Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núms. 8-9

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La nueva calumnia contra LaRouche: Félix y el fascismo

Francamente, si no consideras fascista a Félix Rohatyn, le haces una grave injusticia. Tanto Félix como los salvajes ataques calumniosos en mi contra que han surgido en la secuela de la confirmación del Senado del nombramiento del magistrado Samuel Alito a la Corte Suprema de Estados Unidos, exhiben la esencia de Félix el sucio ante el mundo hoy. Conforme a toda norma racional, Félix es un fascista que me considera una amenaza notable a sus actuales planes de latrocinio.

Así, acorde a los temores de Félix a ese respecto, a la confirmación de alito le ha seguido un cúmulo de calumnias lunáticas diversas recientes contra mí en órganos de difusión prominentes y apartados comparables, no sólo en un Boston, Massachusetts, de los banqueros, sino también en un timo que publicó el Neue Zuercher Zeitung; redes pro fascistas destacadas de Leipzig, Alemania, y afines; un canal de televisión importante de Francia; y otros lugares pertinentes.

Como lo señaló alguien cercano a mí, lo que pretenden esos canales al intentar difamarme depende en gran medida del precedente que sentaron los cuadernos de E.T.A. Hoffmann y los archivos de Charenton.

Las credenciales de Félix como fascista están claramente establecidas. Los nexos profesionales de ese tipo mejor conocidos se remontan a su asociación con la rama estadounidense del Lazard Frères de las operaciones del Banque Worms del período de Hitler. En la historia de los 1970 Félix se destaca por su participación en lo del “Big MAC”, pero también tiene una prominencia mucho más fea como un banquero clave en la operación que apoyó gente tal como George P. Shultz y Henry Kissinger, misma que llevó al general neonazi Augusto Pinochet al poder en Chile y desató la campaña neonazi de genocidio en el Cono Sur de las Américas en la primera mitad de los 1970. Él también es un aliado clave del vicepresidente estadounidense Dick Cheney en el plan de transferir el poder de las fuerzas armadas de EU, del control del gobierno constitucional, a un sistema de ejércitos privados, de la Halliburton de Cheney y demás, que toma como modelo el programa de Adolfo Hitler para remplazar el Wehrmacht alemán con la SS nazi.

En suma, el fascista Félix es un sinarquista, en la fe que manifiesta y en la práctica, un espécimen forjado en la tradición de los banqueros de los 1920 y 1930 del dictador Mussolini y Adolfo Hitler. No sólo es típico de las prácticas tradicionales de esa sarta de bribones sinarquistas que llevó al poder a Mussolini, Hitler, Franco y los de su ralea de 1922 a 1945; él, como da fe de ello el legado del Banque Worms, es plenamente conciente del mal que hace.

Las pruebas que respaldan estas caracterizaciones que acabo de resumir son abundantes y concluyentes, por si a alguien le importaba debatir el asunto.

Por otra parte, como el coyote cruel al que tanto se parece, el sucio Félix de Middlebury, Vermont, es, de cierta forma salvaje, tan mañoso (y tan sucio) como un coyote, pero no muy inteligente —de hecho es un patán zafio— en cuestiones de arte, ciencia o moralidad. Es hábil como el ladrón que sabe cómo robar dinero, pero que no desea saber en realidad cómo ganárselo. No sabe de economía, ni quiere entender esa materia, puesto que cualquier forma de conducta racional chocaría con su reputación profesional, la del pobre muchacho que cobró fama como el Artful Dodger de Charles Dickens en el mundo financiero actual.

Por tanto, si eres totalmente cuerdo y racional, considerarás la presente proliferación de tales calumnias absurdas contra mi persona como señales de la alta posición de honor que me he ganado en el mundo a últimas fechas.

A lo mejor también quisieras entretenerte tomando nota de la lista de personajes que han mostrado su propia ética repugnante a este respecto, empezando por el Boston Globe (por un tiempo vocero del ataúd de Drácula), el principal diario suizo Neue Zuercher Zeitung, una destacada institución de la televisión francesa, ciertos círculos políticos de Leipzig, y algunos miembros y ex miembros del Congreso de EU.

¿Quién dijo Félix el sucio?

—Lyndon H. LaRouche.