Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 12

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Editorial

 

Al pan pan y al nazi ‘nazi’

Como seguimos documentando —para el que tenga el valor de escuchar—, los banqueros liberales angloholandeses y los sinarquistas franceses que crearon a los nazis no han desaparecido. Algunos de los responsables del fascismo de Hitler fueron enjuiciados, pero muchos no. Y ahora que tenemos el crac final del sistema financiero, pretenden de nuevo apoderarse del mundo.

Es en estas circunstancias que Lyndon LaRouche ha insistido que el miedo a llamar a Félix Rohatyn y sus cómplices “nazis”, es un peligro mortal para la sobrevivencia del mundo:

“Como recordarán hoy los sobrevivientes de mi generación, Rohatyn tiene las credenciales de alguien que de forma consciente sigue la misma tradición de los banqueros franceses y británicos, tales como el [Hjalmar] Schacht de Montagu Norman y los de su especie, quienes desde 1931–1934 en adelante crearon a Hitler con el apoyo del Banco de Pagos Internacionales. No fue el Adolfo Hitler, diseñado a la imagen del Napoleón Bonaparte que se creó a imagen del Torquemada ‘integrista’ antisemita de la francmasonería martinista, Joseph de Maistre, quien creó las redes de André Meyer y Félix Rohatyn. Fueron estos círculos financieros con nexos con los liberales angloholandeses y los sinarquistas aliados de éstos, tales como Lazard Frères y el Banque Worms, los que crearon a Hitler. Fueron ellos quienes crearon a Hitler y a los de su ralea como los instrumentos desechables al servicio temporal de los que aún hoy son sus constantes objetivos estratégicos planetarios.

“Nosotros los de una generación más vieja y, evidentemente, más sabia, no dejamos escapar a los nazis, como sí lo hicieron algunos dirigentes del Congreso [de EU] en 1946 y después, al atacar a los oponentes del fascismo de los 1930 por ser ‘antifascistas prematuros’.

“De modo implícito, cualquier figura de influencia que no ve la génesis del nazismo en Rohatyn, es un cómplice potencial en permitir que se cometa el crimen más grande —hoy en marcha— contra la humanidad en el orbe. Deben dejar de ser unos ‘sesentiocheros’ y, en cambio, tomar la decisión de volverse completamente humanos”.

Si no nos movilizamos para extirpar de la toma de decisiones la influencia y reputación del Rohatyn que llevó al poder al dictador fascista chileno Augusto Pinochet, no hay forma de salvar la economía y al mundo de la destrucción, no hay forma en que el Congreso estadounidense, por ejemplo, dé los pasos necesarios para salvar a esa nación de la destrucción. Hemos visto a congresistas bien intencionados tratando de abordar la ley de recuperación económica que LaRouche ha propuesto, y emocionarse bastante con la esperanza que representa semejante programa. Empero, en la medida que se atienda a Rohatyn y sus redes, será imposible actuar, pues el cambio que exigen las medidas de recuperación económica de LaRouche no consiste en adoptar un programa económico técnico, sino en cambiar de manera radical los axiomas que rigen la política de los gobiernos.

Y, ¿cuál es la diferencia axiomática? Debiera ser obvia: Rohatyn y los de su ralea sinarquista parten de la perspectiva de que los banqueros deben controlar la economía y no los gobiernos, mucho menos los republicanos. Los enfurece la idea de que un gobierno dedicado al bienestar general impida el saqueo de los piratas privados, y lo que es aun más aterrador, que siente la base para elevar a toda su población. Por eso Rohatyn hizo una pataleta cuando en septiembre de 1998 el presidente Bill Clinton propuso una “nueva arquitectura financiera” internacional que le trajera prosperidad al mundo. La iniciativa privada debe hacerse cargo de la economía mundial, insiste Rohatyn, no los gobiernos.

Rohatyn y los suyos están decididos a erradicar los métodos que Roosevelt empleó para derrotar a los de su estirpe en la Segunda Guerra Mundial. Dicen que son “inapropiados” hoy, lo cual en realidad significa que son una amenaza mortal al “derecho” a gobernar que se han arrogado.

LaRouche no sólo ha identificado la amenaza del resurgimiento fascista, sino también, por nombre, el carácter nazi de Rohatyn. Si queremos derrotar el fascismo, no hay de otra más que trabajar de la mano con LaRouche.