África, es decir, la tasa de mortalidad del sida y la propagación de la enfermedad en África. Analizamos dos áreas; una, por supuesto, fue una como la de San Francisco, con un índice elevado del vih. También estudiamos otra área un tanto diferente al sur de Miami, en la región de Everglades; las tasas de mortalidad y de infección del vih ahí.

Lo importante de esto es que en este país estábamos funcionando, hasta que cambió la ley, según lo establecido por la ley de atención médica Hill–Burton. Luego con Nixon, a principios de los 1970, cambiamos eso a lo que vino a ser el sistema de organizaciones de administración de la salud (OAS). Con el sistema de Hill–Burton enfocábamos en la atención de salud condado por condado, en términos de hospitales e instituciones semejantes porque, obviamente, los médicos están organizados en torno a los hospitales, clínicas y otras instituciones. Por tanto, al velar por la provisión de la atención médica en hospitales o a pacientes ambulatorios a través de hospitales y clínicas, dábamos por sentado que, si proporcionábamos las camas e instalaciones necesarias, condado por condado de EU, con un factor de mejora cada año, podríamos aplicar las lecciones de la atención de salud que aprendimos en las fuerzas armadas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando teníamos de 16 a 17 millones de personas prestando servicio que necesitaban esa atención; las fuerzas armadas tenían un sistema de atención de salud para 16 a 17 millones de personas y sus dependientes, esposas, etc; lo hicimos, y lo hicimos muy bien.

Pero, dijimos: “¿Por qué no podemos hacer lo mismo para la población en general? No cuesta más, porque la prevención de las pérdidas en hacerlo más que paga por la expansión del sistema para dar el servicio”. Así que, tuvimos un sistema hasta los primeros años de Nixon, en el que año tras año —y la ciudad de Nueva York es un buen ejemplo de este éxito, y otras partes del país— se mejoraba más o menos gradualmente, porque entraba dinero de los médicos, de los fondos de atención médica y cosas por el estilo, o de agencias del gobierno, y se hacía un presupuesto anual en base a lo que iba a hacerse el siguiente año para la atención médica de la población, en el supuesto de que algunos podían pagar todo o parte de la atención médica, otros no; y algunos otros tenían seguros médicos variados, algunos menos, ¡y funcionó! La ciudad de Nueva York fue uno de los mejores ejemplos del éxito de Hill–Burton.

Pero entonces, con Nixon, lo desmantelaron.

Antes, con Hill–Burton, no se atacaba a las enfermedades individuales por categoría. Sí, claro, los médicos atienden las enfermedades, pero se trata a la población, no a la enfermedad. Hay una diferencia, porque en la medicina hay que tratar a la población, no a la enfermedad. Pero con las organizaciones de administración de salud se trata a la enfermedad y no a la población. La enfermedad llega y dice, “soy una enfermedad. ¡Trátenme!”

Pero lo característico del asunto, como les diría un médico, es que a veces uno encuentra que una persona se enferma, y al ir a otra región se recupera. Si se queda en la misma zona le es difícil curarse, porque no hay enfermedades, hay gente. Hay grupos de personas que interactúan, y esta interacción define cómo funcionan las enfermedades en realidad. Por tanto, para atender la salud hay que tratar a la población.

Ahora, ¿qué encontramos en el caso del sida? En las zonas de San Francisco y Everglades, junto a Miami, en Florida, encontramos un complejo de varios tipos de enfermedades e infecciones interactuando. Y toda la población en esta última —como lo documentó de sus investigaciones el doctor Mark Whiteside, con quien colaboramos en esto— padecía de las mismas enfermedades, las mismas infecciones. Así que había una región donde la gente estaría expuesta a estas enfermedades e infecciones en esas condiciones de vida, como las relacionadas a las condiciones financieras de su vida, y todos padecían la misma enfermedad; y todos tendían a transmitir la enfermedad los unos a los otros, lo que resultaba en un “manchón”.

En San Francisco había un “manchón”, donde el sida interactuaba con otras condiciones, y hechos y enfermedades en la zona. En la región de Everglades se tenía lo mismo. Esto es más claro en las zonas de enfermedades tropicales, donde el “manchón” por norma es más conspicuo.

Existen condiciones límite, y no se trata simplemente del mapa de, digamos, la ciudad de Baltimore; no se trata de un mapa, de ciertas calles, de dónde en “esta calle” o en “esa calle”. Es el manchón. Doquiera exista esta combinación de enfermedad y condiciones de vida en una población, esto define el límite del manchón. El manchón se mueve, y los linderos también; cambia.

De modo que, en la salud pública y otras cosas relacionadas en la sociedad, tenemos que encarar esos manchones; tenemos que tratar esos manchones, no problemas individuales. Este estudio se fundamenta en esto: que la ciudad de Baltimore, que fue convertida en un “paraíso posindustrial” llamado infierno, en medio de eso, tiene en medio un manchón, donde la gente comparte dentro y fuera de prisión el mismo conjunto de enfermedades, las mismas condiciones; la misma esperanza de vida reducida.

Obviamente, desde el punto de vista del orden público, tenemos que tratar el manchón, no solamente la enfermedad individual. En virtud de la ley Hill–Burton, de lo que establecía, tendíamos de forma natural a tratar los manchones. Los médicos, las instituciones respondían a las necesidades del paciente; encontraban pacientes con características similares en cuanto a las enfermedades y problemas de esta clase, y reconocían que había que tratar a la gente en esa zona porque era parte de lo que podría llamarse “un manchón”.

Cuando pasamos a las organizaciones de administración de la salud eliminamos eso. Pasamos a un enfoque diferente cada vez más, y ahora, de manera intencional, como norma estamos matando gente a través de la política de las OAS.

Esto se aplica a muchas cosas, no solamente a las enfermedades como tales. Se aplica a las condiciones de vida; se aplica a la productividad.

