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Por el bien de la humanidad, decide no ser trágico

20 de mayo de 2023 (EIRNS) — ¿Por qué enviaría el Vaticano, incluso después del aparente rechazo de Zelenski a cualquier plan de paz racional, una misión simultánea a Kiev y Moscú “en busca de un alto al fuego”? Quizá haya en el Vaticano quienes no sólo aprecien, sino incluso dominen el principio de la tragedia, un principio que el cómico Volodímir “Pagliacci” Zelenski probablemente sólo llegue a reconocer en la forma de Némesis. Con el anuncio que hizo antier el jefe del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, de que luego que las fuerzas armadas rusas destruyeron el almacén de las municiones ucranianas de uranio empobrecido se produjo una nube radiactiva que empieza a desplazarse hacia el oeste, en dirección a Europa, se recordó al mundo, incluidos los miembros del G7 reunidos en Hiroshima para su cumbre, lo impredecibles que pueden ser los vientos de la guerra.

Con relación a los arsenales de municiones de uranio empobrecido, Patrushev declaró: “Su eliminación ha provocado una nube radiactiva que se desplaza ahora hacia Europa Occidental. Ya se ha registrado un aumento de los niveles de radiación en Polonia”. Y lo que es más importante, Patrushev añadió: “Estados Unidos está desarrollando y utilizando ya armas químicas y biológicas, también en Ucrania”. Haciendo referencia directa a la cumbre del G7 que se realiza del 19 al 21 de mayo en Hiroshima, según TASS, “recordó que, en agosto de 1945, sin ninguna necesidad militar, Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, lo que ocasionó ‘consecuencias desastrosas y la muerte de un gran número de civiles’”.

En estas condiciones cada vez más complejas, sólo quienes ya saben cómo aplicar las lecciones que proporciona el principio de la tragedia clásica, en especial como lo practicaron William Shakespeare y Federico Schiller, a los requisitos de la gran estrategia contemporánea, son capaces hoy de dedicarse eficazmente a “librar la paz”, tal y como debe librarse hoy esa campaña internacional. La cabeza, el corazón y la voz deben estar bien “colocados”. La ofensiva del pasado otoño con “Dona Nobis Pacem”, que llevaron a cabo en todo el mundo las limitadas pero eficaces fuerzas del Instituto Schiller y sus amigos, ilustra la aplicación táctica del principio de la cultura clásica presentado en los Diez Principios para una Nueva Arquitectura Internacional de Seguridad y Desarrollo, escritos por Helga Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller. Es su dominio de la obra tanto del poeta Federico Schiller, como del teólogo Nicolás de Cusa, fundador de la ciencia moderna en Occidente y arquitecto diplomático del Concilio de Florencia de 1439, lo que capacita a Zepp-LaRouche para aportar, en circunstancias que no suelen comprender los demás, incluidos los estrategas más destacados, la necesaria perspicacia de la "multiplicidad superior" que se requiere. A menudo, la perspicacia, al menos inicialmente, es “invisible” para los demás, en particular para quienes siguen afirmando que la geopolítica, y no el arte de gobernar, es el nivel en el que “opera la realidad”.

Consideremos el documento de Zepp-LaRouche que acaba de publicarse, “Llamado urgente de ciudadanos e instituciones de todo el mundo al (próximo) Presidente de Estados Unidos”. Aunque la inspiración inmediata del documento pueda parecer el discurso del Presidente John F. Kennedy el 10 de junio de 1963 en la American University, consideremos lo que la declaración, que en realidad es una “hipótesis”,  propone en realidad: “Dado que Rusia y Estados Unidos poseen actualmente el 90% de todas las armas nucleares dirigidas contra cada una, las cuales podrían destruir el mundo muchas veces, es una cuestión urgente para todos los seres humanos de la Tierra, que encontremos una salida. La solución debe situarse en un plano que supere la geopolítica y adopte la perspectiva del interés de la humanidad única.

“Por lo tanto, nosotros, los abajo firmantes, expresamos nuestra esperanza de que el (próximo) Presidente de Estados Unidos tenga la grandeza de adoptar el punto de vista que expresó el Presidente Kennedy en su discurso histórico”. El punto de vista que adoptó JFK, a solo ocho meses después de la “experiencia cercana a la muerte de la civilización” con la Crisis de los Misiles Cubanos, fue el de la “coincidencia de los opuestos”. Luego de hablar de las diferencias aparentemente irreconciliables entre los “dos sistemas” de Estados Unidos y la Unión Soviética, Kennedy dijo:

“Hoy, si la guerra total estallara de nuevo —no importa cómo— nuestros dos países se convertirían en los objetivos principales. Es un hecho irónico pero exacto que las dos potencias más fuertes son las dos en mayor peligro de devastación. Todo lo que hemos construido, todo por lo que hemos trabajado, quedaría destruido en las primeras 24 horas... Así pues, no seamos ciegos ante nuestras diferencias, pero también prestemos atención a nuestros intereses comunes y a los medios para resolver esas diferencias... Porque, en última instancia, nuestro vínculo común más elemental es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos queremos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales”. Kennedy propuso una “multiplicidad superior” en la que se subsumieran las “diferencias irreconciliables” de las dos partes, por encima del callejón sin salida geopolítico que habría destruido entonces, y destruirá ahora, si se persigue, a la raza humana en esta coyuntura.

