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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, nums. 14-15

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Ciencia y cultura

 

Celebremos el 250 natalicio de Mozart

por David Shavin

El mundo conmemoró con profunda reflexión el 27 de enero la bendición que representa Wolfgang Amadeus Mozart. Mozart, quien nació hace 250 años, en 1756, vendría a ser el pináculo del milagro del niño prodigio. Sin embargo, más milagroso es que este niño prodigio, ya de adulto, entre los 21 y 29 años de edad, luchó y ganó la batalla por dominar el funcionamiento íntimo de su genio.

La intervención universal única de Wolfgang Amadeus Mozart consistió en tocar el corazón del hombre y sacar a la luz sus cualidades sublimes, una capacidad que desarrolló porque amó más al mundo que a su propio genio.

Las redes republicanas de Benjamín Franklin con las que trabajó Mozart, fueron las que trataron de llevar la Revolución Americana a Europa. (Foto: Biblioteca del Congreso de EU).

Una cosa es que una bendición natural asombre e inspire con su promesa de las capacidades ocultas de la humanidad, pero examinar el funcionamiento interno de los milagros naturales y extraer la riqueza que ahí se oculta es cumplir esa promesa. Las investigaciones científicas de Mozart —que se concentraron más de 1782 a 1785— sobre el lenguaje musical del contrapunto de Juan Sebastián Bach le permitieron entablar un diálogo con el genio que todos llevamos dentro, que hace posible nuestro amor por la belleza. Por eso Mozart encarnaba el ideal de la recién creada república de Estados Unidos, por el cual se llevó a cabo la Revolución Americana de 1776, de “que todos los hombres son creados iguales” y están dotados por su Creador con la capacidad de descubrir cómo un Estado nacional fomenta el bienestar general. Ésta es la clase de milagro sistemático que Mozart probó que era posible.

Por esta razón, más que por la feliz coincidencia de que el 17 de enero de este año marca el tricentenario del natalicio del autor intelectual de la Revolución Americana, Benjamín Franklin, esta conmemoración del natalicio de Mozart se enfocará en examinar la conexión, que casi siempre se pasa por alto, entre estos dos genios incanzables.

1778: Francia se une a Estados Unidos

A principios de 1778 Francia se alió a Estados Unidos contra el Imperio Británico, fruto de la labor sostenida de Benjamín Franklin y su viejo aliado Louis, mariscal de Noailles. En 1752 Louis había arreglado que el rey Luis XV presenciara los experimentos eléctricos de Franklin en su propiedad, con lo que rompió con la supresión de la Real Sociedad británica y despertó la emoción de toda Europa en cuanto a la posibilidad de poder aprovechar el poder del rayo.

Louis, quien encabezaba a una poderosa familia francesa, era, entre otras cosas, un viejo simpatizante de Pierre Augustin Caron de Beaumarchais y sus planes republicanos, entre ellos el de abastecer pertrechos militares vitales a los estadounidenses. Y, un año antes de que Francia se uniera a la guerra, el esposo de Adrienne, la nieta de Louis, se unió al general George Washington, lo cual convirtió al general La Fayette en el símbolo viviente del compromiso familiar de los Noailles.

La conexión de Mozart con la Revolución Americana no es una mera coincidencia, es directa: “Escríbeme y dime si Francia de veras le declaró la guerra a Inglaterra. Ahora irás a ver al ministro americano, al doctor [Benjamín] Franklin. Francia reconoce la independencia de las 13 provincias americanas y ha concertado tratados con ellas”, le escribía su padre, Leopold Mozart, a Wolfgang Amadeus el 6 de abril de 1778, cuando el joven genio se encontraba en París. Los Borbón le ofrecieron a Mozart el cargo de organista de la corte, y fue entonces que compuso su Sinfonía concertante para violín y viola.

Sin embargo, Baron von Grimm —quien publicaba un boletín de chismes e inteligencia de la Ilustración para las cortes europeas a nombre del duque de Orleáns— le ordenó a Mozart que se mantuviera alejado de la corte (a pesar de las instrucciones escritas que Leopoldo le envió a Grimm). En cambio, Grimm mandó a Mozart a buscar servilmente el favor de los aristócratas tocando música de fondo mientras éstos jugaban a los naipes. Mozart se zafó del control de Grimm, al irse a la propiedad de Noailles en St. Germain por diez días. A pesar de las objeciones enérgicas de Mozart, Grimm le compró al joven compositor un boleto fuera del país. Así, la pérdida de Francia se convirtió en la ganancia de Austria.

Mozart: el líder republicano de Viena

Quizás sea el caso que durante sus últimos diez años, de 1781 a 1791, la intervención de Mozart en Viena fue la de vocero clave del republicanismo americano. Las reformas políticas, sociales y culturales del emperador Jose II, promulgadas enérgicamente desde 1780–1785, intentaron arrancar al Imperio Austrohúngaro fuera del feudalismo y desarrollar una ciudadanía de clase media saludable. Las redes de Franklin con las que trabajó Mozart ahí —que incluían a Jose II, Ignaz von Born, el doctor Ingenhousz y el equipo de Moisés Mendelssohn— definieron y redactaron las políticas. Pero la intervención única de Mozart consistió en tocar el corazón del hombre y sacar a la luz sus cualidades sublimes, una capacidad que desarrolló porque amó más al mundo que a su propio genio natural.

¿Voltaire o Mozart?

Cuando Mozart nació, el mundo todavía estaba aturdido por una catástrofe horrible que había sucedido unas semanas antes, el Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre de 1755. El terremoto y tsunami de Lisboa, en el que murieron 60.000 personas, horrorizó a la Europa civilizada, estremeciendo la confianza de la gente en su mundo y en su Creador. Voltaire fue famoso por aprovechar este incidente para lanzar el ataque de su Cándido contra Godofredo Leibniz y su optimismo cultural, su confianza en los poderes, gracia y belleza de la mente humana.

Las muertes constantes en Iraq, el Líbano, Siria, Afganistán, Palestina, Israel y todo el Sudoeste de Asia en general, dan pie a la ira que con tanta facilidad puede derivar en furia y pesimismo. Sin embargo, si tomamos con seriedad el milagro de Mozart y el de la fundación de la república estadounidense, los que hoy nacen deben elevarse al nivel de Mozart o más allá. Beirut, la capital del Líbano, en julio pasado. (Foto: Embajada del Líbano en EU).

Hoy el horror de la destrucción de los tsunamis de diciembre de 2004 y julio de 2006, o de la inundación de Nueva Orleáns en agosto de 2005, o de las muertes constantes en Iraq, el Líbano, Siria, Afganistán, Palestina, Israel y todo el Sudoeste de Asia en general, dan pie a la ira que con tanta facilidad puede derivar en furia y pesimismo. Sin embargo, si tomamos con seriedad el milagro de Mozart y el de la fundación de la república estadounidense, los que hoy nacen deben elevarse al nivel de Mozart o más allá. Humillar nuestros pensamientos y acciones a cualquier nivel por debajo de eso hace del cumpleaños de Mozart una burla.

Benjamín Franklin no solo planteó que el valor de un descubrimiento científico nuevo estaba en la misma categoría que el de un nuevo bebé que nace. También nos planteó que ellos habían creado una república, y que debíamos decidir esforzarnos por mantenerla. ¡Larga vida a Benjamín y a Wolfgang!

—Traducción de Betiana González, miembro del LYM.