Por ejemplo, supón que trabajabas como obrero en una fábrica con cierta calificación. Ahora trabajas como mesero o cocinero de comidas rápidas en un restaurante. El hecho de que te han rebajado de un empleo en el cual tenías un ingreso familiar a uno por debajo del ingreso familiar, no es el fin de tu problema, porque tu problema se define porque vives en una comunidad en la que esto es la característica de la comunidad. Porque si la comunidad es pobre, todo el mundo en esa comunidad tenderá a ser pobre. Y todo el mundo va a sufrir. No estamos tratando este problema.

Éstas antes eran viviendas que albergaban gente que tenía un ingreso, trabajos respetables, que criaba familias. Ahora es típico de las “zonas de muerte”: sectores con altos índices de enfermedades, pobreza y mortandad. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

Estamos perdiendo el transporte público, y estamos perdiendo toda clase de cosas. Si uno ve una ciudad como Baltimore, una de las ciudades más ricas de EU, un gran centro industrial, con una gran industria siderúrgica, con manufactura de automóviles y toda clase de cosas; uno de los lugares donde hubiéramos preferido vivir, asociada con grandes instituciones médicas o con una con una gran reputación. Y miren lo que le ha pasado: ha sido destruida.

Por todo el país es lo mismo. Vean el estado de Michigan. Detroit es casi un pueblo fantasma; véanlo, se le está destruyendo. El oeste del estado de Nueva York, el oeste de Pensilvania, el estado de Ohio, Indiana. Todo este complejo antes era nuestro centro siderúrgico, de la industria del acero, de nuestra industria pesada, que nos dio el equipo que necesitábamos para la Segunda Guerra Mundial. Vean la región de California, que tenía una función parecida en cuanto a producción bélica en la Segunda Guerra Mundial; vean los astilleros Káiser. Todo ha desaparecido. ¡Tenemos un manchón!

Lo que estamos haciendo nosotros en cuanto a esto, es llevar a cabo estudios, que yo inicié, que están basados en el estudio de estas características de la población en todos los condados de EU. Estamos viendo todos los condados del país, comparando sus cambios físicos año por año durante los últimos 40 años y más, para ver cuáles han sido los cambios, y las pautas de cambio que ocurren en la sociedad. Porque yo pienso que el gobierno, aun el gobierno federal, debe empezar a ver las cosas de esta manera. Tenemos, con el uso de la tecnología moderna de las computadoras . . . las computadoras no nos van a dar las respuestas pero sí nos proporcionan la capacidad de mostrar lo que las estadísticas nos dicen. En otras palabras, el perfil de los datos nos mostrará lo que está pasando, y eso es lo que nos interesa. ¿Cómo representamos lo que está sucediendo? ¿Cómo mostramos las características de ciertos procesos, bajo ciertas condiciones? Eso es lo que estamos haciendo.

Pero vamos a tener que cambiar, en tanto nación, la manera en que abordamos estas cosas para verlas de esta forma, para ver los cambios condado por condado, distrito electoral por distrito electoral, vecindario por vecindario, a lo largo de un período de dos o más generaciones, para tratar de entender legítimamente cuáles son las interacciones en la sociedad que determinan esto. Vamos a tener que tomar a Baltimore y salvarla. Pero Baltimore es sólo un aspecto de un problema nacional de situaciones parecidas; tenemos que salvar a Estados Unidos.

 

Se necesitan medidas de emergencia

Ahora bien, quiero pasar de esto a otros dos sujetos que quiero abordar en mi presentación hoy. Podemos parar el desplome económico, pararlo en seco, con nuestro sistema de gobierno, nuestro sistema constitucional. Pero es algo que la mayoría hoy en el gobierno no osaría hacer.

Tomemos el caso del condado de Loudoun, al que me referí anteriormente. El condado de Loudoun: epicentro de la explosión de la burbuja de bienes raíces más grande de la historia moderna. ¿Qué va a pasar cuando estalle la burbuja? ¿Qué le va a pasar a los tenedores de hipotecas? ¿Qué va a pasar con ellos? ¿Qué le va a pasar a la economía afectada por la condición de esta gente y la ejecución de sus hipotecas? ¿La vamos a desalojar? Los bancos van a quebrar; ¿vamos a dejar que cierren? ¿Vamos a dejar que desaparezcan los depósitos? ¿Que desaparezcan las comunidades?

¿O vamos a hacer algo como gobierno para proteger a la gente, para promover y defender el bienestar general de toda la población?

Es algo muy simple. El gobierno federal tiene que tener las agallas— y estamos enfrentando esa situación ya, ya la tenemos encima, por eso es que el fascismo es un peligro tan grande ahora—, porque estamos llegando al momento en el que se tiene que ir más allá de lo que hizo Franklin Delano Roosevelt. La única forma de salvar a este país de los efectos de los que la explosión de la burbuja hipotecaria es sólo uno, de algo mucho peor que los efectos de la última depresión, pero podemos hacerle frente si es que hay voluntad. Tenemos las leyes, la tradición; Roosevelt sentó el precedente de cómo hacerlo.

Tan sólo tenemos que decir: los bancos no van a cerrar. ¿Qué hacemos? Sometemos al sistema de la Reserva Federal a una reorganización por bancarrota, porque el problema es que el sistema bancario, los bancos no están limpios, no son honestos. Los principales bancos internacionales son los que manejan la burbuja de derivados; y nunca podríamos pagar esos derivados. ¡No podrá hacerse nunca! La situación financiera del sistema bancario de este país y otros ¡es inimaginable! Sólo somos uno pocos, relativamente pocos hoy vivos, los que ¡sabemos qué tan mala está la situación! No es “problemática”; ¡está a punto de reventar! Todo el sistema está por estallar; no es una depresión, es una desintegración.

