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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 13

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Kirchner: Peleemos con ideas

por Cynthia R. Rush

Con motivo del ingreso oficial de Venezuela al Mercado Común del Sur (Mercosur) como su quinto miembro permanente —los otros cuatro son Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay—, el presidente argentino Néstor Kirchner instó a los seis presidentes presentes el l4 de julio en Caracas, Venezuela, a ser “audaces” en la pelea por un proceso de integración regional que saque a sus pueblos de la pobreza.

Kirchner dijo que Sudamérica “está en un punto de inflexión”. Hoy “estamos hablando de la oportunidad de dar más grandes pasos. . . [hacia] una efectiva integración sudamericana. . . hacia un Mercosur más centrado en lo productivo. . . con más iniciativas en el desarrollo de obras de infraestructura común, y más eficiencia en la financiación de proyectos productivos regionales”. El Presidente expresó su convicción de que “la integración es la gran empresa política de nuestra época”.

Además de Kirchner y el presidente venezolano Hugo Chávez, a la reunión asistieron los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Uruguay, Tabaré Vázquez; y Paraguay, Nicanor Duarte Frutos. El presidente boliviano Evo Morales participó como invitado especial, aunque Bolivia no es miembro permanente.

En vísperas de la reunión anual del Mercosur el 20 y 21 de julio, cuando el mismo grupo de presidentes se reunió en Córdoba, Argentina, junto con otros 4 mandatarios (ver pág. 17), Kirchner recalcó que la integración “es mucho más que liberalizar el comercio”. Explicó que los “mercados y el comercio libre no garantizan nuestro desarrollo con inclusión”, y que una integración real debe “asumir el objetivo de constituir una gran comunidad política que promueva la producción”. Y recuerden, agregó, la integración también es “una lucha de ideas; como tal tiene también sus adversarios”. Ya pasaron los días de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos esperaba y conseguía de las naciones del Hemisferio “alineamientos automáticos” en todo sentido.

Las palabras de Kirchner no fueron precisamente del agrado de los financieros sinarquistas, que vigilan la región con nerviosismo desde Wall Street o la City de Londres, pues les aterra que la caída acelerada del sistema monetario mundial lleve a la formación de alianzas regionales —como en el caso de Asia— en búsqueda de alternativas a la demencia económica y geopolítica del Gobierno de Bush y Cheney. Como señaló el estadista Lyndon LaRouche el 10 de julio en una declaración sobre la reciente elección presidencial en México (ver pág. 21), el liderazgo de Néstor Kirchner dentro del “club” informal de presidentes iberoamericanos es clave para la consolidación de una incipiente alianza sudamericana.

‘Soplan vientos de cambio en América Latina’

Esto explica los ataques cada vez más histéricos de los financieros sinarquistas de dentro y fuera de Argentina contra Kirchner, pues lo acusan de aliarse con Hugo Chávez para inclinar a Argentina más “a la izquierda”, lo que la desacredita ante “la comunidad internacional” y desalienta la inversión extranjera.

La realidad es que Kirchner trabaja muy de cerca con Lula y Chávez para frenar cualquier comportamiento que pudiera servirle de pretexto a la pandilla de Cheney para emprender alguna acción lunática en la región. “Kichner y yo hemos conversado mucho con Chávez”, le dijo Lula al Financial Times de Londres en una entrevista que publicó el 13 de julio. “Tenemos que dejar de lado las tensiones en nuestras relaciones. . . En todas nuestras reuniones nos comunicamos mucho”. La “alianza estratégica” que Kirchner y Chávez firmaron el 4 de julio en Caracas, abarca la cooperación comercial, energética y en la transferencia tecnológica, que beneficia a ambos países.

En respuesta a la propaganda neoconservadora que acusa al presidente boliviano Evo Morales de recibir órdenes de Chávez, Kirchner y Lula están interviniendo para incorporar a este empobrecido país de forma más plena al Mercosur. En la reunión en Caracas, Lula invitó a Morales a convertirse en el próximo miembro permanente del Mercosur, en tanto que Kirchner ha firmado con él varios acuerdos de ayuda humanitaria, así como de cooperación tecnológica y en proyectos conjuntos de infraestructura.

En su mensaje ante la Asamblea Nacional de Venezuela el 5 de julio, donde habló como orador invitado en el 195 aniversario de la independencia de ese país, Kirchner definió el momento que enfrenta la región: “Soplan fuertes vientos de cambio en América Latina”. Al entrar al Mercosur, dijo, Venezuela no sólo se une a un bloque económico, sino a un “proceso político” que “nos permite visualizar. . . que la Patria Grande y la integración latinoamericana es absolutamente posible”.

Kirchner recalcó que los miembros del Mercosur comparten un compromiso por la democracia, la paz y el estado de derecho, pero que eso de ningún modo contradice el hecho de que “en este concierto latinoamericano, compartimos hoy la convicción de que nuestra región no puede seguir caracterizándose como un conjunto de países potencialmente ricos con pueblos pobres”. A medida que las naciones de Iberoamérica se acercan al bicentenario de su independencia de España en 2010, dijo, “no podemos esperar 200 años más” para lograr la verdadera independencia económica y política.

No basta “llegar al gobierno con ideas nacionales. . . y progresistas”, dijo. “Tenemos que tener el coraje y la valentía de ejercer y tomar las decisiones nacionales y progresistas. . . cumpliendo con la palabra empeñada con nuestros pueblos”.

