Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 20

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LaRouche tuvo razón en cuanto al sida

por Mary Jane Freeman

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dieron a conocer el 21 de septiembre nuevos lineamientos para llevar a cabo exámenes de vih (virus de inmunodeficiencia humana) a gran escala en Estados Unidos. Aunque no es un programa universal de pruebas, el plan de la agencia es que la prueba del vih debe ofrecérsele a cualquiera entre las edades de 13 a 64 años en todo hospital, consultorio médico y clínica, en especial en el cuidado prenatal para toda mujer embarazada, a fin de ayudar a diagnosticar y controlar la epidemia del sida. La eliminación de los formularios de consentimiento para la prueba y la asesoría es un cambio radical en relación a los lineamientos anteriores.

El vih y el sida son las principales causas de enfermedad y muerte en EU. En Washington, D.C., donde hay una explosión de casos nuevos de sida, ya está en marcha un proyecto piloto de exámenes generales. Se calcula que 25.000 —o 4%— de los 600.000 residentes de la capital estadounidense podrían estar infectados con el vih, pero no lo saben.

El plan de los CDC es insuficiente, pero va en dirección de lo que Lyndon LaRouche propuso durante sus campañas nacionales de los 1980, poco después de que fuera identificado el síndrome (y, más tarde, el virus). LaRouche instó a instaurar la prueba universal para atajar la epidemia inminente, una movilización científica al estilo de la del programa espacial Apolo para encontrar una cura a la enfermedad. En contra de la opinión popular y de los CDC, LaRouche identificó como marco de la propagación del vih–sida el empobrecimiento económico, no sólo el “estilo de vida” y la transmisión sexual. La pobreza aumentó a escala mundial en los años siguientes y la epidemia ha cundido. Ahora que el vih y el sida son las causas principales de muerte y enfermedad por padecimientos infecciosos, el llamado de LaRouche por la prueba universal es más urgente que nunca.

Pero, como es típico de las directrices del Gobierno de Bush, el plan de los CDC no incluye financiamiento para la iniciativa. En cambio, intereses privados deberán pagar. De hecho, tan pronto como se informó de la iniciativa de los CDC, los aliados de la Casa Blanca en el Congreso buscaron la manera de redistribuir, más que de incrementar los fondos de los estados con una alta incidencia de vih–sida (como Nueva York y California) a otros donde la epidemia ha empezado a generalizarse últimamente (como Alabama).

Al mismo tiempo, los representantes del Gobierno de Bush pararon en seco una resolución que favorecía la instauración de un tratamiento universal del vih–sida para el 2010, en la conferencia anual Asia–Pacífico de la Organización Mundial de la Salud que tuvo lugar el 22 de septiembre en Nueva Zelanda.

Las pruebas de vih de rutina son una herramienta sanitaria decisiva para frenar o reducir la transmisión del virus. Esto es particularmente cierto ahora que se han desarrollado terapias antirretrovirales para suprimir o interferir con la acción del virus, el cual ataca el sistema inmunológico o de defensa del cuerpo. Los CDC fundaron sus nuevos lineamientos de prueba con el argumento de que aproximadamente “una cuarta parte del millón de personas” en EU que viven con el vih “no sabe que está infectada”. La detección temprana es fundamental. La prueba universal que pidió el Instituto de Medicina en 1999 para las mujeres embarazadas, con la opción de solicitar que no se la hagan, en combinación con el cuidado médico, “contribuyó a una reducción dramática de 95% en los casos de sida adquiridos vía perinatal”, informan los CDC. Las pruebas han mejorado mucho, y el plan de la prueba universal de LaRouche podría instrumentarse de manera aun más eficaz hoy.

Hasta ahora no existe cura para el vih, y si no se trata y se le contiene, deviene en el mortífero sida. En los primeros tres años de que el sida ataca, la mayoría perece. Entre 1981 —cuando se informó de los primeros casos de sida— y 2003, más de 900.000 personas fueron diagnosticadas con sida en EU. Luego de 1981 la incidencia de casos nuevos aumentó con rapidez, alcanzando su máximo en 1992, con 78.000 casos diagnosticados, para después estabilizarse en los 40.000 casos al año hasta 2000. Pero para 2003 se diagnosticaron 43.171 casos, un aumento de 4,6% con respecto a 2002.