Y sólo puede hacerse una cosa: el Presidente de Estados Unidos, con el apoyo del Congreso, tiene que hacer al gobierno federal el interventor del sistema de la Reserva Federal mismo, en tanto entidad, y administrarlo como un sistema de banca nacional. Es decir, no se privatizan los bancos individuales, sino que, en cierto sentido, se nacionaliza el sistema de la Reserva Federal. Así, bajo el control del gobierno, en virtud de lo que establece nuestra Constitución respecto al dinero, la Reserva Federal se convierte en un banco nacional, como la institución a cargo de la administración judicial del sistema bancario.

El condado de Loudoun, en Virginia, cerca de Washington, D.C., dijo LaRouche, “es el epicentro de la explosión de la burbuja de bienes raíces más grande de la historia moderna. ¿Qué va a pasar cuando estalle la burbuja? ¿Qué le va a pasar a los que tienen las hipotecas? ¿Qué va a pasar con ellos? ¿Qué le va a pasar a la economía afectada por la condición de esta gente y la ejecución de sus hipotecas? ¿La vamos a desalojar?” (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

Ese sistema entonces impide que los bancos cierren. Garantiza que ciertas cosas esenciales que hacen los bancos continúen; que las empresas en las comunidades locales continúen; que la ejecución de hipotecas no redunde en desalojos; que la estabilidad social se mantenga, y que el bienestar general se mantenga. A algunos, tales como los admiradores de Kirk Kerkorian, no les gusta eso. Porque es lo único que puede hacerse. Eso es lo que yo pretendo hacer, lo que yo pretendo que se haga. En el momento en que ocurra el crac, el gobierno federal tiene que tomar medidas para llevar a cabo una intervención nacional del sistema de la Reserva Federal, y someter al sistema bancario privado, en tanto sistema bancario privado, a una administración judicial, bajo el gobierno federal, que lleve a cabo una reorganización financiera para que pueda funcionar de nuevo.

Sin esta medida, en el condado de Loudoun y otras partes de la nación habrá desesperación y miseria; habrá un país que se desintegra.

Y el problema es —y aquí es donde viene lo de “lóbrego”—: pregunten cuántos en Washington, en el Senado, ni hablar de la Casa Blanca, están dispuestos a respaldar esta medida.

Si no respaldan esta medida no habrá país.

¿Están dispuestos a defender al país? Eso es lo único que va a funcionar. Funcionará, porque lo que tenemos que hacer al mismo tiempo es hacer que funcione la economía. ¡La economía no ha funcionado por 40 años! Le hemos estado chupando el tuétano.

Por ejemplo, la mayor parte de nuestra economía, como el 50%, es la infraestructura económica básica. Es decir, sistemas hidráulicos, [bienes de] capital grandes, sistemas ferroviarios; sistemas de luz y fuerza; cosas que tienen una vida física útil de entre 25 y 50 años, tras lo cual, si no se renuevan, están desgastadas y ya no existen.

Hemos llegado, después de este período de tiempo, al punto de perder nuestra infraestructura económica básica; hemos perdido nuestros ferrocarriles, estamos por perder el sistema de aviación, estamos perdiendo el sistema de luz y fuerza, nuestro sistema de acueductos. ¿Dónde puede obtenerse hoy agua potable al abrir la llave? Hace 40 años uno podía conseguirla, pero ¡la hemos perdido! Vean el cuidado médico, los hospitales perdidos, la falta de atención de salud, como lo ilustra el caso de Baltimore.

Así que todo esto hay que repararlo y reconstruirlo. Tenemos capacidades productivas, pero no suficientes. Lo que yo propongo en este caso es un proyecto de ley para la recuperación económica. Hay que ver lo que hicieron Harry Hopkins e Ickes bajo Roosevelt; a eso es que nos referimos para entender cómo acometer problemas de esta índole.

Necesitamos una ley. Veamos nuestro sistema nacional de transporte, por ejemplo. No el automóvil individual, ni las carreteras como tales, sino ferrocarriles o su equivalente, como los sistemas de levitación electromagnética; el restablecimiento de nuestro sistema de transporte aéreo y, también, el de nuestro sistema de luz y fuerza; el mantenimiento de nuestros ríos, la construcción de nuestros sistemas eléctricos. Vamos a necesitar mucha fuerza nuclear.

Por ejemplo, habrá que convertir la industria automotriz; es probable que un tercio o una cuarta parte de la producción actual de automóviles pueda mantenerse como industria, pero el resto, que depende sobre todo de máquinas–herramienta, se usará para otras cosas tales como la construcción de sistemas ferroviarios, la reparación de nuestro sistema de transporte fluvial, la construcción de sistemas de luz y fuerza; de muchos de ellos porque tenemos una crisis energética. Y así por el estilo.

Esta suerte de movilización sería suficiente si usamos la industria automotriz y la aeroespacial como el corazón, en cuanto a las máquinas–herramienta de que disponen para elevar el empleo productivo en Estados Unidos por encima del nivel de equilibrio, si incluimos la electricidad. Vamos a tener que utilizar fuerza nuclear. Yo preferiría mucha producción de reactores de fisión de entre 125 y 200 megavatios, de reactores de alta temperatura enfriados por gas, porque estos son necesarios no sólo para electricidad. Son pequeños, pueden producirse rápido, o más rápido y distribuirse por todo el país, llevarlos de un lugar a otro después de producidos, de ensamblar las vasijas de presión y demás. ¡Ahora sí puede construirse un sistema eléctrico!

Pero, ¿por qué querríamos semejante sistema eléctrico? Bueno, hay muchas razones. Veamos un ejemplo: Ford y otros están hablando de cambiar la clase de automóvil que fabricamos en EU y pasar a un híbrido impulsado por hidrógeno, un automóvil de nuevo cuño. Ahora bien, si uno decide usar combustibles derivados del hidrógeno, ¿de dónde los va a obtener? ¿A dónde localmente? En gran medida vamos a tener que dejar de depender del petróleo importado para la transportación y producir combustibles de hidrógeno. ¿Cómo? Bueno, la mejor manera es tener un reactor de alta temperatura enfriado por gas y obtener el hidrógeno del agua y otras cosas. Luego se usa el combustible de hidrógeno en los vehículos, en los vehículos híbridos, y así se resuelve el problema de la industria automotriz.

