Bien mirado, no hay ninguna ‘crisis de Irán’
por Lyndon H. LaRouche
6 de marzo de 2006.
Dos veces en los últimos días me han pedido hablar en público en Berlín sobre el asunto de una supuesta crisis de Irán. Bien mirado, aunque hay un “incidente de Irán” no hay ninguna “crisis de Irán”. La verdadera crisis mejor se describe como “una crisis en el tablero de ajedrez mundial”, en el que fuerzas asociadas con el Gobierno británico de Tony Blair y los cómplices particulares de ese Gobierno en Estados Unidos, hacen jugadas que incluyen el gambito de Irán. Aquellos que profesan la necesidad de analizar una supuesta “crisis de Irán” simplemente muestran que no son jugadores en la situación, sino que, más bien, están entre las fichas de guerra psicológica con las que se está jugando.
El papel del sector de Irán en este asunto instrumentado por Londres, será catalogado por analistas competentes como una continuación de la evolución de lo que llegó a conocerse como los gambitos de Sikes–Picot, y del modo más notable la función que tuvo el arreglo Sikes–Picot en inducir al zar Nicolás II de Rusia a unirse a Gran Bretaña y Francia en una alianza de tontos contra Alemania, en lo que vino a ser la Primera Guerra Mundial. Sólo cuando situamos el asunto del presente gambito de Irán en el marco histórico que corresponde, es que uno empieza a entender la actual cuestión de Irán con al menos la apariencia de una penetración competente del carácter de los asuntos estratégicos que entraña este gambito localizado.
Esto es para recalcar que entre los blancos de esta “crisis en el tablero de ajedrez mundial” están Rusia y China. Rusia en lo más inmediato. Sin embargo, la fase más inmediata del juego en marcha que encabezan los británicos es fomentar la reactivación de la estrategia contra el islam del veterano de la oficina de asuntos árabes de la Gran Bretaña Bernard Lewis, misma que ha servido como el fundamento para crear y perpetuar esa alianza imperialista medieval entre la oligarquía financiera veneciana y la caballería normanda conocida como “las cruzadas”. Lo que está en marcha al presente desde el eje liberal imperialista de Londres de Blair y Jack Straw, es la creación de ese estado de guerra y revolución permanentes, con la intención de que sirva como el principio organizativo de una nueva forma de imperialismo mundial, una forma que en la actualidad lleva el rótulo de “globalización”. Una guerra mundial religiosa perpetua contra el islam es la política imperial británica que han adoptado en estos momentos, con este propósito, los aliados de Blair asociados con el régimen estadounidense de Bush y Cheney.
La importancia de Irán como un sitio escogido como blanco dentro del plan mundial más amplio es, en lo principal, doble: detonar el derrumbe de la presente economía mundial, al crear una crisis petrolera devastadora en la región general del Sudoeste de Asia, al tiempo que se desatan las fuerzas del caos en el Caúcaso, Asia Central y Ucrania, para acabar con el restablecimiento de la influencia de Rusia con el que está asociado el Gobierno actual del presidente Vladimir Putin. De allí que, los esfuerzos del Gobierno ruso por estabilizar la situación en y alrededor de Irán sean blanco de las energías desesperadas que al presente despliegan a nivel mundial las fuerzas del caos: el Gobierno de Blair y sus cómplices en el Gobierno de EU de Bush y Cheney.
La forma actual del “Gran Juego” se funda en el éxito virtual, desde la época posterior a Adenauer y Kennedy, y prácticamente la posterior a De Gaulle de mediados a fines de los 1960, de los esfuerzos por destruir tanto la economía de EU como el sistema monetario de tipos de cambio fijos de Bretton Woods de Franklin Roosevelt, a través de cambiar a una orientación “posindustrial” en las naciones industrializadas, y a un sistema de “libre cambio” en el mundo en su conjunto. La evolución de versiones radicales de la doctrinas de “propiedad” de John Locke y de “libre cambio” de Adam Smith ha creado una situación en la que conciertos financieros privados saquean y dominan a gobiernos existentes nominalmente soberanos. De esa forma, crean ya una condición virtual que semeja el sistema ultramontano que a la sazón dominaba la alianza de cruzados y oligarcas financieros venecianos.
Un derrumbe del presente sistema financiero acabaría con gobiernos existentes, incluso potencialmente con el de EU, lo que dejaría a los principales conciertos de “propietarios” como amos absolutos de todo el planeta. Es sólo cuando los intereses de los responsables de la llamada “crisis de Irán” se definen desde la perspectiva de la presente estrategia mundial neofeudalista, que uno puede juzgar qué intereses preferirían defender los oligarcas financieros que controlan a gobiernos tales como el de Blair y Straw. El peor error estratégico posible lo cometerían aquellos inducidos a creer que los motivos que controlan a esas fuerzas oligarcas son de alguna manera lo que una persona normal consideraría una percepción racional de interés propio.
