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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXII, núm. 7

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El modelo fascista chileno de privatización
del Seguro Social

El 7 de febrero el Comité de Acción Política Lyndon LaRouche (o LaRouche PAC) emitió el siguiente memorando evaluando el famoso “modelo chileno” que ahora pretende instaurar en los Estados Unidos el Gobierno de George Bush y Dick Cheney:

El presidente George Bush ha citado una y otra vez a Chile como su modelo para privatizar el Seguro Social. En Chile, en noviembre pasado, lo calificó de un “gran ejemplo”. Y en una visita que hizo al país en abril de 2001 Bush dijo: “Creo que algunos miembros del Congreso pueden aprender algunas lecciones de Chile, en particular en cuanto a cómo administrar nuestros planes de pensiones”.

El arquitecto de la privatización de 1981 en Chile fue el engendro de Harvard José Piñera, quien fuera el ministro del Trabajo y encargado del Seguro Social de 1978 a 1980 durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973–1990). Hoy Piñera copreside el Proyecto de Privatización del Seguro Social del Instituto Cato, uno de los centros ideológicos de la ofensiva de Bush.

George Shultz, la eminencia gris del Gobierno de Bush y Cheney, visitó a Piñera allá por 1981, en su calidad de asesor del Gobierno entrante de Reagan. Shultz le pidió a Piñera un memorando de una página sobre la privatización de las pensiones en Chile, que apenas acababa de instrumentarse, con la intención de venderle la idea a Reagan. Reagan no se la tragó, pero George W. Bush sí.

¿Qué es el modelo chileno?

1) Hasta 1981 Chile tuvo un régimen de pagos con cargo a los ingresos corrientes al estilo del de los Estados Unidos. En 1981 a los trabajadores ya afiliados les dieron la muy publicitada “alternativa” de cambiarse a un nuevo sistema privatizado. A todos aquellos que se sumaron a la fuerza laboral después de 1981 los obligaron a entrar al sistema privado; con excepción de los militares, quienes se protegieron quedándose en el sistema público. Bajo el sistema privado, los trabajadores aportan 10% de su salario a cuentas privadas de inversión, administradas por instituciones financieras llamadas “administradoras de fondos de pensiones” o AFPs.

2) La privatización chilena y otras medidas económicas relacionadas las impuso un Estado policíaco fascista. De 1973 a 1979 a muchos sindicatos los disolvieron, y los contratos colectivos de trabajo sufrieron una marcada reducción. Luego, en 1979, el “Plan Laboral” del ministro del Trabajo Piñera eliminó el salario mínimo, acabó con todos los contratos colectivos de trabajo, eliminó de facto el derecho a huelga, proscribió las federaciones sindicales, redujo el número de trabajadores sindicalizados a menos del 10% de la fuerza laboral, y autorizó el despido de trabajadores sin motivo alguno. A los disidentes los aislaron, los encarcelaron, los torturaron o los desaparecieron.

3) El móvil de la privatización del Seguro Social en Chile fue la desintegración inminente de todo su sistema financiero, bajo el peso de una burbuja especulativa gigantesca; una insolvencia nacional que en efecto vino un año después, a fines de 1982. Los acreedores internacionales de Chile lograron sacar a flote el sistema bancario del país, en gran medida en base al flujo multimillonario de dinero del que se apoderaron mediante la privatización de las pensiones, a fin de seguir saqueándolo. Shultz y otros sicarios financieros alientan el actual frenesí privatizador de Bush por motivos similares, sólo que con la amenaza de una bancarrota inminente a una escala mucho mayor.

4) Hoy, tras 24 años de operación, el modelo chileno es un fiasco tan grande que casi todas las fuerzas políticas del país concuerdan en que debe botársele, e idearse alguna suerte de alternativa. Unos cuantos hechos resumen la crisis:

5) La mitad de la fuerza laboral de chile, de 6,1 millones de trabajadores, ni siquiera participa en el sistema de pensiones: está desempleada, labora en la economía informal, o son trabajadores eventuales. De la mitad restante, sólo 1,2 millones de trabajadores —apenas 20% de la fuerza laboral— tienen una pensión mayor que la norma mínima del gobierno, de unos 110 dólares mensuales.

6) El gobierno subsidia a quienes reciben menos de este mínimo, gasto al que destina más de 25% de su presupuesto total para la seguridad social, casi tanto como lo que gasta en educación y salud juntos. Y los gastos del gobierno en seguridad social están aumentando sin que haya un tope a la vista.

7) Las AFPs le esquilman a los trabajadores entre 25 y 33% de sus pagos para “cuotas administrativas”.
8) Entre 1997 y 2004 las utilidades anuales de las AFPs eran de un nada despreciable 50%. Incluso en 2002, que fue un año de recesión económica en Chile, las utilidades promedio de las AFPs fueron del 50,1%, y ¡las de una de ellas ascendieron al 210%!

9) Al inaugurarse el sistema en 1981 había 18 AFPs; ahora sólo quedan 6, de las cuales 5 las controlan extranjeros. De 36 mil millones de dólares en activos que el sistema administra, 95% está en manos de estos intereses bancarios extranjeros, que son: BBVA (España), con 32% del total; Citibank (EU), 23%; Sun Life (Canadá), 16%; Aetna (EU), 13%; y Banco Santander (España), 11%.

10) De 1982 a 2004 el rendimiento promedio anual de las cuentas individuales que ofrecen las AFPs fue de sólo 5,1%. Si dos colegas trabajadores alcanzan la jubilación en Chile hoy, ambos con el mismo salario y el mismo tiempo aportando al Seguro Social, uno en el viejo régimen de pagos con cargo a los ingresos corrientes y el otro en el sistema privatizado de las AFPs, el segundo recibirá menos de la mitad de la pensión del primero.

El modelo chileno es un fracaso. Es sinónimo de economía fascista y de política fascista. No debe repetirse en los EU.