Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 11

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Iberoamérica

 

El LYM le da contenido a la campaña presidencial de México

por Gretchen Small

La juventud tiene que prepararse para asumir la responsabilidad de gobernar, ahora que la crisis financiera global lleva a México hacia otro estallido de la deuda. Así le dijo Ingrid Torres — dirigente del Movimiento de Juventudes Larouchistas (o LYM, por las siglas en inglés con que se conoce a este movimiento a nivel internacional)— a los participantes en el debate que organizó el LYM entre los jóvenes larouchistas y las juventudes de los principales partidos políticos de México, el 31 de mayo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. “Seamos actores políticos históricos, no pragmáticos”, dijo Torres.

La joven dirigente larouchista Ingrid Torres (última cantante de la derecha) participa en una presentación del coro del LYM durante una visita de Lyndon LaRouche a Monterrey, México, en abril de 2006. (Foto: Sergio Oswaldo Barbosa García/EIRNS).

El LYM decidió organizar el debate sobre “Los próximos 50 años de México: Lo que no se discute en las campañas” de los candidatos presidenciales, luego de que ninguno de éstos había abordado nada importante en el primer debate televisado el 26 de abril. A sólo semanas de la elección del 2 de julio, el LYM decidió que la historia requiere movilizar a adultos jóvenes para que se hagan responsables de la nación, de modo que ése fue su desafío a las organizaciones de juventudes de los partidos políticos, sindicatos y grupos populares: debatir el futuro de México, como la primera de una serie de intervenciones políticas en el país.

Los jóvenes respondieron al desafío, y para el 30 de mayo, la víspera del debate, las juventudes de los tres partidos más importantes —el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD)— habían designado a sus oradores: el PRI escogió a un estudiante de una escuela librecambista neoliberal, el PRD a un estudiante de doctorado en economía de 28 años de edad, y el dividido Acción Juvenil del PAN por fin se puso de acuerdo nombrando a cuatro representantes. Se invitó a la prensa, a la que se le dijo que sería un acontecimiento histórico, quizás el más importante del período electoral, porque los jóvenes de México decidirán el futuro de su nación.

Dos perspectivas del mundo

A la hora del debate los representantes del PAN y del PRI no se atrevieron a presentarse, pero el del PRD sí, al igual que 30 jóvenes más que el LYM había invitado, y tres priistas y dos reporteros, también jóvenes.

Con una joven activista del PRD, Blanca Pérez, como moderadora, Torres y el representante perredista Irving Gómez Lara abordaron, uno por uno, cuatro de los temas más apremiantes que nadie había querido tocar durante las campañas:

• La crisis económica financiera internacional;

• Iberoamérica y su situación política mundial: el liderato de México en América Latina;

• Los proyectos de infraestructura a gran escala para las próximas generaciones (transporte, agua y energía); y,

• El financiamiento para proyectos a largo plazo de 25 a 50 años.

Conforme fue desenvolviéndose el debate, era claro que ambos participantes estaban de acuerdo en varios asuntos decisivos sobre dónde perdió el rumbo el mundo: que los cambios económicos que se llevaron a cabo con el presidente estadounidense Richard Nixon crearon una economía de servicios con la que los tecnócratas y compañías como la Halliburton del vicepresidente estadounidense Dick Cheney arruinaron todo; que México le ha dado la espalda a su papel histórico como defensor de la soberanía nacional; y que el atraso tecnológico está acabando con México. El perredista Gómez Lara, por ejemplo, habló de la necesidad de que México desarrolle un sector aeroespacial, el cual a su vez establecería otros ocho sectores productivos en la economía. ¿Cómo es posible, preguntó, que 108 años después de que el famoso modelo “T” de Ford saliera de la línea de ensamblaje, México todavía no produzca su propio motor de combustión interna?

No obstante, lo que estaba en discusión eran dos perspectivas diferentes sobre qué hacer en el mundo: una bien intencionada, pero pragmática, localista y de corto plazo; la otra, el concepto de Lyndon LaRouche de cómo cambiar la historia. Esta diferencia fue más marcada durante el último intercambio, sobre la cuestión del financiamiento para las grandes obras de infraestructura.

Torres, del LYM, preparó el terreno para la última pregunta al elevar constantemente el debate de los tres primeros temas a un nivel superior, y explicarle a los participantes las realidades internacionales de la crisis y lo que el movimiento de LaRouche está haciendo al respecto. La causa de la crisis es la cultura de los sesentiocheros con sus falsas ilusiones posindustriales, dijo. Para restaurar la soberanía de México tenemos que forjar una cultura que le permita al individuo descubrir las ideas más bellas de la humanidad en el pasado, para poder regalarle nuevos descubrimientos a las generaciones en el futuro. Ése debe ser nuestro compromiso moral como generación.

