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El plan del Instituto Schiller para desarrollar Haití

Este artículo se publicó en la edición del 1 de octubre de 2021 de Executive Intelligence Review.

por Richard Freeman y Cynthia Rush

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CC/Cjmadson
Una familia recibe atención médica en una clínica de Puerto Príncipe después del terremoto de 2010.

22 de septiembre -- Cualquier ciudadano moral y preocupado se habría horrorizado con las fotos difundidas en los medios internacionales durante el fin de semana del 18 al 19 de septiembre que muestran a más de 12.000 inmigrantes haitianos acurrucados en condiciones miserables bajo el Puente Internacional de Del Rio, Texas, esperando desesperadamente se les conceda el asilo en Estados Unidos. Después del terrible terremoto del 12 de enero de 2010 en Haití, decenas de miles de haitianos huyeron de su nación destruida y se refugiaron en otros países iberoamericanos, solo para abandonar esas naciones en el período reciente en respuesta a los rumores de que Estados Unidos estaría ofreciendo estatus de protección para los migrantes haitianos.

Pero no fue así; y el gobierno de Biden, que afirma en voz alta tener una política de inmigración "humana", el 19 de septiembre comenzó a cargar a los haitianos como ganado en el primero de los que serían múltiples vuelos diarios durante las siguientes seis semanas para devolverlos a su “hogar” destrozado por una pandemia de COVID, el colapso económico y las secuelas del terremoto de magnitud 7.2 del 14 de agosto. De las muchas nacionalidades diferentes de migrantes que se han reunido en la frontera de Estados Unidos, solo los haitianos están siendo deportados de inmediato. Muchos de los que aterrizaron en Puerto Príncipe, la capital de Haití, el 20 de septiembre, informaron que no les dijeron a dónde iban cuando abordaron los aviones. Algunos dijeron que les habían puesto grilletes en las muñecas, la cintura o los tobillos mientras volaban.

Si esta no es una versión moderna de judíos cargados en vagones de ferrocarril y enviados a la muerte, evoca la imagen del racista Thomas Jefferson, quien luego de llegar a ser Presidente en 1801, dio a conocer que una vez las naciones en guerra de Gran Bretaña y Francia hicieron las paces, Estados Unidos actuaría en concierto con ellos “para confinar la plaga [negra]” a la isla de Santo Domingo [ahora La Española] donde se encuentra Haití.

Un video particularmente desgarrador de la crisis actual mostraba a un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos a caballo usando las largas riendas para amenazar a los migrantes haitianos en las aguas del Río Bravo (que separa a Estados Unidos y México), rodeándolos como si fueran esclavos escapados de una plantación sureña del siglo 19.

Ante esta política de "indiferencia depravada", donde el gobierno ignora deliberadamente las consecuencias de sus propias políticas asesinas, las autoridades haitianas están implorando a Estados Unidos, en vano, que detenga las deportaciones, advirtiendo que no tienen los medios para manejar tal afluencia de personas en las actuales condiciones de crisis.

El 20 de septiembre, el diario Miami Herald citó a Jean Negot Bonheur Delva, el director de la Oficina Nacional de Migración de Haití, quien advirtió que “para estar repatriando personas de regreso a Haití en este mismo momento, y con COVID-19, creo que Estados Unidos debería más bien estar tratando de ayudar a Haití ahora mismo con una moratoria humanitaria ".

Esta horrible situación pide a gritos una ayuda humanitaria urgente y la aplicación inmediata de un programa de desarrollo de urgencia, así como la aceptación de la misión que planteó el estadista y economista físico estadounidense Lyndon LaRouche poco después del terremoto de 2010, en la que pedía a Estados Unidos que firmara un tratado de 25 años con Haití, para ayudar a reconstruir su economía. El pueblo haitiano ha sido “sometido a un historial terrible de todo tipo”, dijo; “a ellos se les prometió esto, y se les traicionó, y se les prometió aquello, y se les traicionó, se prometió y se traicionó. Nunca se les ha cumplido". Ahora es el momento de cumplir, insistió LaRouche en ese entonces. No puede haber curitas o enfoques fragmentados. "Hacemos un contrato con el gobierno, como un acuerdo de tratado, entre Estados Unidos y Haití, para asegurar la reconstrucción de su país, de tal forma que sea realmente un país funcional que pueda sobrevivir".

Hoy, una década después, la misión que LaRouche planteó puede y debe llevarse a cabo, y ahora debe incluir a China como un socio importante, para sacar a Haití de la pobreza abrumadora y convertirlo en el modelo de desarrollo económico para el hemisferio occidental y el mundo.

Sí, Haití se encuentra en zona de terremotos y huracanes. Ese es un problema que puede resolverse mediante la tecnología moderna. El problema principal es que sufre de un gran déficit de infraestructura moderna que es esencial para la construcción de un sistema universal de salud y saneamiento. Ese sistema requiere de suministro de agua potable, sistemas de corredores ferroviarios y de carreteras funcionales, educación, generación y transmisión de energía, aeropuertos y puertos marítimos. Toda esta infraestructura requiere de ciudades resistentes a los terremotos con estructuras como las que ha construido Japón; y el desarrollo de infraestructura agrícola de tecnología avanzada, que permita a los agricultores producir un suministro de alimentos nutritivo y cada vez mayor.

La tarea de reconstruir Haití es abrumadora debido al nivel de destrucción que le impusieron deliberadamente dos siglos de políticas malthusianas. Se tienen que reconstruir todos los sectores de su economía física desde la base, para elevar a su población empobrecida. Pero no es una tarea imposible si China y Estados Unidos colaboran junto con otras naciones de la cuenca del Caribe y América Central, como parte de una Iniciativa de la Franja y la Ruta ampliada y de la Ruta de la Seda Marítima en toda la región.

Haití tendrá que establecer relaciones diplomáticas con China: sigue siendo uno de los pocos países del mundo que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán. China insiste con razón en que solo trabajará con naciones que reconozcan el principio de Una China, y Haití haría bien en seguir el camino tomado por su vecino, República Dominicana, que recientemente rompió con Taiwán y estableció lazos con China; si es así, tendrá esperanza de lograr la participación china en su reconstrucción.

Se trata de genocidio deliberado…

Cada vez que un "desastre natural" golpea a Haití, el país ha sido sometido repetidamente a una política intencional de despoblación. Durante 125 años, el saqueo de Haití por parte de la City de Londres, Wall Street y otros bancos transatlánticos (Francia es clave entre ellos), a los que se unieron en el siglo 20 el Fondo Monetario Internacional y otras agencias multilaterales de crédito, le ha negado el derecho a convertirse en una nación moderna, dejándola indefensa ante los repetidos desastres, el más reciente de los cuales fue el terremoto del 14 de agosto de 2021.

El programa del Instituto Schiller para la reconstrucción de Haití, cuyos esbozos iniciales se presentan a continuación, consiste en un plan de infraestructura unificado, financiado por un sistema hamiltoniano de crédito dirigido, el cual se ha de crear como característica central de una reorganización por quiebra del sistema financiero internacional en desintegración. El Instituto Schiller ha estimado de manera preliminar que un programa viable de reconstrucción de Haití costará entre $ 175 y $ 200 mil millones de dólares, o entre $ 17,5 y $ 20 mil millones de dólares por año durante diez años.

El estadista y economista físico Lyndon LaRouche, identificó las prioridades de desarrollo de esta manera en una videoconferencia internacional el 13 de marzo de 2010:

Miren el caso [de los terremotos] en California. Y el caso es comparable, en cierto sentido…. Miren la [muy poca] cantidad de muertes, bajas y otras cosas, en los terremotos de California, en comparación con Haití. ¿Cuál es la diferencia? ¡Infraestructura!

