Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 8-9

Versión para imprimir

Regrese al inicio

 

¿Emprenderá Bush, el ‘Doctor Insólito’ de Cheney, una guerra nuclear contra Irán?

Para eliminar la amenaza de que el mundo sufra un holocausto nuclear, urge botar al vicepresidente estadounidense Dick Cheney, el autor de la política de la guerra nuclear “preventiva”. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

por Nancy Spannaus

Por si quedaba la más mínima duda en la mente de cualquiera de que el Presidente está clínicamente loco, el propio George “Doctor Insólito” Bush la despejó para siempre con su actuación el 18 de abril en el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca. En una conferencia de prensa, manifiestamente convocada para anunciar el nombramiento de Rob Portman como el nuevo jefe de la Oficina de Administración y Presupuesto, el presidente Bush sostuvo el siguiente intercambio con un reportero.

“Pregunta: Señor, cuando habla de Irán y de cómo está haciendo esfuerzos diplomáticos, también dice que no descarta ninguna opción. ¿Eso incluye la posibilidad de un ataque nuclear? ¿Es eso algo para lo cual su gobierno hará planes?

“Presidente: No descartamos ninguna opción”.

Sólo unas horas antes de que el presidente Bush se rehusara a descartar un ataque nuclear preventivo contra Irán, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) anunció que acogería como miembros plenos a Irán, junto con India, Pakistán y Mongolia, en su próxima reunión en junio. Fundada en Shanghai el 15 de junio de 2001, la OCS es una organización de seguridad y cooperación regional conformada por China, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.

En respuesta a estos dos sucesos radicales interrelacionados, Lyndon LaRouche preguntó: “¿Cuáles son las consecuencias de que el Presidente de Estados Unidos declare al país como un adversario de uno de los Estados miembros de la OCS? Si el presidente Bush está amenazando con un ataque nuclear contra un Estado que forma parte de la alianza de la OCS, ¿procura, en efecto, provocar una guerra nuclear general? Y, ¿qué hay de las bases militares estadounidenses que están en territorio de algunos de los Estados de la Organización de Cooperación de Shanghai? ¿Acaso la declaración del presidente Bush en el Jardín de las Rosas no demuestra que está clínicamente loco?

El método en la demencia

Nadie debe confundirse sobre el origen de la amenaza implícita del Presidente de efectuar un ataque nuclear. George W. Bush no decide lo que habla o no necesariamente sabe lo que está diciendo: el guión lo determinan los de la ralea del vicepresidente Dick Cheney y los jefes de éste en el mundo financiero sinarquista. Los antecedentes de Cheney en amenazar con el uso preventivo de armas nucleares están a la vista.

Como lo describió a detalle Jeffrey Steinberg de la EIR durante los preparativos para la guerra de Iraq (ver Resumente ejecutivo de la 2a quincena de abril de 2003 y Resumen electrónico de EIR, Vol. II, núm 6), fue Cheney quien, como secretario de Defensa a principios de los 1990, comisionó un estudio sobre cómo debía responder EU a la nueva realidad militar estratégica de la caída de la Unión Soviética. El Estudio planteó la política para crear un imperio militar estadounidense, que se dedicaría a atacar a cualquier nación o alianza de naciones que amenace la hegemonía militar estadounidense. El uso de una nueva generación de armas nucleares, así como la doctrina del ataque preventivo, eran parte del documento.

En 1992 el presidente George H.W. Bush vetó el plan a instancias de sus principales asesores de seguridad nacional, el general Brent Scowcroft y James Baker III.

Sin embargo, los planes preparativos de Cheney para una guerra nuclear a iniciativa de EU no terminaron ahí. De conformidad con una “Política de Uso de Armas Nucleares” ultrasecreta, emitida por el entonces secretario de Defensa Cheney a principios de 1991, sectores del Pentágono empezaron a hacer planes para usar armas nucleares contra naciones del Tercer Mundo que se consideraran capaces de desarrollar armas de gran poder destructivo. De este programa salieron las llamadas miniarmas nucleares o “rompebúnkeres”, las armas que se dice en estos momentos que están preparándose para usarlas contra Irán.

Los rusos, quienes respondieron muy alarmados a la política de Defensa que se preparó a instancias de Cheney en 1991, han permanecido muy susceptibles a tales amenazas, y no es de sorprender. La declaración del presidente Bush del 18 de abril, de que el uso de armas nucleares para atacar a Irán “no se descarta”, se difundió ampliamente en Rusia, aun cuando la prensa estadounidense no dijo ni pío.