Pero hay muchas otras aplicaciones del mismo tipo. Se convierte el lado de la producción de electricidad en la economía, y pasamos de quemar petróleo, como ahora, a usarlo mejor como un recurso petroquímico, en vez de fuente de combustible; lo usamos para la producción de plásticos y otras cosas necesarias, que produciremos en el lugar donde extraemos el petróleo, no mandarlo al otro extremo del mundo, a costos elevados, para productos de menor valor. Y muchas otras cosas, como trenes nuevos.

Así que creamos una industria nueva con más fuerza. Necesitamos densidad en el suministro. Toda región tiene que desarrollar sus combustibles de hidrógeno a nivel local para la producción. Producimos nuevas clases de vehículos y usamos la misma tecnología para muchos otros propósitos.

 

Un nuevo enfoque educativo

¡Arrancamos con esto! Arrancar con lo que podemos hacer ahora, sobre la base de la capacidad tecnológica existente, nos permitirá la capacidad de expandir la calidad de la fuerza laboral. Si vemos lo que está en la edición navideña de EIR sobre este asunto del “Principle of ‘Power,’” (Principio del ‘poder’), lo que hay que hacer al mismo tiempo es tomar la generación más joven, en especial la de entre los 18 y 25 años, y adoptar un nuevo enfoque educativo, como el que ilustra la participación de algunos jóvenes en la producción de los ejemplos presentados en ese artículo.

Vamos a tener que tener un nuevo enfoque para la educación científica, que nos prepare rápido para que la generación joven pueda adquirir pronto las destrezas científicas y relacionadas necesarias para aumentar de forma creciente el poder productivo de la sociedad. Ésa es nuestra solución.

Esto significa que hay que ir contra el cabildo antinuclear. No hay nada de malo en usar la fuerza nuclear. Encender un cerillo es peligroso. Cuando hay energía, eso es peligroso; tiene poder, puede destruir si no se controla. ¿Quién es el amo? ¿Tú o el fuego? Por tanto, hay que controlarla. Bueno, ¡eso lo podemos hacer! Lo hemos hecho antes. Podemos fijar pautas de seguridad. Pero es el coco.

Pero tenemos que apartarnos de esta llamada economía de servicios en la que no se cuenta con la base impositiva necesaria para mantener a la población; no se cuenta con la clase de empleo necesaria para que una familia pueda mantenerse; no se cuenta con las destrezas, y no se sabe cómo es el mundo, ni cómo pensar bien; la educación apesta, etc.

Y eso es lo que tenemos que hacer. Tenemos que reconocer que eso va a requerir agallas. Agallas, primero, para asegurar que encontremos los senadores suficientes para que no se confirme a Sam alito. No a Hitler en Estados Unidos.

Segundo, tenemos que entender, de la comparación de los efectos de las condiciones sociales y de enfermedades según las normas previas a 1970 y las posteriores a 1972, como vemos con el manchón en Baltimore, lo que está mal. Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar sobre la sociedad y pensar sobre lo que ilustran los manchones. Tenemos la tecnología informática; existe. La gente puede entender este material, que acabamos de mostrar cómo usar. Se puede encontrar el perfil, se puede descubrir cómo manejar y cómo planear las cosas. Necesitamos eso.

Necesitamos parar el crac de inmediato; tener las agallas para someter un sistema quebrado a una reorganización por bancarrota, como muestra el caso del problema o reto que presenta el efecto, como el de una bomba de hidrógeno, que está por golpear al condado de Loudoun y a muchas otras partes del sector de bienes raíces de EU y otros lugares.

“Vamos a tener que tener un nuevo enfoque para la educación científica, que nos prepare rápido para que la generación joven pueda adquirir pronto las destrezas científicas y relacionadas necesarias para aumentar de forma creciente el poder productivo de la sociedad. Ésa es nuestra solución”, dijo LaRouche, quien aparece aquí después de su videoconferencia del 11 de enero conversando con miembros de su Movimiento de Juventudes Larouchistas. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

 

Una misión de inmortalidad

Tenemos que tener un programa impulsor. Necesitamos una misión para nuestra economía, una misión para nuestro pueblo. Tenemos que transformar al mundo, tenemos que encabezar la transformación del mundo, no controlarla sino encabezar la transformación; ¡Mostrar que puede hacerse! Y podemos hacerlo. Podemos, debido a lo que me referí en este asunto de la familia: tenemos en nuestra cultura, no necesariamente en cada persona, sino como parte de la cultura estadounidense, esta idea de que los fundadores de esta nación, allá en el siglo 17, por ejemplo, entendieron qué clase de nación queríamos construir. Podemos bregar con esto.

Necesitamos un programa, una movilización de nuestros recursos económicos para asegurar no sólo un alto nivel de vida para toda nuestra población, sino un sentido de inmortalidad. Como saben, todos morimos tarde o temprano. Algunos tratan de decir: “Bueno, ¿pero qué voy a sacar de la vida?’ Suponen que el propósito de su vida termina de alguna manera cuando termina su vida misma. Pero las personas verdaderas no piensan así.

Las personas verdaderas, que entienden lo que es ser humano, piensan en lo que significa su vida para la gente que viene después de ellas al mundo, que las sigue. Como un anciano en los viejos tiempos le diría a su nieto: “¡Yo construí esto para ti! Hice descubrimientos, ¡para ti! Una mejor educación, ¡para ti! Para que yo pueda morir en paz, sabiendo que lo que viene después de mí, en las próximas dos generaciones, ¡está seguro!”

Eso es lo que significa ser humano. No producimos cosas por codicia, porque queramos más cosas. Las producimos porque somos humanos, y tenemos nuestra propia forma de abordar el asunto de la inmortalidad. Como dice el Evangelio: “¿Cuándo presentas el talento que se te dio? ¿Cuándo lo presentas a las generaciones por venir? ¿Cuándo regresas el talento que se te confió para ser humano y lo regresas a la sociedad para el beneficio de la sociedad?” Haz algo bueno ¡porque es bueno hacerlo! Haz algo bueno por la sociedad.