En cuanto a “los que quieren frenar la historia comprometiendo los procesos en curso que les hacen perder beneficios y privilegios”, Kirchner les advirtió que sería un gran error “acudir a anacrónicos y desgastados conceptos” para intentar “clasificar en categorías divisorias a nuestros países. . . entre supuestamente gobiernos que ejercen el populismo y quienes no”. Que se entienda, dijo, que “ejercer la lucha definitiva contra la exclusión social, contra la pobreza que azota a nuestros pueblos, contra la indigencia y el desempleo, que la defensa de la riqueza nacional bajo ningún aspecto puede ser calificada o definida con un tinte de populismo”. Más bien, agregó, “vean en ellos. . . la defensa de los intereses nacionales”.

Los fascistas pierden los estribos

El que Kirchner haya repudiado de forma contundente las políticas librecambistas y privatizadoras de los 1990 en Argentina, e insistido que el “Estado inteligente” tiene una función de regulación para defender el bienestar general de los intereses financieros depredadores, está provocándoles arrebatos de ira a los aduladores locales de la internacional sinarquista. Los que proponen el saqueo económico desaforado también se quejan de que, en vez de ofrecer conferencias de prensa oficiales, Kirchner prefiere hablarle directamente a la gente, como lo hacía Franklin Delano Roosevelt en sus “charlas informales”. En sus discursos, ya sea desde la Casa Rosada o durante sus muy frecuentes visitas a ciudades de todo el país, Kirchner le informa a la ciudadanía que el país aún está “en el infierno”, pero les da a conocer el progreso en la reducción de la pobreza, la creación de empleos, la construcción de infraestructura y la reindustrialización.

Todavía queda mucho por hacer, dice siempre, y expresa su esperanza de que, para cuando deje el cargo en 2007, el país haya al menos salido del infierno y alcanzado los primeros peldaños del purgatorio.

También ataca por nombre a los que hundieron al país en dicho infierno, empezando por el golpe militar de 1976 que instaló al librecambista rabioso José Martínez de Hoz como ministro de Economía. De Hoz es emblemático de todo un aparato traidor cuyas directrices económicas y de represión fascista le acarrearon una “catástrofe sin precedente” a la nación. “Debemos siempre tener memoria” de lo que hicieron, repite siempre, para que tales fuerzas destructivas nunca puedan hacerlo de nuevo.

Como Kirchner insiste que no puede permitírsele “al mercado” atropellar al país, diarios conservadores como La Nación y La Nueva Provincia lo acusan de “dictador”, de destruir las instituciones nacionales y de usurpar el poder de los otros poderes del gobierno para cumplir sus planes “hegemónicos”. Wall Street atacó a Roosevelt de forma muy parecida.

Un ejemplo es el ataque violento del analista “cubano–argentino” Armando Ribas, que publicó La Nueva Provincia el 6 de julio con el título de “El cuarto Reich”. Este vocero de la Fundación Atlas de la Sociedad Mont Pelerin, la Fundación Heritage y el centro ideológico argentino FIEL, ligado a la Universidad de Chicago, acusa a Kirchner de ser el “nuevo Hitler” por violar los “derechos de propiedad” con su control de precios, porque “castiga” a los productores que especulan con el precio de la carne al reducir las exportaciones, y porque “maltrata públicamente” a multinacionales extranjeras como Shell Oil y Repsol–YPF, al regular sus operaciones.

Quienes elegan que el secuestro, las torturas y las desapariciones llevadas a cabo por la dictadura militar de 1976–1983 estaban justificadas porque el país libraba una “guerra justa” contra el “comunismo internacional”, también tachan a Kirchner de “antimilitar”, porque ahora está enjuiciando a los oficiales que cometieron semejantes atrocidades. El conocido filósofo “católico” Antonio Caponnetto, un nazi de hueso colorado y enemigo de Lyndon LaRouche, propaga todo el tiempo esta línea.

En un editorial reciente de la revista Cabildo, Caponnetto insinuó que, como el Gobierno de Kirchner lo dirigen ex terroristas, el Ejército no tiene por qué aceptarlo como comandante en jefe. El Libertador San Martín habría “fusilado” a Kirchner por semejante “traición” a las Fuerzas Armadas, amenazó Caponnetto.

Limpia de sinarquistras en las Fuerzas Armadas

Pero la política militar de Kirchner es muy clara. En su discurso del 6 de julio en la cena anual de Camaradería de las Fuerzas Armadas, le dijo a los oficiales ahí presentes que, desde que asumió el cargo en 2003, su Gobierno ha procurado “construir una política de defensa nacional, y recuperar a las Fuerzas Armadas de orientaciones. . . que han resultado funestas” y que violaron su misión histórica. Se refería a la visión sinarquista que hizo presa del alto mando de las Fuerzas Armadas en los 1960 y 1970, y que justificaba sus atrocidades invocando la defensa de la “civilización cristiana occidental”.

Sería injusto para la historia, dijo Kirchner, “identificar las acciones desviadas de algunos con la propia institución a la que debieron respetar de otra manera”. Recalcó que la clave para preservar el “rol estratégico” y la misión histórica de esta institución, es identificar a los responsables de las “aberraciones cometidas en la última dictadura” de 1976–1983. “Definitivamente queremos los argentinos, porque así es, así debe ser y así será, que nuestras Fuerzas Armadas pertenezcan a todos” y que desempeñen una función positiva en la reconstrucción del país, concluyó.