Destaca el hecho de que nada menos que el primer ministro británico Tony Blair también respondió a la cuestión sobre la posibilidad del uso de armas nucleares contra Irán, negándose a descartarlo.

¿Atacará EUA?

Las negociaciones entre Irán y la comunidad internacional siguen estancadas al momento de escribir estas líneas. Aunque la evaluación de expertos nucleares sobre el muy cacareado nuevo nivel de enriquecimiento de uranio que alcanzó Irán, es que no los acerca para nada a la posibilidad de contar con una capacidad de armas nucleares, los cheneyacos y sus aliados internacionales han aprovechado la ocasión para tratar de atizar un enfrentamiento inmediato.

El vocero estadounidense John Bolton y Condoleezza Rice pidieron una acción inmediata en las Naciones Unidas, con la esperanza de comenzar un régimen de sanciones que pudiera llevar a la autorización de un ataque militar. Una reunión programada en Moscú para la semana del 17 al 20 de abril, fue el lugar donse se debatió el asunto.

A pesar de que aparentemente EU y el Reino Unido acordaron “ampliar” las pláticas sobre Irán para incluir a Canadá, Italia y Japón (como el G8), esto no ayudó a la misión de la facción bélica.

El subsecretario de Estado norteamericano Nicholas Burns exigió que Rusia abandonara su cooperación con Irán para terminar la planta nuclear de Busher: “También pensamos que es importante que los países suspendan su cooperación con Irán en asuntos nucleares, incluso asuntos nucleares civiles como la planta de Busher”. El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Mijaíl Kamynin, emitió un rotundo no: “Tenemos un acuerdo con Irán, de que Rusia entregará el combustible nuclear para la planta y el consumido se le regresará, lo cual elimina cualquier posibilidad de usarlo en el sector militar, y Washington lo sabe. Desde esta óptica, la planta nuclear no constituye ninguna amenaza al régimen de no proliferación”.

El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, reafirmó el compromiso de su gobierno en favor de una solución diplomática, al comentar sobre la visita del viceministro de Relaciones Exteriores Cui Tiankais a Moscú. “Esperamos —dijo— que la comunidad mundial no renuncie al empeño de resolver el problema nuclear iraní de manera pacífica. En Pekín celebramos el diálogo entre Irán y el UE3 (grupo de tres naciones de la Unión Europea: Francia, Gran Bretaña y Alemania—Ndr.), y esperamos que ambos bandos puedan aumentar la confianza mutua y progresar en el camino de una solución pacífica”.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Lavrov explicó que el grupo no hizo ningún progreso en dos días de conversaciones, porque “estamos convencidos de la necesidad de esperar el informe del IAEA” (Organismo Internacional para la Energía Atómica). De su contraparte francesa, Philippe Douste–Blazy, se informa que estuvo de acuerdo.

¿Cuál es la urgencia?

Es claro que no hay ninguna urgencia en términos de una amenaza física que exigiera que EU o alguien más atacara Irán. Militares competentes de EU han insistido que un ataque tal sería tanto ineficaz como contraproducente, ya que desataría una ola mucho más amplia de guerra irregular por todo el mundo.

Por tanto, la urgencia sólo existe dentro del reino político–ideológico definido por la pandilla de Cheney que controla al Gobierno de Bush y por sus propios mentores sinarquistas. Una guerra extendida podría darle al gobierno la dizque justificación para aplastar cualquier oposición a su ofensiva dictatorial y sus medidas de saqueo descaradamente fascistas.

Al presente, el gobierno ve desplomarse su popularidad, y la Casa Blanca misma sufre cada vez más el asedio del fiscal especial Patrick Fitzgerald, por sus delitos de encubrimiento y filtraciones. No puede esperarse que los cambios cosméticos de personal hasta ahora realizados basten para salvar a los peces gordos responsables, entre los que evidentemente está el vicepresidente Cheney, si no es que el propio Presidente. Hasta ahora todo indica que la investigación de Fitzgerald acelera y apunta a la oficina del Vicepresidente, ya sea mediante un juicio contra Karl Rove o de modo más directo.

Sería el colmo de la irresponsabilidad ignorar el potencial de que la Casa Blanca cumpla precisamente las amenazas de Cheney, y ahora de Bush: emprender un ataque nuclear preventivo contra Irán. De este modo, esperarían intimidar a todo el mundo para someterlo, pero al mismo tiempo destruirían la civilización, incluso al propio EU. A esta luz, la urgencia de botar a Cheney no podría ser mayor.