Tenemos que cambiar el sistema en el que se ha tratado a las economías como prostitutas, donde no importa la moral, sino la ganancia. Nuestro próxdimo presidente tiene que unirse al “Club de Presidentes” iberoamericanos, con la comprensión de que, como ha dicho el presidente argentino Néstor Kirchner, necesitamos un Estados Unidos con el que podamos colaborar.

Tenemos que preguntarnos, ¿qué es la infraestructura? No es la plaga urbana de los centros comerciales y tiendas Wal–Mart, sino la inversión del gobierno en las obras hidráulicas, energéticas y de transporte que se requieren para sostener una economía agroindustrial moderna. La función de la infraestructura, dijo Torres, no sólo consiste en elevar las condiciones físicas de vida de la población; el empleo de las tecnologías más avanzadas en estos proyectos genera un conocimiento de la naturaleza creativa del ser humano.

Tal es el caso de la energía nuclear, que tiene que abordarse desde la perspectiva del concepto de LaRouche de la densidad de flujo energético, y del concepto de Godofredo Leibniz de poder, explicó. Las “energías alternativas” no proporcionan el grado de eficiencia requerido para la supervivencia de una población mundial de más de 6 mil millones de personas. En su desarrollo de esta idera, Torres habló de la importancia de salvar al sector de máquinas–herramienta de la industria automotriz estadounidense, para la producción de las máquinas necesarias para echar a andar estos proyectos de infraestructura.

Lo que se necesitan no son ilusiones, sino sueños

Para cuando llegaron al cuarto tema, Gómez Lara entró en polémica. No hay sistemas filosóficos detrás de las políticas económicas, declaró de entrada en la deliberación sobre cómo asegurar el financiamiento para los proyectos de largo plazo. No debemos caer en utopías; debemos ser pragmáticos, insistió, antes de lanzarse a una defensa de lo que su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, llama “austeridad republicana”, que es una receta para cortar los salarios de los empleados públicos y el “exceso” de personal como una forma de recabar el dinero para financiar los proyectos necesarios. Sin embargo, Gómez Lara concluyó su presentación diciendo que no esta de acuerdo con todo lo que su candidato proponía, e instó a los jóvenes a investigar las campañas y las propuestas de todos los candidatos.

Hemos llegado al tema escabroso, respondió Torres, en el que no sólo los políticos mexicanos se atoran, sino economistas y políticos de todo el mundo: “¿De dónde, maldita sea, va a salir el dinero?” Esto es porque la gente piensa en la economía como las finanzas familiares del ama de casa, que ajusta su presupuesto cortando lo que puede aquí, para comprar lo que necesita allá; ella, como los demás, cree que la economía es el dinero. Con esos parámetros no hay forma de sostener a una población creciente, dijo Torres. El meollo del asunto es el concepto del crédito; el concepto del Estado nacional soberano que crea lo que necesita para garantizar el bienestar general.

Antes en el debate, el propio Lara se había burlado del la idea de Adam Smith de la “mano invisible”, de tratar a las “fuerzas del mercado” como si fuesen entidades físicas reales. Pero ahora, le dijo Torres, estás tratando al dinero como si tuviera voluntad propia.

En cuanto a la noción de que los sistemas económicos no reflejan ningún sistema filosófico, si quitas el entendimiento de la mente humana, puedes comprender algo de forma lógica, pero no de manera causal. Como en el caso de Hitler, por ejemplo, podemos entender en términos lógicos cómo funcionó la economía con su régimen, pero no podemos responder a la pregunta de por qué hizo lo que hizo. Recordemos el método de Johannes Kepler, quien, en vez de simplemente medir los efectos, procuró descubrir por qué el universo funciona de cierto modo y no de otro, Éste es el problema de los economistas, dijo Torres. Ellos se dedican a medir los efectos y por eso usan el método de, “¿Dónde está Wally?”, para ver de dónde sacan el dinero. Se concentran en medir las variables, pero no en descubrir qué es lo que las organiza de esa manera.

Hay una diferencia entre una ilusión y un sueño, continuó. Una ilusión es pensar que con votar el 2 de julio todo se arreglará; un sueño es lo que una persona cuerda necesita para desarrollarse a fin de entender el sistema solar o para aprender a tocar un instrumento musical, un nuevo idioma o la economía física. Como Kepler, que vislumbró que el hombre podía salir del planeta Tierra, aunque en su época no existía la tecnología —¡ni el dinero!— para hacerlo. Por tanto, los sueños son una condición de la cordura, aunque no deben confundirse con la fantasías sexuales, que no son saludables, advirtió.

Tenemos que entender las causas históricas que nos han traído a este período de la historia, añadió, e invitó a los jóvenes a ser actores políticos que cambian la historia. Todos acordaron que el proceso mismo de organizar este encuentro hizo encarar la realidad que le corresponde enfrentar a esta generación, y que había que realizar más debates entre los jóvenes.