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El imperio se derrumba: mantenlos entre la roca y la voz serena de la razón

17 de junio de 2024 (EIRNS) — Las maniobras de los mandatarios occidentales de los últimos días, encabezados por Estados Unidos y Gran Bretaña, no han hecho sino subrayar aún más la peligrosa situación en la que se encuentra el mundo: entre la bancarrota moral y política de los países occidentales y, al mismo tiempo, su pretendida afirmación del dominio unilateral frente a la negación de la nueva realidad del mundo. La "Cumbre por la Paz en Ucrania" que se llevó a cabo en Suiza el pasado fin de semana es ahora la última farsa que ha fracasado, a pesar de la enorme fanfarria con que se preparó. Aparte del hecho de que pocos de los principales países no occidentales del mundo enviaron delegaciones de alto nivel, y aún menos de ellos aceptaron firmar la declaración conjunta final, durante los trabajos del fin de semana se reconoció ampliamente que no se puede avanzar sin la participación de Rusia. 

Esto siguió a la Cumbre del G7 de la semana pasada en Italia, donde se hicieron demandas que nunca llegarán a buen puerto, como que Rusia pague $486.000 millones de dólares para reconstruir Ucrania, o la nueva "alianza" entre Ucrania y Estados Unidos. Los mandatarios de esos países no sólo tenían dificultades para encontrar al Presidente Biden, sino que se esforzaban por determinar quién estaría siquiera en el cargo en los próximos meses, luego de la atroz posición en la que quedaron después de las recientes elecciones parlamentarias de la Unión Europea. 

A pesar de estas realidades, que son obvias para la mayoría de las personas sensatas del mundo, los funcionarios estadounidenses y europeos se han negado a oler el café y despertar. Muchos hicieron declaraciones belicosas sobre Rusia durante la reunión de Suiza, y el G7 incluso redobló sus esfuerzos para contrarrestar la "manipulación de la información" a nivel nacional. Peor aún son las descabelladas maniobras en el Congreso de Estados Unidos para reiniciar una carrera armamentista nuclear, y hablar de aumentar el número de cabezas nucleares desplegadas, ampliar el enriquecimiento de uranio y desarrollar nuevos sistemas vectores para misiles balísticos intercontinentales. 

Ante un reproche tan generalizado a sus políticas, las acciones de la actual clase política occidental sólo pueden describirse como una locura: una reacción para acelerar sin sentido ia la inevitable conclusión de la tragedia. Sin embargo, aunque es importante diagnosticar y reconocer este factor de irracionalidad que empuja al mundo hacia una guerra mundial nuclear, es igualmente importante poder responder con una voz calmada de razón, para que el mundo tenga una oportunidad de sobrevivir. Por suerte, hay voces tranquilas y serenas que intervienen. 

El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, dio un discurso relevante ante los altos funcionarios de su Ministerio de Asuntos Exteriores el pasado viernes 14 de junio, en el que habló de la enormidad de los cambios que se están produciendo en el mundo y expuso la opción que tienen ante sí los líderes occidentales, así como otros, si tienen los medios para responder. Dijo: "El mundo está cambiando rápidamente. La política mundial, la economía y la competencia tecnológica nunca volverán a ser como antes. Cada vez más países se esfuerzan por reforzar su soberanía, autosuficiencia e identidad nacional y cultural". 

Y, lo que es más importante, señaló el principio universal de humanidad, que, de hacerse realidad, sería capaz de cimentar este tipo de nuevo paradigma entre las naciones: "Esta nueva realidad política y económica sirve ahora de base para el emergente orden mundial multipolar y multilateral, y éste es un proceso inevitable. Refleja la diversidad cultural y de civilizaciones que forma parte inherente de la humanidad, a pesar de todos los intentos de unificación artificial". Estos cambios "hacen posible resolver juntos los problemas más complejos en beneficio común, y construir relaciones mutuamente beneficiosas y de cooperación entre Estados soberanos en aras del bienestar y la seguridad de los pueblos". 

Helga Zepp-LaRouche ha profundizado aún más en estos conceptos en sus "Diez principios para una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo", señalando la necesidad de fundamentar las relaciones globales, y la política en general, en el derecho natural, y no en la ley de la selva del actual "orden basado en reglas". 

La conferencia del Instituto Schiller del pasado fin de semana abordó precisamente estas cuestiones y otras más, y ofreció un profundo debate sobre la crisis actual y lo que puede hacerse para resolverla. Los paneles 3 y 4, que tuvieron lugar el domingo, se centraron en las desafiantes pero igualmente importantes cuestiones de la ciencia, la cultura y la creatividad humana que son la base de una sociedad humana verdaderamente sana, y que debe experimentar urgentemente un renacimiento si Occidente quiere superar la banalidad, la desmoralización y la degradación que han permitido al mundo llegar al punto en que se encuentra hoy. 

La circulación y el dominio de este tipo de ideas es lo que se necesita para desarrollar las voces tranquilas y serenas, con base en principios reales y en el amor a la humanidad, en contraposición a una reacción histérica al sistema neoliberal que se derrumba hoy en día, que determinarán si el mundo saldrá o no de esta crisis. Y al mismo tiempo organizar un ejército para exigirlo. 

Como resumió Helga Zepp-LaRouche en la rueda de prensa del 12 de junio "El peligro de la guerra nuclear es real y hay que detenerlo" en el Club Nacional de Prensa de Washington, DC: "Piensa como ciudadano del mundo, que es el camino hacia un mundo armonioso.... Tenemos que elevar a la humanidad a un nivel superior de moralidad si queremos sobrevivir a este gran peligro”.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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