Anteriormente, en una entrevista de radio del 4 de marzo de 2004, LaRouche había declarado al hablar de Haití:

En mi opinión, siempre se va al peor de los casos, para establecer una política. En tu propio país, observas a la capa más pobre de nuestra población y dices: ‘¿Funcionará esta política para sus hijos y nietos?’. Y si funciona para los más pobres, con justicia, entonces probablemente funcionará para todos, como lo definió Franklin Roosevelt: Ve siempre al ‘hombre olvidado’. Toma a la persona que es la mayor víctima, de la injusticia o la negligencia, y comienza por ahí; y demuestra que realmente estás a favor del bienestar general de la gente, demostrando que estás dispuesto a enfrentar ese problema. Míralo a los ojos y habla de curarlo.

El hecho de no abordar los dramáticos déficits de infraestructura de Haití, especialmente en energía y atención médica, condenará a su pueblo a un futuro de primitivismo, subdesarrollo y pobreza sin fin.

Hoy, esta nación de 11 millones de personas tiene la tasa de mortalidad más alta de bebés y niños menores de cinco años, así como la tasa de mortalidad materna más alta del hemisferio occidental, por encima incluso de las de muchas naciones africanas. La esperanza de vida es de 64,3 años, con mucho la más baja de toda Iberoamérica. El cuarenta por ciento de la fuerza laboral está desempleada según los informes, aunque la realidad es mucho peor que eso; el 59% de la población de Haití gana menos de $2,43 dólares al día, un "salario" que ha llevado a la mayoría de su población a una existencia por debajo de la subsistencia, indigna de la dignidad del hombre. La pobreza se sitúa en un impactante 80% de la población, según algunas estimaciones. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas informa que el 40% de la población de Haití, 4,4 millones, padece "inseguridad alimentaria", aunque de nuevo esa cifra probablemente sea baja. El año pasado, Haití se ubicó en el lugar 104 de 107 países en el Índice Global del Hambre.

GRÁFICA 1
Parámetros físico-económicos
(a)
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EIR

Los tres gráficos de parámetros físico-económicos seleccionados comparativos que aquí se presentan (ver Gráfica 1a, 1b y 1c) dan una idea instantánea de esta destrucción. Se basan en los últimos datos disponibles (generalmente de mediados de la década de 2010) proporcionados por la ONU, el Banco Mundial y otras agencias multilaterales, con la intención de presentar series de tiempo coherentes para los países comparados, y en algunos de los parámetros claramente se subestima la horrible realidad de Haití.

La sensación de desesperanza que engendra esta situación, y la indiferencia criminal que ha mostrado la comunidad mundial durante décadas y siglos, ha llevado a una situación en la que el narcotráfico internacional (organizado desde la ciudad de Londres) y sus bandas de narcotraficantes asociadas han tomado el control de grandes partes de la economía haitiana Han habido oleadas incesantes de refugiados que huyen de la isla. Hoy en día hay alrededor de 2 millones de haitianos que viven en el extranjero, la mitad en Estados Unidos, la mitad en otros países de Iberoamérica y Europa.

La infraestructura de saneamiento que posee Haití es lamentablemente inadecuada, en especial frente a la pandemia de COVID-19 que azota al planeta, y el agua potable y el tratamiento de residuos son casi inexistentes. El llamado de Helga Zepp-LaRouche, fundadora y presidente del Instituto Schiller, para abordar la pandemia mediante la creación de sistemas de salud modernos en todos los países del mundo, debe aplicarse en Haití. Como dijo en un discurso de apertura el 8 de mayo de 2021: "La construcción de un sistema de salud moderno en todos los países puede y debe ser el comienzo de la superación definitiva del subdesarrollo de los países en desarrollo". Los niveles de pobreza, la falta de una dieta nutritiva y la pandemia descontrolada de COVID-19 hacen que la necesidad sea urgente.

La falta de un sistema de salud adecuado junto con la falta de edificios a prueba de terremotos produjo la situación descrita el 2 de septiembre por el representante de UNICEF en Haití, Bruno Maes, quien informó que “la vida de miles de niños y familias afectados por el terremoto está ahora en riesgo, simplemente porque no tienen acceso a agua potable, saneamiento e higiene". Citando a UNICEF, las Naciones Unidas informaron el mismo día que más de medio millón de niños en el suroeste de Haití carecían de acceso a albergue, agua potable e instalaciones de higiene, y "están cada vez más amenazados por infecciones respiratorias agudas, enfermedades diarreicas, cólera y malaria".

De manera espantosa, de las 200 naciones del mundo, Haití ocupa el último lugar en consumo de electricidad per cápita, y obtiene el 75% de su energía del carbón vegetal (derivado de la quema de madera), una tecnología del siglo 16 que hace imposible el avance económico y es un contaminante peligroso, así como un peligro para la salud. La capacidad eléctrica instalada de Haití es insignificante, de 350 MW, con un consumo eléctrico anual promedio per cápita de 37 kilovatios-hora. En comparación, en España el consumo anual de electricidad per cápita en 2020 fue de 5.275 kilovatios-hora, más de 140 veces mayor que el de Haití.

No son desastres “naturales”

Los esquemas de privatización y "ajuste estructural" neoliberales y del FMI habían destruido en gran medida la economía de Haití para principios del siglo 21. Pero el devastador terremoto de magnitud 7,0 del 12 de enero de 2010, que mató a 319.000 personas, fue un punto de inflexión importante. En octubre de ese año siguió una terrible, y predecible, epidemia de cólera y en los años intermedios se produjeron además una serie de fenómenos meteorológicos extremos. En conjunto, asestaron golpes letales a una nación frágil. Cuando se produjo el terremoto en enero de 2010, con la capital de Puerto Príncipe como epicentro, fueron desplazados casi 2 millones de residentes de la capital, se quedaron sin hogar y se apiñaron en campamentos insalubres y míseros, a veces con tiendas de campaña, pero a menudo solo con lonas o toldos, o solo sábanas para protegerlos de los elementos.

Inmediatamente después del 12 de enero, Lyndon LaRouche advirtió que, si no se tomaban medidas de inmediato para evacuar a las personas sin hogar y trasladarlas a un terreno más alto y ubicarlas en viviendas de emergencia antes de que comenzara la temporada de lluvias, esto conduciría a una catástrofe de salud. Pidió que se desplegase al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos para construir las viviendas e instalaciones médicas necesarias y suministrar agua potable.

El Presidente estadounidense Barack Obama rechazó las propuestas de LaRouche, y en su lugar, facilitó la invasión de Puerto Príncipe por parte de un ejército de organizaciones no gubernamentales (ONG) bien financiadas, con millones de dólares para repartir, pero nada para mostrar. No se hizo nada para aliviar las peligrosas y miserables condiciones en la capital y otras ciudades afectadas por el terremoto. Las endebles viviendas “temporales” se volvieron permanentes durante años después del terremoto, y el brote de cólera en octubre de ese año era una conclusión obvia. Incluso hoy en día, en algunas zonas de las afueras de Puerto Príncipe, los campamentos "temporales" instalados después del terremoto de 2010 se han convertido en comunidades permanentes, algunas de las cuales incluyen las tiendas de campaña originales entregadas a las víctimas y otras "casas" remendadas con ladrillos y una variedad de materiales endebles de todo tipo.

El terremoto que asoló Haití el 14 de agosto de este año, con epicentro a 93 millas al oeste de Puerto Príncipe, cerca de la ciudad de Petit-Trou-de-Nippes, causó una tremenda destrucción, al producirse en un país que nunca se había recuperado de la catástrofe de 2010. Al contrario, a Haití se le negó esa tecnología de mitigación de terremotos o la oportunidad de reconstruirse, tras el terremoto de 2010, utilizando métodos modernos.

A esa catástrofe le siguió la sequía de 2015-2017, provocada por el fenómeno El Niño, que arrasó con un sector agrícola terriblemente debilitado por la falta de mecanización y riego adecuado, lo que provocó pérdidas de hasta el 70% en algunas zonas.

Luego, en octubre de 2016, el huracán Matthew azotó el suroeste de Haití y destruyó parcial o totalmente aproximadamente 200.000 viviendas, dejando a 1,4 millones de personas necesitadas de asistencia humanitaria. En los departamentos de Grand'Anse y Sud (Sur), dos de los diez departamentos de Haití, los cultivos quedaron casi totalmente destruidos, lo que agravó enormemente la escasez de alimentos existente.

