Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 10

Versión para imprimir

Regrese al inicio

 

LaRouche: Reconvirtamos el sector automotriz

por Paul Gallagher

La campaña del Comité de Acción Política Lyndon LaRouche (o LaRouche PAC) y el Movimiento de Juventudes Larouchistas ‘LYM, por las siglas en inglés de este movimiento internacional’ para que el Congreso estadounidense apruebe un proyecto de ley que salve a la industria automotriz del cierre, representa la única oportunidad de evitar que la bola demoledora de la globalización acabe de destruir lo que resta del poderío industrial de Estados Unidos y, con él, el del mundo. LaRouche puso a su movimiento en “pie de guerra” el 1 de mayo, con un informe sobre el cierre de más de 65 plantas automotrices con una capacidad de máquinas–herramienta de más de 75 millones de pies cuadrados, este año y el que viene.

“Por tanto, lo que se necesita es que el Congreso establezca por ley una empresa pública federal. Esta medida debe incorporar los elementos que las empresas automotrices están desechando de su industria, y que se ajustan a las características que he identificado”, escribió LaRouche el 2 de mayo en un mensaje dirigido a “economistas, legisladores y sindicalistas” (ver Resumen ejecutivo de la 2a quincena de abril y 1a de mayo de 2006).

El objetivo es movilizar al electorado y presionar al Congreso para que intervenga y “reconvierta” el 50% o más de la capacidad ociosa de la industria automotriz a la producción de infraestructura nacional nueva, en particular corredores ferroviarios de alta velocidad y nuevas redes eléctricas con eje en la energía nuclear.

“Están deslocalizando a muerte a esta nación”, dijo LaRouche el 9 de mayo, en referencia a las quebradas redes financieras y bancarias internacionales que controlan a las principales compañías industriales. “La globalización está destruyéndonos. Estamos perdiendo toda nuestra capacidad de máquinas–herramienta y de producir infraestructura industrial. Dejen que desmantelen al sector automotriz, y EU se convertirá en un país económico del Tercer Mundo. ¡Acabemos con esta bazofia!”

A menos que se adopten las medidas de LaRouche —y directrices para instaurar nuevas reformas monetarias que fomenten la emisión de crédito federal y restrinjan la especulación—, un crac financiero global golpeará a más tardar para octubre. La hiperinflación especulativa, con eje en la desbocada burbuja creciente de los mercados mundiales de los productos primarios este año, muestra a dónde irá a parar la “era de burbujas financieras de Greenspan”, y rápido.

Las medidas de emergencia

El enérgico llamado de LaRouche a los legisladores y sindicalistas, “Adoptemos legislación de emergencia, ¡pero ya!”, ya ha llegado a los escritorios del Congreso, y una media docena de congresistas están considerándolo seriamente. El 9 y 10 de mayo las Cámaras de Representantes de Vermont y Rhode Island elevaron memoriales al Congreso en los que piden legislación para la “reconversión”, sumándose a Alabama y a varios ayuntamientos de regiones automotrices afectadas que ya lo hicieron. Un devedé del documental “La recuperación del sector automotriz y de la economía mundial”, producido por LaRouche PAC, sobre cómo aprovechar la capacidad ociosa de las plantas automotrices para la producción de infraestructura nueva, está circulando entre organizaciones demócratas, ayuntamientos, sindicatos y en el Congreso de EU.

Al igual que LaRouche, algunos congresistas consideran la protección y reconversión de la menguante industria automotriz como el meollo de un paquete de leyes urgentemente necesarias para rescatar la economía industrial estadounidense, así como el bienestar general de la población. Esto incluye, por ejemplo, ampliar y reformar la estructura de las fuerzas armadas en torno a un Cuerpo de Ingenieros del Ejército mucho más grande y capaz, para la “construcción nacional”; leyes que financien específicamente elementos de una nueva infraestructura nacional como ferrocarriles de alta velocidad y nuevas hidrovías; las leyes que patrocina el representante John Conyers de Michigan para instaurar un seguro médico universal nacional en base al modelo del programa Medicare; y una reforma a la ley de bancarrotas para evitar los timos de las empresas de “globalización por bancarrota”.

 

El Movimiento de Juventudes Larouchistas está en “pie de guerra” para salvar la industria automotriz estadounidense. (Foto: Aaron Isherwood/EIRNS).

El principio de las máquinas-herramienta

En las muchas entrevistas de EIR con sindicalistas e ingenieros de plantas automotrices de todo el país, queda clara la convicción de estos empleados de que la subutilizada industria automotriz, con su extraordinaria densidad de máquinas–herramienta, “puede construir lo que sea”, y puede reconvertir rápidamente plantas específicas para fabricar vagones de ferrocarril, construir esclusas y presas, elementos de plantas eléctricas, etc. Pero a estas máquinas–herramienta las están almacenando, transportando y deslocalizando para la producción automotriz en México o China, e incluso rematando por la internet, conforme va desmantelándose la muy calificada fuerza laboral de las máquinas–herramienta.

Los cierres costarán 75.000 plazas industriales calificadas de manera directa; y mediante las consecuencias inmediatas irradiadas a las plantas proveedoras más pequeñas y los talleres de máquinas–herramienta, otras 300.000. Lo que está por cerrar representa, en términos del sector automotriz, la capacidad de fabricar 2,5 millones de automóviles y camionetas o más. Pero en términos de la urgente inversión económica nacional, representa una capacidad industrial única para la construcción de “una nueva infraestructura nacional” de transporte, energía y más.

Y ésta no es la totalidad de la capacidad ociosa “perdida” que podría restaurarse. Más o menos desde 1985 han desaparecido 5 de cada 6 empleos en la típica planta proveedora o de autopartes; y 2 de cada 3 en la típica fábrica de ensamblaje o de motores.

Los centros de máquinas–herramienta y troqueles del sector son el alma de su creatividad industrial, donde se diseñan y construyen las máquinas y moldes que usa el resto de la industria. Ya se han deslocalizado a Asia cantidades minúsculas de destrezas y capacidades que corren peligro de desaparecer por completo.

Los típicos talleres de máquinas–herramienta y troqueles están perdiendo 50% o más de sus trabajadores. General Motors (GM) tiene 5 centros de máquinas–herramienta y troqueles: Mansfield Metal Center en Ohio; Marion Metal Center en Indiana; Flint Tool and Die, Pontiac Metal Center, y Grand Rapids Metal Center, estos tres últimos en Michigan. Tres de los cinco están ociosos. Este año su fuerza laboral —de la que dependen los 100.000 empleos de producción de GM a nivel nacional— está cayendo, de cerca de 1.600 trabajadores, a sólo 1.275 ahora, y probablemente a 750 para julio.

Ahora existe la clara amenaza de que este núcleo creativo de la industria terminará de desaparecer en el corto plazo, deslocalizándose todo el trabajo de herramientas a India, China y Corea, y a pequeños talleres mecánicos de EU que por lo general tienen que asociarse por computadora con empresas indias o chinas. La pérdida para la capacidad industrial nacional de EU sería inmensa, fuera de toda proporción en relación con el número de empleos involucrados. Esto es doblemente peligroso, porque en el sector aeroespacial, la otra reserva estadounidense de capacidad de máquinas–herramienta que queda y que viene encogiéndose aun más rápido que el sector automotriz, está sufriendo casi el mismo grado de pérdida de máquinas–herramienta y control de sus productos por la deslocalización