Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 7

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Estalla la huelga de masas en EU

Marchan millones por los inmigrantes

por Nancy Spannaus

Las marchas realizadas en Estados Unidos a favor de los inmigrantes, en su mayoría de origen hispano, recuerdan algo la revolución pacífica de Alemania Oriental en el otoño de 1989. De repente, gente que nunca antes había salido a la calle, que estaba aterrada de que las autoridades la llevara a la cárcel o tomara otras represalias, salió a la calle a oponerse al proyecto de ley HR–4437 de los republicanos en el Congreso, que resultaría en la deportación de millones de trabajadores y en levantar un muro de 1.000 kilómetros a lo largo de la frontera entre México y EU.

“Esto es más grande que el movimiento de derechos civiles. ¡Es enorme!” comentó a la televisora CBS el gobernador Bill Richardson de Nuevo México, un hispanoamericano, tras el Día Nacional de Acción por la Justicia a los Inmigrantes el 10 de abril. Y es cierto, pues la enorme manifestación del reverendo Martin Luther King, Jr. en 1963 “sólo” concentró a 250.000 personas en la capital del país.

Pero lo del 10 de abril, cuando salieron a las calles millones de personas en unas 142 ciudades de EU, fue sólo el primer paso en un proceso que viene creciendo por todo el país. La primera manifestación importante, organizada por una coalición ad hoc, concentró a 100.000 personas en Chicago, Illinois. Dos semanas después, el 25 de marzo, unas 500.000 personas, sobre todo jóvenes estudiantes, realizaron una manifestación y un paro estudiantil en Los Ángeles, en busca de un trato humano, no de delincuentes, para los inmigrantes.

Luego de esa gran movilización, la Coalición de Inmigración de la Capital Nacional (NCIC, en inglés), un grupo de empresarios, religiosos, trabajadores y organizaciones comunitarias, convocó a una manifestación nacional para el 10 de abril en 65 ciudades. Una semana antes de la fecha, había la expectativa de que las manifestaciones serían para celebrar una transigencia lograda en el Senado de EU, que eliminaría todos los aspectos draconianos del proyecto de ley de los republicanos. Cuando ese arreglo se descompuso por divisiones entre los republicanos, la movilización se volcó hacia oponerse al proyecto HR–4437.

No es de sorprender que los medios informativos taparan la verdadera magnitud de las manifestaciones del 9 y el 10 de abril. De hecho, en muchos casos, la enorme participación sorprendió hasta a los mismos organizadores.

La conmoción comenzó el domingo 9 de abril, cuando medio millón de personas se concentraron en Dallas, Texas, exigiendo justicia para los inmigrantes. El número de manifestantes es tanto como un tercio de la población de la ciudad. Multitudes igualmente sin precedentes se manifestaron en todo el país el 10 de abril: 300.000 en Phoenix, Arizona; 20.000 en Indianápolis, Indiana; 25.000 en Seattle, Washington; 100.000 en San Diego, California; y 10.000 en Omaha, Nebraska. Hubo manifestaciones en muchas ciudadades que los organizadores no habían seleccionado, y el número de ciudades participantes fue el doble de las planeadas originalmente.

La NCIC informó que en todas partes hubo sorpresas. Por ejemplo, en la pequeña Schuyler, Nebraska, de 5.300 habitantes se movilizaron 3.000.

Tanto en la ciudad de Nueva York como en Washington, D.C., hubo concentraciones de alrededor de 500.000 personas cada una. Asistieron familias enteras, y sindicatos y otros manifestantes más tradicionales. La Iglesia católica participó activa y prominentemente en organizar las protestas, y no sólo se movilizaron las parroquias, sino los arzobispos de Washington y Los Ángeles, los cardenales Theodore McCarrick y Roger Mahoney, respectivamente. A los párrocos de Florida y Texas les dijeron que en sus homilías exhortaran a los feligreses a ir a las marchas y a “rezar y apoyar un aumento salarial para los trabajadores inmigrantes”.