El golpe final llegó en febrero de 2018, cuando el Fondo Monetario Internacional intervino estratégicamente para destruir la economía, ofreciendo un magro paquete de 96 millones de dólares en préstamos y subvenciones a bajo interés, con la condición de que se recortaran drásticamente los subsidios a los combustibles. En julio, cuando el gobierno cumplió con esta demanda, el precio de la gasolina para el ciudadano promedio se disparó en un 38%, a $4,60 dólares por galón, más alto incluso que el precio en Estados Unidos. El precio del gasóleo subió un 47% y el del queroseno un 51%. Esto dio lugar a manifestaciones callejeras generalizadas y, a menudo, violentas.

Así, la nación no tuvo medios para defenderse del terremoto del 14 de agosto de 2021, en el que, según informes del gobierno, murieron más de 2.200 personas y más de 300 están desaparecidas, que se cree están enterrados bajo los escombros. Más de 12.000 personas resultaron heridas y se estima que unas 600.000 necesitan ayuda humanitaria; más de 50.000 viviendas están completamente destruidas y otras 77.000 dañadas, para un total de 127.000. Durante décadas, las casas en Haití no se construyeron de acuerdo con códigos estrictos, porque los constructores buscaban evitar el costo de adquirir materiales tan esenciales pero costosos como el cemento. Por lo tanto, las casas no estaban construidas a prueba de terremotos, y muchas de estas casas de mala calidad se derrumbaron con una nube de polvo en cuestión de minutos.

Y, sin embargo, la infraestructura de alta tecnología y el desarrollo económico básico pueden mitigar o eliminar casi el 95% o más de los peores efectos de las tormentas, terremotos y sequías. Japón, por ejemplo, ha invertido grandes sumas e investigación en mitigación de terremotos. De las 14 o 15 placas tectónicas conocidas en el mundo, cuatro convergen en Japón, donde se pueden encontrar más de 2.000 fallas activas; donde varios terremotos ocurren cada año. El secreto de Japón: la investigación fundamental e inversión en infraestructura, que se puede reproducir fácilmente en el caso de Haití.

Poner ahora en marcha una movilización económica de emergencia es la única manera de acabar con la pobreza crónica, la desnutrición y las enfermedades, y brindar a los haitianos la oportunidad de desarrollar sus poderes creativos para dirigir su economía hacia etapas más altas de desarrollo.

Un Proyecto fundamental chino

La participación de China es fundamental para poner en marcha un programa de reconstrucción y desarrollo regional de Haití, que por necesidad debe incluir a República Dominicana, que comparte la isla La Española con Haití, y a las demás naciones de la Cuenca del Caribe y Centroamérica, que funcionarán de manera conjunta. como parte del Puente Terrestre Mundial. Como ha demostrado China en los numerosos proyectos que ha financiado como parte de su Iniciativa de la Franja y la Ruta en otras partes del mundo, cuenta con los recursos financieros, el conocimiento tecnológico y, sobre todo, la voluntad de abordar los abrumadores desafíos que plantean situaciones como la de Haití; como lo que China está emprendiendo en África.

Si hubiera un cambio en el estatus diplomático de Haití, China podría empezar con los proyectos que ya están en los planos para empezar a construir, desde la base, como son los sistemas de saneamiento, tratamiento de agua y alcantarillado, viviendas y transporte de Puerto Príncipe, entre otros.

En agosto de 2017, dos empresas chinas, el Instituto de Investigación y Diseño de Ingeniería Municipal del Suroeste de China (SMEDRIC, por sus siglas en inglés) y la Corporación Metalúrgica de China (MCC, por sus siglas en inglés), presentaron una serie de proyectos detallados valorados en $ 4.700 millones de dólares para llevar a cabo la reconstrucción de la capital y sus alrededores. Al dar a conocer su propuesta y producir un breve video sobre ella, la empresa SMEDRIC indicó que los proyectos para la capital de Haití eran parte de una propuesta más amplia de $30 mil millones de dólares para todo el país. Un artículo de Telesur del 1 de septiembre de 2017, informó que la idea de esta serie de proyectos se concibió en la cumbre de la Iniciativa de la Franja y la Ruta del 14 al 15 de mayo de 2017 en Pekín. Poco tiempo después de eso, una delegación china realizó una visita de investigación de 8 días a Haití y se reunió con funcionarios locales.

GRÁFICA 2
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SMEDRIC/video de Bati Ayiti
Componente del plan de desarrollo: Saneamiento y tratamiento de aguas residuales.

Las propuestas de SMEDRIC para Puerto Príncipe son impresionantes y se reflejan en algunos de los gráficos que siguen:

  • Construir una nueva planta de tratamiento de aguas residuales que pueda tratar 180.000 metros cúbicos de aguas residuales por día en Puerto Príncipe. (Ver Gráfica 2). Esta utilizará un flujo de proceso de pretratamiento, tratamiento primario y tratamiento biológico secundario. En la actualidad, no existe una sola planta de tratamiento de aguas residuales en la ciudad, cuya área metropolitana contiene más de 3 millones de personas. Tampoco hay alcantarillas que conecten las aguas residuales de los sumideros, ni en Puerto Príncipe ni cualquier otra ciudad haitiana.

GRÁFICA 3
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SMEDRIC/video de Bati Ayiti
Componente del plan de desarrollo: Depuración y suministro de agua.
  • Construir una planta de depuración de agua que pueda depurar 225.000 metros cúbicos por día para obtener agua potable pura y segura. (Ver Gráfica 3).

  • Instalar 450 baños públicos, espaciados a 3 por cada 1 kilómetro cuadrado, e instituir un sistema de recolección de basura y construir un vertedero de desechos que pueda aceptar 1,500 toneladas por día.

GRÁFICA 4
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SMEDRIC/video de Bati Ayiti
Componente del plan de desarrollo: carreteras y vías férreas.
  • Como se presenta en un video corto preparado por SMEDRIC, el plan plantea “ingeniería vial, como mejoramiento y reconstrucción, ampliación, rehabilitación e instalaciones de transporte. El alcance cubre 12 carreteras principales con instalaciones acompañantes, de una longitud total de 100 km, en donde el drenaje de carreteras es una parte importante de las obras”. Cien kilómetros pueden no parecer mucho, pero si está en Puerto Príncipe y sus alrededores, y tiene drenaje y está ensanchado, es muy importante. (Ver Gráfica 4).

GRÁFICA 5
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SMEDRIC/video de Bati Ayiti
Componente del plan de desarrollo: Captación y drenaje de aguas pluviales.
  • Una serie de planes proponen la construcción de sistemas de drenaje y escorrentía de agua para prevenir inundaciones para "inundaciones que ocurren una vez cada 100 y 50 años", es decir, inundaciones clasificadas como tales, porque son tan excepcionales y con una acumulación de agua tan grande que solo ocurren una vez cada 100 o 50 años. El agua de lluvia se recogerá en tuberías y se descargará en los ríos y el mar. Este es un primer paso hacia la mitigación de inundaciones, en especial por el hecho de que Puerto Príncipe ocupa una llanura aluvial totalmente vulnerable. (Ver Gráfica 5).

GRÁFICA 6
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SMEDRIC/video de Bati Ayiti
Componente del plan de desarrollo: generación y distribución de energía.
  • Construir una central eléctrica de gas natural de 600 megavatios, que se puede ampliar a 2000 megavatios. (Ver Gráfica 6).

  • Construir un nuevo edificio del ayuntamiento como hito central como parte de la reconstrucción de la ciudad vieja de Puerto Príncipe.

El alcalde de Puerto Príncipe, Ralph Youri Chevery, respaldó con entusiasmo el plan en una carta del 25 de agosto de 2017 dirigida a Xie Yong Jian, asesor del Instituto de Investigación y Diseño de Ingeniería Municipal del Suroeste de China, en la cual señala: “Nos complace aceptar la propuesta, proyecto, planificación y construcción del 'proyecto de Renovación Municipal de Puerto Príncipe’.

