Iberoamérica






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 13

Versión para imprimir

Regrese al inicio

Iberoamérica

 

La elección en México abre nueva etapa de lucha en el mundo

por Gretchen Small y David Ramonet

“Como decía el presidente Juárez: Vamos a rescatar a México como se pueda, con lo que se pueda y hasta donde se pueda”, dijo al finalizar su discurso el candidato presidencial mexicano de la Coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, ante una multitud de más de un millón y medio de personas congregadas en el Zócalo, la plaza central de la Ciudad de México, el domingo 16 de julio. A sólo una semana, la segunda “Asamblea informativa” a la que convocó López Obrador concentró el triple de gente que la primera.

En esta ocasión López Obrador llamó a la “resistencia civil pacífica”, a reforzar los “campamentos ciudadanos” ubicados frente a las instalaciones de los 300 consejos distritales electorales donde se guardan las boletas de la elección del 2 de julio, y a otra asamblea informativa para el 30 de julio en la que esperaba aumentar al doble la participación. La multitud aclamó todas estas propuestas.

Desde que inició su campaña electoral, López Obrador tomó como referencia la figura del presidente Benito Juárez, y en particular los momentos más difíciles en los que se mantuvo en pie la república frente a las tropas fascistoides que pretendieron imponer un imperio para esclavizar a México a nombre de sus amos financieros oligárquicos, con el respaldo de los mismos intereses ultramontanos que intentaron continuar la servidumbre de la colonia por otros medios.

Y la verdad llana es que quienes fabricaron la candidatura de Felipe Calderón —a quien el Instituto Federal Electoral pretendió favorecer tramposamente otorgándole una mayoría de 0,58% en la votación—, representan a esos mismos intereses ultramontanos que enarbolan la mentada “globalización” y se jactan de ello.

A eso se refería López Obrador cuando señalaba en la concentración del 8 de julio, que “nos enfrentamos a un grupo de poder económico y político, que está acostumbrado a triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole. A ellos realmente no les importa el país y, mucho menos, el sufrimiento de la mayoría del pueblo de México. Su único propósito es mantener y acrecentar sus privilegios.

“Ha sido, precisamente, el predominio de este grupo, de esta minoría rapaz, lo que ha llevado al país a la ruina y lo han convertido en un océano de desigualdades, con más diferencias económicas y sociales, que cuando Morelos proclamó que debía moderarse la indigencia y la opulencia”.

Los signos de los tiempos

Por eso, desde que López Obrador se negó a aceptar el fraude y el chantaje, e inició la pelea legal con el apoyo general de la población, con la consigna de que se cuente “voto por voto, y casilla por casilla”, el estadista demócrata estadounidense Lyndon LaRouche le dio la razón. Los acontecimientos en México marcan “los signos de los tiempos a los que ha entrado el mundo entero”, comentó LaRouche. Al pretender imponer a Calderón, “no resuelven nada, ni lo resolverán, porque el sistema financiero internacional se está derrumbando”, explicó el 4 de julio.

El ancien régime proclama su seguridad en el momento en que está por caer. Esto se está cayendo, ya sea hoy o la próxima semana o dentro de un mes: se está cayendo, dijo LaRouche. Los intereses financieros han estado amenazando a López Obrador que, pase lo que pase, no debía meter al pueblo mexicano en la pelea, porque lo harían personalmente responsable de provocar una crisis financiera y el caos en México. Esta amenaza es vacua, destacó LaRouche. Si declaran vencedor a Calderón y desconocen a la oposición, “eso llevará al caos. Nada se va a resolver ahora”, reiteró. Esto da pie a una fase que tiene las características de un período revolucionario, globalmente. Porque todo un sistema mundial se está desmoronando.

Calderón y el Gobierno panista de Vicente Fox se niegan histéricamente a reconocer esa realidad, e insisten con desesperación que las leyes no admiten un recuento total del voto y defienden los truculentos resultados del IFE, a pesar de que hay más de un millón y medio de votos que no tienen respaldo, mientras que el IFE le otorgó el “triunfo” a Calderón con 243.034 votos.

“La pandilla que rodea al candidato del Partido Acción Nacional (PAN) Felipe Calderón pretende violar a México y a su pueblo”, ha dicho LaRouche. (Foto: www.felipe-calderon.org).

