Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

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La estrategia de la creatividad:

CREATIVIDAD, PASIÓN Y ESTRATEGIA

Por Lyndon H. LaRouche, Jr.

Sábado 30 de julio de 2011

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En cualquier intento competente de abordar los principios verdaderos de la guerra moderna, es esencial que se descarte la medición inherente a la noción errónea de un criterio de medición basado en la certeza sensorial. Eso se debe hacer en provecho de lo que voy a replantear aquí, como la noción verdadermente riemanniana de lo trascendental, como se ha de reconsiderar desde el punto de vista de la presentación que hace V. I. Vernadsky del principio físico universal de la noosfera.

Ya había proporcionado una ilustración de esta noción en un trabajo reciente sobre la noción del principio superior asociado a casos clásicos tales como el tema de la Segunda Guerra Mundial, en tanto que se han de contrastar estrictamente con la sandez de asuntos tales como la prolongada guerra de Estados Unidos en Indochina.

Así, por ejemplo, la pasión en el arte de la guerra, a diferencia de las variedades meramente reduccionistas de expresiones de la geometría del conflicto, expresa la cualidad de pasión indispensable para el principio del flanco. Este último caso se ilustra apropiadamente con la batalla más famosa de Federico el Grande de Prusia.

Entonces, traigo a la memoria la Segunda Guerra Mundial. Aunque mi papel personal en el norte de Birmania en el Sudoeste de Asia fue de significancia minúscula dentro de esa guerra, mi experiencia, después, en una India de 1945 todavía bajo la bota de la tiranía imperial británica del Rajá, abarcó todos los aspectos del principio de la guerra que se podrían haber encontrado bajo las condiciones posteriores de la guerra de Indochina en el Sudeste de Asia después de la Segunda Guerra Mundial. Como lo dije en una ocasión reciente, las variedades de pasión de los conflictos mortales, son la palabra clave para las variedades de esas conexiones.

Así, Federico el Grande, dirigiendo una fuerza más débil, derrotó por completo a una fuerza austriaca bien entrenada y ostensiblemente superior, flanqueando el plan clásico de los austriacos, dos veces durante el mismo día de la batalla. Fue solo más tarde, después de esta victoria particular, que Federico vió lo que había sido su papel en la Guerra de los Siete Años, con un debido sentido de ironía. La gran pasión, como en la guerra, no contiene necesariamente la justificación de la causa a la cual se le ha llamado a servir.

Así, la Pasión eleva el principio de acción a ese nivel cualitativamente superior de intensidad que muchos podrían suponer erróneamente, como que representa una fuerza más débil, pero que no obstante, es dirigida por una cualidad superior de pasión. "Pasión" significa la categoría de nociones asociada de otra forma con la "densidad de flujo energético", o, lo que es lo mismo, en efecto: un orden superior de fuerzas ostensiblemente metafóricas. La medida apropiada de la pasión en esos asuntos, se ha de reconocer, y eso de manera singular, en el carácter único de las cualidades de la mente humana.

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Prólogo:

EL PRINCIPIO DE LA MENTE

El enfoque sobre la estrategia que acabo de indicar arriba, requiere que se pongan en juego conceptos que no se pueden definir de acuerdo a las nociones de ciencia física reduccionistas convencionales. Sin embargo, es ese concepto el que está en juego en casos tales como este que se plantea aquí.

Por ejemplo, como lo desatacaría también mi colaborador Sky Shields, la ciencia que se practica por lo general está todavía atascada, habitualmente, hasta el día presente, en necedades tales como la funcionalmente fútil noción laplaceana de una progresión simple, una progresión a la que se le ve erróneamente como "tiempo físico".

En tanto que, en lugar de eso, el "tiempo biológico" debe comprender desarrollos que se deben ubicar en términos de cambios de estado que deben parecer haber ocurrido como consecuencia de una acción que ocurrió, de modo ostensible, en el pasado, o en el futuro, dependiendo de la secuencia a considerar que se escogió.

El tiempo humano, en tanto distinto al de otras expresiones de vida, lleva nuestra atención mucho más allá de la mera experiencia de la vida, incluso de la vida humana. La conciencia creativa de la vida humana misma, no puede ser medida respecto a otras expresiones de procesos vivos; es una dimensión que existe solo en la vida humana misma, como lo presentó esto el académico V. I. Vernadsky.

Para concentrar más la visión de ese principio del tiempo humano, es más útil limitar la discusión de un principio físico del tiempo, a la concentración de la atención sobre el dominio de esa esfera de los procesos vivos que se ha de localizar aproximadamente dentro del dominio de la especia humana en la Tierra y en su espacio planetario cercano.