Hemos perdido eso.

Es por ello que los matrimonios hoy día son tan inestables. Es por ello que las relaciones matrimoniales o las cosas parecidas, son tan inestables hoy día. Porque la gente no se junta en un matrimonio porque esté pensando en construir un futuro. Se junta por ¡el pla–cer!

“¿Por qué te divorciaste de tu marido?”

“Me aburría”.

“Todos los miércoles”.

Así es que cuando nosotros planeamos nuestro trabajo, cuando planeamos el trabajo de nuestra nación, creamos una oportunidad para nosotros, en tanto individuos, para participar en la inmortalidad, en la inmortalidad de darle algo a la humanidad que nos sigue, algo que solamente podemos hacer si trabajamos juntos para lograrlo. Por tanto, nosotros emprendemos cosas útiles para la humanidad en el presente, pero nos concentramos aun más en las empresas que beneficien a las generaciones todavía por venir. Y cuando uno remonta el pensamiento a la familia, como yo pienso de la familia, como lo describí brevemente aquí, muchos tuvieron que ver con que yo esté aquí con ustedes hoy, por cientos de años y hasta más, tan sólo en Estados Unidos. Sin todo este asunto de familia ¡yo no existiría! Yo era su futuro.

¿Quién será el mío?

Muy bien, gracias.

 

Extractos del diálogo con LaRouche

Moderadora: Lyn [. . .], esta pregunta viene de un despacho que representa a Nueva York [en el Congreso].

Dice: “Señor LaRouche, tengo que reconocer que me sorprendió un poco enterarme que el señor Rohatyn, a través de su cargo en la junta directiva de ITT, desempeñó un papel en el golpe de Chile. Me parece cuanto más irónico dado que fue, de hecho, ese mismo modelo chileno que este gobierno presentó en su intento de robarse el fondo del Seguro Social. . .

“Quisiera que usted hablara un poco sobre lo que hizo Rohatyn en su papel de autor intelectual de la medida conocida como el ‘Big Mac’. A cada rato se trae a colación en reuniones en el Congreso, pero no estoy seguro que nadie sepa qué es en verdad. ¿Puede decirnos algo al respecto?

LaRouche: Teníamos un problema, que en cierta forma empezó en la Segunda Guerra Mundial, en parte por las regulaciones impuestas para evitar la inflación en las condiciones de la Segunda Guerra Mundial. Una de ellas era el control de los alquileres, y ésa fue para defender a la población de la ciudad. La destrucción de la ciudad de Nueva York empezó con lugares como Levittown, porque en vez de reparar a la ciudad de Nueva York, de hacerla una ciudad funcional con industrias y demás, empezaron este proceso de urbanización suburbana en la posguerra. Este proceso, nuevamente, cuando se construyó el sistema Nacional de Carreteras de Defensa de Eisenhower, la gente se metió aun más en esta suburbanización.

Así que la ciudad de Nueva York fue destruida, esencialmente, porque debía de haberse arreglado, mantenido; las industrias debieron de haberse mantenido; transformadas, por supuesto, a niveles de la posguerra, pero no se hizo.

Así que, vieron la oportunidad de hacerse de mucho dinero con la derogación de los controles financieros, de los controles de estabilidad de la ciudad de Nueva York. Y llevaron a la ciudad a la quiebra. Yo lo vi desde adentro, vi exactamente lo que estaba sucediendo, vi cómo funcionaba. Luego que tenían a la ciudad al borde de la quiebra, trajeron a Rohatyn, quien había llevado a cabo esta otra operación, como el árbitro de un grupo de banqueros que descubrió cómo matar al chancho; y lo hicieron.

Fue un timo total. A la sazón, cuando discutíamos eso —yo discutí esto con varias personas— había mucho acuerdo sobre qué hacer. Pero entonces, cuando Rohatyn instaló el “Big MAC”, yo sabía que la Nueva York que habíamos conocido estaba condenada a la perdición.

Nueva York, con todo y sus problemas, era una ciudad en la que uno podía caminar, y vivir una vida completa casi sin salir de la ciudad. Eso desapareció. Se destruyó. Con todos sus problemas pudo haberse reconstruido, pudo haberse mantenido.

Vean lo que ha pasado ahora. Vean nuestras vidas ahora. La norma de vida para nosotros los americanos era: cenábamos en casa por la noche. Ahora no se puede; uno tiene que tener tres trabajos, dos trabajos o lo que sea. No se puede obtener un ingreso decente. Se ha destruido la vida familiar, y algunos piensan que eso es bueno, porque el índice de divorcio aumenta, y pueden encontrarse unos con otros con más frecuencia, o algo así, porque el propósito de su vida casi ha desaparecido.

Véanlo. Vean lo que yo veo en la gente joven, de 18 a 25 años de edad y un poquito más vieja. Vean lo que yo veo desde mi perspectiva. ¿Quién es tu mamá? ¿Quién es tu papá? ¿Quién es en verdad tu hermana, tu hermano? ¿De qué familia vienes? ¿En qué familia te echaron cuando vino el divorcio o la separación? ¿Que clase de comunidad tienes? ¿Qué clase de vida social?

Yo encuentro que con los jóvenes el único remedio en general es embarcarlos en un proyecto como los que hacen conmigo, que los orienta hacia el trabajo en una fuerza de tarea conjunta, en una misión científica. . .

 

La música es la clave

Lo más importante que hacen estos jóvenes es el trabajo coral. La música es la clave de la organización social, porque es la clase de interacción que ocurre en el trabajo musical lo que define a una organización, la define como saludable. Si al mismo tiempo hay progreso científico y desarrollo científico en sus mentes, entonces la tienen ganada. Si se les echa a la calle sin música y sin ciencia, ¿qué tienen? Tienen un sentido de inseguridad existencial que les dio una sociedad que no va para ningún lado.