Al mismo tiempo que SMEDRIC hizo sus propuestas, la empresa de ingeniería haitiana Bati Ayiti, que trabaja con la Corporación Metalúrgica de China, le dio publicidad en su folleto titulado, “Un Proyecto de Infraestructura para Haití: Una Colaboración con la Corporación Metalúrgica de China”, que incluyó la información adicional de que “el Estado de China y otros inversionistas privados chinos declaran un objetivo de inversión de $30 a $70 mil millones de dólares en Haití y hasta $100 mil millones de dólares en el mercado del Caribe con el objetivo de que Haití se convierta en un importante centro de desarrollo en los próximos 10 años.

Estas maravillosas propuestas, cuya implementación habría iniciado el proceso de transformación de Puerto Príncipe y del país, nunca pasaron de las etapas de planificación.

Al Instituto Schiller se le dijo en ese momento que el Fondo Monetario Internacional y los intereses relacionados de Wall Street presionaron a Haití para que los rechazara. El Departamento de Estado y el gobierno de Estados Unidos, ya nerviosos porque Panamá había roto con Taiwán apenas dos meses antes, el 13 de junio, no iban a tolerar ningún plan cuya aceptación por parte de Haití implicara su voluntad de romper con Taiwán.

El ferrocarril Haití-República Dominicana

La propuesta para la construcción de un ferrocarril Haití-República Dominicana, que hizo la Corporación de Construcción de Ingeniería Civil de China (CCECC, por sus siglas en inglés), agrega otra dimensión a la discusión sobre la transformación de Haití con la ayuda de China. El 20 de febrero de 2018, la publicación haitiana en línea Hougansydney.com publicó un artículo titulado “Proyecto para construir un ferrocarril internacional entre Haití y la República Dominicana propuesto al presidente [dominicano] Danilo Medina”, en el cual se describe la propuesta a Medina, de parte del Consejo Dominicano de Desarrollo Regional (CDDR) con sede en la región del Cibao, para que se construya un ferrocarril, comenzando en el sureste del país (el puerto de Haina), yendo en sentido contra el reloj, que uniera ciudades portuarias, cruzando el norte de República Dominicana, hasta que “ finaliza su viaje en Haití ". Para que esto funcione, tendrá que haber un ferrocarril en Haití.

Esta no era una propuesta nueva; se ha debatido durante años, desde 2008. Pero, después de que el gobierno dominicano anunciara el 1 de mayo de 2018 que había roto con Taiwán y establecido relaciones diplomáticas con Pekín, el CDDR y la Corporación de Construcción de Ingeniería Civil de China (CCECC), presentaron en septiembre de ese año una propuesta oficial al Presidente Danilo Medina para la construcción de un ferrocarril internacional, a ser financiado por CCECC, para conectar República Dominicana con Haití, e incluyó también varios grandes proyectos de infraestructura a ser construidos en República Dominicana. La propuesta fue reactivada nuevamente por el CDDR en mayo de 2021, según BNamericas, pero según fuentes en República Dominicana, el actual Presidente Luis Abinader, quien ha sido presionado por Estados Unidos para que se distancie de China desde que asumió el poder en agosto de 2020, no ha proseguido con la propuesta.

Dado que dichos proyectos siempre son revisados y aprobados por la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo de China (la antigua agencia del Plan Quinquenal), se puede suponer que el gobierno considera que el plan es importante. La suma de inversión de $30 a $70 mil millones de dólares en Haití mencionada por la Corporación Metalúrgica de China está a la par con la inversión planificada para el estratégico Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) en su conjunto, que es de $62 mil millones de dólares. Esto indica que los chinos se toman en serio la idea de convertir a Haití en “un importante centro de desarrollo en los próximos 10 años” en el Caribe, que invariablemente involucra a Centroamérica.

Este plan luego se integraría en una serie de propuestas de la Ruta de la Seda Marítima y de la Franja Económica Terrestre. Estará vinculado al existente Canal de Panamá ampliado; un Gran Canal Interoceánico propuesto en Nicaragua; la construcción de una línea ferroviaria de alta velocidad a través del tapón de Darién; la construcción de un Ferrocarril Bioceánico (una de cuyas rutas comenzaría en el puerto brasileño de Santos en el Océano Atlántico, atravesando Bolivia hasta el Distrito del Callao en Perú en el Océano Pacífico); y otros proyectos que enlazan con el Puente Terrestre Mundial. China ha desarrollado diseños y ha ofrecido financiamiento para varios de estos proyectos.

GRÁFICA 7
La Franja y la Ruta de la Cuenca del Caribe
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EIR

Un nuevo puerto de aguas profundas en Fort Liberté en la costa norte de Haití, junto con proyectos similares en Ponce, Puerto Rico, y Mariel, Cuba, formarán puntos de transbordo decisivos para un mayor tránsito de carga hacia las costas del Golfo de México y del Atlántico de Estados Unidos como parte de la Ruta de la Seda Marítima. (Ver Gráfica 7).

El programa del Instituto Schiller

A continuación, se enumeran ocho áreas fundamentales de infraestructura, industria y agricultura, que constituyen el núcleo de la economía haitiana. Para cada área, presentamos qué capacidades existen y cuáles son los problemas, junto con las soluciones que recomienda el plan de desarrollo del Instituto Schiller.

I. Energía y Electricidad

La existencia de la humanidad se sustenta en el aumento constante de la densidad de flujo energético. La introducción de la electricidad creó un nuevo nivel superior de densidad de flujo energético, un nuevo salto tecnológico. Una economía que tiene un suministro abundante de electricidad puede adoptar una plataforma físico-económica que emplee máquinas-herramienta de cinco ejes, ferrocarril electrificado de alta velocidad, superconductividad, rayos láser y de energía coherente, hasta comunicaciones interespaciales, imágenes de resonancia magnética y tomografía computarizada. En la actualidad, Haití no dispone de ninguna fuente confiable de generación de energía y la que tiene, en gran parte basada en el carbón vegetal, es primitiva, representa una grave amenaza para la salud y es peligrosa. Esto es característico de la existencia feudal del siglo 16 impuesta a Haití por la City de Londres y Wall Street.

Hace unos 25 años, Haití, privada de electricidad, se vio obligada a recurrir aún más al carbón vegetal como su principal fuente de energía. El informe del 23 de diciembre de 2020 del “Marco estratégico” de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), afirma que en las zonas rurales de Haití la mayoría de los hogares no tienen acceso a la energía y, por lo tanto, utilizan la leña, que proviene de la tala de bosques. Casi el 90% de los hogares de Puerto Príncipe y otras ciudades importantes utilizan carbón vegetal. Solo el 30% de Haití todavía está cubierto por bosques. Comparen eso con la descripción que hace Frederick Douglass el 2 de enero de 1893 de un Haití verde, en la que dice que “su calor tropical y la humedad insular mantienen su vegetación fresca, verde y vigorosa durante todo el año. A una altitud de dos mil doscientos metros, sus montañas todavía están cubiertas de bosques de gran variedad y gran valor”.

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USAID
Haití carece de carbón, petróleo o gas natural, y sin los medios para importar estos combustibles, se ha visto reducida a quemar carbón vegetal, visto aquí en sacos.
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VOI
Haití, dos veces devastado por grandes terremotos en once años, clama por ayuda humanitaria y un programa de desarrollo económico de urgencia.

Si no se ayuda a Haití a salir de esta prisión, toda la asistencia de ayuda en el mundo no significará nada; nunca avanzará ni se desarrollará, su pueblo nunca crecerá. Para que el país alcance el consumo anual de electricidad por persona de España, por ejemplo, requerirá aumentar su capacidad de generación eléctrica instalada en más de 75 veces, desde su nivel actual de 350 megavatios de capacidad instalada, a alrededor de 27 gigavatios, dejando de lado por el momento otros factores relevantes.

