Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 11

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Ciencia y cultura

 

‘El peligro de la energía nuclear es no usarla’

por Oyang Teng, miembro del LYM

Érase que se era, que los pueblos de las naciones se sentían optimistas acerca del futuro. Estábamos tan emocionados, que construimos cohetes gigantescos para llevar al hombre a la Luna; emprendimos los proyectos hidráulicos más grandes de la historia e hicimos planes para concretar otros aun más grandes; y construimos plantas nucleares, con el objetivo prometeico de que la humanidad pasara a una economía fundada en la fisión y, a la larga, la fusión nuclear.

Hoy un joven que ve la decadencia de su ciudad, la pobreza del sistema educativo, la falta de oportunidades reales de trabajo y la ausencia de una misión nacional que le inspire un sentido de propósito, tendría que preguntarse: “¿Dónde estaría yo ahora de haber nacido en el mundo que imaginaron mis padres cuando eran jóvenes?” La incapacidad de los sesentiocheros para ver concretarse esa visión es la que ha creado la crisis actual de desintegración económica, que sólo puede resolverse recurriendo de nuevo al optimismo científico y tecnológico, y rompiendo con la orientación antidesarrollista del libre comercio y la globalización.

Algunos de nuestros dirigentes políticos creen tener la respuesta: la siguiente revolución científica será ¡impulsar nuestros vehículos con maíz! El etanol y la biomasa (los términos científicos para “pedanol” y “biomierda”) son la clave de nuestro futuro energético, ¡y algo en lo que tanto izquierdistas como derechistas pueden estar de acuerdo!

La verdadera respuesta es la legislación de emergencia que Lyndon LaRouche le propuso al Congreso de Estados Unidos para la reindustrialización mediante una reconversión de la capacidad automotriz y de máquinas–herramienta, para emprender un gran programa integrado de reconstrucción de infraestructura. Esto requerirá el desarrollo agresivo de la energía nuclear a gran escala, con el uso de las tecnologías más avanzadas disponibles para la generación de electricidad barata, la desalación de agua y el desarrollo relámpago de una fuerza laboral altamente calificada.

 

Vista transversal del reactor nuclear GT–MHR de General Atomics, un diseño de cuarta generación que está listo para la producción a gran escala. Este reactor de alta temperatura puede usarse para la generación de electricidad y, en combinación con la producción de hidrógeno, para desalar agua de mar, así como otros procesos. Es prácticamente a prueba de accidentes y más eficiente que los reactores nucleares convencionales, porque cuenta con un avanzado sistema de turbinas de gas basado en los motores de propulsión a chorro modernos. (Ilustración: cortesía de General Atomics).

Axiomas falsos

Como parte de nuestra movilización en torno a esta legislación de emergencia, cuatro miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) asistieron a la conferencia nacional del Instituto de Energía Nuclear de EU, de dirigentes industriales, académicos y políticos, que tuvo lugar en San Francisco el 18 y 19 de mayo. Con el título en parte intraducible de “Buzz2Build: Cómo convertir la promesa en energía”, la conferencia reflejó el reconocimiento de que está en marcha un renacimiento de la energía nuclear, y una negación del colapso económico que está dándose justo en estos momentos.

Buena parte de la conferencia giró en torno a dos axiomas falsos: 1) que el Gobierno de Bush apoya el desarrollo de la energía nuclear (con una serie de referencias a la ley sobre Política Energética de 2005); y 2) que el renacimiento nuclear tendrá lugar bajo las políticas librecambistas (con referencias a la “administración de la demanda”). Ésa era la pecera, y la legislación de emergencia de LaRouche era el martillo. La gente reaccionó a la idea de emprender un programa nacional de infraestructura financiado con crédito federal, al estilo de Franklin Roosevelt. Como prácticamente las únicas personas presentes de menos de 30 años de edad, encontramos entusiasmo por la idea de crear una nueva generación de científicos. Todo mundo estaba de acuerdo en que EU carece de la capacidad manufacturera u otra infraestructura requerida; algunos alegaron que la industria automotriz no podía cumplir con los requisitos de la industria nuclear. Todos arqueaban las cejas ante la perspectiva de construir, no una docena de plantas nucleares en los próximos 20 años, sino 6.000 para el 2050, como plantea la revista 21st Century, Science & Technology en su edición de verano del 2005.

Entre otros, hablamos con el presidente del Departamento de Sindicatos Metalúrgicos de la AFL–CIO, quien en su presentación instó al público, conformado más que nada por ejecutivos del sector energético, a respetar a los trabajadores por encima de todo. Advirtió que el desplome de las manufacturas ha destruido a la clase media, y llamó por adoptar un Nuevo Trato como el de Roosevelt. Un ingeniero de la proveedora de electricidad Dominion Power, tras varios intercambios con el LYM, ofreció darnos una gira por la planta nuclear en la que trabaja.

Aunque había un optimismo general por lo que se ha dado en llamar una “nueva era” nuclear, la conferencia en gran medida se orientó hacia la perspectiva limitada de ofrecer incentivos mayores a la inversión privada, eliminar las restricciones para los permisos, y aprobar leyes sobre transferencia y almacenamiento de “desperdicios” nucleares. Charlie Cook, un conocido analista político, le dio dimensión política al asunto al ofrecer un febril informe sobre las perspectivas para la elección intermedia en EU, en la que en esencia llegó a la cínica conclusión de que no importa lo que pase en la elección, nada de sustancia cambiará en los próximos años. ¡El pesimismo sesentiochero en pleno!

A salir de la ‘biomierda’

En una videoconferencia internacional por internet en la que habló el 23 de febrero, LaRouche atacó los axiomas fracasados de la era posindustrial, algo decisivo si es que pretendemos sacar al mundo de sus fantasías de biomierda y llevarlo hacia el futuro.

“Obviamente, si optamos por un programa nuclear de gran alcance como el que se requiere, vamos a tener que meterle segunda con un programa múltiple integral, porque ésta será nuestra fuente primaria de energía en todas las regiones de EU.

“Entonces viene el problema, no de cómo nos deshacemos del desperdicio, sino de cómo obtenemos más para reprocesarlo y obtener más combustible. De modo que tenemos que optar por el programa de un reactor de cría como parte del abanico [de posibilidades], porque tenemos que ‘criar’ más combustible. Tenemos una escasez de combustible; tenemos que ‘criar’ más.

“Pero, al mismo tiempo tenemos que emprender un programa relámpago de desarrollo de la fusión termonuclear. La fusión termonuclear es clave para manejar los llamados problemas de las materias primas del planeta, tales como los problemas con el agua a gran escala; también para organizar los recursos minerales del planeta para las necesidades humanas y para, de hecho, equilibrar la ecología del planeta en su conjunto.

“Así que ése es el programa que necesitamos. Cada día que dejamos de hacer esto, ponemos en peligro a la humanidad. El gran peligro de la energía nuclear es no usarla”.