Sus padres ahora pertenecen al grupo de entre 55 y 65 años de edad que, en general, ahora está a cargo de la sociedad, la generación del 68. Estos padres no piensan en el futuro porque pronto van a jubilarse. ¡Están pensando en las comodidades de la jubilación! Están pensando en no tener que pensar en cosas que les molesten. Esperan que cuando las cosas que temen sucedan, ya estarán muertos o de algún modo no se enterarán de lo sucedido.

Ahora bien, nuestros jóvenes de, digamos, 18 a 25 años de edad, ¿cuál es su relación con la generación de sus padres que, ustedes saben, tiene de 55 a 65 años de edad o tal vez menos? ¡No tienen nada en común! No necesariamente se odian los unos a los otros, sencillamente no tienen nada en común.

Los jóvenes de 18 a 25 miran 50 años hacia el futuro. ¿Qué clase de sociedad habrá en 50 años? La generación sesentiochera, debido a lo que la sometieron, no piensa en el futuro. No cree en el futuro. Cree en la “generación del ahora”, o tal vez, en la de–generación.

Así que, ése es el conflicto. Ése es el problema, en esencia. Que no hemos comprendido la importancia de diseñar la sociedad, incluyendo su estructura física, su organización y demás, con la idea de que vamos de una generación a otra, con un intervalo de tres generaciones, en general, que representan a las personas vivas. ¿Y cómo organizamos a la masa de personas para que sean felices, para que tengan un sentido significativo de la realidad, que tengan un sentido de propósito en su vida, y que si se acercan al momento de jubilación y muerte digan: “Dejo algo bueno tras de mí?” Para que cuando vean a la generación joven, piensen en lo que hará la joven generación.

En los viejos tiempos, por ejemplo, si uno le preguntaba a un niño de 5 o 6 años o así: “¿Qué vas a hacer cuando seas grande?” El niño con frecuencia tenía una idea, tal vez no una idea concreta, pero una idea, una idea de un futuro, de un futuro adulto, de un propósito en la vida.

¿Ahora qué? ¿Cuál es la relación ahora? En una ciudad bien organizada . . . y Nueva York, con todos sus problemas, sí tenía eso: un sentido de sociedad multigeneracional en la que todos tenían el sentido de que participaban en un destino común y cada persona podía mirar hacia el futuro de que haría algo con su vida, desde la niñez hasta la vida adulta, y que dejaría algo bueno cuando partiera de la vida. La ciudad es una forma de hacer eso, un sentido de comunidad.

Y eso es lo que nos han quitado. Eso fue lo que le hicieron a la ciudad de Nueva York.

 

La amenaza de una guerra contra Irán

Moderadora: Lyn, ésta es una pregunta de un amigo aquí en Washington que participó en el funcionamiento del Poder Ejecutivo durante algún tiempo, y en definitiva durante los ocho años del Gobierno de Clinton.

Dice: “Lyn, me sorprende decir esto, pero encuentro que la salida reciente de Ariel Sharon de su cargo es un suceso lamentable. Todos los indicios que tengo son de que Estados Unidos de hecho sí busca llevar a cabo alguna acción militar contra Irán.

“Ésta es una situación muy problemática, y debo decir que en gran parte la está provocando lo que parecieran ser declaraciones locas y suicidas del actual jefe de Estado de Irán respecto a Israel. Uno puede argüir que EU no podría sostener semejante esfuerzo militar, pero eso también supone un grado de racionalidad en el Poder Ejecutivo que yo creo está ausente en estos momentos.

“Si ponemos a un lado las acciones de nuestro propio gobierno, me gustaría tu opinión sobre lo que mueve a los iraníes, y si en tu opinión hay o no alguna configuración en el Oriente Medio, algún gobierno en particular o grupo de gobiernos en la región que de alguna manera los pueda controlar antes de que nos veamos en un desastre?”

LaRouche: Yo entiendo perfectamente el problema. Por ejemplo, hay otro aspecto de esto. Respecto a la pregunta sobre Sharon, yo también tengo la misma reacción. Él no es agradable, por decir lo menos, pero no es tan loco como algunos otros. Y ciertamente Sharon no querría a estas alturas ser un títere de Cheney en un ataque contra Irán ni querría un ataque contra Siria —ninguno de los dos—, porque desde la perspectiva de Sharon, Israel es un Estado condenado a la perdición en estos momentos. Simplemente no están las condiciones de vida, el futuro, y, por tanto, el conflicto en esta región, y en lo inmediato el conflicto entre palestinos e israelíes —hay diferencias muy grandes, no es un caso simple— es el problema principal. También está el odio que motiva a las fuerzas, y el odio contra el odio. Es muy difícil.

Sharon cuando menos entendía eso, y si bien hacía cosas odiosas, lo entendía y no era temerariamente irracional al extremo.

Bibi Netanyahu es un asunto diferente; muy vinculado a Jack Abramoff de muchas formas, y a Cheney. Cheney y Abramoff son gemelos unidos por la cadera; tal vez no por la cadera, tal vez por otra parte de la anatomía; yo no sé cual.

El cálculo de algunos con los que tiendo a estar de acuerdo es el siguiente, antes de abordar la pregunta sobre Irán: primero que nada, se tiene que examinar el ángulo británico en esto. La operación en la región no es una operación de EU solo; es una intervención angloamericana. Los británicos son una potencia relativamente más pequeña, con una población mucho más pequeña; gente más o menos del mismo tamaño, pero una población más pequeña. Pero en realidad ellos llevan la voz cantante en armar esta crisis internacional. Ésta es en lo principal una operación británica, no de EU.