Esto se puede hacer en dos etapas. Haití puede alcanzar la mitad de esa capacidad instalada de generación de electricidad, 13,5 gigavatios, en los próximos diez años. Consistirá en una mezcla de energía nuclear (incluidas las plantas flotantes), carbón limpio y gas natural. Las plantas variarán en tamaño desde 100 megavatios hasta 1000 megavatios. Además, la capacidad de generación hidroeléctrica, incluidos los 54 MW de la presa Péligre, y la de las nuevas presas, se puede ampliar enormemente en tres veces. Esta mayor electrificación romperá el estancamiento para abastecer de energía a los hogares y hospitales, a la purificación de agua, a las empresas y a la industria, a la agricultura y al transporte, cambiando drásticamente la vida cotidiana de todos los haitianos.

II. Un sistema de salud universal

Haití necesita urgentemente un sistema de salud moderno, tal como lo ha propuesto para todo el mundo la fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche. En su discurso de apertura en una conferencia del Instituto Schiller el 8 de mayo de 2021, Zepp-LaRouche advirtió que, dada la pandemia de COVID-19:

La única forma de detener eso y las pandemias futuras es crear un sistema de salud mundial, lo que significa un sistema de salud moderno en todos los países. Porque si no se detiene la pandemia hasta en el país más pobre del planeta, esta volverá; Habrá nuevas variantes, nuevas cepas, que al final podrían hacer obsoletas las vacunas que ya se han distribuido. Por lo que estamos en una carrera a contrarreloj.

Zepp-LaRouche propuso que todos los países deberían tener los medios para hacer

lo que se hizo en Wuhan [China] cuando estalló la pandemia. ¡Construye hospitales! Esto se puede hacer con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, con organizaciones de ayuda. En una semana, se puede construir un hospital para 1000 personas. Luego, estos hospitales modernos necesitan médicos y enfermeras bien formados. Necesita mucha agua limpia. Dos mil millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable. Necesita mucha electricidad; esto no se puede hacer sin infraestructura. Por tanto, la construcción de un sistema de salud moderno en todos los países puede y debe ser el comienzo de la superación definitiva del subdesarrollo de los países en desarrollo.

El 18 de agosto, cuatro días después del terremoto, la doctora Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, informó que 24 establecimientos de salud fueron dañados o destruidos en los tres departamentos más afectados por el terremoto, y llamó a la comunidad internacional a responder de inmediato para satisfacer las “inmensas necesidades” de Haití, de entre otras cosas, personal de salud, suministros, equipo y transporte de pacientes, con el fin de restaurar los servicios de salud en las áreas afectadas. También señaló la necesidad urgente de vacunas contra la COVID-19. Hasta la fecha, se ha vacunado menos del 1% de los 11,25 millones de habitantes de Haití y solo han llegado 500.000 dosis de la vacuna a través del mecanismo de COVAX, que proporciona la vacuna a los países en desarrollo. Si bien el número oficial de casos de COVID-19 es bajo, es casi seguro que se trata de un recuento insuficiente. El Instituto Schiller pide que se pongan a disposición de Haití 14 millones de dosis de vacunas para elevar rápidamente su tasa de vacunación al 60%.

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UN/Sophia Paris
Sin técnicas ni equipos agrícolas modernos, la población de Haití depende de la ayuda alimentaria de organismos como el Programa Mundial de Alimentos y la Agencia de Cooperación Técnica y Desarrollo, una ONG francesa.

El sistema de unidades de cuidados intensivos de Haití casi no tiene capacidad para manejar casos de COVID-19 u otras emergencias. Según un estudio titulado "Capacidad de cuidados intensivos en Haití: una encuesta transversal a nivel nacional", publicado en la revista Plos One del 23 de junio de 2019, Haití solo tiene 124 camas de unidades de cuidados intensivos a nivel nacional y 53 camas adicionales designadas para pacientes críticamente enfermos, la mayoría de los cuales estaban en los departamentos de emergencia. La escasez de personal médico y de camas de hospital es espantosa. Haití tiene 0,25 médicos por cada 1.000 habitantes, una décima parte del nivel estadounidense de 2,3 médicos por cada 1.000 habitantes. Tiene 0,11 enfermeras por cada 1.000 habitantes, una centésima parte del nivel estadounidense de 11,7 enfermeras por cada 1.000 habitantes, lo que en sí mismo es inadecuado. Hay 7.982 camas de hospital en todo el país, o 0,71 camas por cada 1.000 habitantes.

El estándar que se ha de proporcionar en Haití está en el rango de 4 camas de hospital por cada 1000 residentes en cada comunidad, que fue la directriz establecida por la Ley Hill-Burton de 1946 de Estados Unidos. (Ley de inspección y construcción de hospitales), que se sustentaba en el principio de que las autoridades de salud determinan cuántas camas por cada 1.000 personas se necesitan en cada región según los estándares médicos modernos y el tipo de transporte disponible. Contar con instalaciones médicas modernas y personal adecuado, junto con un saneamiento moderno y una nutrición adecuada, comenzará a ayudar a abordar las tasas de mortalidad infantil y materna de Haití, las más altas del hemisferio occidental.

Esto significa que Haití necesita construir, con la ayuda especialmente de Estados Unidos y China, 185 nuevos hospitales modernos, que alberguen 47.000 nuevas camas de hospital, durante los próximos ocho años. La contratación de trabajadores de la construcción y personal médico y técnico para construir y administrar el hospital agregará empleo a 100,000 personas, con niveles de capacitación cada vez mayores. La construcción de hospitales se descentralizará, de modo que se construirá un hospital de 500 a 700 camas en cada uno de los otros nueve departamentos, aparte del departamento Ouest (Oeste) donde se encuentra Puerto Príncipe, y en donde se concentra la mitad de los hospitales existentes en el país. Haití también debe recibir al menos 50 escáneres de resonancia magnética, 50 aparatos para hacer tomografías computarizadas y 200 máquinas de rayos X para fines de diagnóstico y examen completo. Las facultades de medicina deben participar para aumentar el número de médicos en Haití de los 2.800 actuales a 20.000, y el número de enfermeras o enfermeros de los 1.200 actuales a 100.000. Se debe alentar a la diáspora haitiana en Estados Unidos y en otros lugares, que tienen niveles de capacitación relativamente más altos que la población nacional, a regresar y ayudar en esta área, y en otras. (Ver la Sección VII. Industria y fuerza laboral, más abajo).

III. Hambre y agricultura

El Programa Mundial de Alimentos de la ONU clasifica a 4,4 millones de haitianos, el 42% de la población, como personas con "inseguridad alimentaria" y con una necesidad urgente de asistencia alimentaria. En un viaje a Haití el 16 de septiembre, el director del WFP, David Beasley, informó que más de cuatro millones de personas en el país "están literalmente marchando hacia la inanición, y de esos, un millón están ante el umbral de la hambruna". Se refirió a la asistencia necesaria en toda la zona afectada por el terremoto, y tuiteó desde la aldea de Manich, “4 de cada 5 personas en esta aldea necesitan acceso a alimentos, refugio y atención médica YA. Me refiero a las necesidades más básicas. Estas familias tuvieron la suerte de salir con vida. Ahora necesitan nuestra ayuda". El terremoto exacerbó la grave crisis de inseguridad alimentaria que ha afligido a Haití durante años, pues arrasó con los cultivos y el ganado, arrasó los mercados y contaminó las vías fluviales que se habían utilizado como fuente de agua potable.

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PMA/Alexis Masciarelli
En su aula de la Escuela Nacional Catherine Flon, en Jeremie, los niños de primaria reciben una comida diaria, caliente y nutritiva gratuita proporcionada por el Programa Mundial de Alimentos.

El arroz es el alimento básico más importante de la dieta haitiana. En 1985, la producción local de arroz de Haití fue de 163.296 toneladas métricas, con 7.337 toneladas métricas adicionales importadas de Estados Unidos, para un total de 170.663 toneladas métricas. La producción nacional representaba el 96% del consumo y, por lo tanto, Haití fue autosuficiente en el consumo de arroz, aunque a un nivel miserablemente bajo. Pero en las décadas de 1980, 1990 y en el nuevo milenio, la situación cambió drásticamente gracias a la manipulación política y económica orquestada por el gobierno de Estados Unidos y los asesinos "programas de ajuste estructural" del Fondo Monetario Internacional. En 1984, el presidente Ronald Reagan impulsó la Iniciativa de libre comercio de la Cuenca del Caribe, mediante la cual Haití se “integró al mercado global” y se le dijo que redirigiera el 30% de su producción nacional de alimentos hacia cultivos de exportación. Dos años después, la junta militar en el poder bajo el mando del general Henri Namphy aceptó $ 24,6 millones de dólares en préstamos del FMI, con la condición de que aceptara recortar los aranceles del arroz del 150% al 50%, el más bajo del Caribe.