Esta visión del papel singularmente especial de la vida humana, se puede hacerse patente desde la consideración debida de la cultura humana moderna. El progreso de una cultura humana moderna impulsado por la ciencia, es el agente más poderoso, y por lo tanto dominante, de la cualidad gobernante del cambio que conocemos; la utilización propia del hombre de un nivel de tecnología conocido como "fisión nuclear controlada por el hombre", es suficiente para ilustrar el punto. Toda vida es creativa, pero solo la humanidad es la única que conocemos que es capaz de una iniciativa creativa voluntaria.

Sin embargo, el principio es más claro desde el punto de vista de situar el lugar y el papel de la vida humana, en los más de mil millones de años de la evolución de la vida en la Tierra, la vida en tanto no solo dentro de la Tierra en general, sino, también, dentro de la galaxia que contiene a nuestro sistema solar.

"¿Qué es la creatividad humana?"

Por muchos años, yo he disfrutado lo que ha sido una noción singularmente distinta de "creatividad humana". Eso con buenas y prácticos motivos.

Sin embargo, lo que he reconocido de este modo, no presupone que la mía es la única expresión de la verdadera creatividad humana; pero, esa, la mía, es la especifica a mi experiencia con el tema. Podría matizar esa afirmación señalando mi acuerdo con la noción, de que la cualidad esencial de la creatividad humana, se ubica mejor en el concepto de la metáfora poética clásica como fue adoptada por tales como los pitagóricos, Arquitas y Platón, la metáfora que identifica esa concordancia. No obstante, sucede que mi concepción propia ha sido originalmente exclusiva de mi experiencia, una visión mía que no se puede separar de ciertas implicaciones específicas a esa que ha sido mi experiencia.

La importancia de subrayar mi propia definición, radica en el efecto del modo en que yo he extraído cierto tipo específico de consecuencias prácticas, consecuencias que se ubican, específicamente, en el modo en que vio la luz mi elección de la aplicación de este concepto, tal y como plantee yo esa relevancia en comentarios que hice a un grupo reunido del "equipo del sótano", este viernes pasado a mediodía y en la tarde, como había resumido lo mismo en mi presentación en el informe del CEN del sábado a mediodía.

Explico eso como sigue: Consideren el siguiente razonamiento como una ilustración de esa distinción de mi concepto, como sigue ahora.

El precursor pertinente de mi noción de creatividad humana, me llegó, de acuerdo a mi mejor recuerdo seguro de esa experiencia, como a la edad de 14 años, una experiencia suscitada por una vivencia de cualidad específica en repetidas visitas a la base de la Armada de Estados Unidos en Charlestown, Massachusetts. Fue, afortunadamente, una vivencia que precedió a mi experiencia del primer encuentro con la "Geometría Plana Euclidiana". Yo nunca he aceptado, afortunadamente, ninguna expresión de la geometría Euclidiana, o, de formas semejantes de pensamiento, desde ese entonces. Estaba correcto al hacer eso; y la evidencia era, para mi, crucial y concluyente; y, yo estaba en lo correcto al sacar esa conclusión.

Simplemente, para ilustrar esto, como he resumido mi vivencia pertinente en comentarios distribuidos por años: el estimulo fue mi fascinación con la manera en que se utilizaba el acero estructural en construcciones que llegaban más alto que las estructuras de ladrillo con armazón de hierro del área de Boston. La cuestión crucial era la capacidad de la construcción utilizando el papel de apoyo del acero estructural para soportar tanto su propio peso como también el de la altura de la estructura terminada. Como yo planteé la cuestión en un salón de clases de secundaria, la evidencia crucial eran los "hoyos" construidos en el acero estructural de apoyo. Esto se convirtió, como instantáneamente, en mi noción que expresaba un principio físico de construcción "de estructuras pesadas y que cargan peso".

Una vez que disfrute de esa experiencia de descubrimiento, ya no pude aceptar nunca el método euclidiano o cosas parecidas, no desde ese momento. Entonces, yo ya me había escapado de la trampa escondida de los libros de texto del salón de clases virtualmente "por un pelito". Aristóteles, cuando llegue a conocerlo, recibió un tratamiento similar de mi parte, por motivos semejantes.

Ese tipo de vivencia y otras subsecuentes semejantes, crearon, para mí, una categoría reconocible de concepciones que pertenecen al poder de la imaginación de la mente humana, expresada en la conciencia de los poderes de juicio específicos de la mente humana. El resultado de ese giro en la visión del mundo fue una experiencia como la de limaduras de acero atraídas "como si fatalmente" a una fascinación con la experiencia de la paradoja antológica inherentes en la metáfora poética, como las de, notablemente, Shakespeare, Keats y Shelley. Mi noción de la metáfora se crió en mí de esa forma específica. Esto me preparó para la experiencia de devenir en un admirador de Bernhard Riemann, eso para el momento de los primeros meses de 1953.