Por ejemplo, Cheney, la señora de Cheney, está muy ligada a la élite imperialista liberal británica. Fue ella quien le introdujo a su esposo, Dick Cheney, a la élite imperialista liberal británica. Estados Unidos, el gobierno actual, está muy desacreditado en parte debido a la guerra de Iraq. Por tanto, tenemos a Jack Straw —quien no es ningún mago salido de Oz, sino que está de hecho en la Gran Bretaña—, a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, y están llevando a cabo sus jueguitos ahí.

En esta situación (junto con la famosa familia de los cosméticos), en esta situación hay negociaciones donde las quiere Cheney, y la pandilla de Cheney quiere una guerra en el Oriente Medio, otra guerra. No les gusta en particular la idea de arriesgar una guerra contra Irán, a pesar de que presionan en ese sentido. Pero sí creen que un ataque limitado de Israel contra Siria es una operación viable para tener de nuevo un efecto 11–S. Y dado que hay equipo bajo el control de los israelíes, que puede pasar por equipo árabe, y que se mantiene en el desierto de Israel, si una fuerza de choque limitada de Israel pudiera entrar a Siria llevando consigo ese equipo, luego lo mostrarían y dirían: “Acabamos de descubrirlo aquí en Siria. Eran las armas de enorme poder destructivo de Saddam Hussein”.

Esta operación es lo que más me preocupa, ya que de verdad es una operación potencial y muy peligrosa.

También me preocupan mucho algunas otras cosas: me preocupa el Presidente de Francia, que está actuando como un asno en cuanto a este asunto, y le está haciendo el juego a los británicos. Y hay un aspecto que es una operación anglofrancesa contra Alemania, lo que también complica la situación. Así que hay gente en Europa actuando como tontos.

Luego tenemos un Presidente de Irán que pertenece a una facción en ese país que se inclinaría, como lo mostrara en la Meca y otras partes, a emprender o tratar de provocar a Israel a que emprenda un ataque contra Irán. Ningún israelí en sus cabales quiere atacar a Irán en estos momentos. Mas Bibi Netanyahu no necesariamente está en sus cabales; y hay algunos otros hasta más zafados. Pero lo que está haciendo es provocar un ataque, porque en cierto sentido calcula que el ataque tendría que ser limitado y estaría preparado para aceptar el daño con el fin de unir a Irán como una fuerza combatiente en la región.

También hay quienes están tratando de usar la carta de la Hermandad Musulmana, que Henry Kissinger solía usar en la región, contra Siria. El llamado “cambio de régimen” en Siria que se instrumenta a través del Presidente de Francia por medio del ex funcionario sirio Jaddam.

Así que tenemos un lío apestoso de consecuencias incalculables que no es algo simple, algo solo. Sí, existe el peligro de un ataque contra Irán, y es correcto afirmar que, dado que el actual Gobierno de Estados Unidos está loco en términos clínicos, y dado que un Gobierno de Bibi Netanyahu también estaría clínicamente loco también, cualquier cosa es posible, porque los frenos y contrapesos no funcionan con gente que no sabe qué hora es o en que planeta vive.

Así que el problema aquí es otro. Mi opinión del problema es que si uno lo observa y trata de bregar con lo negativo, ¡eso es un error! Eso es una política equivocada. Uno debe operar desde el lado positivo. ¿Puede lograrse una resolución pacífica de los problemas del Sudoeste de Asia, algunas veces llamado Oriente Medio? ¿Puede uno lograr eso? ¿Puede uno salir con algo que logre eso? Ésa es la mejor forma de bregar con la situación.

Tal vez pueda salir algo de la combinación en Israel que surge de esta situación desafortunada de Sharon. No sé; hay peligros, peligros reales, ¡pero el peligro viene de acá! El peligro viene de acá no sólo porque Chirac está portándose como un asno, y yo les advertí a los gaullistas que no promovieran a Chirac allá en los 1970. Algunos generales franceses gaullistas eran amigos míos, y yo dije: “No pongan a este pequeñuelo a cargo del partido gaullista. Será un desastre en el futuro”. Y tuve razón y ellos no. Ahora está allí y es un chamaco que no está a la altura del gran juego de la política mundial. Ése es el problema.

“Lo más importante que hacen estos jóvenes es el trabajo coral. La música es la clave de la organización social, porque es la clase de interacción que ocurre en el trabajo musical lo que define a una organización, la define como saludable”, dijo LaRouche. Aquí vemos al coro de la Juventud Larouchista cantar durante una videoconferencia de LaRouche en enero de 2005. (Foto: Brian McAndrews/EIRNS).

Por tanto, nuestro problema es el hecho de que nosotros no tenemos un gobierno que pueda responder a esta situación de una manera positiva, con soluciones positivas a los problemas reales, que saquen estos problemas del tapete y pongan en su lugar cosas que sean positivas. No se trata de quién derrote a quién, ¡de quién pueda matar a quién! No es así como se resuelve la historia, se resuelve en cómo se logra la paz! No la paz de agacharse y arrastrarse sino la paz de una acción constructiva que resuelva de verdad los problemas, que lleve a gente que anda bastante desorientada a darle su apoyo, porque tendrá que decir: “Oye, yo debo admitir que es un buen acuerdo”.

Eso es lo que necesitamos en esta situación. Eso es lo que falta. Y mientras permitamos lo que pasa ahorita mismo en el Senado y no se diga a este tonto de Alito, “¡fuera!”, habremos perdido la opción de bregar con la situación del llamado Oriente Medio. Si la gente pensara que Estados Unidos tenía un gobierno, incluso un Senado unido, que pudiera decirle a Alito, “¡fuera!, cuando menos una mayoría que le dijera a Alito, “¡fuera!”, entonces el mundo ¡nos respetaría! Porque existiría algo en EU en que podría confiar. Mi temor es que el Senado capitule ante Alito; que capitule a su nombramiento. En ese caso, ¡habremos perdido la confianza! La gente dirá: “Ah, Estados Unidos; qué grande, ¿verdad?” Agarran a un payaso de la Sociedad Federalista y le entregan al país a un puñado de nazis. “¡Gran país, ¿verdad?”