Todos los puertos de Haití se abrieron a la actividad comercial internacional y se eliminó lo poco que quedaba de apoyo a los precios para los agricultores. Los años siguientes vieron la imposición repetida de la austeridad del FMI, un embargo económico e invasión de Estados Unidos, y una extraordinaria reducción adicional en 1994 del arancel sobre las importaciones de arroz del 35% al 3%, lo que convirtió a Haití, increíblemente, en la "economía más abierta" de todo el Caribe.

El pronóstico del Servicio Agrícola Exterior del Departamento de Agricultura de EU de julio de 2020 a junio de 2021, estimó que la producción nacional de arroz de Haití sería de 75.000 toneladas métricas e importa 495.000 toneladas métricas (90% de ellas de EU) lo que reduce su autosuficiencia de arroz a ¡una espeluznante tasa del 13%! Desde 1985, la producción nacional de arroz de Haití ha caído un 55%. Los ingresos agrícolas se desplomaron; muchos agricultores se vieron obligados a abandonar la tierra, y a menudo terminaron en la llamada "economía informal", incluso en el letal tráfico de drogas. Los efectos de este "libre comercio" imperial británico se extendieron, de modo que hoy, entre el 40% y el 50% o más de la dieta de Haití proviene de las importaciones, incluidos el trigo y las aves de corral.

GRÁFICA 8
Topografía de la isla La Española
NASA/JPL/NGA
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Para que Haití produzca suficientes alimentos para su población y, finalmente, también para la exportación, debe tener acceso a métodos agrícolas modernos, incluso para su uso en las cinco cadenas montañosas que atraviesan y cubren el 70% de su territorio en el que se producen y venden algunos alimentos, aunque de manera ineficiente. (Ver Gráfica 8).

Los productores deben poder abordar problemas como la erosión del suelo, causada en parte por el uso generalizado de carbón vegetal, que conduce a la deforestación y la pérdida de la capa superficial del suelo durante las lluvias. Los agricultores carecen de bienes de capital, como tractores y otra maquinaria agrícola, y tienen poco acceso al capital financiero. Casi no hay riego; de los 16.000 km cuadrados de tierras agrícolas de Haití, solo 970 km cuadrados, o sea el 6%, están equipados para riego. Los rendimientos y la productividad de los cultivos en la agricultura son extremadamente bajos.

Y, sin embargo, el potencial agroclimático del país es grande, porque puede producir cultivos y árboles tanto tropicales como templados. Hay buenas precipitaciones y dos temporadas de cultivos. Con buenos fertilizantes, semillas, equipo agrícola, aplicaciones oportunas de agua, etc., los rendimientos pueden aumentar drásticamente para los cultivos que se pueden producir: arroz, maíz, sorgo, caña de azúcar y una amplia gama de frutas y verduras (como mangos), además de especialidades que incluyen café, sisal y plantas aromáticas. La reforestación también debe continuar, restableciendo toda la gama de tipos de árboles, desde pinos hasta árboles frutales, viables para las latitudes adecuadas.

Las condiciones para los peces de agua dulce pueden mejorarse en ríos y lagos. Dado que Haití está rodeado por el océano por tres lados, es necesario explorar a fondo el potencial para desarrollar una industria pesquera, tanto para la producción nacional como para la exportación. Hay 270 especies de peces diferentes en el Golfo de Gonaives, pero la profunda pobreza en las zonas rurales de Haití impide que los pescadores adquieran los barcos o embarcaciones más grandes necesarios para realizar grandes capturas. Esto también proporcionará una excelente fuente de proteína animal, que tanta falta hace en la dieta haitiana hoy en día.

Si bien los programas internacionales de ayuda exterior han aportado varios miles de millones de dólares a Haití, y algunos de ellos con buenos propósitos a corto plazo, no han cambiado en absoluto los fundamentos de la economía haitiana. Menos de 500 millones de dólares para comprar 3.000 tractores de gran tamaño con tracción en las cuatro ruedas y 100 caballos de fuerza; una flota de 100 barcos de pesca comercial; bombas, aspersores, etc. para sistemas de riego por goteo o pivote central; fertilizantes y semillas; y la hidroponía y la acuicultura, producirán un impulso de desarrollo mucho más poderoso y duradero.

IV. Ferrocarriles y carreteras

Anteriormente en este informe, hablamos del plan de la Corporación de Construcción de Ingeniería Civil de China (CCECC, por sus siglas en inglés) para construir un Ferrocarril Internacional República Dominicana-Haití, que conectaría Haití con República Dominicana. La CCECC es una empresa muy competente y experimentada. Si se propusiera y defendiera una línea ferroviaria haitiano-dominicana, y se comprometiera a financiarla en las circunstancias apropiadas, entonces es casi seguro que se examinaría y diseñaría en términos generales (y quizás con gran detalle) un proyecto de la parte haitiana de la línea.

GRÁFICA 9
Un plan de desarrollo para Haití
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EIR

El Instituto Schiller actualmente no tiene el diseño de la CCECC para la parte haitiana de la línea ferroviaria, pero un sistema ferroviario que beneficiaría enormemente a la economía conectaría partes o todas las ciudades portuarias que rodean la costa de 1.770 km de Haití. La línea completa comenzaría en la ciudad portuaria de Fort Liberté y continuaría hacia el oeste hasta la ciudad portuaria de Cap-Haitien, hacia Port-de Paix, luego hacia el sur hasta Anse Rouge, Gonaives y Port-au-Prince, y luego hacia el oeste hasta Jeremie, Port-Salut, Les Cayes y Laborleux. (Ver Gráfica 9).

Además de las líneas que se muestran en el mapa, se podrían construir dos líneas ferroviarias desde Puerto Príncipe: una línea directa que va hacia el norte hasta Fort Liberté, y la otra, una línea directa hacia el suroeste hasta Jacmel, ambas deben ser o bien ferrocarril electrificado de alta velocidad o líneas de levitación magnética. Esto acelerará el movimiento de mercancías y personas a los rincones del país. Además, el plan del Instituto de Investigación y Diseño de Ingeniería Municipal del Suroeste de China para mejorar y ampliar 100 km de carreteras para vehículos motores en el área de Puerto Príncipe, es un buen comienzo para extenderlo a 1.620 km de carreteras principales que se tejen a lo largo de Haití, para comenzar a conectar el país.

V. Aeropuertos y puertos marítimos

Haití tiene hoy sólo tres puertos marítimos internacionales. El Puerto Internacional de Puerto Príncipe, que maneja una gran parte del tráfico, que está envejecido y tiene una capacidad limitada. En 2011, en un intento por ayudar a Haití a recuperarse del terremoto de 2010, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) encargó un estudio de viabilidad para ver si uno o dos puertos en la parte norte del país, el puerto limitado de Cap-Haitien y el puerto de Fort Liberté, que hoy manejan solo pequeñas cantidades de tráfico, podrían profundizarse y equiparse con modernas grúas pórtico completas, etc. para aumentar sus capacidades. La USAID colocó el costo de mejora de la construcción para los dos puertos entre $185 y $250 millones de dólares, de los cuales el gobierno de Estados Unidos comprometería $70 millones de dólares, y el resto provendría del sector privado. Dado que el puerto de Cap-Haitien tiene un terreno limitado en el que se puede ampliar un puerto, la atención se centró en la construcción del puerto en Fort Liberté.

La expansión propuesta por USAID del puerto de Fort Liberté y lo que implicaba para el desarrollo de Haití hizo sonar las alarmas entre los maltusianos internacionales, quienes se lanzaron a la acción poco después de que se emitiera el informe inicial de 2011 para advertir absurdamente que el proyecto amenazaba la existencia de arrecifes de coral en todo el Caribe.