Ahora el PAN y su Calderón se encuentran en la circunstancia de tener que rechazar las peticiones de los mismos intereses financieros que los promovieron. El New York Times y el Financial Times publicaron el 7 y el 10 de julio, respectivamente, sendos editoriales donde reconocen la verdad que LaRouche y otras personalidades han destacado: el intento de imponer a Calderón por la fuerza bruta provocará una explosión que hará ingobernable a México y, en consecuencia, piden aceptar la exigencia de López Obrador de contar voto por voto. “Sería aventurado para las élites de México subestimar los peligros de representa esta situación, en especial tomando en cuenta la historia del país”, advierte el Financial Times.

Los personeros del IFE han sentido la presión, y por eso anunciaron que no seguirían abriendo las cajas de votación selladas y debidamente guardadas, las cuales nunca debió haber tocado en primer lugar. Ahora todo mundo está a la expectativa de que el Tribunal Federal Electoral resuelva sobre las múltiples y pedestres irregularidades específicas, pero sobre todo, la demanda de nulidad para contar voto por voto.

Soplan nuevos vientos en Iberoamérica

En los últimos seis años México ha estado gobernado por el PAN, el principal partido de la sinarquía en México desde que lo fundaron agentes de inteligencia del partido nazi durante la Gran Depresión. El ex vendedor de Coca–Cola Vicente Fox, sin embargo, no pudo llevar adelante las reformas estructurales que exigían los intereses financieros globales. El PAN no tenía una mayoría en el Senado ni en la Cámara de Diputados, y los elementos nacionalistas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se aliaron con el PRD para bloquear la privatización de las empresas estatales del petróleo y la electricidad, y rechazaron la propuesta del gobierno de saquear a los más pobres del país con un impuesto a los productos básicos, medicamentos y demás.

El ex presidente Carlos “TLC” Salinas y sus secuaces en el aparato del PRI impusieron a Roberto Madrazo como el candidato presidencial del partido con un programa sinarquista “light”. Por otra parte, una coalición de intereses diversos de varios partidos se agrupó en torno a López Obrador como el líder potencial del resurgimiento del otrora famoso nacionalismo mexicano. Reducido a meras acciones de retaguardia en defensa de la soberanía después de 1982, ese nacionalismo nunca fue aplastado por completo.

De este modo, aunque había cinco contendientes en campaña, la elección se redujo a las dos corrientes que han moldeado la política mexicana desde que se fundó la nación: los que sostienen el principio de la soberanía nacional para defender el bienestar general, contra los aliados de la oligarquía y el poder imperial del momento.

A pesar de los altibajos en la historia mexicana, hasta que los financieros lograron aplastar al país luego de 1982 —una derrota segura, luego de que Argentina y Brasil se rehusaron a unirse a México para declarar una moratoria a la deuda externa que forzara negociaciones conjuntas para regresar a un sistema monetario mundial orientado a la producción—, México desempeñó un papel decisivo en la defensa del principio de la soberanía nacional y del bienestar general en el Hemisferio. Lo último que quisieran ver los intereses financieros ahora, es el renacimiento de esa arraigada tradición mexicana, precisamente en el momento en que “soplan vientos de cambio en América Latina”, como dijo el presidente argentino Néstor Kirchner en su discurso del 5 de julio ante la Asamblea Nacional de Venezuela.

Reconociendo hasta cierto punto el derrumbe del sistema financiero mundial, y viendo la pelea que han emprendido las fuerzas de LaRouche al interior del Partido Demócrata de Estados Unidos para que retome la perspectiva de Franklin Delano Roosevelt, los aliados de EU en el Hemisferio se están rebelando contra las políticas de saqueo sinarquista de los intereses financieros. En Sudamérica, la integración para la producción y el desarrollo están de nuevo en el orden del día, y se necesita a México para hacer avanzar esos cambios en todo el Hemisferio. La gritería histérica contra el supuesto peligro del “populismo” no puede esconder el hecho de que sus vecinos más cercanos se aliarían con un EU que siga a LaRouche y regrese a sus cabales, y que encabecerían una pelea para sustituir un sistema financiero que está aplastando a todas las naciones del mundo.

De lo contrario, como advierte LaRouche, el intento de violar la justicia electoral en México se volcará entonces hacia el otro lado de la frontera, de una manera que nadie se imagina todavía.