 

Las armas nucleares y la soberanía

Moderadora: Tenemos otra pregunta al respecto, de alguien que está aquí en el público, un poquito diferente, y supongo que está en la sala. Lyn seguido habla de la cuestión de la conducción. Al presentar a esta persona me gustaría decir yo misma, en términos de mi propio trabajo organizativo —y sé que Lyn comparte este punto de vista—, que este es un individuo que ha desempeñado un papel decisivo de conducción tanto nacional como internacional, y somos muy afortunados de que viva aquí en Washington, D.C.

Damas y caballeros, por favor ayúdenme a darle la bienvenida al doctor Alim Abdul Muhamed.

Muhamed: Muchas gracias. Saludos. ¿Cómo está usted?

Sólo quería hacer una preguntita. Recientemente leí, no recuerdo en qué número de la EIR, pero usted dijo que la posesión de la energía nuclear era un derecho de las naciones soberanas, y lo planteó como un principio de soberanía. ¿Podría comentar un poquito más sobre lo que quiso decir con eso? Y, por extensión, ¿cómo se aplica eso a la situación actual en relación a Irán y la amenaza de un ataque allí?

El doctor Alim Abdul Mohamed le pidió a LaRouche que abundara sobre su afirmación de que la fuerza nuclear es el “derecho de las naciones soberanas“. LaRouche contestó que es la locura de EU y Gran Bretaña la que amenaza con una guerra y con animar a las naciones a hacerse de armas de intimidación. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

LaRouche: Rusia está totalmente en lo correcto en la forma en que está abordando esta situación. Tenemos un gobierno inestable al presente en Irán, como lo vimos con los ataques desde la Meca contra Israel, que son absolutamente desquiciados. Quiero decir, que el presidente o jefe de Estado de un país lance semejantes ataques es una locura total. De hecho, millones de judíos fueron asesinados por los nazis en Europa; es un hecho. La idea de ir a un lugar de refugio es un hecho. La situación entera fue un desastre. Hubo dirigentes en Israel, después de que ganaron la guerra de 1967, que se preguntaron qué clase de desastre hemos creado en el mundo, y que si no habían cometido un error. Porque la idea inicial era la paz con el mundo árabe; lo que todavía tiene que ser el objetivo.

Ahora, este asunto de la capacidad nuclear. De nuevo, el problema se repite y el problema esencial que enfrentamos es la locura de Estados Unidos y Gran Bretaña; eso es exactamente. Nosotros amenazamos con la guerra. Estamos creando un incentivo para que las naciones deseen tener armas de intimidación, y el armamento nuclear tiene cierta ventaja de chantaje, en particular la armas nucleares pequeñas, o relativamente pequeñas. Ahora, Irán requiere de fuerza nuclear para desarrollar su economía. Requiere de esa tecnología. Tiene derecho a ella. Tenemos una regla que dice que el derecho a tener acceso a las armas nucleares, sin embargo, debe limitarse a cierto número de países que ya pertenecen al club, y que algunos países que se han incorporado al club tienen que salirse y que a otros no debe permitírseles la entrada. Pueden tener fuerza nuclear, pero no armas nucleares.

El problema se presenta sólo porque estamos lo suficientemente desquiciados para crear una situación en la cual surja el deseo por las armas nucleares. El empleo de las armas nucleares por cualquier país, por sí mismo, como una acción voluntaria, sería un acto de locura; un acto criminal en este momento. No hay necesidad de ello, no tienen ninguna función. La guerra se define de aquí en adelante —en particular la guerra de agresión o de represalia— como algo de hecho anticuado, que moralmente ya no cabe en este mundo. Tenemos que ser capaces de defender países, los países pueden defenderse a sí mismos de ataques.

Pero el problema es que Irán está bajo la amenaza de ataque. De otra forma, lo que ofrecieron los rusos, y creo que los europeos estarían de acuerdo con ellos, sería una solución perfectamente racional.

Volveremos nuevamente al asunto de su acceso al conocimiento de la tecnología de las armas nucleares; pueden hacerse cosas así. Pero lo fundamental es que no hay ningún apuro, a no ser el apuro de irse a la guerra. ¿De dónde viene el apuro de irse a la guerra? Viene de los británicos y de EU. Así que estamos creando una anomalía, y creo que debemos apartarnos de eso.

El asunto es muy sencillo: continuemos negociando. Digamos, en principio, que tienen el derecho a conocer la tecnología; tienen ese derecho. ¡Pero hemos llegado al fin del uso de las armas nucleares! El mundo tiene que llegar al fin del uso de las armas nucleares. No tienen ningún propósito militar eficaz en el planeta en estos momentos. El planeta ha cambiado. En realidad nos encontramos en un momento decisivo. Por tanto, no debiera haber problema alguno en las negociaciones porque éstas deben seguir, y el derecho a que conozcan estas cosas, es su derecho.

El problema entonces es que hemos creado una situación en la región en la cual hemos tenido una guerra con el islam, organizada por Bernard Lewis de la inteligencia británica, o de la división árabe británica, y Henry Kissinger y otros que han hecho de esto un asunto del islam.

Y lo que hicimos en Iraq fue crear un desastre en toda la región. Tomamos una nación, Iraq —que no era una nación perfecta, ni mucho menos, como yo bien sé, pero sí una nación unida que tenía un sentido de unidad, con algo de opresión de algunas de sus minorías, cosas así, y otras que no eran minorías—, y creamos el caos en toda la región. Y los británicos están creando un desastre en toda la región.

Yo no veo ninguna solución, ¡salvo que Estados Unidos se deshaga de George Bush y Cheney! Y muestre que somos una nación, y que vamos a asegurar que entablemos ciertas reglas de conducta que en verdad sean justas. Entonces, el mismo pueblo de Irán, que no quiere una guerra nuclear, puede encargarse de su propio gobierno. Y una vez que se haga esto, podemos eliminar todo este asunto de quién tiene el derecho a conocer lo que es la tecnología de las armas nucleares.