El movimiento sindical tuvo también un papel muy prominente en organizar las manifestaciones. En Los Ángeles se destacó la Unión Internacional de Empleados de Servicios (SEIU), y hubo apoyo de organizadores de los sindicatos de trabajadores de alimentos, de corte y confección, del gobierno y de salud.

Participantes en la manifestación por los derechos de los inmigrantes en Washington, D.C, el 10 de abril. Una organizadora del MJL (de espalda) le explica a un grupo de jóvenes manifestantes en Washington, D.C., el plan hidráulico que propone LaRouche para revivir las economías de México y EU. (Fotos: David Ramonet/EIRNS).

Es claro que el grupo más grande de inmigrantes es el de los trabajadores de origen hispano en esos ramos, que pagan muy bajos salarios. Muchos de esos trabajadores están listos para afiliarse a sindicatos. En los últimos 5 años la federación sindical AFL–CIO en el condado de Los Ángeles ha crecido rápidamente.

Aunque el Sindicato de Trabajadores Agrícolas Unidos (UFW) no tuvo un papel protagónico en organizar las manifestaciones, sí se benefició de ellas. El 11 de abril el UFW y Global Horizons, Inc., una agencia de colocación de trabajadores inmigrantes, firmaron un acuerdo mediante el cual los jornaleros agrícolas bajo el programa de trabajadores huéspedes (H–2a) contarán con representación y protección sindical, recibirán un aumento salarial, descansos pagados, derechos de antigüedad, licencia por duelo, y se le dará trámite a sus quejas. Además, las empresas agrícolas que contraten trabajadores de Global Horizons pagarán sus costos médicos.

Es claro que la movilización de masas de los trabajadores inmigrantes tuvo su efecto sobre Global Horizons, y es muy probable que estos efectos continuarán. Un dato interesante es que la mayoría de los trabajadores que llegan por esta compañía vienen de Asia y del sur de África, no de Iberoamérica. De hecho, en las manifestaciones de Washington, D.C., y Los Ángeles, se veían muchos grupos de origen diverso.

¿Y el liderato?

Se nota una falta evidente de liderato por parte del Partido Demócrata, el cual tiene muy poca capacidad de convocatoria entre los inmigrantes. Una fuente señaló el contraste entre la multitudinaria manifestación de Dallas, y el hecho de que la semana anterior sólo 2% del electorado registrado votó en las elecciones primarias en las que los demócratas eligieron a sus candidatos para el Senado y vicegobernador de Texas. La gente está lista para participar, pero el Partido Demócrata no los inspira a actuar de modo eficaz en la política.

La excepción obvia es el papel que ha desempeñado en estas manifestaciones el Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL), integrado estrechamente al Partido Demócrata en lugares como California. El informe siguiente, de un miembro del MJL que participó en la manifestación del 25 de marzo en Los Ángeles, es una muestra de la respuesta y el potencial existente:

“Las propuestas de LaRouche sobre infraestructura son el flanco contra la propuesta fascista del muro de la frontera, y la población está lista para recibir las ideas de Lyn. Un organizador describió el proceso organizativo precisamente como el principio de las brigadas de Monge en las calles, donde personas recién contactadas recibían informes de cómo operaría el proyecto NAWAPA de infraestructura hidráulica, y luego esas mismas personas hablaban con la gente a su alrededor para empezar a organizarlas, dando respuesta a sus preguntas. Hubo varias ocasiones en que los miembros del MJL que estaban organizando, recibían el auxilio de algún voluntario para traducir simultáneamente sus explicaciones. Cabe señalar que muchos de los asistentes a la manifestación traían en la mente el muro en la frontera, así que cuando vieron el enorme mapa del NAWAPA, inmediatamente se sintieron atraídos a la idea de que llevar agua a la región era el flanco perfecto”.