Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 11

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Iberoamérica

 

El sinarquismo sufre un revés en la elección de Perú

La derrota que sufrió Ollanta Humala (centro) fue un duro revés para la oligarquía narcolegalizadora internacional, pero de ningún modo eso representa el fin de la guerra; antes bien, es sólo el comienzo para Péru. (Foto: Partido Nacionalista Peruano).


por Luis Vásquez Medina

La segunda vuelta de la eleccion presidencial peruana significó un revés para el plan sinarquista internacional de convertir a Perú en una narcorrepubliqueta, y de sumir en el caos y la desestabilización a todo el continente sudamericano. El 4 de junio el electorado prefirió otorgarle la Presidencia de Perú, por segunda vez, al socialdemócrata Alan García, quien ganó con 52% de los votos, frente a 47% de Ollanta Humala. Como reconoció el propio García, su victoria se debió al voto de la ciudadanía “le prestó” para evitar que Humala llegara al poder en Perú.

Pese a la demagogia “antineoliberal” de Humala, quien trató de beneficiarse del rechazo generalizado de la población a dichas políticas, la mayor parte del electorado le dijo “no” a un proyecto sinarquista que, en el fondo, tenía como objetivo legalizar las drogas, alentar el separatismo étnico y regional, y crear así el pretexto de la “ingobernabilidad” que los neoconservadores del vicepresidente estadounidense Dick Cheney y su secretario de Defensa Donald Rumsfeld están esperando para intervenir en el continente.

En buena medida la actitud reflexiva del electorado peruano, sobre todo en Lima, la capital del país, donde García superó con más de un millón de votos a Humala (a nivel nacional García lo superó con 600 mil), fue producto de la difusión del análisis de LaRouche sobre el sinarquismo internacional. El libro de EIR, El regreso de las Bestias: El neofascismo internacional detrás de los Humala, que distribuyó en Perú el Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM, por las siglas con que se le conoce a nivel internacional), le abrió los ojos a la población sobre la conspiración sinarquista que estaba gestándose. Bien se puede afirmar que la publicación del libro a principios del 2005 fue un parteaguas en la percepción del fenómeno de los Humala. Allí se identificó por primera vez como neofascista al movimiento de los Humala, calificativo que después retomaron los medios peruanos.

Más de un millón y medio de personas que en julio del 2005 asistieron a la Feria Internacional del Libro en Lima, pasaron frente a la mesa del LYM donde se presentó el libro que daba cuenta de los orígenes y conexiones internacionales de los Humala. Está de más decir que el libro fue uno de los más vendidos de toda la feria.

La distribución del libro, desde entonces hasta prácticamente la víspera de la elección de segunda vuelta, no estuvo ajena a una serie de amenazas, hostigamientos e intentos de agresión por parte de los humalistas: fue tan arriesgado vender el libro en los cruceros de la ciudad de Lima, que no hubo día en que los larouchistas no recibieran agresiones verbales, escupitajos y hasta pedradas de parte de éstos. Por otro lado, también mucha gente los felicitaba al comprarlo, y se dio el caso de una popular conductora de televisión, Cecilia Valenzuela, quien al pasar por donde el LYM vendía el libro, levantó el pulgar en señal de aprobación y exclamó: “Muchachos, ¿no tienen miedo de que les metan un balazo?”

A confesión de parte. . .

Pese a que Fernán Altuve, editorialista de la revista Maritornes, uno de los principales agentes de la nueva internacional sinarquista, asociado del fascista español Blas Piñar y principal controlador de la operación de los Humala, le reclamó histérico a los jóvenes del LYM que lo atacaban injustamente y que nunca había tenido contacto con los Humala. En las postrimerías de la campaña, ante los ataques de la prensa, tuvo que hacer públicos sus vínculos con los Humala. El 29 de mayo, al preguntársele sobre su relación con el candidato del sinarquismo en una entrevista de televisión, Altuve declaró que respetaba a Humala y que desde el 2000 conversaba con él “todos los días”. Y añadió muy enojado: “Los que ahora lo denuncian no son más que advenedizos que no saben lo que es nacionalismo”, y que él mismo era más nacionalista que todos ellos juntos.

Las relaciones de los Humala con el agente de Blas Piñar las ha hecho públicas el propio Ollanta Humala, quien en repetidas oportunidades ha defendido a Altuve de los ataques de sus propios simpatizantes, quienes en su momento cuestionaron su “labor de zapa”. Al grito de, “A mi amigo nadie lo toca”, Ollanta paró varias veces las críticas contra Altuve al interior de su movimiento.

