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Rusia: La lucha contra las prácticas neocoloniales

18 de julio de 2024  (EIRNS) — El embajador de la Federación Rusa en Estados Unidos, Anatoly I. Antonov, nos transmitió el 11 de julio el siguiente artículo, para su publicación exclusiva al Instituto Schiller, al semanario Executive Intelligence Review (EIR) y a su publicación diaria EIR.news. El embajador se refiere a "La iniciativa rusa para crear un nuevo movimiento internacional contra el colonialismo, '¡Por la libertad de las naciones!', para erradicar las prácticas modernas de explotación y hegemonía". Helga Zepp-LaRouche, directora general de EIR, presenta una breve respuesta al embajador en el contexto del intento de asesinato del ex Presidente Trump, que sigue después del artículo del embajador Antonov. 

"Sobre la cuestión de la lucha contra las prácticas neocoloniales" 

Por su Excelencia, Embajador Anatoly I. Antonov 

11 de julio de 2024 —Rusia aboga por la formación de un sistema multipolar de relaciones internacionales más justo y estable, basado en la Carta de las Naciones Unidas y, sobre todo, en el principio de igualdad soberana de los Estados. Abogamos por el surgimiento de un orden mundial que refleje la diversidad cultural y de civilizaciones del mundo moderno y que tome en cuenta el derecho de cada nación a determinar su propio destino. 

Este enfoque está ganando cada vez más apoyo en la comunidad internacional, que busca erradicar los vestigios del sistema colonial. 

Mientras tanto, el Occidente colectivo sigue resistiéndose enérgicamente a tales esfuerzos, empeñándose en conservar las "riendas del poder" y el estatus de "amo de los destinos''. La dinámica actual en Ucrania y los incesantes intentos de las capitales occidentales por desestabilizar la situación en el espacio postsoviético son ejemplos ilustrativos de la lucha desesperada del "hegemónico global" por preservar su dominio y una oportunidad para imponer el modelo unipolar a la comunidad internacional. 

La mayoría del mundo comprende claramente que las prácticas coloniales occidentales no conducen a nada bueno. Una amarga confirmación de ello es el uso de la fuerza por parte de una minoría agresiva bajo el liderazgo de Estados Unidos en varios países, como Yugoslavia, Iraq, Libia, Siria y algunos Estados de Asia y África.Según estiman expertos, desde 1945 Washington ha realizado más de 50 intentos de golpes de Estado e intervenciones militares. 

En la misma línea está la imposición de barreras económicas ilegítimas. Entre ellas figuran la limitación de las oportunidades de desarrollo independiente, la coacción para firmar contratos injustos, la extracción de recursos a cambio de nada, así como la relocalización de industrias sucias a países del Sur. Hay que destacar en especial la práctica ilegal de Occidente, dirigida a imponer sanciones para presionar a los Estados que se niegan a someterse a sus dictados y a sacrificar su soberanía y su identidad nacional. Ejemplos de estas medidas de restricción ilegales son el bloqueo económico de largo plazo a Cuba y las restricciones unilaterales contra Irán y Venezuela. 

Para perpetuar su presencia geopolítica en diversas regiones del mundo, las capitales occidentales recurren intensamente a los mecanismos del "neocolonialismo de la deuda". Bajo el disfraz de la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, promueven hipócritamente los conceptos del "imperialismo verde" que sólo benefician a los llamados "mil millones dorados". La brecha tecnológica se está potenciando deliberadamente para consolidar el monopolio de las corporaciones occidentales de TI [tecnología de la informática]. Existe un tabú sobre cualquier publicación que contradiga la narrativa occidental establecida en el espacio informativo controlado por ellos. 

Un ejemplo ilustrativo es la distribución desigual de vacunas durante la [pandemia] COVID-19, con esfuerzos occidentales simultáneos para retrasar artificialmente la certificación de la vacuna rusa Sputnik, que podría salvar millones de vidas en los países en desarrollo. Al mismo tiempo, no se responsabilizó a nadie de los casos de efectos secundarios graves derivados del uso de vacunas occidentales certificadas apresuradamente. 

Otro síntoma de neocolonialismo es la imposición agresiva de actitudes neoliberales en detrimento de los valores espirituales y morales tradicionales. Se trata de impulsar una agenda destructiva, que incluye la diversidad de género y la legalización de las drogas. Entre otras cosas, las llamadas “cumbres por la democracia” organizadas bajo los auspicios de Washington con el fin de actualizar la caja de herramientas estadounidense de control externo e injerencia en los asuntos internos de los Estados soberanos, así como la lucha en contra de quienes aquí en Estados Unidos son etiquetados como "autocracias". 

Estos hechos señalan claramente quién sigue siendo el verdadero colonizador. Ya es hora de que el campo occidental, que representa a la minoría, comprenda la inutilidad de imponer prácticas neocoloniales (incluido el mentado "orden basado en reglas"), y cualquier intento de echarle la culpa a otro. 

Con base en la experiencia de nuestro país en la promoción de los movimientos de liberación de los pueblos en la década de 1960, las naciones de la mayoría del mundo demuestran su firme compromiso con la lucha encaminada a establecer un diálogo igualitario y mutuamente respetuoso. Un vivo ejemplo de ello es el desacuerdo de nuestros socios que representan a los países del Sur y del Este Global con las interpretaciones occidentales de la situación en Ucrania, y su forma de entender las metas y objetivos de una operación militar especial. 

En la misma tónica se sitúa el apoyo a la iniciativa rusa de crear un movimiento anticolonial internacional "¡Por la libertad de las naciones!" para erradicar las prácticas modernas de explotación y hegemonía.  

“Debemos revivir el arte de la diplomacia" 

por Helga Zepp-LaRouche, directora general de EIR 

16 de julio de 2024  El apenas fallido intento de asesinato contra el ahora candidato presidencial Donald Trump sacudió al mundo ante la realidad de lo frágil que se ha vuelto la situación internacional. Debería ser una llamada de atención para todos: No nos queda más remedio que recurrir a la diplomacia como vía de resolución de conflictos en la era de las armas termonucleares. Eso significa que siempre hay que tomar en cuenta los intereses del otro, de todos los demás; ésa es la principal lección de la Paz de Westfalia, que puso fin a 150 años de guerra religiosa en Europa. En aquel momento, los bandos en guerra aceptaron sentarse a la mesa de negociaciones. Se dieron cuenta de que si la lucha continuaba, pronto no quedaría nadie vivo para disfrutar de la victoria. Esa es exactamente la situación a la que nos enfrentamos hoy. 

La satanización de Rusia no funciona en el Sur Global, porque no se corresponde con la experiencia de estos países, que representan con mucho la Mayoría Global. La reciente declaración de la OTAN alega que Rusia y China representan un desafío para el orden euroatlántico. Esa declaración se leerá como un elogio a esos dos países del Sur Global, porque los países de la OTAN son considerados por los países que antes se llamaban países en desarrollo, como las fuerzas que siguen llevando a cabo una política neocolonial continuada. 

No es demasiado tarde para resolver la situación estratégica más peligrosa que ha vivido el mundo. El ofrecimiento del Presidente Putin para formar un nuevo Orden de Seguridad Euroasiático debería encontrar una respuesta positiva en Occidente, e incluso debería ampliarse para que sea una nueva arquitectura mundial de seguridad y desarrollo, que tenga en cuenta los intereses de todos y cada uno de los países del planeta.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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