Economía







El modelo fascista chileno de privatización
del Seguro Social





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La caída del dólar divide al mundillo financiero




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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXII, núm.7

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Juventud Larouchista ataca a los Pinochet de EU
por el robo del Seguro Social



Versión en español del folleto del LaRouche PAC en contra de la
privatización del Seguro Social, del cual están distribuyéndose
100.000 ejemplares en EU, además de 800.000 en inglés.

por Paul Gallagher y Dennis Small

Un equipo del Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL) le dio su merecido a George Shultz en una cena de 2.500 dólares por cubierto que auspició el Instituto de Investigación de Política Económica de Stanford, en San Francisco, California, el 12 de febrero. Los del MJL interrumpieron el discurso de Shultz para denunciar que él y sus “Chicago Boys” fueron los cerebros del modelo fascista que impuso Augusto Pinochet en Chile, y que él también es el causante del afán frenético del Gobierno de Cheney y Bush por privatizar el Seguro Social de Estados Unidos al estilo de Pinochet. Uno de los activistas le dijo al auditorio, mientras la seguridad lo removía, que las alternativas eran Franklin Roosevelt o Pinochet.

Mientras, los otros del MJL se dieron a la tarea de repartir una gran cantidad de impresos larouchistas dentro del recinto, y luego volvieron a enfrentar a Shultz cuando éste salía, enseñándole una copia del folleto del Comité de Acción Política Lyndon LaRouche, o LaRouche PAC: “La privatización del Seguro Social. Bush le abre la puerta al fascismo”, del que están distribuyéndose cientos de miles de ejemplares en inglés y en español por todo EU. Shultz está muy al tanto de ese hecho y de sus consecuencias.

La campaña del MJL ha galvanizado la oposición contra la privatización del Seguro Social, en especial en el Partido Demócrata, pero también entre los republicanos, lo que ha hecho que el presidente George W. Bush empiece a meter la pata. Por ejemplo, el 9 de febrero Bush dijo: “Algunos en nuestro país piensan que el Seguro Social es un fondo fiduciario, en otras palabras, una pila de dinero que está acumulándose. Eso simplemente no es cierto”, dijo Bush. Dos días después dijo que el Seguro Social empezaría a quedarse sin fondos en el 2018, porque sólo tenía “promesas vacías”.
Pero la verdad es que el Seguro Social es un fondo fiduciario, y que las “promesas vacías” a las que alude Bush son los bonos del Tesoro de EU que le entregó su Gobierno a cambio del dinero de los asegurados, dinero que se usó para cubrir el déficit del presupuesto federal.

En otras palabras, Bush está diciendo que el Gobierno incumplirá con los bonos cuando venzan en 2018. En su desesperación, Bush anda dando giras por todo el país para ganar apoyo para su plan privatizador, y el 12 de febrero se dirigió a la nación por radio, por cuarta vez en cinco semanas, para tratar de convencer a la población de las bondades de entregarle los fondos del Seguro Social a los tiburones de Wall Street.

Su desesperación, al igual que la de su vicepresidente y controlador Dick Cheney, y la del controlador de éste, Shultz, se debe a la desintegración inexorable del sistema financiero mundial. La facción financiera a la que representa Shultz quiere echarle mano a los fondos del Seguro Social, no sólo de EU, sino de otros países (ver artículos a continuación), para mantener a flote el actual sistema monetario–financiero un ratito más. Incluso personeros de la élite financiera, tales como C. Fred Bergsten, del Instituto Internacional de Economía, ahora dicen abiertamente lo que antes sólo LaRouche osaba decir: que el sistema va cuesta abajo.

La campaña privatizadora de Bush está causando que pierda apoyo popular, según las encuestas, incluso una reciente de la cadena de televisión CBS. Cada vez más republicanos se suman a la congresista republicana Ginny Brown–Waite de Florida, quien presentó un proyecto de ley para declarar “fuera de orden” cualquier propuesta de cambiar la forma de calcular las prestaciones del Seguro Social en el futuro. Dennis Hastert, líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, dijo que “Bush no ha persuadido al electorado”, que “no puede forzarse al pueblo estadounidense a tragarse el cambio”, y que él cree que tomará hasta dos años para reformar el Seguro Social.

“No estamos en posición de imponer el programa del Presidente”, le dijo el presidente de la Comisión de Finanzas del Senado Charles Grassley, republicano por Iowa, al secretario del Tesoro John Snow el 9 de febrero.