Un artículo del 1 de octubre de 2012 en Reef Relief proclamó que "las lagartijas y los arrecifes de coral raros complican el proyecto multimillonario del puerto marítimo de Haití", y cita un "estudio sombrío" de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cuya “investigación halló que los arrecifes de coral en todo el Caribe están al borde del colapso ". Recordemos que la UICN fue fundada por el eugenista y maltusiano Julian Huxley, cuyo propósito declarado era eliminar a las "personas inferiores" de las filas de la humanidad.

Luego, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos (GAO, por sus siglas en inglés), integrada por personas que a menudo se especializan en recortar infraestructura, emitió un informe en junio de 2013, titulado: “Reconstrucción de Haití”, que criticaba el trabajo de la USAID en Haití. Dos informes de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial propusieron como punto de partida "no hacer nada", lo que efectivamente aniquiló el proyecto de expansión del puerto de Fort Liberté. En 2018, la USAID propuso modificaciones relativamente menores al puerto de Cap-Haitien.

No es de extrañar que el proyecto Fort Liberté ofendiera a los fanáticos de la despoblación. La bahía de Fort Liberté tiene una profundidad de 72 pies, mucho más profunda que los 53 pies del Puerto de Los Ángeles, en California, el puerto de mayor volumen comercial de Estados Unidos que puede albergar los buques portacontenedores más grandes del mundo.

El Instituto Schiller propone que el proyecto de ampliación y mejora del puerto de Fort Liberté se retire de los estantes y se actualice, como un componente fundamental del plan para revitalizar Haití. Un punto de partida útil es evaluar los documentos preparados por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU, que se trajeron para evaluar el proyecto en 2011 y 2012.

Los miembros de la diáspora haitiana con sede en Estados Unidos también han contribuido a la discusión sobre este proyecto. En una conversación reciente con el Instituto Schiller, un ingeniero haitiano radicado en EU informó que, si el puerto de Fort Liberté se construyera lo suficientemente grande, podría manejar buques portacontenedores que contengan contenedores de más de 16,000 TEU (unidades equivalentes a veinte pies), que actualmente no se puede manejar en dos de los principales puertos de Florida, Port Jacksonville y Port Everglades (máximo 9.000 TEU). Esta fuente sugirió que los grandes buques portacontenedores internacionales podrían viajar primero a un puerto en Fort Liberté con su gran capacidad y dividir su carga para trasladarla a contenedores de menor TEU que luego se enviaría en buques para Port Jacksonville y Port Everglades.

La expansión del puerto no solo fortalecerá en gran medida el papel de Haití como centro de la región, sino que también servirá como un imán para atraer y proporcionar empleos y capacitación para la fuerza laboral necesaria para administrar el puerto.

Dentro de Haití, la falta de aeropuertos (y carreteras utilizables) obstaculiza enormemente el transporte nacional, lo que se ve de manera más dramática en los esfuerzos recientes de las organizaciones de ayuda para transportar asistencia de emergencia a las partes del país más afectadas por el terremoto del 14 de agosto. El país tiene solo 14 aeropuertos, de los cuales solo cinco o seis tienen pistas pavimentadas y vuelos programados. Muchas de las "pistas" son en realidad poco más que caminos de tierra. Los sistemas de radar son muy viejos, si es que existen. El aeropuerto Port-de-Paix, el tercero más grande del país en términos de tráfico de pasajeros, no ha tenido radar durante la mayor parte del siglo 21, por ejemplo. El estado de Florida, con el doble de la población de Haití, tiene 520 aeropuertos.

La miserable red de aeropuertos del país debe actualizarse, lo que también requerirá la instalación de un sistema de radar moderno y que funcione bien. Para 2027, Haití debería tener 25 aeropuertos que puedan manejar vuelos programados, la mitad de los cuales tengan pistas pavimentadas y lo suficientemente largas para acomodar aviones de pasajeros Boeing 787, y los aviones de transportes militar pesado estadounidenses Boeing C17 Globemaster III para poder brindar ayuda de emergencia.

VI. Saneamiento y purificación de agua

En la capital de Puerto Príncipe, con una población de tres millones de habitantes en su zona metropolitana, no hay una sola planta de tratamiento de aguas residuales. Tampoco hay alcantarillas que conecten las aguas residuales de los lavabos y similares. Muchos residentes usan letrinas; la gente arroja basura y aguas residuales en los canales que atraviesan la ciudad, lo que genera enfermedades y se desborda cuando llueve. La planta de tratamiento de aguas residuales al aire libre en Morne à Cabrit, a 40 millas de Puerto Príncipe, es la única planta de tratamiento que funciona en todo el país. Los desechos, incluidos los desechos humanos, y la basura fluyen a través de algunos de los ríos y arroyos del país y lo anegan. Las enfermedades transmitidas por el agua, especialmente la fiebre tifoidea, el cólera y la diarrea crónica, representan un porcentaje significativo de las muertes. Al mismo tiempo, los residentes de los complejos de apartamentos a menudo deben de tratar con cloro el sistema de agua del edificio para poder ducharse de forma segura.

En cuanto al agua potable, "el 42,3% de la población total de Haití lucha por el acceso al agua potable" en este momento, según el Proyecto Borgen, que hace seguimiento al acceso de las naciones en desarrollo a los servicios básicos. Otras estimaciones sitúan esta cifra en un 50%. El Proyecto Borgen también informa que las tres cuartas partes de los hogares haitianos carecen de acceso a agua corriente. Cientos de pueblos haitianos obtienen el agua de bombas manuales que a menudo ni siquiera funcionan, o de pozos. Las aldeas que carecen de pozos o bombas manuales dependen del gobierno o de las ONG para entregar agua en camiones cargados con 200 cubos de agua de cinco galones para proporcionar un total de 1,000 galones de agua limpia, cuando sea posible. En las ciudades, mucha gente bebe agua embotellada. La falta de una fuente confiable de agua limpia dificulta las operaciones diarias de las plantas procesadoras de alimentos, panaderías y otras empresas.

La propuesta de SMEDRIC y MCC a la que nos hemos referido antes, plantea la construcción de una nueva planta de tratamiento de aguas residuales que pueda tratar 180.000 metros cúbicos de aguas residuales al día en Puerto Príncipe. Utilizará un flujo de proceso de pretratamiento, tratamiento primario y tratamiento biológico secundario. Las plantas de tratamiento con esta capacidad se construirán en los 10 departamentos del país para 2026, lo que elevará la capacidad combinada de tratamiento de residuos a 1,8 millones de metros cúbicos por día. Este es un buen punto de partida, pero puede resultar insuficiente. La planta de Tratamiento Avanzado de Aguas Residuales Blue's Plains de Washington, DC, procesa al menos cuatro veces la capacidad de tratamiento de desechos proyectada de Haití, para una población que es menos de un tercio de la de Haití.

La propuesta de SMEDRIC y MCC también plantea la construcción de una planta de purificación de agua capaz de purificar 225.000 metros cúbicos por día para agua potable segura y pura en Puerto Príncipe. Quince de estas plantas, con la misma capacidad, se construirán en todo el país, con al menos una en cada departamento, para el 2026. Para obtener un suministro abundante de agua limpia rápidamente, se considerará la implementación de plantas de desalinización nuclear y el uso avanzado de láseres para depurar el agua.

VII. Industria y fuerza laboral

La economía haitiana de hoy en día se parece mucho a la dominada por la Compañía Británica de las Indias Orientales del siglo 18. La economía informal, la industria textil y de la confección de muy bajos salarios y la industria productora de carbón vegetal son las características definitorias de una economía que degrada y brutaliza a su fuerza de trabajo. La publicación del Banco Mundial de mayo de 2015, Haiti: Towards a New Narrative (Haití: Hacia una nueva narrativa) informa que el 47% de la economía haitiana es informal (clandestina) y cuyos "trabajadores" venden de todo, desde artesanías, comida callejera y chicle, hasta importaciones ilegales, bienes robados, y drogas. En general, el 65% de la fuerza laboral de Haití está desempleada o subempleada en la economía informal. La agricultura comprende el 40% de la economía; el empleo formal, principalmente en la industria y los servicios, representa solo el 13%.