Este giro irónico desde el experimento físico elemental hacia la poesía clásica, no fue realmente excepcional en y de si mismo. El principio de la metáfora es la consecuencia más natural de una entrada de la maduración del joven al sendero propio de la coincidencia cierta entre los músicos-científicos Max Planck y Albert Einstein (por ejemplo), exactamente como Johannes Kepler devino, de ese modo, el único descubridor conocido original y competente de la ley de gravitación universal, un descubrimiento que se puede atribuir en sus raíces a la De Docta Ignorancia del cardenal Nicolás de Cusa.

La raíz de la ciencia se debe localizar en la imaginación artística clásica. ¿Por qué no? ¿Dónde, si no, podríamos esperar encontrar la verdad dentro de lo que fue la antesala llena de precursores de lo que todavía tiene que ser imaginado? La metáfora es, entonces, la ruta más emblemática que se toma para descubrir la verdad que esta todavía por devenir todavía en ser conocida: del mismo modo en como yo descubrí un principio físico de la geometría entre los pilares de una construcción en la base naval estadounidense de Boston.

El descubrimiento conduce, de este modo, a lo que es imaginado; el experimento que verifica la imaginación, se le ha de llamar propiamente "ciencia física".

Como escribe Percy Shelley en el párrafo final de su En defensa de la Poesía, la antelación de la verdad de esta manera, es el precursor de descubrimientos experimentales de principios veraces. De este modo, la poesía clásica y su expresión en ese y en otras artes clásicas, son la expresión de ese poder de la imaginación científica clásica que antecede a la ciencia física misma.

Tal es el principio de la mente humana.

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I. ¿QUÉ ES TU MENTE?

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En la opinión del lugar común, hoy todavía, el descubrimiento de la noción de mente humana empieza con el estudio de los efectos atribuidos a lo que se ha celebrado como los supuestamente "cinco sentidos originales". Sin embargo, una vez que se ha establecido la noción de la percepción sensorial como una plataforma virtual para exploraciones posteriores, esta visión ingenua de las cosas empieza a ser presionada por una noción de cambio.

El más provechoso de los enfoques supuestamente originales para examinar esa clase de hechos, se ha de encontrar en la práctica de la astronomía de los antiguos navegantes transoceánicos, tales como, en un tiempo relativamente posterior, el gran Erastóstenes que había medido el tamaño de la Tierra mediante la serie pertinente de sombras proyectadas por la luz del Sol. Este tipo de descubrimientos de grandes marinos y sus semejantes, ya había definido, cuando menos implícitamente, la noción de un universo finito pero no limitado, un universo que el digno marino transoceánico ha de reconocer como un principio.

Así también, Nicolás de Cusa había señalado las implicaciones de esto, como en la recomendación que se le transmitió a Cristóbal Colón de las tareas que el propio Cusa asignó a los marinos del futuro. La influencia de Cusa sobre la decisión de Cristóbal Colón de cruzar el Atlántico hacia tierras más allá.

El uso de los instrumentos de navegación pertinentes era ya una expresión del uso de instrumentos por medio de los cuales la mente del hombre se eleva desde los límites de los sentidos humanos hacia lo que vendría a ser, después, el efecto de la parte final de la tercera sección de la tesis doctoral de 1854 de Bernhard Riemann: La imagen de lo que de hecho, fue la lectura que hizo Albert Einstein del descubrimiento originalmente singular del principio de la gravitación desarrollado, de manera exclusiva, por Johannes Kepler, y entendido por Albert Einstein como la imagen de un universo finito, pero no limitado.

Esto se había mostrado por la lectura del principio realmente físico prefigurado en las llamadas funciones abelianas de Niels Abel, como lo redefinieron desde el punto de vista científico físico de Lejeune Dirichlet y de Bernhard Riemann. Así que, en la parte final de la tesis doctoral de Riemann, éste advierte, de manera sistémica, que la ciencia debe salir del dominio de las meras matemáticas, si nos ha de mostrar el significado de un universo realmente físico.

Desde la aparición de esa sección final de la tesis doctoral de 1854 de Bernhard Riemann, la ciencia moderna ha logrado el efecto de grandes saltos de progreso que se han de reconocer ahora como efectos de descubrimientos que han tenido el efecto de redefinir el universo mediante la superación, de un modo sistemático, de la noción del conjunto de lo que es, en efecto, un repertorio en expansión de "dimensiones físicas" del universo, que ahora alcanza un conjunto de dimensiones en expansión rápida, mucho más allá de la esfera de las crudas nociones biológicas de la percepción sensorial de solo cinco "originales".