Entre los negros estadounidenses existe un número desproporcionado de casos de sida a nivel nacional. Aunque constituyen 13% de la población, los negros representaron 49% de los casos nuevos de sida en 2003. El estudio “Un cuadro del vih–sida entre la Población Negra de Estados Unidos”, que publicó la Kaiser Family Fundation en agosto de 2006, mostró que los negros con sida en 13 regiones estadísticas metropolitanas representaban un impresionante 68 a 84% del total en cada una de ellas (ver tabla 1). Un informe de los CDC de junio de 2006 mostró que, en 35 regiones, “51% de los casos de vih–sida diagnosticados en 2001–2004 eran negros”, lo que rebasó los niveles anteriores.

En el desfile del “Orgullo Gay” de 1986 en San Francisco se tomó a LaRouche como blanco de ataque por su apoyo a la propuesta 64 para tomar medidas de salubridad pública contra el sida. (Foto: EIRNS).

El plan de LaRouche contra el sida

LaRouche había identificado el potencial de pandemias biológicas como el vih–sida desde 1974, cuando advirtió que las políticas de austeridad económica del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional estaban creando las condiciones para que se diera esta clase de brotes. En noviembre de 1974 LaRouche creó un Grupo Especial Contra el Holocausto Biológico. Para 1985, cuando el sida se volvía epidémico, LaRouche emitió un programa de emergencia para combatir la enfermedad, que incluía planes para examinar al 100% de la población estadounidense. En octubre de ese año los colaboradores de LaRouche pidieron que California sometiera a un referendo el tratamiento del sida como una enfermedad transmisible y la adopción de medidas sanitarias para salvar vidas. La “propuesta 64”, para la que el Comité de la Iniciativa para Evitar el Sida de Inmediato (PANIC) recabó 690.000 firmas de apoyo, apareció el 4 de noviembre de 1986 en la papeleta electoral. Recibió 30% de la votación, casi un millón de sufragios.

Intereses políticos y financieros enemigos de la infraestructura montaron una operación enorme contra este enfoque sanitario. Sus pretextos iban desde que esto era una “invasión de la privacidad”, hasta que representaba “costos prohibitivos”. Se puso en acción al puterío de Hollywood. La actriz Patti Duke tomó la batuta. Se incitó a los manifestantes del “Orgullo Gay” a atacar a los organizadores larouchistas. A fines de noviembre de 1986 la policía allanó las oficinas de PANIC en San Francisco y Los Ángeles con la acusación falsa de que hubo irregularidades durante la solicitud de firmas.

Pero, conforme la enfermedad ganaba terreno, LaRouche arreció la pelea. En 1986 el Grupo Especial Contra el Holocausto Biológico de EIR emitió, por encargo de LaRouche, el informe especial “Un plan de emergencia para combatir el sida y otras pandemias”. En “Mi programa contra el sida” del 7 de febrero de 1988, LaRouche pidió la instauración de pruebas, aislamiento por cuarentena, y un programa acelerado de investigación y desarrollo. Durante su campaña presidencial realizó una presentación de media hora en horario estelar por televisión nacional, misma que se transmitió el 4 de junio de 1988: “Nada menos que la victoria: la guerra contra el sida”, donde detalló los principios involucrados.

Por desgracia, la realidad ha probado que el análisis de LaRouche de hace dos décadas, sobre el potencial de que el vih–sida se convirtiera en un asesino global de no cambiar las políticas económicas y de salud, era correcto. En los últimos 20 años el vih ha cobrado proporciones pandémicas, haciendo de África una catástrofe. A escala planetaria, 65 millones de personas se han infectado y 25 millones han muerto de la enfermedad. En 2005, informan los CDC, hubo 4,1 millones de nuevos infectados con el vih a nivel mundial, 2,8 millones murieron de sida y 38,6 millones vivían con el vih. En EU, de 1981 a 2005, mas de 1,5 millones de personas se han infectado con el vih, y más de 500.000 han muerto.