La industria de la confección, textiles y prendas de vestir, impulsa la economía primitiva y emplea a 57.000 trabajadores. El trabajador textil que produce para la exportación gana 420 gourdes, la moneda local, o alrededor de $5,00 dólares por día. Las exportaciones de textiles, la mayoría de las cuales van a Estados Unidos, representan el 90% de todos los ingresos de exportación de Haití. Esto no es un nuevo fenómeno. Los programas de austeridad del FMI impuestos al país a partir de mediados de la década de 1980 ayudaron a transformar Haití en una gigantesca fábrica de explotación, en la que las plantas de cadena de montaje, las infames maquiladoras conocidas en México, Centroamérica y en muchos países en desarrollo, se convirtieron en las principales empresas empleadoras del país. Para 1985, Haití ocupaba el noveno lugar en el mundo en el ensamblaje de bienes para el consumo estadounidense, obteniendo la dudosa distinción de ser el mayor productor mundial de pelotas de béisbol y entre los tres primeros en el ensamblaje de productos como peluches, muñecas y ropa.

El informe Strategic Framework 2020-2022 (Marco estratégico 2020-2022) de la USAID, establece para Haití que la producción de carbón emplea a más de 150.000 personas en todo el país. Fuera de la agricultura, esta es la mayor fuente de empleo informal en Haití hoy, parte integral de la economía del carbón vegetal que ha aprisionado a Haití en una economía feudal de primitivismo y genocidio.

La mayor parte de la industria de Haití es la industria ligera, ya que casi no hay bienes de capital medianos o pesados. La población activa tiene un nivel educativo muy bajo y no está calificada.

Se desarrollarán cinco parques de máquinas-herramienta en todo el país, cada uno compuesto de cinco a diez empresas de máquinas-herramienta con 5 a 30 trabajadores cada una. Cada empresa estará dirigida por un operador de máquinas herramienta calificado, que podría contratarse en Estados Unidos, China, Francia, Alemania, Suiza o Italia. La capacitación de los empleados incluirá cuatro o cinco años de educación combinada en el aula y capacitación en el trabajo.

En 2015 se anunciaron planes para construir la planta de cemento Siman Lakay de $300 millones de dólares en Gonaives, capaz de producir una buena parte de los 4,5 millones de toneladas de cemento que se necesitan en Haití al año y generar unos 2.200 puestos de trabajo cualificados. El proyecto debía haber sido financiado por inversionistas extranjeros y haitianos, pero por razones que no están claras, nunca se construyó. Se construirá ahora como parte del programa de desarrollo. El vecino de Haití, República Dominicana, con su industria cementera y como parte de un plan de desarrollo regional, puede participar en estos planes, ya que cuenta con 16 plantas de producción de cemento y ya exporta más de la mitad de su producción anual a Haití. También se construirán dos mini fábricas de acero, cada una con una capacidad de 150 toneladas, a un costo combinado de 250 millones de dólares, y algunas más se construirán más adelante, junto con algunas plantas de fabricación. Estas plantas permitirán a Haití comenzar a satisfacer algunas de sus necesidades industriales más básicas.

Un factor que será crucial para impulsar el desarrollo de Haití es su gran diáspora. Una estimación sitúa el número de inmigrantes haitianos que viven en Estados Unidos en 760.000, aunque otra que incluye a los haitiano-estadounidenses, sitúa el número en 1,3 millones de personas. También hay más de un millón de haitianos viviendo en conjunto en República Dominicana, Cuba, Canadá y Francia. Varios de ellos tienen un fuerte compromiso emocional con el desarrollo de Haití. Un estrato significativo de la diáspora son los profesionales, incluidos ingenieros, médicos, enfermeras, arquitectos, comerciantes y algunos profesionales financieros.

Un programa de desarrollo del tipo que propone el Instituto Schiller servirá como un imán para atraer a muchos de estos profesionales de regreso a su país, ya sea de forma permanente o por períodos más cortos, donde trabajarán con gerentes de proyectos chinos, estadounidenses y haitianos, o contribuir con sus habilidades profesionales de otras formas. Agregarán un valioso margen de talento para llevar el éxito a estos proyectos.

VIII. Educación

El sistema económico feudal impuesto a Haití durante la mayor parte de su historia le ha impedido crear la fuerza laboral educada que necesita para su desarrollo futuro. La organización Schools for Education en Haití informa en su sitio web que “la tasa de matrícula en la escuela primaria en Haití es del 57% y menos del 30% de los estudiantes llegan al sexto grado. Las escuelas secundarias matriculan al 20% de los niños en edad elegible… Haití ocupa el lugar 177 entre 186 en el mundo en cuanto a gasto nacional en educación". La tasa de alfabetización es del 61,7%, según los informes, pero si menos del 30% de los estudiantes llegan al sexto grado, es probable que la tasa de alfabetización real esté por debajo de eso.

Actualmente, del 80 al 90% de los estudiantes se educan en escuelas privadas internacionales, principalmente administradas por Canadá, Francia o Estados Unidos, y escuelas administradas por iglesias y ONG. Haití tiene un total de 15.200 escuelas primarias, pero solo unas 1.800 son públicas. Esto está muy lejos de lo que ordenaba la Constitución de Haití de 1804-1805 cuando decía que “la educación será gratuita. La educación primaria será obligatoria... La educación estatal será gratuita en todos los niveles". Según un informe del Banco Mundial de 2015, los padres haitianos gastan un promedio de 130 dólares cada año para enviar a sus hijos a una escuela privada. En un país donde la mitad de la población gana menos de $3 por día, la mayoría de los padres no pueden pagar los gastos de una escuela privada, pero muchos luchan por reunir el dinero para pagarla.

La fuga de cerebros es otro gran problema para Haití. El Banco Mundial ha documentado que el 84% de los graduados universitarios abandonan el país poco después de graduarse. El país tiene muchos ingenieros talentosos, pero hay pocos de ellos en relación con lo que se necesita.

Se debe reformar y renovar el sistema escolar de Haití, para poner más el acento en el papel de las escuelas públicas. Se construirán dos mil nuevos edificios de escuelas públicas modernizados y mil edificios existentes se actualizarán con modernos sistemas de agua y baños, sistemas de ventilación, comedores, etc. También se construirán a prueba de terremotos y huracanes, utilizando diseños exitosos utilizados en otras naciones propensas a los terremotos. Una meta razonable es completar la mitad de este programa en cinco años. Además de esto, el bajo salario mensual actual del maestro promedio de escuela primaria, $445 dólares o 47.300 gourdes, debería regularizarse y duplicarse.

De manera óptima, el plan de estudios de la escuela debería basarse en el plan de estudios de la escuela clásica de Wilhelm von Humboldt, con un gran énfasis en la ciencia y los clásicos.

El Instituto Schiller propone que, a medida que aumente el número de titulaciones en ciencias, se deberán construir dos universidades, dedicadas a la ingeniería, con una matrícula inicial de 250 alumnos cada una, y aumentando el alumnado con los años. Se establecerán programas para aprendices de máquinas-herramienta haitianos, de unos cuatro o cinco años de formación combinada en el aula y en el puesto de trabajo.

Inmediatamente después del terremoto de Haití del 12 de enero de 2010, Lyndon LaRouche propuso la creación de un proyecto del Cuerpo de Conservación Civil al estilo de la década de 1930 para emplear a jóvenes haitianos y estadounidenses. Hoy, el Comité por la Coincidencia de los Opuestos, del Instituto Schiller, propone establecer de inmediato un proyecto de este tipo de 5.000 jóvenes de cada país para capacitarse y trabajar como aprendices en proyectos de reconstrucción o en operaciones de rastreo de vacunas COVID-19 y servicio hospitalario.

El futuro de Haití, como el del mundo, está en su juventud. El Instituto Schiller presenta aquí una propuesta general de lo que se necesita hacer, en torno a la cual se puede actuar para hacer realidad ese futuro.


La historia que une a Haití y a Estados Unidos

 

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