Por lo tanto, la colección acumulada de principios, tales como los de las categorías de la percepción sensorial, representan un conjunto en expansión de dimensiones físicas, que procede desde la noción de "los cinco originales", hacia un conjunto en expansión indefinida. El conjunto inicial de "capullos" representados como categorías de certeza sensorial física, impulsan a nuestra visión de nuestro universo a abrir y mostrar su ser interno en la forma de un gran florecimiento de los pétalos de la imaginación sensorial.

Esto define un patrón con un efecto decidido que se expresa en la forma de una identidad esencialmente cambiante de la naturaleza de la persona humana que se ve afectada por esas transformaciones.

El principio del cambio

Los cambios que ahora se consideran aquí, tienen el efecto de cambios ordenados en la característica de órdenes superiores sucesivos de los cambios físicos que ocurren como consecuencia del cambio en la matriz tanto de la mente del individuo humano, como de las consecuentes transformaciones ontológicamente físicas de las características físicamente inherentes a la identidad personal.

Construye una hipótesis que grafique los cambios en la personalidad humana que son el efecto, inicialmente, de un cambio en la mente de la persona que "solo conoce" la vivencia de las percepciones sensoriales crudas que han "nacido", por así decir, en el infante humano ingenuo. La limitación define una "clase" categórica de los individuos correspondientes.

Ahora agrega "nuevas dimensiones físicas" a ese repertorio original.

El resultado general implícito en esa configuración, es la imagen de los cambios cualitativos en la personalidad del individuo que se ha movido desde una configuración, hacia un tipo esencial de "dimensiones" más grande o más pequeña.

Primero que nada, el sentido de identidad del lugar de la persona humana en el universo físico definido implícitamente por el conjunto correspondiente de "factores", surge para aparecer como una identidad humana que experimenta cambios elementales sucesivos en las características funcionales de sus rasgos de conducta. La sucesión de tales cambios, ubica el sentido de identidad cambiante como si se moviera de un lugar en las funciones del espacio-tiempo físico, hacia "lugares" más altos o más bajos, pero decididamente diferentes en el espectro de la conducta humana.

De este modo, los poderes de tal desarrollo cualitativo definen un cambio cualitativo en especie virtual, pero sin ningún otro cambio en las características de virtualmente todos y cada uno de los tipos biológicos de la especie humana definidos en términos de parámetros como esos.

Esta visión del asunto sugiere dos interpretaciones alternativas.

O la personalidad humana debe ser ordenada en sus cambios por su tipo biológico per se, o el cambio cualitativo pertinente en el tipo cualitativo debió haber ocurrido sin el requisito de un cambio físico en la biología de la persona humana. En este último caso, el efecto de un cambio en el tipo biológico-físico aparente del individuo, debe ser esencialmente "intelectual", en vez de "físico".

En este último caso, se debe definir a los seres humanos con un potencial de ser un cierto tipo de súper especie, una especie en la que el principio esencial del "cambio evolutivo" define una "súper especie" potencialmente inmortal, un tipo de especie virtualmente inmortal en su base, pero también como creando una serie de un cierto conjunto de tipos de "cascarilla externa" como contexto para albergar su existencia.

En este respecto, nos vemos impelidos a proyectar un tipo de existencia que es en lo inmediato todavía "mortal" categóricamente, pero también una especie que es implícitamente inmortal como especie existente.

La ultima opción está apuntalada por la evidencia de que la existencia de los tipos conocidos de procesos vivos dentro de nuestra galaxia está sujeta a un ordenamiento de la sobrevivencia de las especies de acuerdo a un aumento requerido en el orden de la "densidad de flujo energético" requerida, que representaría la precondición para una conjunto de especies que encarnan un orden cualitativamente superior de densidad de flujo energético. Esto requeriría que esa especie satisfaga los requisitos de una especia inmortal en términos de ese marco de referencia.

En ese respecto, la evidencia es de que la especia humana es la única especie inmortal conocida por nosotros hasta el presente, eso bajo la condición de que se satisfaga el requisito de progreso en el orden del nivel de avance en términos de la "densidad de flujo energético".

Tal especie inmortal sería de un tipo congruente con el avance libre de la densidad energética de la cultura, per cápita, y de acuerdo a las implicaciones de otro modo. Sería una especie inmortal en tipo, una especie inmortal en ese sentido.