Washington propone aplicar la prueba universal

En junio de este año Washington dio inicio a la campaña de exámenes de vih a gran escala “Únete Distrito de Columbia, hazte la prueba del vih”. El Distrito de Columbia tiene la tasa más alta de casos nuevos de sida de EU. Se calcula que unos 10.000 residentes, 2% de la población, ya tiene sida–vih. El doctor Gregg A. Pane, director del Departamento de Salud de la capital estadounidense, calificó el programa de “lo más avanzado. . . [y] completo” para contener la diseminación del vih. Con un financiamiento de la ciudad por 8 millones de dólares, el programa ordenó 80.000 paquetes de prueba rápida del vih, colocó carteles y anuncios panorámicos, y está coordinando un programa de información comunitaria dirigido a 400.000 hombres y mujeres entre los 14 y 84 años de edad.

En septiembre de 1986 la actriz Patti Duke se pronunció en un mitin en contra de la propuesta 64 para tomar medidas de salubridad pública de combate al vih–sida. LaRouche fue un blanco especial de su diatriba. (Foto: EIRNS).

La doctora Marsha Martin, directora de la Administración sobre Vih–Sida de la ciudad, le dijo en agosto al programa “NewsHour” de la cadena PBS, que la prueba rápida “ha mostrado un 99,95% de precisión”, toma sólo 20 minutos, y no necesita una muestra de sangre.

Los resultados iniciales de quienes se han hecho la prueba hasta ahora se dieron a conocer el 19 de septiembre, mostrando que de los más de 7.000 residentes examinados, la tasa de vih es de alrededor del 3%, más del doble de lo que se considera el nivel nacional. Más de 1 de cada 20 internos en la cárcel de Washington tiene el vih. Casi 10% de los que acuden a la vagoneta móvil del programa de intercambio de agujas de la ciudad están infectados. En general, el número de casos de sida por cada 100.000 habitantes es de casi 180 personas. Pero entre los negros, hasta 2004, la tasa era de 335 por cada 100.000, según el estudio de agosto de 2006 de la Kaiser Family Foundation (ver tabla 2).

El sida se propaga y el Congreso está paralizado

Como la pobreza ha aumentado en las zonas tantos urbanas como rurales de EU, y en 2002 se hizo obligatorio informar de los casos de vih y sida, la incidencia de la enfermedad está reconociéndose con más amplitud. Se hace obvia la necesidad de emprender una movilización nacional de fondos y trabajadores de la salud, junto con programas médicos científicos.

En cambio, en agosto los aliados republicanos de la Casa Blanca, el senador Mike Enzi (por Wyoming) y el representante Joe Barton (por Texas), quienes presiden sus respectivas comisiones de salud en el Congreso, presentaron propuestas de ley a través de sus comisiones para reformar la ley de Financiamiento Amplio de Emergencia contra el Sida Ryan White, no para amentar sus fondos, sino para que los ínfimos 2.100 millones de dólares con que cuenta se redistribuyan en los próximos cinco años. También pretende aumentar el número de personas que califican para recibir tratamiento como pacientes infectados con el vih que no han desarrollado todavía la enfermedad, pero sin aumentar el financiamiento.

Un grupo de senadores demócratas, Barbara Boxer (por California), Hillary Clinton y Charles Schumer (por Nueva York), y Robert Menéndez y Frank Lautenberg (por Nueva Jersey), obstruyeron la propuesta del Senado. El representante demócrata Frank Pallone (por Nueva Jersey) descalificó la tentativa de los republicanos en la Cámara de Representantes: “No debiéramos cavar un hoyo para tapar otro, pero eso es en esencia lo que está sucediendo”.

El Congreso tendrá que salirse de la prisión del presupuesto para enfrentar esta amenaza sanitaria nacional como es debido. Necesitará el enfoque de la “guerra contra el sida” de LaRouche para garantizar la salud y el bienestar de la ciudadanía.

—Traducción de Adrián Teyechea.