Repercusiones internacionales

Pero las mayores repercusiones de la derrota del sinarquismo serán a nivel regional. De hecho, el objetivo sinarquista con una victoria de Humala era empujar al naciente “Club de Presidentes” iberoamericano a una estéril posición de enfrentamiento con Estados Unidos, para consolidar el llamado “eje rojo” encabezado por Hugo Chávez y Fidel Castro, presidentes de Venezuela y Cuba, respectivamente, y apartar a Evo Morales y al resto de los presidentes iberoamericanos de la pauta constructiva que, en medio de la peor crisis financiera de la historia, está marcando el presidente argentino Néstor Kirchner.

Los propios humalistas declararon que, una vez en el poder, “Perú se integrará al eje revolucionario”, en referencia al Acuerdo Alternativa Bolivariano (ALBA) de integración entre Cuba, Venezuela y Bolivia. En plena campaña electoral, uno de los principales voceros del partido de Humala y congresista electo, Daniel Abugattas, declaró: “El partido de Ollanta Humala ya piensa incorporar al Perú en el Tratado Comercial de los Pueblos (TCP), que será suscrito mañana por los Gobiernos de Bolivia, Venezuela y Cuba, y allí propondremos el uso del arancel cero y la libre compra y venta para la coca”.

Como el libro de EIR denuncia, el centro del programa de los sinarquistas y su principal objetivo político, de llegar al poder, era legalizar las drogas. Su plan, a veces camuflado como una defensa exclusivamente de la producción de hoja de coca, lo dejó a descubierto la flamante congresista al Parlamento Andino, dirigente cocalera y una de las figuras máximas del movimiento humalista, Elsa Malpartida, justo después de la primera vuelta. En una declaración el 23 de marzo, la ex dirigente de los cocaleros del Alto Huallaga dijo que no bastaba que se legalizara el cultivo de la hoja de coca: “De lo que en verdad se trata es de legalizar la cocaína, pues la guerra contra las drogas ha resultado un fiasco y la prohibición lo único que trae son a las mafias, como ocurrió con la prohibición del alcohol en los Estados Unidos en los treinta”.

El reto para García

El presidente electo Alan García enfrenta sin duda una coyuntura nada cómoda. Por un lado, tendrá que defender a la nación del estallido de la peor crisis económica de la historia y, aunque públicamente ha dicho que estamos en medio de “un auge económico mundial”, el estallido de las burbuja finacieras lo hará pisar tierra no bien se instale en el poder el 28 de julio próximo. Si trata de asumir la función de esquirol de la delirante política imperial de Bush y Cheney —como algunos están presionándolo que haga, al estilo del Gobierno saliente de Toledo—, el costo político será altísimo para él.

Por ello, García debe entender que la altísima votación de Humala, antes que avalar las afiebradas tesis de los sinarquistas, es una manifestación de repudio de la población al actual sistema económico liberal y al TLC. El único camino viable para el segundo Gobierno alanista es sumarse al “Club de Presidentes” aglutinado en torno a Kirchner, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la presidenta chilena Michelle Bachelet, el cual, con un programa constructivo, trata de hacerle frente a la demencia que Washington emana. Sabemos que García ha enviado emisarios a Argentina y Chile, y que en estos momentos prepara una gira por esos países antes de asumir la presidencia.

Por otro lado, García tendrá que seguir bregando con el fenómeno sinarquista, el cual, aunque derrotado en la elección, se apresta a organizar una brutal oposición ultrarradical. Ollanta Humala, tras reconocer la votación de García, ha declarado que no se considera derrotado y que, por el contrario, sabe que ha obtenido una “victoria social y política”, y de inmediato anunció la formación del Frente Nacionalista Popular, que, a decir de Ollanta, contará con el bloque parlamentario más poderoso.

A este frente rápidamente se han sumado los grupos más recalcitrantes de la izquierda peruana. Entre los primeros en responder al llamado del sinarquismo figuran el partido filosenderista de Patria Roja; el grupúsculo violentista de Javier Diez Canseco; el Movimiento Nacional de Izquierda de Alberto Moreno, que en la última elección no sacó ni 15 mil votos; el sindicato de maestros SUTEP; buena parte de la dirigencia de la Central General de Trabajadores (CGTP), de tendencia comunista; y el incendiario sindicato de construcción civil del Perú. Sin embargo, el grueso del Frente Nacionalista Popular que propone Humala lo constituirán las asociaciones de campesinos cocaleros, todas controladas directamente por el narcotráfico.