Cómo se engaña fácilmente a gente supuestamente racional
Hoy, al igual que en la Atenas de Pericles que se hundió a sí misma en la ruina de la guerra del Peloponeso, la condena resultante fue, como recalcó Platón, la influencia corruptora de la sofistería sobre las mentes y la moralidad de los dirigentes y otros estratos de la población. En vez de gobernarse por una cualidad de razón definida por estimar los principios cognoscibles de la ciencia, quedar bien con lo que se percibe que son las tendencias prevalecientes de la opinión popular, y en especial la que domina en los estamentos sociales más poderosos, allana el camino a la ruina autoinfligida. Tal ha sido la tendencia en la sofistería de los productos universitarios de 1968 de EU y Europa a partir de los sucesos tumultuosos de ese año.
Hoy los desacreditados estratos de influencia en Europa y EU rechazan la existencia de esa clase de principio universal que asociaríamos con el descubrimiento universal único de Kepler de la gravitación universal, y escogerían las corrientes prevalecientes de la simple opinión en lugar de principios. Los acuerdos a los que llegan algunos entre esas corrientes principales, entonces, tienden a definir la evolución de la historial actual tal como esos mecanismo de sofistería condujeron a Atenas a escoger adrede su ruina en la guerra del Peloponeso.
En el caso de los “sesentiocheros” de marras, la causa más conspicua de los grandes fracasos económicos y relacionados de las principales naciones de Europa y América ha sido la manera en que las tendencias antilaborales, antiagricultores y en contra de la ciencia experimental de los más vocingleros de los sesentiocheros llevaron a cambiar las muy exitosas economías productivas por la actual podredumbre de las economías de “servicio”. Peor que el obvio derrumbe físico producido por la opinión de las tendencias “posindustriales”, es la destrucción de la capacidad de la mente del miembro típico de la sociedad a pensar de forma racional. Ahora, casi cuatro décadas después de 1968, el bandazo hacia la ruina de la sociedad que erupcionó entonces, prácticamente se ha apoderado de Europa y América, con efectos irradiados de forma más amplia, que ahora amenazan a todo el planeta.
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El veterano de la oficina de asuntos árabes de la Gran Bretaña Bernard Lewis revivió la estrategia global contra el islam que luego retomaron Zbigniew Brzezinski, Samuel Huntington y otros “cruzados” estadounidenses. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS). |
Esto no fue el resultado de algunos errores de tendencia política cometidos al azar. Estos efectos que experimentamos hoy era lo que en términos amplios se pretendía entoces, cuando primero hicieron erupción los cambios de orientación política a fines de los 1960 en los grandes sucesos de esa época. De igual forma, la sofistería con la que ahora esas naciones se autodestruyen, se plantó con la intención de producir efectos afines a la ruina que experimentamos hoy. La campaña de sofistería délfica que se difundió entre los jóvenes de Atenas y otras partes en las décadas que precedieron al estallido de la guerra del Peloponeso, tuvo como paralelo el que se escogiera como blanco ya a la generación que nació aproximadamente en el intervalo de 1945 a 1955 en Europa Occidental y Central, y en América. Las formas aplicables de sofistería contemporánea se introdujeron en lo principal como el existencialismo, tal como el de las tendencias irracionales sistemáticas de Bertold Brecht y la Escuela de Fráncfort, bajo tales paraguas como el Congreso a Favor de la Libertad Cultural y la propuesta de la OCDE de 1963 del doctor Alexander King para llevar a cabo una reforma (destructiva) de la educación en Europa. Estos modos de corrupción, que escogieron como blanco a la generación recién nacida de 1945 a 1955, fueron complementados y reforzados por los efectos aterradores de los estados anímicos de la “guerra Fría”.
Así que, los dirigentes políticos y afines de la sociedad de hoy capitularán a políticas que saben que son equivocadas, tan sólo porque han sido condicionados a creer que esas políticas corresponden a tendencias que han venido a ser “inevitables”. Por tanto, dicen: “Tenemos que aceptar el hecho de que hay que aprender a acomodarse a las tendencias imperantes”.
Creer en la existencia de una “crisis de Irán” específica es típico de los efectos de tales expresiones de la influencia actual de formas de sofistería moderna.
El remedio siempre está en flanquear las tendencias de opinión aceptadas de común, como Federico el Grande una vez llevó a cabo un renombrado flanqueo de unas fuerzas más numerosas de Austria bajo un comando capaz. Pon a un lado los suspuestos que de común se comparten en el tiempo y el lugar de uno, y asume entonces una posición por encima de la insensateces prevalecientes. Aun entre mis asociado rara vez he encontrado una oponión prevaleciente que no sea ruinosa. La mayor parte de mis logros personales señeros han resultado de mi resistencia a lo errado de los supuestos populares, aun entre mis asociados más estrechos.
La idea de una “crisis de Irán” es un caso ilustrativo.
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