El “Llamado” de Zepp-LaRouche dice más adelante: “Muchos pueden pensar que es imposible hoy que un Presidente estadounidense dé un discurso como ese... Sin embargo, el Presidente Kennedy elogió a los rusos, y alabó sus grandes contribuciones en ciencia, la industria y la cultura. Alabó su valentía al derrotar a Hitler en la Segunda Guerra Mundial, causa por la que sacrificaron más de 26 millones de vidas. El mundo necesita un Presidente de Estados Unidos que sea capaz de ver las mejores tradiciones de cada nación, incluyendo a Rusia y China, como la base de la confianza mutua y el fundamento para la paz”.

Este es un ejemplo de la aplicación del principio superior de la tragedia clásica a la situación estratégica. Para nuestros propósitos, puesto que estamos proponiendo llevar a cabo una intervención internacional sobre el sistema presidencial estadounidense, diseñada para invocar los “mejores ángeles” de su historia, nos referiremos a los medios de esta intervención como el enfoque “Abraham Lincoln” para la resolución de la tragedia. Lyndon LaRouche en su “Politics As Art” observó “que el Presidente Lincoln había ganado una guerra terrible, justificada y absolutamente necesaria en nombre de toda la humanidad, con la ayuda de lecciones extraídas de Shakespeare, que él había enseñado, como directrices, a los miembros de su gabinete. Nadie, amigo o enemigo, se rio del impresionante resultado de esa instrucción”.

Cabe recordar que fue el Presidente Franklin Delano Roosevelt quien “reclutó póstumamente” al Presidente republicano Lincoln para el Partido Demócrata, otrora el partido de la esclavitud y la traición, para dirigirse al “hombre olvidado” de la Gran Depresión. Este proceso fue revigorizado por la Presidencia de Kennedy en el discurso a la nación sobre la Ley de Derechos Civiles pronunciado el 11 de junio de 1963, un día después del discurso de graduación en la American University al que se refiere Helga Zepp-LaRouche. Los discursos consecutivos de Kennedy en junio, uno sobre política exterior y el otro sobre política interior, eran cada uno visiones que provenían de la misma “multiplicidad superior” que exigía que la gente fuese más grande que su destino. Fue esa mentalidad creativa y su contagio entre los estadounidenses, lo que Wall Street y Londres odiaron y fue para ellos, un “casus belli”.

El dominio que tuvo Abraham Lincoln sobre el principio poético de la tragedia, escrito en piedra en las paredes del Lincoln Memorial en el Discurso de Gettysburg y en el Segundo Discurso Inaugural, fue lo que le cualificó para ser el mayor comandante militar de la guerra internacional de 1861-65. Este método para la victoria estratégica en circunstancias aparentemente “imposibles”, en las que gente “imposible” logra cosas “imposibles”, se convirtió en la marca de Lyndon LaRouche y su asociación en la década de 1970.

“El mundo ha entrado en un período de transición en el que los viejos hábitos de juicio y orientación son inútiles e incluso están contraindicados para la evaluación práctica de la mayoría de los fenómenos que surgen de la evolución estratégica y táctico-nacional... La sociedad ha llegado a un punto en el que ya no puede existir sobre la base de los conjuntos de instituciones anteriormente dominantes. Como resultado, lo que funcionó como reacción a los acontecimientos en el pasado, ya no funciona. En un sentido muy significativo, las leyes del universo se han roto de repente en la medida en que las relaciones dentro de esa sociedad se aproximan a un conjunto de leyes universales implícitas de la práctica social.

“Sin emplear exactamente este método, es imposible comprender la variedad de transformaciones político-económicas actuales y potenciales alternativas a las que el mundo está sometido en el presente, incluso durante el período a muy corto plazo… Nuestro enfoque depende absolutamente de la aplicación de nuestras energías, con muy poca antelación, y de forma concertada, en determinados puntos momentáneamente cruciales de los sucesos actuales”. Eso es precisamente lo que define estas próximas tres semanas, previas al 60 aniversario del discurso del 10 de junio de 1963 de John Kennedy en la American University.

Podemos ganar, pero sólo si nuestro enfoque es el del optimismo cultural, que no es una “actitud”, sino una vocación. Podemos elegir no ser trágicos, que es la lección central, así como el método, de la tragedia clásica. En la acción actual de ciertos círculos del Vaticano, o en el discurso de Xi Jinping en la Cumbre China-Asia Central en este año del 10º aniversario de la Nueva Ruta de la Seda, la vocación de optimismo cultural, como en la “imposible” victoria de Nicolás de Cusa en 1439 en el Concilio de Florencia, está la base de una nueva arquitectura estratégica y de desarrollo, si elegimos que así sea. Ese es el “llamado urgente” al futuro y desconocido Presidente de Estados Unidos: “que Estados Unidos sea de nuevo el país que manifiesta en su hermoso discurso el Presidente Kennedy”.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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