Demócratas arrecian la resistencia

Por supuesto, la resistencia demócrata es aun más recia que la que existe entre las filas republicanas. En Michigan, los congresistas Sander Levin, Debbie Stabenow, John Dingell y Carolyn Kilpatrick han organizado 15 reuniones ciudadanas, mientras que cinco congresistas de Ohio han organizado otra docena de reuniones sobre lo del Seguro Social. “Creo que vamos a derrotar a Bush en cuanto a este asunto”, dijo uno de los congresistas. “Hemos recibido 2.700 cartas en contra, y sólo una llamada telefónica a favor”.

Unas 400 personas participaron en el cabildo abierto que convocó el congresista Jim Moran en Alexandria, Virgina, el 7 de febrero. Cuando Moran hizo la pregunta clave —“¿por qué quiere Bush desmantelar el Seguro Social?”—, los representantes del LaRouche PAC pudieron dar la respuesta: porque Wall Street quiere apuntalar los mercados ante el desplome del sistema.

En las audiencias sobre el proyecto de presupuesto presentado por Bush para el próximo año fiscal, el congresista Charles Rangel de Nueva York dijo que el plan de privatización de Bush estaba “muerto”, y le preguntó al secretario del Tesoro Snow que cómo podía decir que el Seguro Social estaba en quiebra, cuando tiene un enorme superávit en bonos del Tesoro, al mismo tiempo que insiste que el presupuesto federal, que tiene un déficit de 500 mil millones de dólares, no lo está.

El congresista Pete Stark, demócrata por California, le preguntó a Snow si podía asegurarle que el bono de ahorro del Tesoro de su hijo de 10 años todavía es solvente, pese a lo que dijo el Presidente sobre la quiebra del Seguro Social. Stark añadió: “Usted, o el Gobierno, han alegado que el Seguro Social es insostenible. Pero el presupuesto que nos ha dado extiende los recortes de impuestos del Presidente y los hace permanentes. El costo total de esos recortes impositivos es de tres a cinco veces mayor que el costo de apuntalar el Seguro Social sin recortar ninguna prestación. ¿Cómo es que una de estas pautas es insostenible y la otra no? Pero cuando ustedes tienen recortes en los impuestos para el 1% de arriba de los hogares con ingresos promedio por encima de un millón de dólares, y exceden, esos recortes impositivos por sí sólos exceden el costo de apuntalar el Seguro Social sin recortar ninguna prestación, ¿cuáles son las prioridades del Presidente? ¿Recortes de impuestos para aquellos de nosotros que somos ricos, o devolverle [el dinero] al fondo fiduciario para aquellos que han aportado durante toda su vida activa?”

LaRouche al centro de la pelea

Todo esto demuestra lo efectivo que fue el llamado que hizo Lyndon LaRouche el 16 de diciembre en una entrevista con una radiodifusora de Ohio, a que hubiera una iniciativa nacional que junte “al Partido Demócrata del presidente Franklin Roosevelt”, para impedir que Bush le robe el Seguro Social al pueblo estadounidense.

Entre las elecciones de noviembre y el 5 de enero, LaRouche usó dos discursos transmitidos por internet y otras intervenciones para instar a los dirigentes y activistas demócratas a movilizarse para librar “dos batallas como si fuera una guerra”. La una en contra de la supresión y el robo de votos en Ohio y otros estados. Esa batalla culminó en el debate histórico que hubo en el Congreso el 6 de enero, cuando los demócratas lograron que hubiera un debate formal sobre la validez del triunfo de Bush; la primera vez que semejante debate se daba en ambas cámaras del Congreso en más de un siglo.

La otra, en torno al pronóstico de LaRouche, de que Bush, presionado por el desplome financiero inminente, emprendería de inmediato una campaña “para robarse el Seguro Social para Wall Street”, también presentaba una oportunidad para derrotarlo. LaRouche les dijo a los demócratas que rehusaran “negociar” el Seguro Social, y que si adoptaban la misión unida de derrotar a Bush en cuanto a eso, los republicanos cuerdos actuarían de forma consecuente.

Y esto es lo que a todas luces sucede en el Congreso, y que con seguridad logrará mayor intensidad luego de las conferencias simultáneas del movimiento de LaRouche en Washington y Los Ángeles del 19 y 20 de febrero.